La verdad sobre los DNU

Un grupo de noveles demócratas que adquirió en los últimos dos meses las virtudes del republicanismo constitucional desató una serie de críticas contra el presidente Mauricio Macri e intentó instalar la sensación de que el mandatario pretendía gobernar el país mediante decretos de necesidad y urgencia (DNU).

Sin embargo, transcurridos dos meses de gestión, la actual administración solamente emitió cinco de ese tipo de decretos. Los artículos de algunos medios, cuando el Presidente tenía apenas días en su cargo, giraban injustamente sobre la idea de que Macri había hecho uso de dicha herramienta constitucional con más frecuencia que todos sus antecesores. Comparaban la cantidad emitida en pocos días con el promedio anual de los anteriores presidentes, lo que configura un grosero error, porque es evidente que, cuando el Gobierno se ordena y las sesiones ordinarias del Congreso comienzan, el promedio desciende.

De hecho, no se observan notas que refieran a que hoy, a dos meses de administración, Macri sigue teniendo en su haber los mismos cinco DNU, con lo cual su promedio disminuyó a 2,5 por mes, la mitad que los emitidos, por ejemplo, por Néstor Kirchner, sacando el promedio total de su mandato, y un tercio de los que el mismo mandatario dictó en sus primeros dos meses. Continuar leyendo

La falacia del vicepresidente decorativo

Desde que el oficialismo postuló a Carlos Zannini como candidato a vicepresidente de Daniel Scioli, se multiplicaron las voces opinando sobre el rol político de ese cargo. Los que quieren mostrar al gobernador bonaerense como continuador del modelo K resaltan que lo acompaña un hombre muy fuerte del entorno íntimo de la actual presidenta. Los que buscan que Scioli mantenga cierto caudal de voto independiente refutan que Zannini no tendrá rol alguno, porque el vicepresidente es meramente decorativo.

La historia de los vicepresidentes desde la recuperación democrática puede darnos algún indicio sobre la veracidad de alguna de esas afirmaciones. Si nos remontamos al primer vicepresidente de la nación de la era posdictadura, podría afianzarse la postura de quienes dicen que este no tiene rol político. El cordobés Víctor Martínez, que secundó a Raúl Alfonsín en la fórmula, tuvo una escueta y gris participación en aquel Gobierno radical. Continuar leyendo

El márketing legislativo de Ricardo Alfonsín

Durante la semana pasada, el diputado nacional Ricardo Alfonsín presentó un proyecto de ley con el que dice pretender “prohibir las candidaturas testimoniales”, es decir aquellas a las que determinados candidatos se presentan sin ninguna intención de asumir, con la idea de que su presencia “arrastrará votos” a favor de la lista que integran pero defraudando al electorado. El problema con el proyecto del diputado es que las “testimoniales” ya están prohibidas.

El artículo 140 del Código Electoral Nacional, inserto dentro del Capítulo “Delitos Electorales”, tipifica: “Se impondrá prisión de dos meses a dos años al que con engaños indujere a otro a sufragar de determina forma o a abstenerse de hacerlo”. Toda conducta descripta en un tipo penal, que por definición contiene una sanción, es una conducta prohibida. Y resulta evidente que presentar una candidatura que no se piensa asumir si resultase electo es un modo de inducir el voto hacia determinada lista de manera engañosa.

Difícilmente el legislador de marras no conozca la existencia de este artículo 140, dado que responde al Código Electoral Nacional original, sancionado mediante la ley 19.945 de 1972. Aunque debe reconocerse, suena bien a oídos del ciudadano que no tiene porqué conocer derecho electoral que alguien quiera “prohibir las testimoniales”, dado que casi nadie sabe que ya están prohibidas. Marketing legislativo podría llamárselo.

El radicalismo tuvo una intervención mediática bastante importante en el año 2009, cuando en las elecciones legislativas se presentó en la Justicia Electoral intentando impedir las candidaturas de Néstor Kirchner, Daniel Scioli y Sergio Massa en la lista de candidatos a diputados nacionales del Frente para la Victoria por la Provincia de Buenos Aires. Aducían que estos no asumirían los cargos para los que se proponían, que simplemente pretendían obtener votos para su partido y que defraudarían al elector. Su pretensión fue rechaza por la Cámara Nacional Electoral, sencillamente porque como en todo proceso judicial, hacían falta pruebas para aplicar la sanción pretendida, que en este caso era, prohibirles ser candidatos.

