El poder de un voto

Finalmente, el día más esperado del año pasó y dejó consigo una enorme enseñanza para toda la ciudadanía: su voluntad sí importa. Pese a todo el aparato que intentó imponer a un candidato con el cual la gente debía conformarse, el pasado domingo se demostró que la enorme mayoría del pueblo está cansado, quiere que las cosas mejoren y no se resignará a vivir eternamente a los parchazos.

La mayoría de los argentinos pidió un cambio en las urnas el 25 de octubre y lo hará de nuevo el 22 de noviembre próximo. Pero más allá de eso, quisiera dirigirme en esta columna a aquellos que votaron al candidato del Frente para la Victoria, no para pedirles que cambien de parecer, sino para decirles que no se preocupen, que cuentan con nosotros y lo harán también a partir del 10 de diciembre.

Sé que todos emitieron su sufragio ilusionados en que el país mejore, en que no se abandonen a los que menos tienen, en que la salud sea pública, pero ahora de calidad, que la educación sea gratuita, pero que sin importar la escuela a la que manden a sus hijos tengan la tranquilidad de estar dándoles todas las herramientas para que forjen su futuro, que cada uno pueda tener su casa propia, y, por supuesto, acabar con la pobreza.

Todos compartimos los mismos deseos, no estamos tan lejos, todos buscamos una Argentina próspera. ¿Pero por qué hacerlo en aquellos que demostraron no lograrla? Continuar leyendo

El atril vacío

En el país de las maravillas todo está bien, la economía es más pujante que la canadiense y la australiana, los pobres alemanes emigran hacia esas tierras en busca de prosperidad, la inversión, en palabras de su ministro de Economía, vuela, las personas gozan de pleno empleo y pueden elegir libremente qué hacer con sus ahorros, ya que no existe ninguna restricción al cambio de monedas, aunque esto no sea necesario, puesto que la inflación es mínima. Ni hablar de la inseguridad, esta es una simple sensación que no se ve reflejada en los hechos: La gente camina tranquila en las calles, los niños juegan en la vereda y los vecinos toman mate tranquilos fuera de sus hogares, con la puerta abierta. La calma reina.

Resulta que en pocas semanas en el país de las maravillas se elegirá nuevo presidente, ¿pero quién podría oponerse a tan exitoso y próspero modelo? Pues todos aquellos que saben que, al igual que la antigua obra de Lewis Carroll, ese país es puro cuento.

Pero llegó el día en el que la realidad les golpeó en la cara a los autores del relato. ¿Cómo decirles a las familias de los niños que murieron de hambre que la pobreza no existe en la Argentina? ¿Cómo decirles a los jubilados que hacen malabares para llegar a fin de mes que la inflación es ínfima? ¿Cómo les explicamos a todos aquellos cuyos seres queridos perdieron la vida cuando quisieron robarles el celular, la cartera o lo que sea que llevasen puesto? ¿Que ello se debió a una simple sensación? Continuar leyendo