Cepo cambiario: se perdieron reservas por u$s14 mil millones

Pasaron las elecciones y asoman otra vez las dificultades y la ausencia de anuncios concretos que permitan avizorar el rumbo de la política económica futura. Disipada la euforia electoral persisten el modesto crecimiento de la actividad, la inflación sostenida en torno al 25% anual, el ritmo de emisión monetaria sin respaldo para financiar el gasto público, la tensión con el dólar y la pérdida de reservas en el Banco Central. No son datos novedosos, pero no dejan de ser los tópicos económicos ineludibles en el sinuoso camino hacia 2015.

El Gobierno se garantizó antes de las elecciones la aprobación del Presupuesto 2014 y la ley de emergencia económica. El resultado de los comicios pudo ser analizado desde los despachos oficiales con la perspectiva del “vaso medio lleno”: el Frente para la Victoria conserva la mayoría en ambas cámaras del Congreso y todavía mantiene un núcleo duro de un tercio de los votantes. En el mismo aspecto puede interpretarse que continuará la aversión al cambio y el estilo heterodoxo y desarticulado para abordar los conflictos de la economía.

Sin embargo, ya no es ajena para el Gobierno la urgencia de conseguir dólares. El intrascendente blanqueo de capitales a través de los CEDIN y BAADE ideado por Guillermo Moreno cedió el paso a otras alternativas, más amigables con el mercado financiero que con el discurso kirchnerista. Por ejemplo, el acuerdo con cinco empresas con demandas ante el CIADI, el tribunal arbitral del Banco Mundial, que liberará créditos por unos u$s3.000 millones, o el cuestionado acuerdo con Chevron para desarrollar el megacampo de Vaca Muerta.

Este auxilio financiero tiene sabor a poco y apenas estira los tiempos para alentar la teoría según la cual el Poder Ejecutivo puede mantener el esquema económico sin variantes hasta la entrega del mando presidencial a otra administración.

El deterioro de variables acota el espacio para insistir con las improvisaciones. Las reservas internacionales del Banco Central se contrajeron casi u$s10.000 millones sólo en 2013. Es un monto es similar a los u$s9.534 millones que el presidente Kirchner le pagó al FMI en enero de 2006 para cancelar la totalidad de la deuda con ese organismo y es muy superior a los cerca de u$s7 mil millones que todavía se le deben al Club de París, entidad que reúne a un grupo de bancos centrales que entregaron al país créditos comerciales que quedaron incumplidos desde 2001.

Esta dinámica sirve para advertir que muchas cosas pueden suceder en dos años. Basta recordar que dos años atrás llegaba la restricción cambiaria. En ese período, el dólar subió de $4,24 a los $9,92 que se pagaron en el mercado libre este martes, un 133% más. En el mismo lapso, los activos líquidos del BCRA disminuyeron u$s13.989 millones (de 47.523 millones a 33.534 millones) o 29,4%, a un ritmo cercano a u$s600 millones por mes.

Durante los 24 meses de vigencia del “cepo” cambiario, las reservas líquidas del BCRA -compuestas por divisas, oro, colocaciones realizables en divisas y convenios multilaterales de crédito, entre otros- pasaron de constituir el 48,5% del activo de la entidad al 29,9%, mientras que se incrementaron en la hoja de balance los adelantos transitorios al Tesoro y los títulos públicos.

¿Por qué se van los dólares?

El arrastre del agro y derivados, y en menor proporción de la minería, permiten todavía que se sostenga el superávit comercial de bienes y servicios -y el ingreso genuino de dólares-, contra la salida de divisas por turismo, energía y rubros industriales, que manifiestan la dimensión de los desequilibrios por un tipo de cambio cada vez menos competitivo. Luego, la cuenta corriente se tiñe de rojo cuando se contabilizan el pago de deuda pública y privada y la remisión de utilidades y dividendos.

La importación de energía este año ascenderá a unos u$s13.000 millones, con un crecimiento del 30% anual, y el déficit sectorial se acercará a los 6.000 millones de dólares. Según datos aportados por el Instituto Argentino de Petróleo y Gas, la producción de crudo cae ininterrumpidamente año tras año desde 1998. Entre 2002 y 2012 retrocedió 24,8% (de 44,1 a 33,2 millones de metros cúbicos) en contraste con el notable crecimiento del PBI argentino en esa década. La producción de gas decreció desde un máximo histórico de 52.385 millones de metros cúbicos en 2004 a 44.124 millones en 2012 (-15,8%).

El déficit de la balanza turística, incentivado por el pago de paquetes en el exterior y pasajes a una tasa de cambio actual de $7,07 ($5,89 más 20% de recargo a cuenta de anticipo de impuestos), superará al de la energía este año, debido a esta distorsión cambiaria que hace más barato a los argentinos viajar fuera del país y dificulta el arribo de turismo internacional.

En cuanto a la industria, su rojo comercial puede contemplarse como una variable más en un sector que contribuye generosamente a la actividad económica, además de crear empleo y valor agregado, sin que por ello deban ignorarse datos preocupantes en materia cambiaria. El rubro autopartista se encamina a un déficit comercial de u$s9.000 millones este año, de la mano de las ventas récord de unidades 0 kilómetro en el mercado interno.

El blanqueo que el país necesita

Concluidos los primeros tres meses de vigencia de la Ley 26.860 de “Exteriorización voluntaria de la tenencia de moneda extranjera en el país y en el exterior”, los resultados obtenidos no dejan espacio para la discusión: con u$s379 millones captados, la operatoria naufragó en la intrascendencia, frente al rango de 2.000 a 4.000 millones de dólares esperados por los funcionarios de la cartera económica.

