¿Habrá cambio de rumbo?

Como una declaración de principios, Cristina Kirchner dijo el 6 de mayo: “Mientras yo sea Presidenta los que quieren ganar plata a costa de una devaluación que tenga que pagar el pueblo van a tener que esperar a otro Gobierno”. Al día siguiente y en forma sorpresiva la plana mayor del equipo económico anunciaba un blanqueo de dólares, a través de un bono para financiar obras energéticas y un certificado para dinamizar el deprimido sector inmobiliario y de la construcción.

La controvertida propuesta del CEDIN y el BAADE traslucía la preocupación por la falta de divisas y el aumento de la brecha entre el dólar oficial y el paralelo, con una convocatoria para capitales de origen dudoso, justificada por la sequía de inversiones, como ocurre en el rubro petrolero. Atrás quedaba la presión para pesificar la economía, incorporaba la emisión de nueva deuda y reconocía la tensión generada por el tipo de cambio atrasado, discusión vigente en medios independientes, palpable en una economía de crecimiento anémico, pero ausente en la agenda del Gobierno.

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Tres meses en el paraíso

El dólar marginal le marcó la agenda al Gobierno, que anunció un plan de blanqueo de capitales que se encuentren en el país o en el extranjero, para promover las inversiones en los sectores energético e inmobiliario. El lanzamiento de estos títulos dará un plazo de 90 días para adherirse al perdón impositivo y rendir los dólares, período durante el cual la Argentina será una especie de paraíso fiscal para esos fondos no declarados.

El plenario de los cinco referentes del área económica para anunciar los dos nuevos instrumentos financieros (el BAADE y el CEDIN, al que se sumará un Pagaré de Ahorro para el Desarrollo Económico) significó una fuerte señal de compromiso oficial en respaldo de las medidas ante la opinión pública, pero desnudó a la vez que el esquema económico o “modelo” está agotado tal como se lo presentó hasta ahora y que el plan pesificador pasó al archivo.

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Modelo en crisis no es economía en crisis

Las cuentas públicas de 2012 mostraron un déficit primario de $4.374,9 millones y dejaron en evidencia que uno de los principales pilares del llamado modelo de crecimiento con inclusión había desaparecido. Este rojo de Hacienda es aún más amplio, de $55.564 millones, cuando se toman en cuenta los pagos de deuda y supera los $85.000 millones si se consideran los adelantos transitorios del Banco Central y la ANSeS, el PAMI y los organismos descentralizados.

El año pasado, los ingresos corrientes crecieron en proporción a la inflación, un 26,6%, a $550.190 millones, mientras que los gastos corrientes lo hicieron más, un 32,2%, a $554.690 millones, debido a los abultados vencimientos de deuda, para dejar al balance primario con el primer desequilibrio en 16 años, como cuando regía la convertibilidad.

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