Apertura del “cepo”: ya se vendieron u$s1.000 millones

Desde que el Gobierno reactivó la venta de dólares a particulares para atesoramiento, el Banco Central se desprendió de unos u$s749,2 millones, que sumados a los u$s244,8 millones adquiridos para turismo, ascendieron a u$s994 millones hasta el lunes. Desde el 27 de enero último la AFIP autorizó la venta de divisas a minoristas por el 20% de los ingresos mensuales comprobados, como una vía para quitarle presión a la demanda en el mercado informal, donde se canalizaban las necesidades de divisas extranjeras en efectivo. La flexibilización cambiaria, complementada con la devaluación, contribuyó con éxito a desacelerar el alza del “blue” y la caída de reservas.

La modalidad redujo prácticamente a la mitad el volumen de operaciones del circuito paralelo, pues en promedio la venta formal para ahorro cursó unos u$s8,5 millones por día. El giro oficial fue eficaz para desactivar una escalada del precio del billete, que en la tercera semana de enero había alcanzado los $13,10, su valor más alto desde que comenzó el “cepo” cambiario, inmediatamente después de aplicada la más profunda devaluación del peso desde 2002.

Aunque el fiscal no es un objetivo protagónico, hay que recordar que al dólar oficial se le añade un 20% en concepto de adelanto de Ganancias, que lleva a la divisa a $9,84 según el promedio al público en casas de cambio y bancos, y a $11,07 en la modalidad “turista” (+35%), cotizaciones que acortaron la brecha con el “blue” y la estabilizaron por debajo del 50 por ciento.

Si bien las restricciones cambiarias continúan, puesto que sólo se puede adquirir la divisa en entidades financieras en las que se tenga cuenta y por un cupo preestablecido por el ente recaudador, el “blue” se descomprimió y su precio se desinfló: aún hoy, a $11,64, permanece un 11% por debajo del récord del verano. En 2014, el dólar informal avanza 15,9%, menos que la inflación registrada por las consultoras privadas y apenas arriba de la medida a través del IPC Nacional Urbano.

En una comparación interanual, la inflación Congreso hasta abril (último dato disponible) acumuló un 38%, mientras que el dólar paralelo avanzó apenas 12,2% de abril a abril (de 9,40 a 10,55 pesos), y un 35,8% entre el 10 de junio del año pasado y hoy. En tanto, el dólar mayorista, cuyo precio es determinado por las intervenciones del Banco Central en la plaza interbancaria, trepó 55% de abril a abril y 53,2% de junio a junio, ritmo de apreciación que muestra cómo el BCRA hizo un esfuerzo por descontar el atraso cambiario acumulado en años anteriores. Ese atraso llevó en la práctica a un desdoblamiento de la operatoria y a férreos controles que dosificaron incluso la disposición de divisas para importaciones.

Por efecto de la devaluación y las imposiciones tributarias, el encarecimiento del billete verde desalentó la demanda para vacacionar en el exterior. La salida de dólares por turismo se recortó 32% o más de u$s700 millones en el primer trimestre, a u$s1.549 millones, frente a egresos netos por u$s2.280 millones entre enero y marzo del año pasado, según el Balance Cambiario del Banco Central, que computa tanto la compra de divisas en efectivo como gastos con tarjeta en el exterior.

En el primer semestre de 2013, las salida de dólares del sistema financiero por la demanda de turistas acumuló u$s4.530 millones, mientras que las reservas del BCRA en el período cedieron 6.285 millones de dólares. El contraste con lo que ocurre en 2014 es notorio: los activos internacionales restaron entre enero y el 9 de junio unos u$s1.820 millones, un tercio que lo perdido el año pasado. Esta contención a la salida de divisas fue posible por el oportuno reconocimiento de un dólar más caro y la mayor carga tributaria, a la vez que demostró que la apertura del mercado cambiario no significa necesariamente perder más reservas. Distinta hubiera sido la suerte de la economía doméstica si en lugar de un “cepo”, el Gobierno hubiera optado por una devaluación gradual a partir de octubre de 2011.

Devaluación y recesión: cae fuerte el PBI en dólares

Uno de los efectos más notorios del ajuste del tipo de cambio que impulsó este año el Banco Central es que el Producto Bruto Interno medido en divisas empieza a mostrar cifras que alejan la euforia, pero son más acordes con la realidad. Tanto el atraso cambiario como la inflación no reconocida potenciaron en forma artificial los resultados de los informes oficiales de actividad económica de los últimos años, en particular desde la intervención del INDEC en 2007. Por el contrario, el nuevo IPC Nacional urbano y la devaluación convalidada por la autoridad monetaria en 2014 ayudan a revertir esta distorsión en los cálculos de PBI.

Las consecuencias nocivas de estimar un crecimiento económico exagerado se advirtieron luego de que el Gobierno reconociera que el PBI aumentó en 2008 sólo 3,1%, en contraste de la medición que entonces difundió el INDEC y que alcanzó un robusto 6,8 por ciento. Luego de que el ente estadístico revisara los cálculos de actividad entre 2005 y 2013, se admitió que la Argentina desembolsó indebidamente casi u$s2.000 millones en concepto de Cupón atado al PBI, que se hizo efectivo en 2009 en base al resultado del año anterior y que según las condiciones de emisión establecía un piso de crecimiento de 3,3% para gatillar el pago. En el mismo sentido, sorprendió al mercado el anuncio del INDEC en marzo pasado, cuando recortó a 3% el crecimiento medido para 2013, contra el 4,9% que el ente informó en febrero, con lo que desactivó el pago del Cupón previsto para diciembre de este año.