¿Qué elementos probatorios ofreció el radicalismo?. Solamente rumores periodísticos. Citados los presuntos “candidatos testimoniales”, todos aseguraron a los jueces que asumirían sus cargos en caso de ser electos, por lo cual la Justicia no tuvo otra opción que permitirles ser candidatos. En ese caso también, la presentación fue un juego de marketing, los letrados que la efectuaron debían saber que jamás podrían probar lo que alegaban y que el destino del expediente era el que termino siendo, dado que la prueba del mismo era “diabólica”: consistía en que los jueces viajasen al futuro para asegurarse que los electos no asumirían sus cargos y volviesen al 2009 para aplicar la sanción. Es más, el planteo equivocó el cálculo al menos con un candidato: Kirchner fue electo y asumió su cargo, con los cual de habérselo prohibido como pretendía la presentación del diputado Ricardo Gil Lavedra, se hubiese privado de su derecho constitucional a ser elegido a un ciudadano que no conformó la conducta que el presentante predecía que llevaría a cabo.

Tan alejada de la real intención de hacer justicia y tan cercana al marketing electoral fue la apuesta judicial del radicalismo por entonces, que terminado el proceso electoral, y viendo que los candidatos Scioli y Massa efectivamente no asumieron los cargos para los que fueron electos, no efectuaron las denuncias correspondientes por infracción al artículo 140 del Código Electoral Nacional. En ese caso sí, habiéndose configurado el hecho, la acción delictiva podría entenderse como consumada y era pasible de sanciones. Ciertamente, luego del proceso electoral, la presentación no generaba ya efectos políticos en términos de captación de votos, sino que era una acción exclusivamente en busca de justicia efectiva y en términos de respeto al voto del ciudadano, con lo cual, jamás hubo presentación alguna.

El proyecto de ley para “prohibir” unas testimoniales que ya están prohibidas se inscribe en el mismo juego, una supuesta pretensión de protección al elector que no es tal porque al momento de promover las sanciones nadie lo hace porque no generan rédito político.

Seguramente ha de ser muy complejo, pero sería importante buscar el modo de “prohibir los proyectos de ley testimoniales”, aparte de las candidaturas. Es decir, que los legisladores electos por el pueblo no puedan usar sus bancas para proponer proyectos sobre problemáticas ya resueltas por otras normas, que tienen como único fin aprovechar el desconocimiento del ciudadano para hacerse algunos votos.

Fundar la Tercera República

Puede considerarse que la Primera República en la Argentina, nació el 15 de enero de 1863 cuando se estableció la composición inicial y se puso en funcionamiento la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Pese a que la misma fue creada por la Constitución Nacional de 1853, no se consiguió hacerla operativa sino 10 años después. Allí la realidad fáctica nos entregó la plena articulación entre los tres poderes del Estado, independientes, pero basados en un esquema de controles el uno al otro, la Primera República.

Sin embargo esa República fracasó. Desde 1880 se sucedieron una serie de gobiernos basados en el fraude electoral, la supresión del peso de las mayorías en las decisiones que afectaban a todos, y el sistema de gobierno fue republicano por enunciación y oligárquico en los hechos. Pudo haberse considerado la ley Sanz Peña de 1912 y su primera aplicación en 1916, como el inicio de una segunda república, pero lo cierto es que el período de vigencia real fue demasiado breve: ya en 1930, comenzó una sucesión de gobiernos de facto a cargo de fuerzas militares que hicieron trizas el republicanismo. La interrupción más larga de dicho proceso fue el gobierno del General Perón entre 1946 y 1955, en la cual además, se introdujeron cambios constitucionales profundos, pero nuevamente se trató de una fase muy breve y casi todos los cambios mencionados fueron derogados por el gobierno de hecho que lo desplazó del poder.

Por ende, podemos establecer que la Segunda República nació el 10 de diciembre de 1983, con la asunción del presidente Raúl Alfonsín. Como primera medida porque el sistema republicano que restituye ya lleva más de 30 años de vigencia. Desde entonces la división de poderes funciona, con tropiezos pero lo hace; el soberano pueblo impone su voluntad sin mayores inconvenientes, no ha habido elecciones presidenciales formalmente fraudulentas; y la libertad de expresión, los derechos civiles, sociales y políticos están presentes en la cotidianeidad argentina. Se puede decir que la Segunda República inaugurada por Alfonsín, generó la certeza y conciencia social de la necesidad impostergable de que el sistema se mantenga vigente y pleno.

