La deuda crece y vuelve al nivel anterior al canje

La deuda soberana es la suma de pasivos contraídos por el Estado, que habitualmente se divide en externa (con acreedores del exterior) e interna (acreedores domésticos) y que a su vez puede estar emitida en moneda local o extranjera. La mayor carga para un Estado es la deuda en moneda extranjera, que condiciona los pagos en escenarios de escasez de divisas comerciales o dificultad para acceder al mercado financiero global. Como este es el caso de la Argentina, es pertinente un análisis de la deuda pública en dólares para tener una idea aproximada del grado de solvencia de la economía local.

En los once años de gobierno del kirchnerismo, el PBI creció en forma considerable, por encima de lo que lo hizo la deuda pública en moneda extranjera (dólares, euros, yenes, libras y otras), aunque los cambios metodológicos en el INDEC dificultan establecer el crecimiento argentino en dólares. La solidez financiera mejoró, pero desde 2011 el egreso neto de divisas, manifestado en la caída de reservas, sumado a la imposibilidad de acceder a crédito externo a tasas bajas como los vecinos de la región, empezó a deteriorar esta relación deuda-PBI, es decir la reducción del endeudamiento relativo.

El aumento de la deuda en moneda dura pulverizó en varios aspectos los beneficios obtenidos con la reestructuración encarada en 2005: hoy es superior en monto, con mayor proporción de pasivos en dólares respecto de los asumidos entonces en moneda local, y la deuda en dólares ahora es seis veces mayor que las reservas internacionales, cuando hace nueve años atrás era tres veces superior. No obstante, la deuda en dólares post canje representaba el 38% del PBI (diciembre de 2005), mientras que este aspecto mejoró y es nueve puntos menor en 2014.

* DEUDA RECORD EN MONEDA EXTRANJERA. El último informe del Ministerio de Economía, actualizado al cierre del tercer trimestre 2013, estableció en u$s124.189 millones la deuda pública en moneda extranjera, sobre un total de 201.009 millones. Al sumarle los pasivos asumidos tras los acuerdos en el CIADI (u$s500 millones), con el Club de París (u$s9.700 millones), con Repsol (u$s5.300 millones) y otros u$ss11.600 millones que según el Palacio de Hacienda están en manos de los holdouts, la deuda pública en moneda extranjera ronda los u$s151 mil millones, por encima de los u$s140 mil millones del default de diciembre de 2001, que representaba el 97% del total (u$s144.500 millones).

* DEUDA BRUTA EN MÁXIMO HISTÓRICO. La deuda pública total o “bruta”, que incluye pasivos en pesos, superó en septiembre los u$s200 mil millones y alcanzó un techo histórico, por encima de los u$s191.300 millones de diciembre de 2004, antes del primer canje, y de los u$s197.500 millones de diciembre de 2012. Al adicionarle unos u$s27 mil millones (CIADI, Club de París, Repsol y holdouts), hoy se aproxima a 230 mil millones de dólares.

Según el Ministerio de Economía, la deuda pública total se situaba en el tercer trimestre del año pasado en un 45,6% del PBI, un nivel más bajo que en 2009 (48,8%), 2001 (53,1%) y 2005 (73,9%), aunque en proceso de aumento relativo respecto de 2010 (45,3%), 2011 (41,8%), 2012 (44,9%) y el primer trimestre de 2013 (44,2%).

* CRECE LA DEUDA EN DÓLARES FRENTE AL PBI. A favor del discurso oficial de “desendeudamiento” hay que apuntar que la deuda del Estado en dólares alcanza un muy bajo 29% del PBI (en torno a u$s520 mil millones tras la devaluación de enero), aunque significó en diciembre de 2013 un 20,3% de los u$s611 mil millones de PBI, previos a la devaluación y la retracción de la actividad económica del primer trimestre de 2014. Estos u$s611 mil millones resultan de dividir la producción de bienes y servicios del año pasado, $3,3 billones a precios de mercado, por el tipo de cambio oficial promedio de 2013 ($5,476).

Hay que enfatizar que estas tasas son inferiores a las que llevaron al país al default hace 12 años y medio atrás. En 2001, cuando detonó la última gran crisis argentina que sepultó la convertibilidad, el PBI argentino medido en precios de mercado ascendió a u$s263.870 millones, con una deuda pública en moneda extranjera equivalente a u$s140.119 millones, por cuanto la deuda del Estado en divisas representaba el 53,1% del PBI.

* CRECE LA DEUDA NETA. El Gobierno destaca el bajo nivel de la “deuda neta” en dólares, en la que excluye los compromisos del Tesoro con el Banco Central, la ANSeS y otros organismos del Estado, que en septiembre llegaba a u$s66.774 millones, un 15,1% del PBI a precios corrientes de 1993 (antes del cambio metodología INDEC), cifrado en 442.212 millones de dólares. Esta relación incluso mejora a favor del Gobierno con el recálculo de las tasas de crecimiento de la actividad con base 2004, que establece en septiembre de 2013 un PBI a precios de mercado de $8,7 billones y un dólar oficial promedio de $5,588 para el tercer trimestre 2013, con un PBI estimado para esa fecha por encima de los 620 mil millones de dólares.

Esta deuda pública neta en moneda extranjera, luego de los acuerdos en el exterior, asciende en 2014 a unos u$s94.000 millones, por cuanto crece en relación al PBI a un 18,1%, además de aumentar en cantidad.

* AUMENTA EL PESO DE LA DEUDA EN DÓLARES. Una estimación de la deuda pública en moneda extranjera al cierre del primer trimestre de 2014 la ubica en torno al 66,3% del total (unos u$s151.300 millones), mientras que el otro 43,7% está nominado en pesos. Este porcentaje es mayor al 61,8% de septiembre de 2013 (u$s124.189 millones), el 59% de 2012 (u$s116.504 millones) y el 62% de 2011 (u$s107.351 millones).

Si bien ese 66,3% está lejos del 96,7% del final de la presidencia de Fernando de la Rúa, es el porcentaje más alto desde el canje de deuda de 2005, pues en diciembre de 2004, los pasivos del Estado en dólares concentraban el 75,6% del total, para caer a 51,4% tras la reestructuración.

