Una vez más el campo se vio obligado a tomar una medida de protesta. No fue un paro improvisado de un día para otro, sino que surgió luego de realizarse asambleas, congresos y jornadas en todo el país ante un gobierno que no tiene políticas de apoyo al sector.
La decisión de frenar la comercialización de granos y haciendas se realizó ante un gobierno que mostró una ignorancia total sobre el sistema agropecuario y que no escucha y no recibe a los productores en busca de soluciones ante los desbarajustes existentes. Las medidas tomadas a lo largo de estos diez años han causado un gran perjuicio para el campo ya que todas las actividades han perdido competitividad y están en riesgo, quitando eficiencia y productividad a los productores agropecuarios.