Según el INDEC, el PBI de 2013 promedió $3,3498 billones a precios de mercado. Si se divide este monto por el tipo de cambio oficial promedio para el período ($5,476) se obtiene un PBI récord de 611.732 millones de dólares.

El dato de PBI del cuarto trimestre de 2013, el más elevado del año pasado, puede servir para anticipar el curso que tomará la actividad económica en 2014. Éste promedió los $3,6263 billones a precios de mercado, según se desprende del informe de cuentas nacionales del Ministerio de Economía. Medido en dólares, a un tipo de cambio oficial promedio de $6,06 para el período, alcanzó unos 598.400 millones.

Un ejercicio teórico que incorpore la inflación oficial en el primer trimestre de este año (+10%) y el dato del Estimador Mensual de Actividad Económica del INDEC (-1,2% acumulado entre enero y marzo frente al último trimestre de 2013), resulta en un PBI estimado de $3,941 billones para el primer trimestre de 2014, según precios de mercado. Dividido este total por el tipo de cambio oficial promedio del período enero-marzo ($7,62) se obtienen unos u$s517.194 millones, un 15,5% o u$s94.538 millones menos que el PBI promedio de 2013.

Este efecto nominal, generado por la abrupta devaluación de enero, también refleja una baja del 13% o u$s81 mil millones entre el primer trimestre de 2014 y el último de 2013, que por supuesto no se produjo en términos reales con esa magnitud, pero sirve para demostrar en teoría cómo un tipo de cambio artificialmente bajo es útil para obtener cifras de PBI mejores que las reales, mientras que las devaluaciones exageran la pérdida productiva.

También es distorsivo tomar una inflación inferior a la real, debido a que entre los datos para estimar el Producto, el INDEC utiliza el Índice de Precios Implícitos (IPI), con el que deflacta el total facturado por diversos sectores y establece el incremento de la producción en cantidades. Al subestimarse los precios implícitos, se sobrestima la expansión en términos reales, en particular de los servicios, como actividades turísticas o financieras, que son más difíciles de cuantificar.

El agro compensa el déficit de autos, turismo y energía

A través del Balance Cambiario, el Banco Central difundió la semana pasada los datos consolidados de las operaciones en el Mercado Único y Libre de Cambios del primer trimestre de 2014. En términos generales, se observó una disminución en la salida de dólares por intercambio de bienes y servicios, aunque se profundizó la caída de reservas aún con la devaluación de enero.

Tal como lo demuestra el intenso ritmo de liquidaciones en el mercado mayorista de divisas, las exportaciones del agro, principalmente la soja y en particular sus derivados industriales como aceites y harinas, posibilitaron ingresos trimestrales por u$s5.000 millones que equilibraron la salida de divisas de los rubros automotriz, turismo y energía, por casi 3.800 millones de dólares. Las exportaciones de las cerealeras crecieron un 1% interanual, a 5.003 millones de dólares. Este aumento permitió al agro acaparar un tercio de las ventas del período, debido a que “el conjunto del resto de los sectores registró cobros por exportaciones por u$s10.130 millones, mostrando un descenso interanual de 13%”, según consignó el BCRA.

La apreciación del dólar incide este año en la disminución del déficit comercial automotriz, que en todo 2013 acumuló un rojo récord de u$s8.178 millones, en una tendencia declinante que coincide con el ciclo de baja en la producción, debido a la dependencia sectorial de piezas, insumos y unidades terminadas de origen extranjero. El rojo automotriz se redujo un 25,3%, a u$s1.002 millones entre enero y marzo de 2104, contra u$s1.342 millones del mismo período del año pasado.

En esta actividad también impactó el aumento de los impuestos a los vehículos de alta gama, aplicado para desalentar la demanda de autos importados, que en 2013, medidos a cotización “blue”, llegaron a pagarse más baratos que en sus países de origen. Además de las ventas internas, la disminución de las exportaciones a Brasil fue muy perjudicial para la industria. Entre enero y marzo, las terminales nacionales produjeron un 16,2% menos respecto del mismo lapso de 2013, mientras que las exportaciones cedieron un 17,8 por ciento.

En cuanto a los servicios, el sector turístico también recortó el profundo déficit que mostró durante todo 2013, fruto de la devaluación del peso que encareció los viajes al exterior, así como el incremento de la imposición a cuenta de Ganancias hasta el 35 por ciento. Así, el déficit por servicios turísticos contabilizó una contracción del 30,5% respecto de los u$s1.725 millones del primer trimestre de 2013, a u$s1.199 millones entre enero y marzo de 2014. La cuenta de turismo fue la más deficitaria del año pasado, por unos 8.700 millones de dólares.

El Gobierno alcanzó un modesto objetivo al contener la salida de divisas comerciales, con el elevado costo recesivo que significó la devaluación y el incremento de los impuestos. Hay que subrayar que la factura energética dificultó esta tarea: en el primer trimestre, las empresas vinculadas al sector energético dejaron un rojo por u$s1.562 millones en el intercambio de mercancías, un 123% más que en el mismo período de 2013.

Un dato para preocuparse es que el primer trimestre siempre es el de menor demanda de importaciones energéticas. No obstante, en este lapso, las compras aumentaron un 33%, hasta u$s2.934 millones: con esta tendencia el año podría finalizar con importaciones por más de u$s16.000 millones si se aspira a cubrir las necesidades de hidrocarburos y electricidad que requiere la economía argentina. Sólo una recesión marcada podría reducir esta demanda, lo cual agregará un problema mayor en lugar de una solución.