* MENOS RESERVAS RESPECTO DE LA DEUDA. Al comparar la relación de reservas internacionales y la deuda pública en dólares (u$s151 mil millones), esta última representó en el primer trimestre de 2014 un 559% de los activos líquidos del BCRA (u$s27.007 millones). Esta proporción es la más alta desde el canje de 2005, que la redujo de 736 a 237 por ciento, aunque mejor que el 706% previo al default de 2001.

Devaluación y recesión: cae fuerte el PBI en dólares

Uno de los efectos más notorios del ajuste del tipo de cambio que impulsó este año el Banco Central es que el Producto Bruto Interno medido en divisas empieza a mostrar cifras que alejan la euforia, pero son más acordes con la realidad. Tanto el atraso cambiario como la inflación no reconocida potenciaron en forma artificial los resultados de los informes oficiales de actividad económica de los últimos años, en particular desde la intervención del INDEC en 2007. Por el contrario, el nuevo IPC Nacional urbano y la devaluación convalidada por la autoridad monetaria en 2014 ayudan a revertir esta distorsión en los cálculos de PBI.

Las consecuencias nocivas de estimar un crecimiento económico exagerado se advirtieron luego de que el Gobierno reconociera que el PBI aumentó en 2008 sólo 3,1%, en contraste de la medición que entonces difundió el INDEC y que alcanzó un robusto 6,8 por ciento. Luego de que el ente estadístico revisara los cálculos de actividad entre 2005 y 2013, se admitió que la Argentina desembolsó indebidamente casi u$s2.000 millones en concepto de Cupón atado al PBI, que se hizo efectivo en 2009 en base al resultado del año anterior y que según las condiciones de emisión establecía un piso de crecimiento de 3,3% para gatillar el pago. En el mismo sentido, sorprendió al mercado el anuncio del INDEC en marzo pasado, cuando recortó a 3% el crecimiento medido para 2013, contra el 4,9% que el ente informó en febrero, con lo que desactivó el pago del Cupón previsto para diciembre de este año.

Según el INDEC, el PBI de 2013 promedió $3,3498 billones a precios de mercado. Si se divide este monto por el tipo de cambio oficial promedio para el período ($5,476) se obtiene un PBI récord de 611.732 millones de dólares.

El dato de PBI del cuarto trimestre de 2013, el más elevado del año pasado, puede servir para anticipar el curso que tomará la actividad económica en 2014. Éste promedió los $3,6263 billones a precios de mercado, según se desprende del informe de cuentas nacionales del Ministerio de Economía. Medido en dólares, a un tipo de cambio oficial promedio de $6,06 para el período, alcanzó unos 598.400 millones.

Un ejercicio teórico que incorpore la inflación oficial en el primer trimestre de este año (+10%) y el dato del Estimador Mensual de Actividad Económica del INDEC (-1,2% acumulado entre enero y marzo frente al último trimestre de 2013), resulta en un PBI estimado de $3,941 billones para el primer trimestre de 2014, según precios de mercado. Dividido este total por el tipo de cambio oficial promedio del período enero-marzo ($7,62) se obtienen unos u$s517.194 millones, un 15,5% o u$s94.538 millones menos que el PBI promedio de 2013.

Este efecto nominal, generado por la abrupta devaluación de enero, también refleja una baja del 13% o u$s81 mil millones entre el primer trimestre de 2014 y el último de 2013, que por supuesto no se produjo en términos reales con esa magnitud, pero sirve para demostrar en teoría cómo un tipo de cambio artificialmente bajo es útil para obtener cifras de PBI mejores que las reales, mientras que las devaluaciones exageran la pérdida productiva.

También es distorsivo tomar una inflación inferior a la real, debido a que entre los datos para estimar el Producto, el INDEC utiliza el Índice de Precios Implícitos (IPI), con el que deflacta el total facturado por diversos sectores y establece el incremento de la producción en cantidades. Al subestimarse los precios implícitos, se sobrestima la expansión en términos reales, en particular de los servicios, como actividades turísticas o financieras, que son más difíciles de cuantificar.

El agro compensa el déficit de autos, turismo y energía

A través del Balance Cambiario, el Banco Central difundió la semana pasada los datos consolidados de las operaciones en el Mercado Único y Libre de Cambios del primer trimestre de 2014. En términos generales, se observó una disminución en la salida de dólares por intercambio de bienes y servicios, aunque se profundizó la caída de reservas aún con la devaluación de enero.

Tal como lo demuestra el intenso ritmo de liquidaciones en el mercado mayorista de divisas, las exportaciones del agro, principalmente la soja y en particular sus derivados industriales como aceites y harinas, posibilitaron ingresos trimestrales por u$s5.000 millones que equilibraron la salida de divisas de los rubros automotriz, turismo y energía, por casi 3.800 millones de dólares. Las exportaciones de las cerealeras crecieron un 1% interanual, a 5.003 millones de dólares. Este aumento permitió al agro acaparar un tercio de las ventas del período, debido a que “el conjunto del resto de los sectores registró cobros por exportaciones por u$s10.130 millones, mostrando un descenso interanual de 13%”, según consignó el BCRA.

La apreciación del dólar incide este año en la disminución del déficit comercial automotriz, que en todo 2013 acumuló un rojo récord de u$s8.178 millones, en una tendencia declinante que coincide con el ciclo de baja en la producción, debido a la dependencia sectorial de piezas, insumos y unidades terminadas de origen extranjero. El rojo automotriz se redujo un 25,3%, a u$s1.002 millones entre enero y marzo de 2104, contra u$s1.342 millones del mismo período del año pasado.

En esta actividad también impactó el aumento de los impuestos a los vehículos de alta gama, aplicado para desalentar la demanda de autos importados, que en 2013, medidos a cotización “blue”, llegaron a pagarse más baratos que en sus países de origen. Además de las ventas internas, la disminución de las exportaciones a Brasil fue muy perjudicial para la industria. Entre enero y marzo, las terminales nacionales produjeron un 16,2% menos respecto del mismo lapso de 2013, mientras que las exportaciones cedieron un 17,8 por ciento.