Además de los cuestionamientos morales que pueden achacarse a este beneficio para los evasores, existen razones pragmáticas para explicar la falta de interés en participar del “perdón impositivo”. A diferencia de los blanqueos anteriores, en este caso había que ingresar los dólares al país, cuando estuvieran depositados en el exterior, y rendir los billetes a cambio de un certificado. La falta de confianza en la política económica, en un escenario de debilidad política para el Gobierno después de las primarias, le quitó todo ímpetu a la iniciativa.

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Menos transparencia y más control para la AFIP

Dentro del paquete de leyes de la Reforma Judicial, el Gobierno introdujo la modificación de la ley 25.188 de Ética de la Función Pública, a través de la ley 26.857, que establece el Carácter Público de las Declaraciones Juradas Patrimoniales Integrales de los funcionarios. Esta normativa, reglamentada por la presidente Cristina Kirchner a través del decreto 895/2013, es un franco retroceso para el control de la transparencia de las instituciones de gobierno.

El cambio del régimen de las declaraciones juradas de los funcionarios altera la única política de transparencia pública que se había mantenido en los últimos años, si bien la ley, sancionada en 1999 en las ocaso de la gestión de Carlos Menem, nunca contó en 14 años con la conformación de la Comisión Nacional de Ética Pública. Esa desidia del poder político que se mantuvo en los sucesivos gobiernos facilitó que ahora esa institución haya sido suprimida.

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El control de precios alcanzó al dólar marginal

El del dólar paralelo dejó de ser un mercado chico e insignificante para el Gobierno. Una vez que la divisa “blue” alcanzó los $10,50 el 8 de mayo pasado y la brecha con la cotización oficial se amplió a 100 por ciento, el Ejecutivo disparó una batería de medidas para presionar la baja de la cotización marginal. La iniciativa tuvo éxito: el dólar libre cayó en poco menos de un mes $1,90 o 18,1%, hasta los actuales 8,60 pesos. Así, disminuyó su ganancia anual a un 25,9% y la distancia con el dólar formal -a $5,29- cedió al 62,6 por ciento.

La pregunta es por qué no se actuó antes, con mecanismos efectivos y legales como los utilizados en las últimas jornadas financieras: ventas en pesos de bonos en dólares en poder de organismos oficiales que desinflaron el precio del dólar “contado con liquidación”, un alza significativa en las tasas de interés –al retirarse la provisión de pesos del Banco Nación por préstamos interbancarios-, y un recorte de la brecha al permitir una mayor apreciación del dólar oficial.

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¿Habrá cambio de rumbo?

Como una declaración de principios, Cristina Kirchner dijo el 6 de mayo: “Mientras yo sea Presidenta los que quieren ganar plata a costa de una devaluación que tenga que pagar el pueblo van a tener que esperar a otro Gobierno”. Al día siguiente y en forma sorpresiva la plana mayor del equipo económico anunciaba un blanqueo de dólares, a través de un bono para financiar obras energéticas y un certificado para dinamizar el deprimido sector inmobiliario y de la construcción.

La controvertida propuesta del CEDIN y el BAADE traslucía la preocupación por la falta de divisas y el aumento de la brecha entre el dólar oficial y el paralelo, con una convocatoria para capitales de origen dudoso, justificada por la sequía de inversiones, como ocurre en el rubro petrolero. Atrás quedaba la presión para pesificar la economía, incorporaba la emisión de nueva deuda y reconocía la tensión generada por el tipo de cambio atrasado, discusión vigente en medios independientes, palpable en una economía de crecimiento anémico, pero ausente en la agenda del Gobierno.

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El blanqueo, lejos de solucionar los problemas

Conocidos más detalles sobre la operatoria de los Bono Argentino de Ahorro para el Desarrollo Económico (BAADE) y los Certificados de Depósitos de Inversión (CEDIN), a los que se le suma un Pagaré de Ahorro para el Desarrollo Económico (similar al BAADE para pequeños ahorristas), mayor es la certeza de que esta propuesta para blanquear capitales aleja al Gobierno del camino adecuado para afrontar los problemas inmediatos de la economía.

Los primeros cuestionamientos parten del sentido común: como contrapartida a un eventual financiamiento de sectores estratégicos, los dólares declarados van a integrarse a un movimiento especulativo en un mercado secundario, agilizan la introducción al sistema de dinero procedente del delito común -no sólo tributario-, institucionalizan una vía para la evasión futura durante los meses que esté vigente la amnistía impositiva, además de contradecir el argumento oficial a favor de la pesificación y en contra del atesoramiento de dólares, que hasta una semana atrás era criminalizado en el relato.

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Tres meses en el paraíso

El dólar marginal le marcó la agenda al Gobierno, que anunció un plan de blanqueo de capitales que se encuentren en el país o en el extranjero, para promover las inversiones en los sectores energético e inmobiliario. El lanzamiento de estos títulos dará un plazo de 90 días para adherirse al perdón impositivo y rendir los dólares, período durante el cual la Argentina será una especie de paraíso fiscal para esos fondos no declarados.

El plenario de los cinco referentes del área económica para anunciar los dos nuevos instrumentos financieros (el BAADE y el CEDIN, al que se sumará un Pagaré de Ahorro para el Desarrollo Económico) significó una fuerte señal de compromiso oficial en respaldo de las medidas ante la opinión pública, pero desnudó a la vez que el esquema económico o “modelo” está agotado tal como se lo presentó hasta ahora y que el plan pesificador pasó al archivo.

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