¿Por qué cayeron las reservas?

En la “cuenta corriente cambiaria”, que incluye las transacciones de bienes, servicios –como el turismo- y rentas –como el pago de intereses de deuda-, el Banco Central contabilizó una salida de u$s2.103 millones en el primer trimestre, un 7% menos que en 2013.

Sin embargo, la “cuenta capital y financiera cambiaria”, que contempla la inversión extranjera, los préstamos de organismos internacionales y las diversas líneas de crédito del exterior, entre otros ítems, dejó un saldo negativo de u$s1.628 millones entre enero y marzo, cinco veces más que los u$s323 millones del mismo período de 2013. Esto significa que las empresas optaron por cancelar créditos contraídos en el exterior antes que tomar nueva deuda, para aprovechar un tipo de cambio que todavía luce atrasado, a la vez que el Estado canceló más préstamos con organismos multilaterales y bilaterales que los que pudo renovar.

El rojo de las cuentas corriente y capital-financiera sumaron entonces unos u$s3.723 millones, que luego de ajustes contables explican la pérdida de reservas del BCRA por u$s3.592 millones entre enero y marzo, un 26% más que en 2013, monto que no pudieron atenuar la devaluación y los controles a las importaciones.

El dólar informal le empata a la inflación de 2014

El dólar paralelo consolidó su avance para acumular en el transcurso de mayo un 11,6%, un crecimiento exponencial frente al 0,7% del dólar oficial, que en la plaza mayorista se ubicó en los 8,0625 pesos. Esta espectacular suba, sin embargo, no debe eclipsar a la comparación anual, en la que el dólar “blue” acumula una ganancia de 17,2% en casi cinco meses, todavía detrás del 23,6% que suma el dólar formal. Por eso, los actuales $11,77 para el dólar informal se encuadran en lo que fue la suba general de los precios minoristas. En el primer cuatrimestre del año el cálculo de la inflación Congreso acumuló una suba de 15,78%, que podría superar ligeramente el 17% si en mayo la inflación se sitúa en torno a un 2 por ciento.

En el comparativo abril 2013-abril 2014, la inflación Congreso acumuló un 39%, mientras que entre el 20 de mayo del año pasado y este martes, el dólar paralelo acumuló un alza de 32,2%, desde los $8,90 a los 11,77 pesos. Parece ser una tendencia para la divisa apegarse a la inflación, con cierta volatilidad y desaceleración de precios, después de avanzar 44% en 2012 y 47% en 2013, es decir, muy por encima del promedio inflacionario.

En las últimas jornadas se amplió la brecha entre el dólar libre y el oficial al 44 por ciento. Uno éxito para la gestión de Juan Carlos Fábrega en el BCRA había sido anclar este rango en un 30 por ciento. La variable “blue” estuvo controlada por el obligado desarme de posiciones dolarizadas de los bancos y la apertura parcial del “cepo”, con ventas reducidas para atesoramiento. Esa jugada para descomprimir la tendencia alcista perdió envión una vez que las entidades financieras cumplieron con la readecuación de carteras.

Varios analistas observaron en el reciente recorte de tasas otro desincentivo para que los inversores decidieran quedarse en pesos. Después de un trimestre en el que la tasa de las Letras del BCRA (LEBAC) sondeó el 30% anual y fijara una referencia para la plaza financiera, la reducción a 27% anual mostró un claro rezago frente a la inflación. Ante esta señal, el regreso a posiciones dolarizadas, como algunos títulos públicos, permitió a grandes empresas y fondos comunes de inversión capitalizar una ganancia de un 7% en dólares en pocas semanas, debido a la estabilidad de la divisa.

Una virtud de la que carece la actual política económica es la de manejar las expectativas. Por eso, el discreto incremento de las reservas en el pico de la liquidación de la cosecha gruesa es un motivo de preocupación que se tradujo en los precios. Mientras que en mayo el BCRA acumula compras superiores a los u$s700 millones en la plaza mayorista, los activos internacionales apenas aumentaron menos de u$s200 millones, debido a la demanda de divisas para enfrentar el déficit energético y el pago de deuda.

En ese aspecto, también disminuyeron las liquidaciones de exportaciones del agro la última semana, desde el monto récord de u$s941,7 millones la primera semana de mayo a $670,5 millones la segunda (-28,8%), quizás a la espera de una mayor devaluación oficial. Las ventas de las cerealeras e industrias afines constituyen el principal ingreso de divisas a la economía local y en el año ya aportan unos 9.400 millones de dólares.

Otra particularidad de la coyuntura cambiaria es el incremento del dólar “contado con liquidación”, el tipo de cambio financiero que se calcula al dividir los precios en pesos de los activos argentinos por sus cotizacione en dólares en Wall Street. El “liqui” avanza un 24,9% (de $8,88 al cierre de 2013 a $11,09), por encima del ritmo de apreciación del “blue”. El año pasado, el Gobierno actuó sobre el dólar financiero, con ventas de títulos públicos en dólares, para bajar su precio e incidir a la vez a una baja del dólar informal. Este año, optó por una dejar correr al tipo de cambio implícito, que se empezó a acercar al marginal, un movimiento natural que se había distorsionado por dicha intervención oficial.

