La soja resiste al cambio de escenario

El debate público de las últimas semanas fue acaparado por los discursos de los políticos que disputan las elecciones primarias este domingo y, como es lógico, las cuestiones económicas quedaron postergadas, pero no implica que pierdan vigencia. Al contrario, en las últimas jornadas hubo indicadores que mostraron señales de un cambio de escenario internacional, como las caídas de precios de las materias primas, que aún dejan sin respuesta el interrogante sobre cómo condicionarán la realidad económica y financiera del año próximo.

La Argentina mantiene su “sequía” de dólares, no porque falten, sino porque los que ingresan salen del sistema financiero con el mismo ritmo. Por ejemplo, la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC), entidades que concentran la exportación de granos, oleaginosas y derivados, informaron que en los primeros siete meses de 2013 liquidaron unos u$s15.136 millones por ventas al exterior, contra u$s14.575 millones del año anterior, un 3,7% más.

Aunque por la cosecha récord este año se hubiera justificado un volumen de liquidación mayor al del año pasado, queda claro que no están ingresando menos divisas. Pero son los precios, a diferencia de 2012, los que acompañan menos. El miércoles, la soja tocó su piso más bajo desde enero de 2012, nítidamente debajo de los u$s500 por tonelada, y finalizó la semana en u$s434,40 (contrato a noviembre) y u$s492,81 (entrega inmediata), aún lejos de sus precios de u$s581,01 y u$s598,92, respectivamente, del 8 de agosto de 2012. Es un declive entre 18 y 25 por ciento.

Al ser la soja –porotos, aceites y harinas- el principal producto de exportación argentino, la evolución de su precio en el mercado internacional gravita en el ingreso de divisas al país, en las reservas que dispone el Banco Central y en la recaudación en concepto de retenciones. Un informe de Empiria Consultores calculó que con una cosecha 2013/14 de 52,5 millones de toneladas de soja, las cotizaciones actuales restarían u$s1.670 millones al balance cambiario y $4.230 millones a la recaudación. Es decir que se pierden u$s1.000 millones de divisas y u$s325 millones de recaudación por cada u$s25 que cae la cotización de la tonelada o por cada 2,5 millones de toneladas menos que se produzcan.

Estos montos son relevantes, sin embargo hay que reconocer que las exportaciones agrícolas, que representan un tercio del total, mantienen el flujo de dólares aún con la fuerte volatilidad que sobrelleva este mercado, pues al crecer los stocks globales –como en 2013-, cae el precio internacional en proporción similar. El año pasado ocurrió al revés: disminuyó la producción mundial –incluida la Argentina- y la respuesta del mercado fue un incremento de precios, ante una demanda que se mantuvo constante.

Así, las ventas cursadas por CIARA y CEC totalizaron u$s23.069 millones en 2012 (un año de esmerilada cosecha por la sequía: 90,4 millones de toneladas), frente a exportaciones totales por u$s81.205 millones (28,4% del total). En 2011 (entonces con cosecha de 104,3 millones) rindieron u$s25.033 millones contra exportaciones totales por u$s84.269 millones (29,7% del total). En 2010, el agro liquidó u$s22.234 millones (cosecha de 92,2 millones de toneladas), de los u$s68.500 millones que exportó el país (32,5%). En el primer semestre de 2013, CIARA y CEC liquidaron u$s12.799 millones, un 31,3% de las exportaciones totales de la Argentina en ese período, por 40.921 millones de dólares.

Estos números reflejan por qué no prosperó la propuesta de retenciones móviles a las ventas del agro, como sí funcionaron en el rubro petrolero desde 2007. La alícuota marginal que fijaba la resolución 125 de marzo de 2008 determinaba que el Estado captaría la mayor parte de los aumentos de cotización de la oleaginosa cuando ésta superase los u$s400 por tonelada en el mercado de Chicago, sin tener en cuenta ese natural equilibrio entre stock y precio. En su libro Yo no me quiero ir, el economista Federico Sturzenegger explica que el esquema tenía una “inconsistencia inquietante”, porque “aumentaba considerablemente los ingresos del fisco en épocas de ‘vacas gordas’ (cuando la cosecha y/o los precios no eran buenos) y los disminuía en épocas de ‘vacas flacas’, pero no incorporaba la creación de un fondo anticíclico para ahorrar los recursos extraordinarios de los momentos de bonanza y gastarlos luego en tiempos de debilidad económica”.

Todo indica que el sector agrícola cumplirá con su aporte de dólares como cada año a pesar de los fluctuantes precios y cantidades. Por lo tanto, hay que buscar la respuesta al drenaje de divisas en otros rubros altamente deficitarios en términos comerciales, como turismo, energía y automotrices (incluidas las autopartes), que a la vez profundizan la caída de reservas del Banco Central, ya disminuidas por los vencimientos de deuda, en torno a u$s7.300 millones este año y u$s8.700 en 2014, si se concreta el pago del cupón atado al PBI.

Todos los agrodólares para importar energía

Los números del primer semestre del año dieron precisiones sobre la tendencia de los dos sectores que mantienen en un delicado equilibrio la balanza comercial de la Argentina. Mientras que las retenciones al agro permitieron el ingreso a las arcas públicas de unos u$s4.200 millones entre enero y junio de 2013, la importación de gas, petróleo y combustibles para reducir el déficit energético insumieron más u$s6 mil millones en el mismo período.