En cuanto a los servicios, el sector turístico también recortó el profundo déficit que mostró durante todo 2013, fruto de la devaluación del peso que encareció los viajes al exterior, así como el incremento de la imposición a cuenta de Ganancias hasta el 35 por ciento. Así, el déficit por servicios turísticos contabilizó una contracción del 30,5% respecto de los u$s1.725 millones del primer trimestre de 2013, a u$s1.199 millones entre enero y marzo de 2014. La cuenta de turismo fue la más deficitaria del año pasado, por unos 8.700 millones de dólares.

El Gobierno alcanzó un modesto objetivo al contener la salida de divisas comerciales, con el elevado costo recesivo que significó la devaluación y el incremento de los impuestos. Hay que subrayar que la factura energética dificultó esta tarea: en el primer trimestre, las empresas vinculadas al sector energético dejaron un rojo por u$s1.562 millones en el intercambio de mercancías, un 123% más que en el mismo período de 2013.

Un dato para preocuparse es que el primer trimestre siempre es el de menor demanda de importaciones energéticas. No obstante, en este lapso, las compras aumentaron un 33%, hasta u$s2.934 millones: con esta tendencia el año podría finalizar con importaciones por más de u$s16.000 millones si se aspira a cubrir las necesidades de hidrocarburos y electricidad que requiere la economía argentina. Sólo una recesión marcada podría reducir esta demanda, lo cual agregará un problema mayor en lugar de una solución.

¿Por qué cayeron las reservas?

En la “cuenta corriente cambiaria”, que incluye las transacciones de bienes, servicios –como el turismo- y rentas –como el pago de intereses de deuda-, el Banco Central contabilizó una salida de u$s2.103 millones en el primer trimestre, un 7% menos que en 2013.

Sin embargo, la “cuenta capital y financiera cambiaria”, que contempla la inversión extranjera, los préstamos de organismos internacionales y las diversas líneas de crédito del exterior, entre otros ítems, dejó un saldo negativo de u$s1.628 millones entre enero y marzo, cinco veces más que los u$s323 millones del mismo período de 2013. Esto significa que las empresas optaron por cancelar créditos contraídos en el exterior antes que tomar nueva deuda, para aprovechar un tipo de cambio que todavía luce atrasado, a la vez que el Estado canceló más préstamos con organismos multilaterales y bilaterales que los que pudo renovar.

El rojo de las cuentas corriente y capital-financiera sumaron entonces unos u$s3.723 millones, que luego de ajustes contables explican la pérdida de reservas del BCRA por u$s3.592 millones entre enero y marzo, un 26% más que en 2013, monto que no pudieron atenuar la devaluación y los controles a las importaciones.

Dólar: retorna la táctica del “suave deslizamiento”

Comienza a desperezarse el dólar. La divisa en el mercado mayorista rompió con una estabilidad de casi dos meses, y entre lunes y martes avanzó dos centavos en este mercado interbancario, donde se pactan las grandes transacciones para comercio exterior y donde interviene el Banco Central con sus habituales operaciones para regular la liquidez.

La divisa sube esta semana a $8,0225, desde los $8,0025 del viernes, en un déjà vu de aquellas microdevaluaciones características del período en que Mercedes Marcó del Pont se desempeñaba como presidente del Banco Central, que los técnicos llaman “crawling peg”, una depreciación progresiva y controlada de una moneda respecto del dólar. En contraste, el actual titular de la entidad, Juan Carlos Fábrega, decidió aplicar un shock cambiario entre el 21 y el 23 de enero, cuando impulso una suba de 20% en el dólar oficial, hasta los 8 pesos.

A partir de entonces, la inflación empezó a descontarle la ventaja al dólar oficial y los analistas del mercado financiero coincidieron en que a mediados de año la suba de precios se iba a “comer” el beneficio en materia de competitividad cambiaria que significó la devaluación del peso, para obligar después a una nueva devaluación que retroalimenta un círculo vicioso.

Por ejemplo, la medición que realiza la Dirección de Estadística y Censos del Gobierno porteño mostró que en abril la inflación fue de 3,1% en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires, para acumular 16,9% en el primer cuatrimestre del año. En el transcurso de 2014, el dólar oficial gana 23% en el mercado mayorista o interbancario (desde $6,523 a $8,0225).

Diferente es el panorama para el dólar marginal, presionado a la baja por la iniciativa de la AFIP de flexibilizar las restricciones para las ventas a minoristas destinadas a atesoramiento. Desde el 27 de enero se efectivizaron operaciones al público por u$s604 millones, que de persistir el “cepo” con todo su rigor se hubieran cursado en buena proporción por el circuito paralelo.

Sin embargo, los agentes del dólar informal no son indiferentes a lo que ocurre en el segmento oficial y la divisa finalizó ofrecida a $10,81, para sumar un avance de 26 centavos o 2,5% en el transcurso de mayo. De mantenerse la tendencia, será la primera vez desde la devaluación que el dólar libre consigue superar a la inflación.

Desde que arrancó el año el dólar paralelo mantiene un rezago respecto del promedio de precios de bienes y servicios, pues sube un 7,7 por ciento. Podría atribuírsele a Fábrega el mérito de haber calmado el arrebato del billete verde, como el repunte en el monto de reservas internacionales de abril, aunque estas victorias puntuales están condicionadas por tasas elevadas y un incremento de la deuda del BCRA directamente proporcional a la mejora del activo.

Es probable, entonces, que la autoridad monetaria entienda que es momento de retomar el “suave deslizamiento” que caracterizó al dólar oficial en 2013, antes de que concluya la temporada alta de liquidaciones de exportaciones del agro, propia del segundo trimestre del año y que en 2014 está posibilitando un ingreso récord de divisas, a u$s8.747 millones hasta el 9 de mayo. Y postergar lo más posible otro shock como el de enero.

