Por: Jorge Ramos
Los congresistas de Estados Unidos, además de sufrir unos patéticos niveles de popularidad, tienen una bien ganada fama de no poder hacer dos cosas al mismo tiempo. No se trata de comer helado y jugar al yoyo, por ejemplo. Mi gran temor es que vayan a dejar a un lado el debate sobre la reforma migratoria mientras se resuelve el conflicto con Siria. Damasco, la capital siria, está a 9458 kilómetros de distancia de Washington. Pero estos últimos días parecería estar mucho más cerca del interés del Congreso estadounidense que los 11 millones de indocumentados que viven en Los Angeles, Houston, Chicago y Miami. El sentido de urgencia que hay respecto a Siria no existe en cuanto a la reforma migratoria. Eso es muy preocupante. Entiendo que lo que está ocurriendo en Siria es una masacre y un verdadero crimen contra la humanidad. También, como muchos, vi en la BBC los cuerpos de cientos de niños asesinados con sustancias químicas; sus caras estaban cubiertas por un polvillo blanco y sus cuerpos marcados por enormes ampollas. Murieron lentamente y con dolores insoportables. Sólo el dictador Bashar Assad tiene armas para ocasionar ese tipo de horrores en Siria. Comprendo que hay que hacer algo para evitar que vuelva a ocurrir. Pero ¿qué tiene que ver todo esto con la reforma migratoria en Estados Unidos? Por principio, nada. Los 435 miembros de la Cámara de Representantes podrían, perfectamente, discutir y monitorear la situación en Siria y, al mismo tiempo, continuar el tan atrasado debate sobre la legalización de los inmigrantes sin papeles en Estados Unidos. Pero no lo van a hacer. Siria se ha convertido en la gran excusa para retrasar e, incluso, anular las posibilidades de una reforma migratoria este año. Las enormes consecuencias internacionales de un ataque a Siria le están dando a los republicanos más conservadores el pretexto que buscaban para no darle a los indocumentados un camino a la ciudadanía . “Desafortunadamente esto va a retrasar el debate sobre inmigración”, me dijo en una entrevista el influyente congresista de Idaho, el republicano Raúl Labrador. “Y si no lo hacemos ahora en el 2013, no va a suceder en el 2014 (porque hay elecciones para el Congreso) y tendríamos que esperar hasta el 2015.” Labrador añadió que se tenía la intención de que el debate empezara en octubre en la Cámara, pero ahora es probable que se posponga hasta noviembre. Y, por supuesto, para entonces quizá no habría tiempo para los asuntos relacionados, como la seguridad en la frontera y el establecimiento de visas. No se trata de restarle importancia a Siria. La tiene. Tras el trágico error de la guerra en Irak, Estados Unidos no puede equivocarse con Siria. Además, la comunidad internacional tiene que encontrar una forma efectiva para lidiar con dictadores que matan a su propia gente. Hasta el momento no se ha encontrado una fórmula que funcione. Tiene que existir un camino distinto al de usar la fuerza para acabar con la violencia. Eso sólo genera más muertos y sangre. Pero los hispanos y los inmigrantes en Estados Unidos merecen un mejor trato. La última reforma migratoria fue en 1986. ¿Cuánto tiempo más tenemos que esperar? Cada día, en promedio, el gobierno del presidente Barack Obama deporta a 1,400 indocumentados. Cada día. Dicen que tratan de deportar a criminales, pero la realidad es que también deportan a padres y madres que sólo quieren trabajar. Ningún gobierno estadounidense ha separado a más familias hispanas que el actual. Obama, como todos sabemos, está presionando fuertemente por una reforma migratoria. Pero en la Cámara de Representantes, controlada por el Partido Republicano, no hay ninguna urgencia para sacar adelante este asunto. Tablas. Y cuando hay tablas nada se mueve. Así estamos. El conflicto con Siria sólo endurece las posiciones políticas -a favor o en contra del presidente; a favor o en contra de un ataque- y da tiempo a los republicanos que no quieren una reforma para manipular un asunto que los perseguía y angustiaba. Ante la pregunta ¿por qué no han hecho nada sobre la reforma migratoria? Su respuesta será: porque estamos lidiando con temas de vida y muerte en Siria. Pero esa es una repuesta que no debemos aceptar. En este mundo globalizado siempre habrá una crisis internacional al alcance de la mano. Y eso no nos debe paralizar. Los jóvenes de hoy en día son maestros del “multitasking.” Hacen varias cosas a la vez. (El otro día sorprendí a unos amigos de mis hijos viendo televisión, jugando con vídeos en su iPad, texteando en su celular, comiendo porquerías y conversando en dos idiomas. Todo al mismo tiempo). Los congresistas de Estados Unidos tienen mucho que aprender de sus hijos. Retrasar el debate sobre la reforma migratoria por el conflicto en Siria es, simplemente, una excusa inaceptable. Las cosas verdaderamente importantes no se retrasan. Siria e inmigración pueden y deben discutirse y resolverse antes que termine el año. Ese es, al final de cuentas, el trabajo de los congresistas.