Los pronósticos coinciden en un segundo semestre difícil, con menos inflación que el primero, pero con mayor emisión del Banco Central para financiar el Tesoro y más complicaciones para que la autoridad monetaria acopie reservas, concluido en julio el período más firme de exportaciones. A la vez, una actividad económica en retracción demandará más divisas para importaciones y pondrá al BCRA ante la disyuntiva de cuidar las reservas o apuntalar el crecimiento.

Dólar: retorna la táctica del “suave deslizamiento”

Comienza a desperezarse el dólar. La divisa en el mercado mayorista rompió con una estabilidad de casi dos meses, y entre lunes y martes avanzó dos centavos en este mercado interbancario, donde se pactan las grandes transacciones para comercio exterior y donde interviene el Banco Central con sus habituales operaciones para regular la liquidez.

La divisa sube esta semana a $8,0225, desde los $8,0025 del viernes, en un déjà vu de aquellas microdevaluaciones características del período en que Mercedes Marcó del Pont se desempeñaba como presidente del Banco Central, que los técnicos llaman “crawling peg”, una depreciación progresiva y controlada de una moneda respecto del dólar. En contraste, el actual titular de la entidad, Juan Carlos Fábrega, decidió aplicar un shock cambiario entre el 21 y el 23 de enero, cuando impulso una suba de 20% en el dólar oficial, hasta los 8 pesos.

A partir de entonces, la inflación empezó a descontarle la ventaja al dólar oficial y los analistas del mercado financiero coincidieron en que a mediados de año la suba de precios se iba a “comer” el beneficio en materia de competitividad cambiaria que significó la devaluación del peso, para obligar después a una nueva devaluación que retroalimenta un círculo vicioso.

Por ejemplo, la medición que realiza la Dirección de Estadística y Censos del Gobierno porteño mostró que en abril la inflación fue de 3,1% en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires, para acumular 16,9% en el primer cuatrimestre del año. En el transcurso de 2014, el dólar oficial gana 23% en el mercado mayorista o interbancario (desde $6,523 a $8,0225).

Diferente es el panorama para el dólar marginal, presionado a la baja por la iniciativa de la AFIP de flexibilizar las restricciones para las ventas a minoristas destinadas a atesoramiento. Desde el 27 de enero se efectivizaron operaciones al público por u$s604 millones, que de persistir el “cepo” con todo su rigor se hubieran cursado en buena proporción por el circuito paralelo.

Sin embargo, los agentes del dólar informal no son indiferentes a lo que ocurre en el segmento oficial y la divisa finalizó ofrecida a $10,81, para sumar un avance de 26 centavos o 2,5% en el transcurso de mayo. De mantenerse la tendencia, será la primera vez desde la devaluación que el dólar libre consigue superar a la inflación.

Desde que arrancó el año el dólar paralelo mantiene un rezago respecto del promedio de precios de bienes y servicios, pues sube un 7,7 por ciento. Podría atribuírsele a Fábrega el mérito de haber calmado el arrebato del billete verde, como el repunte en el monto de reservas internacionales de abril, aunque estas victorias puntuales están condicionadas por tasas elevadas y un incremento de la deuda del BCRA directamente proporcional a la mejora del activo.

Es probable, entonces, que la autoridad monetaria entienda que es momento de retomar el “suave deslizamiento” que caracterizó al dólar oficial en 2013, antes de que concluya la temporada alta de liquidaciones de exportaciones del agro, propia del segundo trimestre del año y que en 2014 está posibilitando un ingreso récord de divisas, a u$s8.747 millones hasta el 9 de mayo. Y postergar lo más posible otro shock como el de enero.

La caída de la actividad automotriz, en clave de dólar

El rubro automotriz, en producción y ventas, es un ejemplo cabal de cuánto se estancó la actividad económica en la Argentina: su retroceso replica en menos consumo, cesantías, pérdida de volumen en el intercambio comercial y en su importante aporte al Producto Interno Bruto. Como contrapartida, también significa una menor salida de dólares del país, por la dependencia de piezas e insumos importados para el abastecimiento de las terminales locales, y de unidades terminadas en el exterior para le venta en el mercado interno.

La producción automotriz retrocedió un 17,9% en el primer cuatrimestre del año respecto del mismo período de 2013, informó la Asociación de Fábricas de Automotores de la Argentina (ADEFA), mientras que la comercialización (ventas internas y exportaciones) cedieron un 29,8 por ciento. En las ventas en el mercado interno, el acumulado del primer cuatrimestre descendió 18% frente al mismo lapso de 2013, a 272.095 unidades. La Asociación de Concesionarios de la República Argentina (ACARA) indicó que en el mes pasado hubo una nítida caída de patentamientos de unidades importadas, que pasaron a representar el 49,6% de los 0 kilómetro comercializados, frente al 60% anterior a la devaluación de enero.

Sin embargo, este cambio en el origen de los vehículos apenas disminuye la salida de dólares del país, debido a que las unidades nacionales están integradas en casi un 70% con piezas fabricadas en el exterior. Sólo la caída de ventas detiene esta sangría de divisas. Un informe de la consultora Investigaciones Económicas Sectoriales (IES) indicó que en el primer trimestre del 2014, cada auto que se fabricó en la Argentina requirió en promedio importaciones por 11 mil dólares. El estudio indica que “en el primer trimestre de 2014 las exportaciones de autopartes presentaron una fuerte contracción del 14,7% en valores respecto de igual período de 2013, con 549 millones de dólares”, mientras que “las importaciones mostraron un comportamiento decreciente más atenuado, ya que con u$s2.700 millones cayeron un 6,8%” entre el primer trimestre de 2013 y el mismo período de 2014.

