El relato de los hechos

Parecería que algunos añoran el relato. No me refiero a los kirchneristas residuales, esos que practican una ilusoria “resistencia” y llegan con su jefa a Comodoro Py como si protagonizaran el desembarco en Normandía. De ellos no se puede esperar otra cosa. Más asombrosos son quienes votaron a Cambiemos y desearían que el anterior relato fuera sustituido por uno macrista. Atribuyen esa supuesta falencia a errores de comunicación y ciertas voces mencionan un déficit de liderazgo presidencial.

No han comprendido el cambio y no advierten que este ya empezó. Si algo implica una ruptura con el pasado que dejamos atrás el 10 de diciembre, es que no tenemos, ni queremos tener, liderazgos mesiánicos, que todos los días, desde la pantalla, a la manera del Gran Hermano orwelliano, nos adoctrinen.

El de Mauricio Macri es un liderazgo democrático, republicano, abierto, que no se pretende infalible y, por ende, sabe escuchar. Un liderazgo que se permite la rectificación cuando está convencido de algún error. Un liderazgo que busca persuadir, antes que imponer. Continuar leyendo

Otro país

Pasaron sólo 6 días —incluidos dos de fin de semana— desde la asunción de Mauricio Macri y el país ya es otro.

No hubo tiempo aún de anunciar medidas en todos los campos de las políticas públicas, pero el estilo de gobierno es tan opuesto al que rigió por 12 años que ha despertado inmediatamente un clima de confianza y de optimismo que es mucho más importante que la enunciación de los detalles de las medidas concretas.

Hemos recuperado la normalidad. Todas las ceremonias de la asunción se ajustaron a la tradición histórica, fueron sobrias y austeras. El discurso del Presidente ante la Asamblea Legislativa, breve, respetuoso, abierto, convocante.

Al día siguiente, la reunión del ingeniero Macri con los candidatos a presidente que participaron de las elecciones, con la excepción de Nicolás del Caño, quien lamentablemente no aceptó la invitación.

El sábado, el encuentro con todos los gobernadores, que no fueron esta vez un simple decorado de la exposición presidencial, sino que pudieron expresar sus puntos de vista en un diálogo franco y sin condicionamientos.

Hasta el locutor oficial dio el tono del nuevo tiempo: sobrio, serio, neutral. Continuar leyendo