Finalmente, el día más esperado del año pasó y dejó consigo una enorme enseñanza para toda la ciudadanía: su voluntad sí importa. Pese a todo el aparato que intentó imponer a un candidato con el cual la gente debía conformarse, el pasado domingo se demostró que la enorme mayoría del pueblo está cansado, quiere que las cosas mejoren y no se resignará a vivir eternamente a los parchazos.
La mayoría de los argentinos pidió un cambio en las urnas el 25 de octubre y lo hará de nuevo el 22 de noviembre próximo. Pero más allá de eso, quisiera dirigirme en esta columna a aquellos que votaron al candidato del Frente para la Victoria, no para pedirles que cambien de parecer, sino para decirles que no se preocupen, que cuentan con nosotros y lo harán también a partir del 10 de diciembre.
Sé que todos emitieron su sufragio ilusionados en que el país mejore, en que no se abandonen a los que menos tienen, en que la salud sea pública, pero ahora de calidad, que la educación sea gratuita, pero que sin importar la escuela a la que manden a sus hijos tengan la tranquilidad de estar dándoles todas las herramientas para que forjen su futuro, que cada uno pueda tener su casa propia, y, por supuesto, acabar con la pobreza.
Todos compartimos los mismos deseos, no estamos tan lejos, todos buscamos una Argentina próspera. ¿Pero por qué hacerlo en aquellos que demostraron no lograrla? Continuar leyendo