La caída de la actividad automotriz, en clave de dólar

El rubro automotriz, en producción y ventas, es un ejemplo cabal de cuánto se estancó la actividad económica en la Argentina: su retroceso replica en menos consumo, cesantías, pérdida de volumen en el intercambio comercial y en su importante aporte al Producto Interno Bruto. Como contrapartida, también significa una menor salida de dólares del país, por la dependencia de piezas e insumos importados para el abastecimiento de las terminales locales, y de unidades terminadas en el exterior para le venta en el mercado interno.

La producción automotriz retrocedió un 17,9% en el primer cuatrimestre del año respecto del mismo período de 2013, informó la Asociación de Fábricas de Automotores de la Argentina (ADEFA), mientras que la comercialización (ventas internas y exportaciones) cedieron un 29,8 por ciento. En las ventas en el mercado interno, el acumulado del primer cuatrimestre descendió 18% frente al mismo lapso de 2013, a 272.095 unidades. La Asociación de Concesionarios de la República Argentina (ACARA) indicó que en el mes pasado hubo una nítida caída de patentamientos de unidades importadas, que pasaron a representar el 49,6% de los 0 kilómetro comercializados, frente al 60% anterior a la devaluación de enero.

Sin embargo, este cambio en el origen de los vehículos apenas disminuye la salida de dólares del país, debido a que las unidades nacionales están integradas en casi un 70% con piezas fabricadas en el exterior. Sólo la caída de ventas detiene esta sangría de divisas. Un informe de la consultora Investigaciones Económicas Sectoriales (IES) indicó que en el primer trimestre del 2014, cada auto que se fabricó en la Argentina requirió en promedio importaciones por 11 mil dólares. El estudio indica que “en el primer trimestre de 2014 las exportaciones de autopartes presentaron una fuerte contracción del 14,7% en valores respecto de igual período de 2013, con 549 millones de dólares”, mientras que “las importaciones mostraron un comportamiento decreciente más atenuado, ya que con u$s2.700 millones cayeron un 6,8%” entre el primer trimestre de 2013 y el mismo período de 2014.

La industria automotriz captó de lleno el impacto de la devaluación del peso en enero. En el arranque del año, hubo ajustes promedio en los precios de lista del 25% en el segmento de los modelos más económicos, con subas puntuales que llegaron hasta 35 por ciento. Mientras que los modelos más baratos del mercado costaban alrededor de $70.000 a fines del año pasado, hoy sólo hay tres modelos en oferta por debajo de $100.000 y que cumplen con las normativas en seguridad dispuestas por el Mercosur a partir de 2014: el Fiat Palio Fire, el Volkswagen Gol Trend y el Chery QQ.

Además, el incremento de los impuestos internos profundizó la tendencia declinante del sector en el segmento de vehículos de lujo. Según datos de ACARA, el año pasado se vendieron 100.000 unidades premium, con marcas como Mercedes Benz, Audi, Alfa Romeo, BMW, Land Rover, Volvo, Porsche, Jaguar y Ferrari. Prácticamente uno de cada diez vehículos de los 955.000 autos comercializados en el país el año pasado fue de alta gama. El mes pasado, con datos al 24 de abril, el sector no había logrado vender ni siquiera cien de estas unidades “top”.

El Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (SMATA) y la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) advirtieron sobre la caída en las ventas en el mercado interno y también a Brasil, destino del 90% de las exportaciones del sector. En el mismo sentido, los operarios de General Motors, en Santa Fe, calificaron como “crítica” la actualidad de la producción. La planta Peugeot-Citröen, en la localidad bonaerense de El Palomar, suspendió a 1.100 trabajadores por el receso que aqueja al sector.

La relación comercial con Brasil es crucial para comprender cómo el enfriamiento de la actividad automotriz y de los servicios vinculados al sector redujo la salida de dólares “industriales”, visible en la estabilización del nivel de reservas del Banco Central. Por séptimo mes consecutivo, en abril se registró una caída en el volumen total del intercambio entre Argentina y Brasil, que el mes pasado disminuyó 24 por ciento. “Esto se explica tanto por el comportamiento de las exportaciones (-20,6%) como de las importaciones (-27,3%)”, refiere la consultora Abeceb.com. Esta caída mayor de las compras externas con relación a las ventas permitió recortar el rojo comercial con el país vecino en un 88%, a apenas 20 millones de dólares.

“La restricción en términos de disponibilidad de divisas que experimenta la Argentina ha conducido a las autoridades a restringir el acceso al mercado cambiario de los importadores, solicitando que difieran los pagos de sus operaciones”, explica Abeceb.com. En este retroceso es fundamental el rol de las automotrices. La consultora IES precisó que sólo en materia de autopartes “el saldo comercial deficitario con Brasil se contrajo en un 19,6% en el primer trimestre de 2014 con respecto a igual período de 2013, con un monto de 563 millones de dólares”. Por otro lado, el déficit a nivel global del sector autopartista tuvo una leve baja que pasó de u$s2.253 millones a u$s2.152 millones, con una caída del 4,5% entre enero y marzo de este año respecto de 2013.

Esta semana podría haber avances en un acuerdo con Brasil sobre la cantidad de vehículos y autopartes que pueden entrar en cada territorio sin aranceles, en base a una fórmula denominada “flex”. La normativa anterior permitía al socio del Mercosur exportar un valor de u$s195 libres de impuestos cada u$s100 importados desde Argentina. Los enviados argentinos pidieron a Brasil una rebaja de este límite a u$s130 para reducir el déficit del intercambio bilateral, en el que el rubro automotriz representa el 45% de las transacciones.

Crecen las reservas, pero también la deuda del BCRA

El período de mayor liquidación de exportaciones, que coincide con el segundo trimestre del año, se manifiesta en plenitud con el ingreso de divisas que genera el agro, secundado por el sector minero. En estas horas, la novedad fue que el Banco Central logró incorporar más de u$s1.000 millones a sus reservas en abril: hay que retroceder 44 meses –casi cuatro años- para encontrar un repunte equiparable, cuando en julio de 2010 los activos internacionales aumentaron 1.833 millones de dólares.