La industria automotriz captó de lleno el impacto de la devaluación del peso en enero. En el arranque del año, hubo ajustes promedio en los precios de lista del 25% en el segmento de los modelos más económicos, con subas puntuales que llegaron hasta 35 por ciento. Mientras que los modelos más baratos del mercado costaban alrededor de $70.000 a fines del año pasado, hoy sólo hay tres modelos en oferta por debajo de $100.000 y que cumplen con las normativas en seguridad dispuestas por el Mercosur a partir de 2014: el Fiat Palio Fire, el Volkswagen Gol Trend y el Chery QQ.

Además, el incremento de los impuestos internos profundizó la tendencia declinante del sector en el segmento de vehículos de lujo. Según datos de ACARA, el año pasado se vendieron 100.000 unidades premium, con marcas como Mercedes Benz, Audi, Alfa Romeo, BMW, Land Rover, Volvo, Porsche, Jaguar y Ferrari. Prácticamente uno de cada diez vehículos de los 955.000 autos comercializados en el país el año pasado fue de alta gama. El mes pasado, con datos al 24 de abril, el sector no había logrado vender ni siquiera cien de estas unidades “top”.

El Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (SMATA) y la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) advirtieron sobre la caída en las ventas en el mercado interno y también a Brasil, destino del 90% de las exportaciones del sector. En el mismo sentido, los operarios de General Motors, en Santa Fe, calificaron como “crítica” la actualidad de la producción. La planta Peugeot-Citröen, en la localidad bonaerense de El Palomar, suspendió a 1.100 trabajadores por el receso que aqueja al sector.

La relación comercial con Brasil es crucial para comprender cómo el enfriamiento de la actividad automotriz y de los servicios vinculados al sector redujo la salida de dólares “industriales”, visible en la estabilización del nivel de reservas del Banco Central. Por séptimo mes consecutivo, en abril se registró una caída en el volumen total del intercambio entre Argentina y Brasil, que el mes pasado disminuyó 24 por ciento. “Esto se explica tanto por el comportamiento de las exportaciones (-20,6%) como de las importaciones (-27,3%)”, refiere la consultora Abeceb.com. Esta caída mayor de las compras externas con relación a las ventas permitió recortar el rojo comercial con el país vecino en un 88%, a apenas 20 millones de dólares.

“La restricción en términos de disponibilidad de divisas que experimenta la Argentina ha conducido a las autoridades a restringir el acceso al mercado cambiario de los importadores, solicitando que difieran los pagos de sus operaciones”, explica Abeceb.com. En este retroceso es fundamental el rol de las automotrices. La consultora IES precisó que sólo en materia de autopartes “el saldo comercial deficitario con Brasil se contrajo en un 19,6% en el primer trimestre de 2014 con respecto a igual período de 2013, con un monto de 563 millones de dólares”. Por otro lado, el déficit a nivel global del sector autopartista tuvo una leve baja que pasó de u$s2.253 millones a u$s2.152 millones, con una caída del 4,5% entre enero y marzo de este año respecto de 2013.

Esta semana podría haber avances en un acuerdo con Brasil sobre la cantidad de vehículos y autopartes que pueden entrar en cada territorio sin aranceles, en base a una fórmula denominada “flex”. La normativa anterior permitía al socio del Mercosur exportar un valor de u$s195 libres de impuestos cada u$s100 importados desde Argentina. Los enviados argentinos pidieron a Brasil una rebaja de este límite a u$s130 para reducir el déficit del intercambio bilateral, en el que el rubro automotriz representa el 45% de las transacciones.

Crecen las reservas, pero también la deuda del BCRA

El período de mayor liquidación de exportaciones, que coincide con el segundo trimestre del año, se manifiesta en plenitud con el ingreso de divisas que genera el agro, secundado por el sector minero. En estas horas, la novedad fue que el Banco Central logró incorporar más de u$s1.000 millones a sus reservas en abril: hay que retroceder 44 meses –casi cuatro años- para encontrar un repunte equiparable, cuando en julio de 2010 los activos internacionales aumentaron 1.833 millones de dólares.

El incremento de reservas también se traduce en emisión de pesos para comprar esas divisas en el mercado interbancario. En abril, el BCRA ya adquirió unos u$s2.400 millones, equivalentes a unos $19.400 millones, aunque en este punto se trata de emisión genuina, por estar respaldada con aquellos dólares.

El contexto macroeconómico le genera a la entidad que preside Juan Carlos Fábrega una tarea extraordinaria, pues el ascenso de la inflación a un ritmo que supera el 3% mensual en 2014 y la emisión de billetes para cubrir el déficit del Tesoro nacional se replicó en una intensiva absorción de pesos sobrantes de la plaza financiera, a la par de la suba de tasas, que tocaron el 30% anual.

A ese efecto, la entidad emite deuda, es decir Letras (LEBAC) y Notas (NOBAC). Este año se aceleraron estas licitaciones, cuyos plazos de vencimiento rondan los 90 días. Sólo en mayo se prevén vencimientos por unos $25.000 millones, correspondientes a emisiones de enero y febrero, que deberán ser cancelados –con la consecuente emisión de pesos- o bien renovados a mayor tasa. En el primer caso, la mayor liquidez podría volcarse a consumo, recalentar la ya elevada inflación y empujar al alza al aún calmo dólar blue. En el segundo caso, una suba adicional de las tasas del Banco Central, referencia para todo el mercado, encarecerán el crédito y contribuirán a profundizar la recesión que se manifiesta en varios sectores de la economía.

