Elecciones: el voto castigo y las necesidades populares

El gobierno nacional sufrió una derrota importante en las elecciones legislativas. Más allá de que siga conservando cierta mayoría en las cámaras y siga siendo la primera minoría electoral, perdió más de 4 millones de votos del 2011 a esta parte. El contenido del voto fue contra la inflación y la inseguridad -que cada vez más afecta a los sectores más empobrecidos- y contra la precarización laboral, de la mano con el débil crecimiento de la economía. A los aumentos salariales de la primera mitad del año se los devora la inflación. Este problema afecta a la mayoría de la población. No se puede negar el carácter de voto castigo.

El caso de Massa es emblemático. Cuestiona al gobierno por la seguridad y la inflación, se vende como peronista, tiene un poderoso aparato y Clarín lo infló de manera escandalosa. Que mucha gente haya elegido a Massa para castigar al gobierno es bastante natural. Aglutinó el voto pragmático con el de contenido ideológico neoliberal, a lo que se sumó su peronismo. El caso de Macri en la CABA es parecido aunque él no es peronista. Pero también es cierto que la identidad peronista es débil en la CABA. Es claro que Macri no se vende como antiperonista, seguramente pensando en su proyección presidencial.

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Conflicto docente: la expresión de un retroceso

Una vez más, el comienzo del año trae aparejado el conflicto salarial entre los docentes y las autoridades nacionales y provinciales. Pero la actual problemática no es igual a la de los años anteriores, sino que se presenta como una expresión del retroceso que está dando el gobierno en sus aspectos más rescatables, y evidencia la necesidad imperiosa de discutir nuevamente la Ley de Financiamiento Educativo.

Hay muchos hechos que demuestran que el kirchnerismo está retrocediendo en muchos de sus logros históricos. Un ejemplo es la sanción de la Ley Antiterrorista como puntal de una creciente criminalización de la protesta, como negación de una política de derechos humanos realmente popular y democrática.

Otro ejemplo es la ley de ART, que implica un regreso a los noventa. Entregando el poder del control de la salud de los trabajadores a las empresas de ART, lo cual debilita ampliamente el poder de negociación de los trabajadores. El actual conflicto educativo es otro ejemplo claro.

Una conquista que desde el kirchnerismo se encargaron en remarcar con fuerza tenía que ver con la actualización salarial a través de paritarias. A su vez, el gobierno se enorgullece públicamente de la Ley de Financiamiento Educativo. Mientras en los años precedentes había comienzos de clases con conflictos de baja intensidad, hoy la situación es diferente: éste es el segundo año que la paritaria no se cumple y que el gobierno decreta de manera unilateral un salario único para todo el país, con el agravante de que deja a las provincias libradas a su suerte para dar respuesta a la conflictividad docente derivada de un bajo salario y una intensa cantidad de horas de trabajo para el logro de un salario digno. La oferta, además, no es del 22% de aumento salarial, como plantea el gobierno. Al analizar la oferta en sus tres tramos, llegaría a ese porcentaje recién en noviembre, con el ciclo lectivo finalizado. La oferta en realidad es del 18%, cuando los maestros se habían planteado llegar a un 25% para paliar años de atraso salarial.

El problema del financiamiento educativo hoy se ha agravado, en el marco de una expansión de la oferta educativa pública y privada (es importante remarcar que la educación privada es subsidiada por el Estado), y de la educación superior, con la creación de nuevas universidades. En este sentido, al retroceso que implica el no funcionamiento de la paritaria hay que agregar un retroceso en lo que hace a la fuerza de la educación pública en el conjunto del sistema educativo. Ha crecido la proporción de estudios en la universidad privada, a lo que se agrega también el crecimiento de la hegemonía de lo privado en el plano pedagógico. Hay que decir que el kirchnerismo, a pesar de la mejora del aporte económico a la educación, mantiene un proyecto pedagógico que en nada se diferencia de la del menemismo, ya que tiene como eje sustancial la privatización de la educación y la mercantilización del conocimiento.

Hoy más que nunca es urgente un sustancial aumento salarial, donde el salario testigo debe llegar por lo menos a ser igual a la canasta familiar. A su vez, los docentes deberían tener un solo cargo, y debería haber un importante aumento del presupuesto educativo, lo cual implica la necesidad de discutir una nueva Ley de Fincanciamiento Educativo.