El incremento de reservas también se traduce en emisión de pesos para comprar esas divisas en el mercado interbancario. En abril, el BCRA ya adquirió unos u$s2.400 millones, equivalentes a unos $19.400 millones, aunque en este punto se trata de emisión genuina, por estar respaldada con aquellos dólares.

El contexto macroeconómico le genera a la entidad que preside Juan Carlos Fábrega una tarea extraordinaria, pues el ascenso de la inflación a un ritmo que supera el 3% mensual en 2014 y la emisión de billetes para cubrir el déficit del Tesoro nacional se replicó en una intensiva absorción de pesos sobrantes de la plaza financiera, a la par de la suba de tasas, que tocaron el 30% anual.

A ese efecto, la entidad emite deuda, es decir Letras (LEBAC) y Notas (NOBAC). Este año se aceleraron estas licitaciones, cuyos plazos de vencimiento rondan los 90 días. Sólo en mayo se prevén vencimientos por unos $25.000 millones, correspondientes a emisiones de enero y febrero, que deberán ser cancelados –con la consecuente emisión de pesos- o bien renovados a mayor tasa. En el primer caso, la mayor liquidez podría volcarse a consumo, recalentar la ya elevada inflación y empujar al alza al aún calmo dólar blue. En el segundo caso, una suba adicional de las tasas del Banco Central, referencia para todo el mercado, encarecerán el crédito y contribuirán a profundizar la recesión que se manifiesta en varios sectores de la economía.

El año pasado, la Base Monetaria (dinero en efectivo en poder del público más reservas las bancarias) creció un 23%, a 377.197 millones de pesos. Entre enero y el 15 de abril de 2014, ésta se retrajo un 3,4%, a 364.623 millones de pesos. De sostenerse esta contracción, la desaceleración de la inflación hacia fin de año será evidente, tanto como el ajuste que sufrirá la actividad económica general.

Las Letras del BCRA sumaron al 15 de abril unos $171.042 millones, un 54% más que los $110.547 millones de comienzos del año. Esta deuda “cuasi fiscal” equivale nada menos que al 77% de las reservas internacionales, en $222.199 millones (u$s27.768 millones por un tipo de cambio mayorista de $8,002), cuando al 31 de diciembre de 2013 –y antes de la devaluación del 18% de enero- representaban el 44,6 por ciento.

También es importante el aumento del ítem “Otros pasivos” del balance del BCRA, que saltó de $14.583 millones en el inicio del año a 77.104 millones en abril. Según Emilce Terré, analista de la Bolsa de Comercio de Rosario, el llamativo incremento “estaría reflejando la transferencia de dividendos devengados por diferencias de cambios, ya que la autoridad monetaria nacional elabora su Balance Semanal en moneda corriente”. Se estima que estas ganancias contables correspondientes al ejercicio 2013 -debidas a las suba del dólar- sumaron unos 78.000 millones de pesos.

Igual de gráfico resulta comparar le relación entre las reservas –medidas en pesos- y el total del pasivo del Banco Central. Al 31 de diciembre, los activos líquidos significaban $199.454 millones, un 32,4% del pasivo total, en 615.624 millones de pesos. Al 15 de abril y con el añadido de una fuerte devaluación, las reservas cubrían el 30,5% del pasivo ($222.199 millones contra $727.826 millones).

La debilidad del balance del BCRA también se advierte en el propio activo, al comparar las reservas internacionales con el endeudamiento contraído por el Tesoro, es decir, lo que el Gobierno le debe al Central. En el comienzo del año, los títulos públicos ($301.778 millones) más los adelantos transitorios al Gobierno nacional (182.600 millones) sumaron 484.378 millones de pesos. Las reservas cubrieron 41,2% de ese monto. La mejora de los títulos públicos quedó neutralizada por la devaluación, por cuanto al 15 de abril las reservas alcanzaron para cubrir aún menos que antes, un 40,1% los $554.504 millones que sumaron los títulos públicos ($366.154 millones) más los adelantos transitorios ($188.350 millones).

La arbitrariedad tiene costo

Es un rasgo de la personalidad del Gobierno forzar la agenda de las instituciones políticas y económicas. Siempre trata de mantener la iniciativa, desplazar el eje de discusión a conveniencia y, de ser necesario, cambiar las reglas de juego en su provecho. Después de haber anunciado durante meses que el PBI crecía en torno al 5% anual, y haber rubricado en febrero pasado que el Estimador Mensual Actividad Económica (EMAE) mostraba un alza acumulada de 4,9% en 2013, el INDEC recortó su medición a un 3 por ciento.

Por debajo del 3,2% de crecimiento anual no se pagan los cupones atados al PBI, opciones que en el canje de deuda de 2005 oficiaron como incentivo para los acreedores, tentados con altas rentabilidades ante la falta de credibilidad que pesaba sobre un país que tres años antes había declarado el default de sus obligaciones soberanas. Es cierto que la cancelación de este vencimiento sólo justificado por la sobreestimación de crecimiento del INDEC hubiera sido un despropósito, pero el ajuste de datos sobre la hora obedeció a una necesidad de caja del Gobierno y no al reconocimiento de un grave error.

La excusa fue la aplicación de una nueva metodología en los cálculos del cuestionado ente estadístico – ya explicitada con el nuevo IPC Nacional que sinceró la inflación de enero y febrero-, pero en forma retroactiva sobre las planillas del año pasado. Los datos de crecimiento de 2013, que daban prácticamente por seguro el pago de cupón, incidieron en la firme demanda por estos títulos, así como las restricciones cambiarias, que los transformaron –en el caso de las emisiones en dólares y euros- en un recurso para hacerse de divisas en efectivo y en forma legal.

