El gran cuento de los republicanos

Es un gran cuento. Por unos momentos, el Partido Republicano hizo creer a los hispanos y a los inmigrantes que realmente quería una reforma migratoria para este año. Pero, la verdad, todo parece indicar que no va a pasar nada. El final del cuento es que los inmigrantes indocumentados se quedarán sin legalización por mucho tiempo más y los republicanos se volverán a quedar sin la Casa Blanca en el 2016.

 

Es todo un juego político. El año pasado, el Senado (con mayoría demócrata) aprobó una propuesta de reforma inmigratoria. El punto central era legalizar a la mayoría de los indocumentados y darle un camino a la ciudadanía. Llegó, entonces, el turno de la Cámara de Representantes, dominada por los republicanos, y ahí todo se echó a perder.

Después de muchos titubeos y consultas internas, el Partido Republicano dio a conocer hace unos días una “lista de principios” sobre inmigración. La lista incluía, como era suponerse, más seguridad en la frontera, más visas, más verificación en los empleos, más registros de entradas y salidas de visitantes. Pero lo importante es que le daría un estatus legal a la mayoría de los indocumentados.

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Más vale tarde que nunca

En este 2014, los legisladores van a tratar de lograr lo que debieron hacer en el 2009: una reforma migratoria que legalice a la mayoría de los 11 millones de indocumentados. Lo sé: parece el cuento del lobo feroz que nunca viene. Pero si recordamos correctamente, al final del cuento el lobo llega. Espero que lo mismo ocurra con la reforma. No deja de sorprenderme el optimismo de los inmigrantes sin documentos y, particularmente, el de los “Dreamers”. No importa cuántas veces los políticos digan que no, ellos siguen insistiendo. Reconozcámoslo: quienes han mantenido vivo este movimiento son los Dreamers, esos valientes jóvenes – llegados ilegalmente de niños a este país – que se meten en las oficinas de los congresistas, se hacen arrestar y no paran sus campañas por la Internet. Ellos son los verdaderos héroes de los inmigrantes. Continuar leyendo

Tortillas, bebes y votos

Durante mucho tiempo fuimos invisibles. Estabamos allí, pero los otros nos trataban como si no existiéramos. No éramos tantos como ahora, ni hacíamos tanto ruido, ni teníamos tanto poder. Pero las cosas ya cambiaron para los latinos en Estados Unidos. Durante mucho tiempo nos describieron como el gigante dormido. Pero ahora ese gigante ha despertado y está en marcha.

Cuando yo llegué a Estados Unidos en 1983 éramos sólo 15 millones de hispanos; hoy somos más de 55 millones y, según las proyecciones, en 35 años seremos 150 millones. Ya no somos invisibles.

En todos lados se nota nuestra presencia – hasta en la mesa. Por primera vez en la historia de Estados Unidos, en los supermercados se venden más tortillas que panes para hamburguesas. Cada año los norteamericanos gastan más en tortillas (unos 2.900 millones de dólares, según la empresa Packaged Facts) que en otros tipos de panes (2.100 millones de dólares). Esas son muchas tortillas. Estados Unidos ha adoptado rápidamente como propias las tradiciones culinarias de sus inmigrantes latinoamericanos.

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La ruta de la muerte

NOGALES, ARIZONA - Hoy, en esta frontera, va a morir un inmigrante. O quizás dos. Mañana se repetirá la historia. Y pasado mañana también. Son muertes terribles e innecesarias. Los inmigrantes se pierden en el desierto, sin agua y usualmente mueren de insolación en dos o tres días a sólo unas millas de la ciudad más cercana.

En los últimos años se han construido unas 350 millas de muros entre México y Estados Unidos. Es increíble que en 2013 sigamos hablando de muros. El Muro de Berlín, que sólo tenía 87 millas, empezó a demolerse en 1989. Me tocó verlo. Fue emocionante presenciar cómo los jóvenes alemanes de ambos lados destruían con cincel y martillo lo que los separaba. Por eso es tan aberrante ver cómo ahora quieren construir 350 millas más de muro en la frontera entre México y Estados Unidos.

La verdad, sin embargo, es que los muros no sirven para nada. A sólo 15 minutos en auto de Nogales, Arizona, se acaba el muro grande, el que tiene unos 15 pies de altura. Se nota claramente dónde el gobierno se quedó sin dinero. Y es ahí precisamente a donde se van los inmigrantes para cruzar ilegalmente a Estados Unidos, sin ningún problema.

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Siria, la gran excusa

Los congresistas de Estados Unidos, además de sufrir unos patéticos niveles de popularidad, tienen una bien ganada fama de no poder hacer dos cosas al mismo tiempo. No se trata de comer helado y jugar al yoyo, por ejemplo. Mi gran temor es que vayan a dejar a un lado el debate sobre la reforma migratoria mientras se resuelve el conflicto con Siria. Damasco, la capital siria, está a 9458 kilómetros de distancia de Washington. Pero estos últimos días parecería estar mucho más cerca del interés del Congreso estadounidense que los 11 millones de indocumentados que viven en Los Angeles, Houston, Chicago y Miami. El sentido de urgencia que hay respecto a Siria no existe en cuanto a la reforma migratoria. Eso es muy preocupante. Continuar leyendo