Ahora bien, desde el fin del gobierno del líder radical a nuestros días, esta Segunda República se ha ido deteriorando sustancialmente. A diferencia de lo que era previsible, el sistema republicano y democrático ha perdido intensidad y plenitud a medida que pasaron los gobiernos. Un ejemplo claro son los decretos de necesidad y urgencia. En 5 años y medio de mandato, Alfonsín firmó 10 de ellos; pero en un decenio de ejercicio, su sucesor Carlos Menem impuso su voluntad por decreto en 545 ocasiones; Fernando de la Rúa los utilizó 73 veces; pero quien completó su mandato, Eduardo Duhalde, rubricó 158 en un año y medio; y su sucesor Néstor Kirchner, 270 en solamente cuatro años. Esto es ni más ni menos que el uso de violencia jurídica sobre la división de poderes y la voluntad popular de modo masivo, un comportamiento autocrático. Que si bien es cierto, mermó con el gobierno de Cristina Fernández, bien puede creerse que esto ocurre por el control que la misma ha tenido del Congreso Nacional, dado que su marido y antecesor, también disminutó la cantidad de decretos firmados a partir de 2006, cuando se hizo se control casi absoluto de ambas Cámaras parlamentarias.

No es el único dato que prueba la descomposición republicana. Los organismos de control, como la Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas que ocupaba el centro de la escena en 1983 (los memoriosos recordarán al fiscal Ricardo Molinas en acción) ya casi no existen. Se ha cambiado el número de miembros y la composición de la Corte Suprema de Justicia reiteradamente de acuerdo a las necesidades del gobierno de turno. Desde la creación del Consejo de la Magistratura, el mismo también ha sufrido variaciones con idénticos fines e intentos gravísimos de cambiar el régimen a una elección directa de sus componentes jueces, que no han prosperado, pero el mero intento implica una muestra de “desentendimiento” republicano.

A todo ello puede sumársele la supresión de fiscales “molestos” que han pretendido controlar al poder, la manipulación de la pauta publicitaria del Estado a los medios como un modo sofisticado de censura, la aprobación de concursos irregulares de origen en la designación de magistrados, y los más variados etcéteras. Por eso es que la Segunda República ya ha transitado la decadencia y se encuentra en estado terminal.

La sociedad buscará, en las elecciones del año próximo, al grupo político que sea capaz de fundar la Tercera República. Algo que no implica mucho más que demostrar que se puede gobernar eficientemente y a la vez cumplir la ley y respetar las instituciones. Que acepte que “democratizar” en muchos casos implica intensificar los controles sobre los organismos y agentes públicos, y que aún controlado, pueda gobernar. La Tercera República deberá demostrar que se puede combatir el delito y respetar los derechos humanos de todos, al mismo tiempo; y también que los intentos de eternización en el poder son nocivos para la sociedad. En síntesis, deberá mantener la esencia de la Segunda República pero en la práctica y prolongándola en el tiempo. Con instituciones sólidas y controles férreos, la corrupción se diluye, la educación, la salud y el trabajo cobran la dimensión que deberían tener, me veo tentado a decir que “se come, se cura y se educa”, porque es cierto. Los franceses van por su quinta república, nosotros podemos concretar nuestros sueños fundando la Tercera.

Mapa electoral 2015

Es apresurado, lo sé. Establecer hoy un mapa electoral para las próximas presidenciales, dentro de dos años, en un país como la Argentina, puede transformarse en un boomerang y en unos meses nomás, alguien puede recordarme este artículo con aire burlón y acompañado por un “no pegaste una”. Pero los actores se van delineando y la prospectiva es un juego intelectual interesante. Difícilmente alguien se imagine la elección 2015 sin un candidato de arraigo claramente peronista y utilizando la estructura jurídica del Partido Justicialista. Justamente, ayer volvió a reunirse su conducción y hubo algunas líneas que comenzaron a observarse.

Por ejemplo, y en relación a Sergio Massa y su Frente Renovador, el senador Aníbal Fernández espetó: “Es un grupo de rufianes que traicionó a los trabajadores… El mas hijo de p… del peronismo es inmensamente mejor que cualquiera de esa lista”. Contundente y propio del senador, ex duhaldista y ex menemista. Con su apoyo irrestricto a las candidaturas del Frente para la Victoria, el gobernador bonaerense Daniel Scioli hizo una apuesta definitiva. No por lealtad ni por convicción.

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Vidriera irrespetuosa

“Todo es igual, nada es mejor”, decía Enrique Santos Discépolo en su legendaria obra “Cambalache“, cuando intentaba describir el pasado siglo XX. Pero Don Enrique no vió el XXI. Su letra seguramente hubiese sido más dramática y es probable que se le complicase contener su indignación en un formato poético. La política del siglo XXI, en la Argentina, es inadmisible, inviable.