Conocido el sorpresivo informe oficial, el desplome de precios que habían acusado los cupones atados al PBI el jueves, entre el 10 y el 14 por ciento, recrudeció el viernes con una oleada de ventas que arrasó con estas emisiones. El Cupón PBI en pesos se hundió 53,4 por ciento. Este “warrant” fue el más castigado: el jueves 27 había arrancado la rueda de negocios a $13,17; al cierre del viernes 28 su precio fue de 5,24 pesos. Las pérdidas por “creerle” al INDEC fueron generalizadas: el Cupón en euros se derrumbó 30,6%; el nominado en dólares bajo ley de Argentina, 29,1%, y en dólares bajo ley de Nueva York, 32,4 por ciento. Fue un duro golpe a las expectativas.

El cambio de metodología estadística contagió con una renovada dosis de desconfianza al mercado financiero, que siempre sufrió la actitud despectiva de la administración kirchnerista. Varios analistas diagnosticaron que los u$s3.500 millones liberados del pago de cupones iban a consolidar los precios de los bonos en dólares, ahora con la garantía de ese refuerzo de solvencia. Sin embargo, el daño estaba hecho: el Boden 2015 perdió 1,3%, el Discount en dólares (ley argentina) cayó 2,2% y el Global 17 restó 1,9 por ciento.

A estos precios, los cupones, que vencen en 2035, ofrecen excelentes rendimientos. Incluso el Presupuesto 2014 prevé una expansión del PBI del 6,2%, para aquellos inversores que aspiran a una renta inmediata. Pero, ¿quién en su buena fe puede confiar su dinero a una colocación sujeta a la arbitrariedad del Gobierno?

Para Alfonso Prat Gay, ex presidente del Banco Central, “la asociación ilícita dentro del INDEC, que nos quería hacer creer a los argentinos que crecíamos tanto, finalmente comprendió lo cara que nos costaba esa mentira“. El ex secretario de Finanzas Guillermo Nielsen fue más allá: “Esto puede ser causal de default. ¿Cómo probás, estadísticamente y en función de técnicas de cálculo de Producto Bruto, para pasar justo al 3%, cuando venías hasta 24 horas antes estimando el crecimiento del PBI en 4,9%? El escenario de mayor riesgo es que se presenten a la Justicia norteamericana bonos de jurisdicción Nueva York”, como en el caso de los cupones en dólares emitidos bajo legislación norteamericana (TVPY) durante la gestión de Néstor Kirchner.

Si llegara a realizarse este desembolso en diciembre representaría una caída de 13% de las reservas internacionales del BCRA, según su nivel presente. Pero el golpe de timón que implica frustrar el pago no significará el final de la estrechez de divisas que atraviesa la economía argentina y que erosiona el activo de la entidad monetaria; probablemente contribuirá a ahuyentarlas.

Semáforo en rojo para la industria automotriz

El automotriz es el rubro insignia de la actividad fabril argentina. Además de haber mostrado las mayores tasas de crecimiento desde la devaluación de 2002, el sector representa en simultáneo la expansión de las exportaciones nacionales de la última década y el sostenido crecimiento del consumo interno, impulsor de la actividad general.

El 2014 asoma como un año “bisagra” para esta industria, con un claro declive de producción y de ventas internas y externas. Una sucesión de medidas del Gobierno, algunas directas, como el incremento de impuestos, y otras indirectas, como la devaluación, inciden en su desempeño y condenan a las terminales locales a un período recesivo, que se refleja en las cifras del primer bimestre del año.

La Asociación de Fábricas de Automotores (ADEFA) detalló que las terminales automotrices acumularon en el primer bimestre 89.097 vehículos producidos, es decir, un 8,1% por debajo del volumen alcanzado en el mismo período del año anterior. En cuanto a exportaciones, ADEFA contabilizó 45.561 unidades en el primer bimestre de 2014, un 6,7% menos que las 48.841 enviadas a distintos países en el mismo período del 2013. Sobre el mercado interno, la institución indicó que entre enero y febrero se enviaron a la red de concesionarios 101.559 vehículos, un 19,2% menos que los 125.766 del primer bimestre del año anterior.

La Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina (ACARA) informó que en los dos primeros meses de 2014 se registraron 166.683 vehículos, con un descenso del 3,9% en la comparación con el año pasado. La entidad adelantó que “habrá que esperar a marzo para poder tener un diagnóstico más preciso” sobre la evolución de las ventas, pero reconoció que “la disminución en la comparación interanual ya comienza a ser tendencia“. Es decir, que será difícil repetir los 955 mil vehículos patentados en 2013, un año histórico para el mercado motor.

En el plano externo, la magra evolución de la actividad económica brasileña es un obstáculo extra para las terminales locales. Brasil es el principal destino de las exportaciones de vehículos argentinos, concentra el 88% de los envíos y el descenso de su demanda lastra la dinámica de las automotrices locales. “Se hace evidente la necesidad de trabajar en la mejora continua de la competitividad (…) y reforzar las negociaciones con otros mercados de la región con interesante potencial como son el caso de Colombia, Perú o Ecuador -señala ADEFA- para lograr una inserción internacional más diversificada de nuestros vehículos”.

La consultora Abeceb.com, que dirige el ex secretario de Industria Dante Sica, aporta que “en los primeros dos meses de 2014 el comercio entre Argentina y Brasil registra una caída interanual de 16,9%, con una contracción de las exportaciones de 23,3% y de las importaciones de 11,8%”. En el intercambio bilateral, los automóviles de pasajeros y las autopartes tienen un rol protagónico.

Todo por los dólares

El Gobierno optó por ponerle freno a la salida de dólares que genera el mercado automotor, a costa de una reducción de la actividad. El incremento de los impuestos a los 0 kilómetro de “alta gama” busca suprimir esta pérdida de divisas: al igual que el 35% de recargo como adelanto de Ganancias en el dólar turista, y el 20% en el dólar para atesoramiento, no tienen un fin recaudatorio. De hecho, el efecto tributario es casi neutro por la caída en las ventas, erosionadas por el aumento de precios y también la suba de las tasas de interés, cuando muchas operaciones se pactan en cuotas con créditos prendarios.