El año pasado, la Base Monetaria (dinero en efectivo en poder del público más reservas las bancarias) creció un 23%, a 377.197 millones de pesos. Entre enero y el 15 de abril de 2014, ésta se retrajo un 3,4%, a 364.623 millones de pesos. De sostenerse esta contracción, la desaceleración de la inflación hacia fin de año será evidente, tanto como el ajuste que sufrirá la actividad económica general.

Las Letras del BCRA sumaron al 15 de abril unos $171.042 millones, un 54% más que los $110.547 millones de comienzos del año. Esta deuda “cuasi fiscal” equivale nada menos que al 77% de las reservas internacionales, en $222.199 millones (u$s27.768 millones por un tipo de cambio mayorista de $8,002), cuando al 31 de diciembre de 2013 –y antes de la devaluación del 18% de enero- representaban el 44,6 por ciento.

También es importante el aumento del ítem “Otros pasivos” del balance del BCRA, que saltó de $14.583 millones en el inicio del año a 77.104 millones en abril. Según Emilce Terré, analista de la Bolsa de Comercio de Rosario, el llamativo incremento “estaría reflejando la transferencia de dividendos devengados por diferencias de cambios, ya que la autoridad monetaria nacional elabora su Balance Semanal en moneda corriente”. Se estima que estas ganancias contables correspondientes al ejercicio 2013 -debidas a las suba del dólar- sumaron unos 78.000 millones de pesos.

Igual de gráfico resulta comparar le relación entre las reservas –medidas en pesos- y el total del pasivo del Banco Central. Al 31 de diciembre, los activos líquidos significaban $199.454 millones, un 32,4% del pasivo total, en 615.624 millones de pesos. Al 15 de abril y con el añadido de una fuerte devaluación, las reservas cubrían el 30,5% del pasivo ($222.199 millones contra $727.826 millones).

La debilidad del balance del BCRA también se advierte en el propio activo, al comparar las reservas internacionales con el endeudamiento contraído por el Tesoro, es decir, lo que el Gobierno le debe al Central. En el comienzo del año, los títulos públicos ($301.778 millones) más los adelantos transitorios al Gobierno nacional (182.600 millones) sumaron 484.378 millones de pesos. Las reservas cubrieron 41,2% de ese monto. La mejora de los títulos públicos quedó neutralizada por la devaluación, por cuanto al 15 de abril las reservas alcanzaron para cubrir aún menos que antes, un 40,1% los $554.504 millones que sumaron los títulos públicos ($366.154 millones) más los adelantos transitorios ($188.350 millones).

El mundo todavía ayuda

La profundización del déficit fiscal y la estabilización de la inflación un peldaño por encima de la de 2013 agregan tensión a una coyuntura local que impide ver que este año las condiciones financieras internacionales aún colaboran para que el desempeño económico de la Argentina se rectifique. Es tan cierto que la sequía de divisas, la escasez de inversiones y la atrofia del crédito empantanan el crecimiento, como que estos condicionantes no son impuestos por el exterior, sino un daño autoinfligido por las políticas de Gobierno.

Una prueba de que el mundo no se “nos cayó encima” la da el complejo cerealero oleaginoso, con cifras alentadoras en términos de producción y exportaciones, para atenuar un año que será el más duro para la economía argentina desde la salida de la convertibilidad. Los contratos de la soja para entregar en mayo, cuando la cosecha gruesa estará a pleno, se situaron en u$s537,34 por tonelada, cerca del precio máximo del año (en u$s545 la semana pasada) y en un destacado nivel en términos históricos.

Las cerealeras y procesadoras de granos informaron hasta el viernes 4 de abril un monto liquidado por exportaciones de u$s5.055 millones desde que arrancó el año, una cifra cercana al récord de 2011 para el mismo período, cuando también acompañaron las elevadas cotizaciones de materias primas con una cosecha por encima de las 100 millones de toneladas.

Las bolsas de cereales locales mantienen una estimación récord de 54,5 millones de toneladas de soja para la campaña 2013/2014, y de 24 millones de toneladas para el maíz. La producción agrícola y sus derivados representan el 36% de las exportaciones totales del país: Argentina es líder mundial en ventas de aceite de soja (45% del mercado global), harina de soja (43% del total), es el segundo exportador mundial de maíz (16% del mercado) y tercero de porotos de soja (8%).

El sector financiero, por su lado, hace negocios en base a expectativas futuras que se imponen sobre las señales de un presente desbordado de dudas e improvisación. Y en este caso, la evaluación a 24 meses es favorable para la Argentina, con un cambio de administración mediante. Fruto de esta visión, el índice Merval gana 19,5% en el año, medido en pesos, desde los 5.391 puntos del cierre de 2013 a los 6.444 puntos hoy.

Desde que inició el año, el dólar “contado con liquidación”, que resulta de dividir el precio de las acciones y bonos en el mercado local por su valuación en el exterior, subió 11%, desde los $8,88 a los $9,86, comparación que permite inferir que los activos de la Bolsa argentina no sólo no se depreciaron en dólares, sino que ganaron en promedio un 8,5% en divisas en poco más de tres meses. En el mismo lapso, el Dow Jones de Wall Street cayó 2%, desde los 16.576 puntos del 31 de diciembre a los actuales 16.245 enteros.