En cuanto las cifras de el intercambio comercial del primer semestre estimadas por el INDEC, entre los productos primarios las ventas externas de cereales como trigo y maíz ingresaron u$s6.422 millones (+19% interanual) y los granos de soja y girasol, u$s2.284 millones (+36%). En manufacturas de origen agropecuario, los productos de molinería aportaron u$s477 millones (-17%), grasas y aceites, u$s2.946 millones (-6%), y la harina de soja -denominada por el ente estadístico como residuos y desperdicios de la industria alimenticia- u$s5.781 millones (+6%).

Las divisas captadas por el cobro de derechos de exportación en estos rubros sumaron unos u$s4.175 millones según los datos semestrales del INDEC, considerando las diferentes alícuotas: 32% para aceite y harina de soja, 35% para el poroto de soja, 13% para la harina de trigo y 23% para el cereal, 20% para el grano de maíz, y 32% para la semilla de girasol y 30% para sus derivados.

A la vez, si se toma en cuenta que el 30% de lo recaudado por retenciones a la soja y derivados se coparticipa con las provincias y municipios a través del Fondo Federal Solidario creado en 2009, al Estado nacional le quedan en la mano 3.269 millones de dólares.

Del otro lado de la balanza, la importación de combustibles y lubricantes demandó u$s6.120 millones, un 23% más que en el primer semestre del año pasado, una cifra superior a cualquier estimación de recaudación por retenciones agrícolas. Esta fuerte salida de dólares de la economía es comparable a los u$s6.285 millones que cedieron las reservas del Banco Central, desde los u$s43.290 millones del cierre de 2012 a los u$s37.005 del 28 de junio pasado. El déficit energético de los primeros seis meses del año se recorta a u$s3.247 millones debido a las exportaciones de combustibles y energía por u$s2.873 millones, un 19% menores que las registradas en el primer semestre de 2012.

Para dimensionar la importancia del ítem agrícola en las exportaciones, hay que subrayar que las liquidaciones rendidas por la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC), por u$s12.800 millones, representan un 31,3% del total vendido, 40.921 millones de dólares. Las compras de combustibles y lubricantes fueron un 17% de los u$s35.967 millones importados.

Otro contraste que se registra al comparar los rubros energético y agroexportador es el de la evolución de las cotizaciones, que permiten inferir en el segundo semestre una mayor debilidad del ingreso de dólares frente a los egresos. Mientras que el barril de petróleo en Nueva York, mercado de futuros de referencia, avanzó un 13% a los actuales u$s103,08, la tonelada de soja en Chicago cayó en los primeros siete meses del año un 5%, desde los u$s521,30 del cierre de 2012 a los u$s495,45 de hoy, su valor más bajo de 2013.

Así como la producción global de granos creció con fuerza este año en torno al 20%, debido al rebote de la producción en los tres principales exportadores mundiales (EEUU, Brasil y Argentina), que sufrieron una grave sequía en la campaña anterior, las cotizaciones cayeron en la misma o mayor proporción. El poroto de soja que el 31 de julio de 2012 se pactaba a u$s631,53 por tonelada para los contratos con entrega en agosto, hoy se sitúa 21,5% abajo. La tonelada de maíz se negociaba hace un año a u$s317,40 por tonelada en el contrato para septiembre; la misma posición hoy se negocia a u$s195,36 por tonelada (-38,4% interanual), mientras que el trigo cedió 26,4% en la misma comparación, de u$s327,57 por tonelada en 2012 a los actuales 240,95 dólares. La pulseada entre el costo para abastecerse de energía y el ingreso de agrodólares sigue pareja y sin ganadores a la vista.

Si sube el dólar, crece la “retención cambiaria”

En una etapa del ciclo económico en el que los dólares que quedan en el país son insuficientes para garantizar el crecimiento y aumenta el déficit fiscal, el atraso cambiario asoma como una herramienta útil para que el Gobierno equilibre sus cuentas. Un tipo de cambio oficial “atrasado” deja un beneficio indirecto debido a que el Banco Central reconoce a los importadores $5,18 por dólar, frente a un dólar libre de $9,30 y un dólar financiero (“contado con liquidación”) de 9,14 pesos.

Esta suerte de “retención cambiaria” significa un aporte superior al que el Banco Central registra por utilidades y adelantos transitorios que le gira al Tesoro, y puede ser una de las razones que explica por qué el Gobierno no se apura en depreciar más el peso.

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La importación de energía arrasa con las retenciones al agro

La importación de energía para cubrir las necesidades de gas y petróleo en el mercado interno sigue en ascenso este año y puede superar holgadamente los 10 mil millones de dólares que demandó en 2011 y 2012. Según expertos del sector, en 2013 las compras ascenderán a u$s14 mil millones, según la tendencia del primer bimestre del año. Un leve crecimiento de la actividad económica, junto con una reducción en la producción de crudo y gas, justifica este pronóstico.

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La soja protagoniza la agenda económica

El Gobierno comenzó a ajustar los mecanismos para fortalecer la recaudación, en la que la soja desempeña un rol fundamental para mejorar las finanzas del Estado a través de las retenciones, cuando el gasto público sigue subiendo a mayor velocidad que los ingresos y se reducen las reservas del Banco Central.

Según la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP), en el primer bimestre del año, el gasto primario sumó $73.780 millones y creció un 36% interanual, contra el 23% del superávit primario, a 81.462 millones de pesos. En tanto, el Ministerio de Economía informó que en enero, las cuentas públicas registraron un superávit primario de $815,7 millones, gracias a las transferencias del Banco Central, el PAMI y la ANSeS. Contabilizado el pago de deuda, otra vez hubo déficit financiero: 1.582,5 millones de pesos.

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