El disparo que se llevó la vida del fiscal Alberto Nisman golpeó también fuertemente en la credibilidad de las instituciones y de la Justicia en particular. Para peor, buena parte de la información sobre las circunstancias del hecho resultaron desmentidas al poco tiempo. Asímismo brotan a diario inconsistencias en las horas iniciales del procedimiento de ingreso al domicilio del funcionario, que aumentan la zozobra de la opinión pública.
Además de esclarecer la muerte del fiscal es vital restaurar la confianza en la Justicia. A tal fin necesitamos “un Campagnoli” que investigue tanto la causa Nisman como la causa AMIA. Sin que esto signifique menoscabar la figura de la fiscal interviniente, Viviana Fein, estoy convencido de que la trascendencia de los hechos requiere asignar estas investigaciones a figuras de coraje e idoneidad probada en muchas batallas y, sobre todo, insospechadas de complicidad con el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Es en el interés del Ministerio Público y de la propia Gils Carbo y del Ejecutivo disipar suspicacias y respaldar una investigación independiente.
Quizás la Procuradora General pueda pedirle a la Asociación de Magistrados y/o a la Asociación de Fiscales una propuesta de terna de la cual se escoja a quien quede a cargo de la investigación.
La elección de nuevos fiscales, elegidos de esta forma, contribuiría a bajar el nivel de descreimiento y la generalizada sensación de desamparo. Si no se supo ni pudo asegurar la integridad física del fiscal a cargo de la causa más importante del momento ¿qué seguridad se puede esperar para el resto de la población? No tenemos justicia independiente si los jueces y fiscales no pueden llevar a cabo su tarea sin poner en riesgo su vida.
Sólo se puede salir de esta dramática encrucijada si ponemos las instituciones de pie. A tal fin, empecemos por confiar la investigación penal a quienes inspiren confianza.