También fue importante el retroceso del llamado “riesgo país”, es decir, el diferencial que calcula la banca JP Morgan entre el rendimiento de los bonos del Tesoro de los EEUU y sus similares emergentes, que desde marzo mostró una caída de 15% para la Argentina, para alcanzar los 760 puntos básicos, la sobretasa más baja desde el 1° de septiembre de 2011, cuando se situaba en 757 enteros. Quiere decir que la deuda argentina redujo a 7,6% el rendimiento extra que está obligada a ofrecer para obtener financiamiento en el exterior. Es verdad que es elevada en la comparación regional, pero ya posibilita las colocaciones de deuda corporativa, como fue el caso de YPF, a tasas de un dígito.

En los últimos días se sumó otro indicador positivo para la Argentina. El real brasileño tuvo una neta apreciación contra el dólar en las últimas tres semanas. La divisa norteamericana, que se negociaba a 2,36 reales a comienzos de año, desciende ahora un 5,9% en el recorrido anual, a 2,22 reales del lunes. Como Brasil es el principal destino de las exportaciones argentinas, la revalorización de su divisa mejora la competitividad de los productos nacionales en cuanto a precio: otra mano tendida para apuntalar los débiles ingresos que presenta el comercio exterior en 2014.

El mercado financiero se adelanta a la economía real

El primer trimestre del año dejó un cúmulo de datos financieros mixtos, que analizados en detalle permiten anticipar un panorama más auspicioso para la Argentina en el segundo trimestre del año y aún hacia el cierre de 2014, sin que esta evaluación oculte que la actividad económica sigue en “señal de ajuste”.

El mercado cambiario genera noticias inquietantes, aunque analizar los indicadores argentinos desde la perspectiva del dólar puede decir más del pasado que del futuro. Hacerlo en base a la evolución de la cotización de los activos, en cambio, ayuda a anticipar el curso que tomará la economía, si bien esta perspectiva está sujeta a la volatilidad de las expectativas de los agentes bursátiles.

Del lado negativo del balance, las reservas del Banco Central perdieron un preocupante 12% en el primer trimestre del año y quedaron debajo de los u$s27.000 millones, según datos definitivos de la entidad al 27 de marzo. Los u$s3.660 millones que se evaporaron del activo representan el monto más elevado desde los u$s6.528 millones del primer trimestre de 2006, cuando se efectuó la cancelación total de la deuda con el FMI. Claro que entonces las reservas se encontraban en una firme progresión alcista que permitió recuperar el terreno perdido en apenas 10 meses, mientras que hoy un escenario optimista se confirmaría con frenar la sangría de divisas hasta diciembre.

El piso para las reservas puede estar cerca, después de que se redujeran prácticamente a la mitad (-48,8%) desde el récord de enero de 2011 (u$s52.654 millones). Las liquidaciones de exportaciones del agro en el segundo trimestre, más los u$s3.500 millones que eventualmente no se destinarán al pago del Cupón PBI, ayudarán a compensar la salida de divisas por importaciones de energía y del rubro industrial. También lo harán los dólares que ingresarán por la colocación de obligaciones negociables de YPF y préstamos del BID y el Banco Mundial, entre otros conceptos.

El giro de política económica del Gobierno fue contundente e incluyó el acuerdo con Repsol, las tratativas con el Club de París, la aceptación de pago a empresas litigantes ante el CIADI, el acercamiento al FMI y el sinceramiento de las estadísticas oficiales. Si bien la mejora del perfil financiero de la Argentina no necesariamente se advertirá a la vez en la economía real, golpeada por el estancamiento, la inflación, la devaluación y el ajuste –que aún recae sobre el sector privado más que en el público-, puede anticipar un panorama favorable en próximos meses.

Claudio Zuchovicki, gerente de Desarrollo de Mercado de Capitales de la Bolsa de Comercio, destaca que “es la primera vez que el ajuste lo hace el Gobierno saliente” y no una administración que recién llega al poder. Este cambio refuerza las apuestas bursátiles por un repunte a partir de 2015 en la actividad en general y en los activos locales en particular. Para Jorge Fedio, experto de Clave Bursátil, “la Bolsa festejó que algo de caja queda y, mucho más, que comienzan a visualizarse cambios que lucen serios. Son por los que la Bolsa apuesta: cambios en este Gobierno para que termine lo mejor posible y también cambios para los que pretendan tomar el gobierno después de Cristina”.

Entre enero y marzo, las acciones del Merval subieron 18,2% en promedio, el doble que el dólar libre (+7,6%). Le ganaron a la inflación y se aproximaron al incremento del dólar oficial (+22,7%), fortalecido éste por la devaluación de enero, la mayor en doce años. En tres meses, Grupo Galicia acumuló un alza de 29,7% en pesos -en el Merval- y de 17,8% en dólares -en Wall Street-. Telecom ganó 20,2 y 10,6 por ciento, respectivamente, y Tenaris subió 16,3% en pesos y 1,3% en dólares. Germán Fermo, titular de MacroFinance y director de la Maestría en Finanzas de la Universidad Di Tella, anticipó “un rally voluptuoso para la Argentina, que creo que en estos días lo empezamos a ver”.

YPF, la compañía más grande del país, avanzó un magro 6,4% en el Merval y cayó 4% en Nueva York. No obstante, habrá que seguir de cerca este papel, que desde ahora pasa a tener la mayor ponderación del panel líder, pues la captación de dólares para inversiones en Vaca Muerta, el incremento del precio de los combustibles y el decidido respaldo oficial con el que cuenta por su participación estatal van a darle un importante impulso a la empresa que preside Miguel Galuccio, que asume el rol protagónico en la batalla contra el déficit energético.

