¿Mini Moncloa peronista?

Otro de los famosos apotegmas del justicialismo, legado del propio Perón en sus últimos años, decía que “los peronistas somos como los gatos: cuando parece que nos estamos peleando, en realidad nos estamos reproduciendo”. Y hay algo en sus palabras que nos resulta familiar en la actual coyuntura económica. Porque cuando pareciera que el control de la política económica se le va de las manos, bien podría estar sucediendo que el gobierno está colaborando, voluntaria o involuntariamente, con la próxima gestión peronista.

Aunque algunas voces del oficialismo sigan sosteniendo que el cimbronazo del tipo de cambio fue provocada por “los mercados”, el debate tiende a saldarse: fue el gobierno quien, en el vacacional mes de enero, buscó un valor de equilibrio del dólar de alrededor de los 8 pesos, “enfría” la economía de los próximos meses vía tasas de interés, y trata de contener el traslado a precios de la devaluación.

El lanzamiento del plan ProgResAr y el anuncio del aumento en las jubilaciones -en rigor, algo que dispone la ley vigente- buscan atemperar los costos de la corrección macro sobre los sectores más vulnerables. Pero el timing de la devaluación -el anteúltimo verano del gobierno- y la trama política que la rodeó sugieren que la decisión pudo estar originada en un Ajuste Solidario Intertemporal Peronista (ASIP), motivada en dejar la situación un poco mejor para el próximo gobierno.

Hay tres elementos claves en este proceso político. El primero de ellos, al que nos hemos referido en varios informes anteriores, es que la expectativa de que el peronismo (fundamentalmente, nos referimos al conjunto de los peronismos provinciales y municipales) participe del próximo período de gobierno (sea éste una continuidad del kirchnerismo, o un postkirchnerismo de tonalidad peronista) es bastante alta, y esto se respira tanto dentro como fuera del oficialismo. El segundo, es que con la llegada de Capitanich a la Jefatura de Gabinete se abrió la puerta a un diálogo más fluido entre la Nación y las provincias. Y el tercero es que los principales aliados con que cuenta el gobierno para gestionar el ajuste provienen del interior de la coalición socio-política gobernante, y son los sindicalistas y los gobernadores.

Continuar leyendo

Se sale con liderazgo político

Argentina no está, propiamente hablando, en una crisis. En lo económico, no se registra ninguna de las situaciones de manual -recesión, hiperinflación, alto desempleo, cesación de pagos, desabastecimiento- y hay aún indicadores macroeconómicos fuertes para mostrar. Y en lo político, el oficialismo sigue siendo la principal fuerza política del país, con mayorías parlamentarias y aliados provinciales, y una indudable capacidad de implementar políticas y decisiones. De los gobiernos democráticos que tuvieron que afrontar una devaluación de la moneda, el actual es probablemente el más sólido de todos.

No obstante, está en una encrucijada. A las puertas de una crisis, si se toma el camino equivocado. Todas las fortalezas de la macro y el poder político-institucional aún vigentes, se licuarían si el dolar se disparase por encima del valor de equilibrio de alrededor de 8 pesos (o 10 para la compra, si sumamos el 20% de la AFIP) que el gobierno ha planteado. Si algunos operadores le ganan la pulseada al Estado, entonces la devaluación se habrá salido de manos. El valor de la moneda y la inflación serán impredecibles, y el conjunto de los actores económicos, para protegerse de la incertidumbre, remarcarán en grande o retendrán stock. Y ahí sí que estaremos en una crisis.

Por esa razón, porque hay algo que debe ser sostenido, es imprescindible que el gobierno lidere el proceso. La primera reacción, la de echar culpas a los especuladores, no fue la más atinada, porque transmite el mensaje de que el gobierno no está en control de la situación. Más bien, lo que hay que hacer es explicar lo hecho, defenderlo, plantear una visión y dejar claras las pautas. Lo que en este caso significa:

Continuar leyendo