El 15 de junio de 1996, la revista Noticias publicó una extensa entrevista a la diputada Cristina Fernández de Kirchner, esposa del gobernador de Santa Cruz. Se tituló “Una chica al rojo vivo”. Carlos Menem acababa de ser reelecto luego de la reforma constitucional y la actual presidente había llegado a la Cámara baja en la misma boleta que el riojano. Una de las preguntas es muy interesante: “¿A Menem lo votó en el ’89 y en el ’95?”. Pero más interesante es la respuesta: “Sí, absolutamente, y creo que no me equivoqué”. La historia más reciente es conocida. El ex caudillo se transformó en una suerte de Nosferatu con patillas, Néstor Kirchner se tocó sus partes pudendas cuando el riojano asumió como senador en pleno recinto, pese a que alcanzó la gobernación de Santa Cruz de la mano del ex presidente y luego de apoyar o al menos guardar absoluto silencio sobre los indultos, igual que su señora esposa.

El sábado 20 de septiembre de 2003, el diario Página/12 publica una nota donde cuenta la celebración del triunfo de Néstor Kirchner realizada en la residencia del gobernador de la provincia de Buenos Aires en la ciudad de La Plata. Dice el artículo que “con efecto teatral” uno tras otro ingresaron el ganador, Eduardo Duhalde (su artífice) y Felipe Solá, su gobernador, quien jugaba de local. Reproduce el periódico la frase de Néstor en su discurso triunfante, sobre “el esfuerzo transformador que llevaron adelante Solá y Duhalde durante el tiempo más grave y duro de la Argentina”. La nota rescata algunas presencias en el evento como la de Florencio Randazzo al que se mencionaba como hombre de Solá (hoy ministro del Interior y Transportes del kirchnerismo y mañana quién sabe).

Como con Menem, al poco tiempo el kirchnerismo sindicó a Duhalde de diversos intentos golpistas y de ser una de las mayores desgracias argentinas. Solá se enojo cuando no lo dejaron reelegir como gobernador y comenzó un saltimbanqueo ordinario, De Narváez y el PRO, luego otro vez con los K, ahora con Sergio Massa.

En 1997 Daniel Scioli es elegido diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires. Se le adjudica la siguiente frase: “Éste es un triunfo del presidente Carlos Menem que ha llevado a la Argentina en el camino del crecimiento sostenido”. Ahá, mirá vos. Previo a eso Scioli había enfrentado una interna en el PJ Capital, liderando una lista de menemistas contra una de duhaldistas. En una entrevista con el diario La Nación del 15 de junio de 1997, ante la pregunta del periodista sobre qué haría en caso de perder dicha interna, el actual gobernador espetó: “Voy a seguir apoyando a Menem como hice siempre”. Chupate esa mandarina. Después, se sabe, el ex motonauta era el gran rival de ajedrez del presidente provisional Eduardo Duhalde, granjearon una profunda amistad y se halagaron recíprocamente. Para despejar dudas Scioli declaró en los últimos tiempos su kirchnerismo a ultranza, su apego por el proyecto nacional y popular y se la jugó por la candidatura de Martín Insaurralde como nadie. Un puro, de la primera hora.

Con Sergio Massa no vamos a tomarnos la molestia de buscar declaraciones públicas. En 2009 fue candidato a diputado “testimonial” de los K. Dos veces electo intendente por el Frente para la Victoria y jefe de gabinete de ministros de Cristina Fernández. En su equipo “renovador” (¿?), lucen el ya mencionado Solá, Ignacio De Mendiguren (duhaldista luego kirchnerista), el ex ministro de economía de Cristina Miguel Peirano, el ex titular del BCRA de Néstor Martín Redrado, el jefe de gabinete del matrimonio y autoproclamado fundador del kirchnerismo Alberto Fernández, el ex menemista-duhaldista-kirhcnerista Juan José Álvarez, entre tantísimos otros.

Todo es igual, nada es mejor. “Igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches, se ha mezclao la vida, y herida por un sable sin remache, ves llorar la Biblia junto a un calefón”. Discépolo vio el siglo XX, pero no el XXI. Su poesía dice que, en ese mundo que ve, van juntos “Carnera y San Martín”. Evidentemente la cosa estaba mejor, había al menos un San Martín mezclado con el resto. Ya no “es lo mismo ser derecho que traidor”, querido Discepolín, hoy el traidor tiene una enorme ventaja sobre el resto.

¿Se agotó el peronismo?

La década kirchnerista y el reacomodamiento de los actores políticos en este proceso electoral, marcan una ausencia interesante en la simbología política que traducen aquellas escenografías desde las que los candidatos tratan de captar el voto. No es un secreto que el kirchnerismo no se muestra “peronista de Perón”.

Especialmente desde el advenimiento de Cristina Fernández de Kirchner, la figura del General Perón no ha jugado un papel relevante, ni es mencionada como antecedente en “el relato”. Sí, es cierto, se rescata con cierta asiduidad la figura de Eva Perón, y algunos iconos setentistas, pero no la del propio Perón. La presidente, de hecho, casi no lo ha mencionado públicamente.

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