Según Alberto Príncipe, de la Cámara de Comercio Automotor, la imposición del 35% para los autos de más de $170 mil, y del 50% a los que superaran los $250 mil, ya comprende al 20% del mercado, luego de que la devaluación del peso, en torno al 20% en enero, se trasladó a los precios de lista. Por este motivo, hubo modelos que en un principio no fueron alcanzados por la suba de impuestos y luego ingresaron a las categorías del gravamen.

La consultora Finsoport, que dirige el economista Jorge Todesca, explica que “la suba del tipo de cambio nominal beneficiaría exclusivamente a los sectores exportadores, al disminuir la incidencia de sus costos no transables –como el salario– siempre y cuando se sostenga su demanda externa, lo que no está sucediendo para las automotrices locales”. Agrega, en cambio, que “la devaluación afectaría adversamente al resto del sector industrial -que se encuentra orientado al mercado interno-, dado que no le permitiría mejorar sensiblemente su competitividad y, en cambio, disminuiría el nivel de la demanda doméstica para sus productos”.

El Banco Central contabilizó en u$s8.177 millones el déficit de divisas por mercancías del sector automotriz, en un máximo histórico. El pesado rojo comercial de las fábricas nacionales se debió a que importaron en 2013 un 26% más de unidades terminadas para abastecer la demanda interna, a la vez que importaron entre el 70 y 80 por ciento de los componentes de los vehículos producidos en el país, la mitad de los cuales se exportaron.

El año pasado, las importaciones totales del país alcanzaron un récord de u$s73.505 millones. La industria automotriz demandó compras al exterior por u$s19.579 millones -un 13% más que en 2012- y concentró el 25% de estos pagos. “Estos valores ubican al sector automotriz nuevamente como el principal sector importador de la economía argentina”, destaca el BCRA. No obstante, la entidad resalta que “el segundo sector con mayores ingresos por cobros de exportaciones de bienes en 2013 fue la industria automotriz con un récord histórico de 11.401 millones de dólares”.

“La suba del déficit por mercancías del sector vino dada por el mayor nivel importado, principalmente de vehículos terminados”, indicó el Central. Si bien la oferta total de vehículos en 2013 fue similar a la de 2011, el último año se impuso una mayor proporción de vehículos de origen extranjero, con el incentivo del atraso cambiario. Entre las 10 empresas que más dólares demandaron por importaciones el año pasado, siete fueron automotrices, mientras que el rojo comercial en este rubro prácticamente se duplicó en los últimos tres años.

El atraso cambiario de 2013 aceleró la salida de dólares

En el informe sobre Evolución del Mercado Único y Libre de Cambios y Balance Cambiario, el Banco Central brindó esta semana una radiografía de la salida de dólares que marcó a fuego la economía argentina a lo largo de 2013 y se convirtió en la más elevada en 12 años.

El forzado atraso cambiario, que mantuvo al dólar oficial en un precio estimado como bajo por los ahorristas, incentivó consumos con tarjeta y viajes al exterior, la venta de autos en general y de vehículos importados en particular. La mayor demanda de combustibles también precisó de mayores importaciones de energía. Estos ítems explican una alta proporción de salida de divisas del país y pueden interpretarse como una concesión del Gobierno a la clase media, en el marco de un año electoral en el que se optó por postergar los ajustes y estimular la actividad económica a fuerza de sacrificar reservas del BCRA.

El dólar oficial promedió en 2013 los 5,51 pesos. Comenzó el año en $4,92 y concluyó en $6,53, con una ganancia en doce meses de 32,8%, que superó la inflación, pero no alcanzó a recomponer el deterioro del poder de compra de la divisa norteamericana en el mercado local, acumulado a partir de la crisis del campo, en 2008.

El BCRA explica que la demanda bruta por turismo y viajes y pasajes al exterior “alcanzó un récord de unos u$s10.300 millones”. Para comprender su magnitud, se trata de un monto superior a los u$s9.024 millones que dejó el superávit comercial de bienes en todo el año. Al contabilizar los ingresos por turismo receptivo, el déficit sectorial finalizó en un nivel récord de 8.700 millones de dólares.

En el caso de las automotrices, el saldo negativo por insumos, piezas y unidades terminadas alcanzó en 2013 el récord de los u$s8.200 millones, justamente producto del gran año de ventas que atravesaron las terminales radicadas en el país.

Según ADEFA, la producción nacional automotriz finalizó con un crecimiento del 3,5% respecto de 2012, aunque las ventas a concesionarios crecieron un 16,1% en el año, por lo que se infiere que la diferencia fue cubierta por unidades importadas (se vendieron un 26% más que en el año anterior). Además, en los vehículos nacionales el componente importado asciende a un 70% en promedio, por cuanto el rojo comercial del principal rubro importador es inevitable con un elevado nivel de demanda como el del año pasado. Según ACARA, se patentaron 955.023 unidades 0 kilómetro en 2013.

La aceleración inflacionaria promovió la adquisición de autos como una forma de ahorro, ante alternativas con tasa de retorno negativas en el mercado financiero, como pueden ser los plazos fijos. A la vez, un tipo de cambio estimado como bajo permitió el ingreso de vehículos importados a un precio relativamente barato para la percepción de un usuario argentino. En contrapartida, desde enero el aumento de los impuestos internos de hasta un 50% para autos de más de $170.000 y la devaluación del peso elevaron los precios de tal manera que ya se espera un año de contracción para este mercado. Un remedio amargo para detener la salida de dólares en este rubro.

En cuanto a los pagos con tarjeta en el exterior, que incluyen las compras a través de sitios web, la salida de divisas se duplicó a u$s2.600 millones, desde los u$s1.200 millones de 2012. Desde enero, la AFIP restringió el ingreso de objetos físicos por esta modalidad a dos transacciones por persona por año y sólo se permitirán operaciones por hasta 25 dólares anuales sin impuestos.

Las distintas empresas vinculadas al sector energético registraron pagos de importaciones por u$s12.412 millones, un alza interanual del 16%, frente a registros de exportaciones por u$s5.934 millones, con un balance negativo de unos 6.500 millones de dólares. En cuanto a la industria química, el déficit comercial fue de unos 4.700 millones de dólares.

