El gobierno del presidente mexicano Enrique Peña Nieto es, en muchos sentidos, igualito al de su predecesor, Felipe Calderón: muchos muertos y pocos resultados. Ya le dimos un año y nada ha cambiado en México. Los mexicanos siguen muriendo, la guerra contra las drogas se está perdiendo, los narcos y grupos de autodefensa actúan con impunidad, y no hay un rumbo claro para reducir la narcoviolencia.
Ya, a estas alturas, deberíamos saber exactamente cuál es el plan y la estrategia de Peña Nieto para evitar tantos asesinatos vinculados al narcotráfico. Pero lo único que está claro es que la política del gobierno en la lucha contra las drogas se ha basado en el silencio: creen que al no hablar del tema en público el asunto va a disminuir en importancia. Es la actitud del avestruz: esconder la cabeza y no ver nada.