Por: Juan Gasalla
El dólar marginal le marcó la agenda al Gobierno, que anunció un plan de blanqueo de capitales que se encuentren en el país o en el extranjero, para promover las inversiones en los sectores energético e inmobiliario. El lanzamiento de estos títulos dará un plazo de 90 días para adherirse al perdón impositivo y rendir los dólares, período durante el cual la Argentina será una especie de paraíso fiscal para esos fondos no declarados.
El plenario de los cinco referentes del área económica para anunciar los dos nuevos instrumentos financieros (el BAADE y el CEDIN, al que se sumará un Pagaré de Ahorro para el Desarrollo Económico) significó una fuerte señal de compromiso oficial en respaldo de las medidas ante la opinión pública, pero desnudó a la vez que el esquema económico o “modelo” está agotado tal como se lo presentó hasta ahora y que el plan pesificador pasó al archivo.
A cambio, los funcionarios mostraron una flexibilidad difícil de consentir para convocar a los capitales dolarizados sin declarar e incluso al ingreso de fondos de origen dudoso que estén exteriorizados, a cambio de reconocerlos en el sistema financiero local bajo declaración jurada, con el premio de una exención impositiva y una tasa de interés de 4% anual, como en el caso del Bono Argentino de Ahorro para el Desarrollo Económico (BAADE), con vencimiento en 2016, para financiar inversiones de YPF.
Estos instrumentos financieros, que estarían a disposición desde junio, permitirán el blanqueo de dólares, pero no de pesos, lo que constituye un incentivo a la adquisición de dólares en el mercado paralelo, para después calificar en el plan oficial. Este punto demuestra que el Gobierno está convalidando esa tasa de cambio de $10 por dólar con tal de que ingresen –o regresen- al sistema, pues los certificados reconocen el pago en moneda dura y no la pesificación de esas divisas al tipo de cambio oficial.
Por eso no fue extraño el nuevo salto del dólar paralelo a $10,50: quienes tengan pesos en negro aprovecharán la oportunidad de la prebenda impositiva, pero tendrán que comprar los dólares primero para acceder al circuito legal. Con la misma lógica, castiga la tenencia de pesos y las inversiones en moneda local de quienes confiaron en el éxito de la voluntad pesificadora del Gobierno. Un plazo fijo en pesos rindió en el último año un 15% anual; un bono de YPF, 19%, mientras que el que se mantuvo en dólares billete ganó 106%, según la evolución del “blue”. Un plazo fijo en dólares rindió un 0,5% anual y un bono en dólares de los que ya están en el mercado ofreció un rendimiento cercano al 14% anual.
En otro aspecto, el blanqueo es un beneficio sólo para grandes capitales, es decir quienes tienen mucho que ocultar, como para asumir el costo de desprenderse de los billetes a cambio del perdón legal. Si bien el titular de la AFIP enfatizó que no podrán participar funcionarios, ex funcionarios y sus familiares, así como individuos con causas en la Justicia, queda claro que cualquier testaferro puede hacerlo, libre de una incómoda indagatoria sobre el origen de los fondos, pues esta es una de las condiciones básicas de la operatoria anunciada.
El dólar venció al peso
Según los cálculos oficiales, los argentinos acumulan unos u$s200 mil millones en activos externos, de los cuales se estima que unos u$s160 mil millones son líquidos. De estos últimos, se estima que entre 40 y 70 mil millones de dólares están en cajas de seguridad dentro del país o directamente en el “colchón”.
A cambio de una mínima proporción de estos fondos, el Gobierno renuncia a su objetivo de pesificar la economía y también a su postulado de desendeudamiento, pero reincide en su finalidad de financiarse con ahorro interno, a la espera del fallo en el juicio iniciado por los holdouts en Nueva York, cuando una decisión adversa atrofiaría más el acceso al crédito internacional.
Respecto del otro instrumento lanzado, el Certificado de Depósito de Inversión Inmobiliaria (CEDIN), quedan dudas sobre su poder reactivador en el sector de la construcción y la aceptación que tenga entre los vendedores. Por eso fue oportuna la aclaración del viceministro de Economía, Axel Kicillof, quien aseguró que quienes acepten los certificados tendrán a disposición inmediata los dólares que representan esos títulos cuando los presenten en el banco. También aclaró que se prevé que se podrán adquirir en un futuro en pesos, a través de un mercado secundario, con una obvia quita –tal como ocurre con los bonos en dólares-, lo que abrirá una nueva vía para hacerse de dólares legales por fuera del mercado “blue”.
En cualquier sentido, este blanqueo de capitales demuestra que el mercado marginal del dólar no es tan insignificante como se diagnosticó desde los despachos oficiales y que la urgencia por los dólares impone el pragmatismo sobre la moralidad de las iniciativas. En el medio, queda la sensación de la derrota del peso a manos del lavado de dinero.