Festejo que estemos inmersos en variados debates democráticos. El Gobierno fue exitoso en algunos de sus proyectos. Claro que llama la atención que demasiados legisladores que lo apoyaron, sellando el fin del kirchnerismo hoy vuelvan a ocupar su espacio opositor. Algunos miembros del Gobierno se refieren a la falta de un rumbo claro como lo nuevo de la política; uno, con Zygmunt Bauman, llegó hasta la noción de realidad líquida. Es muy ocurrente que la ausencia de discurso político se convierta en la marca de la modernidad.
Nuestra sociedad no está dividida entre peronismo o antiperonismo, como pretenden demasiados; a veces pienso que la división principal es entre política y otras especies variadas pero nunca dedicadas a lo esencial. Es cierto que arrastramos graves problemas económicos, tan cierto como que hemos probado todas las teorías y siempre terminamos en una crisis. El gran debate nacional es quién es el culpable del fracaso, lo que no se discute y nos une a todos es asumir que hemos fracasado. La concepción peronista o nacional tuvo vigencia hasta el año 1975, digamos hasta Celestino Rodrigo; el golpe de 1955 no dañó la integración social. Continuar leyendo