Estos canales de salida de divisas consolidaron la caída de reservas del Banco Central. Según el informe diario de la entidad, ésta alcanzó en 2013 los u$s12.691 millones, mientras que en el balance cambiario, con un ajuste por “tipo de pase y valuación”, la pérdida fue de 11.825 millones de dólares. Con estas cifras, se trató de un recorte de los activos líquidos de la entidad de un 29%, una sangría que no tenía registro desde 2001, cuando con un colapso económico en ciernes -y sin “cepo” cambiario-, las reservas restaron u$s19.000 millones o 55,5 por ciento.

En 2014, el Gobierno ya dio señales de mayor control a la salida de divisas. La devaluación encareció las importaciones, además desalentadas por la política de autorizaciones de la AFIP, y mejoró el perfil de los rubros exportadores. La carga impositiva sobre los autos puso paños fríos al rubro fabril de mayor protagonismo y el turismo al exterior fue gravado con un 35% como anticipo del pago de Ganancias. Están dadas las condiciones para que este año sea más proclive al cuidado de los dólares que al crecimiento económico.

Dólar: la menor brecha en 14 meses

La evolución alcista del dólar mostró una clara reversión durante febrero, como consecuencia de la ortodoxa política de endurecimiento monetario del Banco Central, bajo la impronta de su actual presidente, Juan Carlos Fábrega. Varios mecanismos operados en simultáneo (devaluación, suba de tasas, absorción de pesos, desarme de carteras dolarizadas en los bancos) contribuyeron a un realineamiento de las variables, cuyo signo más visible es la reducción de la brecha entre el dólar oficial y el paralelo a un 41,3%, su menor nivel en 14 meses..

El dólar “blue” cerró febrero en $11,25, lejos del récord de $13,10 alcanzado el 23 de enero, cuando el mercado libre se sostenía por la efervescencia del pago del medio aguinaldo y la demanda de divisas para vacaciones. Entonces, la devaluación del 18,7% del peso convalidada por el Banco Central en enero (ascenso del 23% del dólar oficial), también potenció el salto de precios del billete informal.

Este viernes, con un dólar minorista a $7,96, según el promedio de bancos y casas de cambio que publica el Banco Central, la brecha con el “blue” retrocedió a un rango no visto desde el 2 de enero de 2013, cuando alcanzó el 38,7%, entre los $4,958 y los $6,88 de los mercados oficial y libre, respectivamente.

La movida de Fábrega en el BCRA también llevó a un cambio de fondo: el dólar formal avanza a mayor ritmo que el informal. En 2014, el primero sumó 21,9%; el otro, 12,1 por ciento. La idea que persiste es la de achicar la brecha de las cotizaciones hasta algún punto de convergencia, en el cual se pueda liberar el mercado de cambios sin generar una corrida del peso ni una espiralización inflacionaria. En el contexto macroeconómico de hoy, este juego de variables necesita precisión quirúrgica y amplia colaboración y sincronización entre el accionar de las autoridades del Palacio de Hacienda, el Banco Central e incluso la AFIP, para empezar a corregir el déficit de las cuentas públicas sin deprimir la actividad económica.

La apertura parcial de las ventas minoristas a través del llamado dólar “ahorro”, bajo supervisión de la AFIP, permitió transacciones por u$s253 millones en un mes. Este volumen negociado prácticamente atrofió las ventas de “cuevas” y “arbolitos”, a la vez que alimentó la oferta, pues pequeños ahorristas que adquieren la divisa al precio oficial más un 20% como adelanto del Impuesto a las Ganancias ($9,55) recurren a ventas en el mercado paralelo cuando necesitan pesos. En este segmento, la brecha con el dólar libre es de apenas 17,8 por ciento.

También queda otro remanente del “cepo”: el dólar “turista” o “tarjeta”. Es decir la salida de divisas autorizada por el BCRA y la AFIP para aquellos que viajan al exterior o realizan gastos con tarjeta de crédito o débito fuera del país, a valor oficial más un recargo de 35 por ciento ($10,75). En este caso, la brecha es aún más chica: 4,7 por ciento. Pagar con dinero plástico o en efectivo en el exterior no tiene gran diferencia para los particulares, aunque sí para el Banco Central. La primera opción significa caída de reservas, pero no la segunda si las divisas se adquirieron por vía informal.

El ministro Axel Kicillof hizo pública la visión del Gobierno sobre la restricción externa que atraviesa el país cuando remarcó: “Si todos los exportadores guardan lo que tenían que exportar ¿cómo no van a caer las reservas?”. Las ventas del campo continúan como principal fuente de divisas para una economía cada vez más primarizada y por eso el Gobierno les hizo dos concesiones a los exportadores agropecuarios. Además de reconocerles más pesos por cada dólar que ingresan, producto de la devaluación, la suba de las tasas les permite una rentabilidad más conveniente al dejar sus pesos dentro del sistema financiero, cuando antes les era más provechoso posicionarse en dólares –adquiridos en el mercado informal- a la espera del momento oportuno para venderlos y cubrir los costos de la cosecha nueva.

La absorción de pesos del Banco Central a través de la colocación de deuda (Letras y Notas) superó los $40.000 millones en dos meses de 2014. Sin contabilizar las licitaciones de la semana pasada, la Base Monetaria se contrajo 10,1% desde los $377.197 millones del cierre de 2013 a los $338.736 millones del 23 de febrero. En este sentido, el llamado dólar “de convertibilidad” o “implícito” cayó de los $13 de enero a los actuales $12,28, al dividir la Base Monetaria por las reservas, a esa fecha en u$s27.575 millones según datos consolidados.

De todos modos, la calma cambiaria es muy frágil. Las reservas cayeron en el segundo mes del año u$s266 millones, a u$s27.482 millones (con datos definitivos al 26 de febrero), aún con freno a las importaciones e incentivos a los agroexportadores. La desaceleración de la actividad en conjunto con una creciente inflación y la continuidad del rojo fiscal, que lleva ya dos años, anteceden a una economía recesiva en la que la eventual alza del dólar pasará a ser una preocupación de segundo orden.