Otro ítem que dará aire a las cuentas públicas es el precio de la soja, en su nivel más alto en seis meses y medio, a u$s537 por tonelada para los contratos a mayo. De la mano de una esperada cosecha récord en la campaña que finaliza en junio, la oleaginosa y sus derivados hacen un doble aporte: ingresan dólares por exportaciones a las arcas del BCRA y contribuyen al fisco con las retenciones.

Los títulos públicos soportaron el arrastre negativo por la improbabilidad de pago del Cupón PBI este año: el precio en dólares del Bonar X subió 5,8% en marzo, igual que el Global 17, mientras que el Boden 2015 cedió un mínimo 1,4% mensual. Al riesgo país argentino, es decir la sobretasa que pagan los títulos soberanos nacionales en comparación a sus pares de los EEUU, le falta recorrido bajista: está cerca de sus nivel más bajo del año, en 800 puntos básicos, aunque aún es el más elevado de la región detrás de Venezuela.

La arbitrariedad tiene costo

Es un rasgo de la personalidad del Gobierno forzar la agenda de las instituciones políticas y económicas. Siempre trata de mantener la iniciativa, desplazar el eje de discusión a conveniencia y, de ser necesario, cambiar las reglas de juego en su provecho. Después de haber anunciado durante meses que el PBI crecía en torno al 5% anual, y haber rubricado en febrero pasado que el Estimador Mensual Actividad Económica (EMAE) mostraba un alza acumulada de 4,9% en 2013, el INDEC recortó su medición a un 3 por ciento.

Por debajo del 3,2% de crecimiento anual no se pagan los cupones atados al PBI, opciones que en el canje de deuda de 2005 oficiaron como incentivo para los acreedores, tentados con altas rentabilidades ante la falta de credibilidad que pesaba sobre un país que tres años antes había declarado el default de sus obligaciones soberanas. Es cierto que la cancelación de este vencimiento sólo justificado por la sobreestimación de crecimiento del INDEC hubiera sido un despropósito, pero el ajuste de datos sobre la hora obedeció a una necesidad de caja del Gobierno y no al reconocimiento de un grave error.

La excusa fue la aplicación de una nueva metodología en los cálculos del cuestionado ente estadístico – ya explicitada con el nuevo IPC Nacional que sinceró la inflación de enero y febrero-, pero en forma retroactiva sobre las planillas del año pasado. Los datos de crecimiento de 2013, que daban prácticamente por seguro el pago de cupón, incidieron en la firme demanda por estos títulos, así como las restricciones cambiarias, que los transformaron –en el caso de las emisiones en dólares y euros- en un recurso para hacerse de divisas en efectivo y en forma legal.

Conocido el sorpresivo informe oficial, el desplome de precios que habían acusado los cupones atados al PBI el jueves, entre el 10 y el 14 por ciento, recrudeció el viernes con una oleada de ventas que arrasó con estas emisiones. El Cupón PBI en pesos se hundió 53,4 por ciento. Este “warrant” fue el más castigado: el jueves 27 había arrancado la rueda de negocios a $13,17; al cierre del viernes 28 su precio fue de 5,24 pesos. Las pérdidas por “creerle” al INDEC fueron generalizadas: el Cupón en euros se derrumbó 30,6%; el nominado en dólares bajo ley de Argentina, 29,1%, y en dólares bajo ley de Nueva York, 32,4 por ciento. Fue un duro golpe a las expectativas.

El cambio de metodología estadística contagió con una renovada dosis de desconfianza al mercado financiero, que siempre sufrió la actitud despectiva de la administración kirchnerista. Varios analistas diagnosticaron que los u$s3.500 millones liberados del pago de cupones iban a consolidar los precios de los bonos en dólares, ahora con la garantía de ese refuerzo de solvencia. Sin embargo, el daño estaba hecho: el Boden 2015 perdió 1,3%, el Discount en dólares (ley argentina) cayó 2,2% y el Global 17 restó 1,9 por ciento.

A estos precios, los cupones, que vencen en 2035, ofrecen excelentes rendimientos. Incluso el Presupuesto 2014 prevé una expansión del PBI del 6,2%, para aquellos inversores que aspiran a una renta inmediata. Pero, ¿quién en su buena fe puede confiar su dinero a una colocación sujeta a la arbitrariedad del Gobierno?

Para Alfonso Prat Gay, ex presidente del Banco Central, “la asociación ilícita dentro del INDEC, que nos quería hacer creer a los argentinos que crecíamos tanto, finalmente comprendió lo cara que nos costaba esa mentira“. El ex secretario de Finanzas Guillermo Nielsen fue más allá: “Esto puede ser causal de default. ¿Cómo probás, estadísticamente y en función de técnicas de cálculo de Producto Bruto, para pasar justo al 3%, cuando venías hasta 24 horas antes estimando el crecimiento del PBI en 4,9%? El escenario de mayor riesgo es que se presenten a la Justicia norteamericana bonos de jurisdicción Nueva York”, como en el caso de los cupones en dólares emitidos bajo legislación norteamericana (TVPY) durante la gestión de Néstor Kirchner.

Si llegara a realizarse este desembolso en diciembre representaría una caída de 13% de las reservas internacionales del BCRA, según su nivel presente. Pero el golpe de timón que implica frustrar el pago no significará el final de la estrechez de divisas que atraviesa la economía argentina y que erosiona el activo de la entidad monetaria; probablemente contribuirá a ahuyentarlas.