Por: Juan Gasalla
Como una declaración de principios, Cristina Kirchner dijo el 6 de mayo: “Mientras yo sea Presidenta los que quieren ganar plata a costa de una devaluación que tenga que pagar el pueblo van a tener que esperar a otro Gobierno”. Al día siguiente y en forma sorpresiva la plana mayor del equipo económico anunciaba un blanqueo de dólares, a través de un bono para financiar obras energéticas y un certificado para dinamizar el deprimido sector inmobiliario y de la construcción.
La controvertida propuesta del CEDIN y el BAADE traslucía la preocupación por la falta de divisas y el aumento de la brecha entre el dólar oficial y el paralelo, con una convocatoria para capitales de origen dudoso, justificada por la sequía de inversiones, como ocurre en el rubro petrolero. Atrás quedaba la presión para pesificar la economía, incorporaba la emisión de nueva deuda y reconocía la tensión generada por el tipo de cambio atrasado, discusión vigente en medios independientes, palpable en una economía de crecimiento anémico, pero ausente en la agenda del Gobierno.
En los últimos días, muchos analistas empezaron a preguntarse si se estaba a las puertas de un giro en la gestión, que involucre un diagnóstico certero y medidas para evitar un mayor deterioro del esquema económico o “modelo”. En un interesante contrapunto vía Twitter, el economista Rodrigo Álvarez, de Ecolatina, escribió: “Suben tasas de interés, bajan blue, cierran paritarias (<25%), descongelan precios con una lista corta, popular y moderada. Están reaccionando!”. Miguel Kiguel, de Econviews, le respondió: “Correcto. Y ahora se endeudan en dólares, reconocen recesión en el mercado inmobiliario y ayudan a dolarizarlo”.
Hernán Lacunza, de Empiria, opinó que “desendeudarse es bueno (con superávit, no con reservas)”, pero cuestionó: “¿Endeudarse con evasores porque nadie te presta?”. Y agregó: “Sin esa deuda ¿no harían obra pública y sí fútbol? Entonces tienen mal rankeados los gastos”. “Ahora, ¿no se decía que era ineficiente desendeudarse?”, intervino Ricardo Delgado (Ecolatina). “Aunque digan que es para obra pública, la plata es fungible. El BAADE parece y huele a deuda. Es deuda”, terció Kiguel. “Sí, pero es deuda con asignación especifica. Mucho más digerible. No van a financiar gasto corriente con este mecanismo”, replicó Álvarez.
Del modelo de tipo de cambio alto, crecimiento con baja inflación, superávit comercial y fiscal, caída del desempleo, récord de consumo y un contexto externo favorable, pocas condiciones quedan hoy en pie. Siguen elevados los precios internacionales y se mantiene el superávit comercial forzado por los controles. El empleo privado dejó de crecer y reapareció el déficit fiscal, mientras que el consumo empezó a ceder ante la inflación. Las producciones regionales se resintieron por el atraso del tipo de cambio.
Al trazar un panorama breve de la década kirchnerista, la intervención del INDEC en enero de 2007 fue una bisagra. Cuando las estadísticas empezaron a dar señales de alerta, como con la inflación, se decidió adulterarlas. Así, el aumento de precios internos arrastró consigo la ventaja de la tasa de cambio. Sólo se ocultó el problema de la mirada pública por un tiempo.
El Gobierno nacional gastó en los últimos seis años a un ritmo superior a la recaudación. El deterioro fiscal obligó a buscar alternativas de financiamiento en la ANSeS (en 2008, tras el rechazo legislativo a las retenciones móviles) y en el Banco Central (en 2012, con la reforma de la Carta Orgánica de la entidad). La mayor emisión de pesos, simultánea a la caída de reservas y una creciente salida de capitales, profundizó el atraso cambiario y la inflación. La opción que se tomó fue restringir la compra de dólares y “pesificar” de facto la economía, hasta llegar a un callejón del que es imposible salir mientras se postergan las iniciativas de fondo.
El ex secretario de Finanzas Guillermo Nielsen subrayó que “Argentina es una economía bi-monetaria” desde que en 1981 el Banco Central autorizó los depósitos en moneda extranjera. Las nuevas emisiones respaldadas en dólares sin declarar que anunció el equipo económico retoman este concepto. La pregunta cuya respuesta se revelará en los próximos meses es si se avecina un modelo diferente o si se reiterará la vieja sentencia política de “cambiar algo para que nada cambie”, con la elección legislativa a la vista.
“¿La heterodoxia qué es? Un libro nuevo que se escribe, muchas veces sobre la marcha, con medidas creativas y con la mira puesta en el corazón del modelo que es favorecer a los sectores populares”, sostuvo Axel Kicillof en el Senado, al defender el proyecto de blanqueo de capitales. Sus palabras sonaron como el anuncio de una receta teñida de pragmatismo extremo.