Por: Jorge Cardelli
El gobierno nacional sufrió una derrota importante en las elecciones legislativas. Más allá de que siga conservando cierta mayoría en las cámaras y siga siendo la primera minoría electoral, perdió más de 4 millones de votos del 2011 a esta parte. El contenido del voto fue contra la inflación y la inseguridad -que cada vez más afecta a los sectores más empobrecidos- y contra la precarización laboral, de la mano con el débil crecimiento de la economía. A los aumentos salariales de la primera mitad del año se los devora la inflación. Este problema afecta a la mayoría de la población. No se puede negar el carácter de voto castigo.
El caso de Massa es emblemático. Cuestiona al gobierno por la seguridad y la inflación, se vende como peronista, tiene un poderoso aparato y Clarín lo infló de manera escandalosa. Que mucha gente haya elegido a Massa para castigar al gobierno es bastante natural. Aglutinó el voto pragmático con el de contenido ideológico neoliberal, a lo que se sumó su peronismo. El caso de Macri en la CABA es parecido aunque él no es peronista. Pero también es cierto que la identidad peronista es débil en la CABA. Es claro que Macri no se vende como antiperonista, seguramente pensando en su proyección presidencial.
En cada provincia las respuestas han sido diferentes. La identidad peronista tuvo prácticamente un valor nulo en Santa Fe y Mendoza. En este sentido los grandes ganadores fueron Massa, Binner, Macri y Cobos, en cuanto canalizaron ese castigo y aparecen con proyección hacia el 2015. Lógicamente hay que agregar a Scioli. Por supuesto, la lista no está cerrada.
La oposición con peso mediático tiene una crítica ambivalente al kirchnerismo: corrupción, uso arbitrario de las instituciones y gestión ineficiente del Estado. Esta crítica a veces derrapa por izquierda, a veces por derecha. Pero nunca va al fondo de la cuestión: la reformulación kirchnerista de la dependencia. Pino era parte de un conglomerado neoradical y luego neocolonial, al tiempo que desentonaba con un discurso donde muchas veces aparecían algunos ejes nacionales.
En la Ciudad de Buenos Aires el gran ganador es Macri. UNEN despertó un gran atractivo con su interna abierta para la elección de candidatos e hizo una buena elección. Prefirió disputarle la derecha al antikirchnerismo de Macri pero no le alcanzó. Habrá que ver si puede subsistir sin orbitar en torno a los grandes universos políticos que son el justicialismo y el radicalismo. Es más afín al segundo.
En esta ciudad, el movimiento popular sufrió un gran retroceso, que ya había comenzado en 2011, cuando con un gran frente se logró el 13% de los votos en la elección a jefe de Gobierno. Ampliamos los legisladores de la ciudad y llegamos a tener un bloque de 11 comuneros. Pero ese mismo año, en las elecciones nacionales, ese frente se fracturó. En el 2011 esa fractura se profundizó aún más. Más allá de que Pino haya entrado como senador en los marcos de UNEN, como movimiento popular sufrimos una gran derrota en tanto fuimos incapaces de recomponer nuestra unidad. Una primera consecuencia: la desaparición del bloque Proyecto Sur de comuneros en la ciudad.
Ante la situación de conflictividad creciente contra el gobierno, la oposición con peso mediático promoverá la debacle del oficialismo, porque esto justificaría el ajuste y la devaluación con baja del salario para el que siga.
Como Duhalde en el 2001, pero sin rebelión popular. Una cosa es la debacle y otra es echar un gobierno vía movilización. La oposición quiere lo primero y no lo segundo. Cristina tiene muy poco margen para volver al ajuste, la devaluación y a los organismos de crédito internacional, porque significaría volver atrás diez años.
El 20 de noviembre la CTA que dirige Pablo Micheli, la CGT de Moyano y la Federación Agraria, realizarán una movilización conjunta. Para los trabajadores es urgente terminar el año sin que la inflación les coma el salario. Necesitamos un aumento de emergencia antes de las paritarias del año que viene. Las necesidades del pueblo expresadas en la calle son la mejor resistencia a los planes de ajuste que están en la cabeza de muchos, tanto del gobierno como de la oposición con peso mediático.