A fines de este año expirará el mandato del actual secretario general de las Organización de Naciones Unidas (ONU), el surcoreano Ban Ki-Moon. Por tradición, el puesto rota entre las regiones del globo y le tocará a Europa del Este proponer a sus candidatos. Bulgaria acaba de nominar a Irina Bokova, actual directora general de Unesco. No estoy lo suficientemente familiarizado con su gestión administrativa como para evaluarla desde ese ángulo. Políticamente, sin embargo, durante su mandato en ese organismo ocurrieron algunas cosas desagradables que despiertan reparos y me llevan a hacer la pregunta contenida en el título de esta nota. Desde el punto de vista de la igualdad de género, la elección luciría correcta, al dar ese puesto clave del sistema de la ONU por vez primera a una mujer. Pero eso podría ser todo lo positivo del asunto.
La señora Bokova tiene un pasado rojo destacado. Fue miembro activo del Partido Comunista Búlgaro durante la Guerra Fría, cuando su padre, Georgi Bokov, era el editor responsable del Rabotnichesko Delo, su publicación oficial. Estudió en el Instituto de Relaciones Internacionales de Moscú, una usina ideológica de diplomáticos comunistas. Permaneció en el partido hasta que pasó a llamarse Partido Socialista Búlgaro. De aceptarla, quizás la ONU busque balancear su propia historia al untar como líder máximo a una búlgara con pasado comunista como contrapeso a haber electo a un austríaco con pasado nazi, Kurt Waldheim. De cualquier forma, la gente cambia. ¿No fue acaso el nicaragüense Sergio Ramírez un vicepresidente sandinista y el peruano Mario Vargas Llosa alguna vez un izquierdista? Continuar leyendo