Finalmente, el día más esperado del año pasó y dejó consigo una enorme enseñanza para toda la ciudadanía: su voluntad sí importa. Pese a todo el aparato que intentó imponer a un candidato con el cual la gente debía conformarse, el pasado domingo se demostró que la enorme mayoría del pueblo está cansado, quiere que las cosas mejoren y no se resignará a vivir eternamente a los parchazos.
La mayoría de los argentinos pidió un cambio en las urnas el 25 de octubre y lo hará de nuevo el 22 de noviembre próximo. Pero más allá de eso, quisiera dirigirme en esta columna a aquellos que votaron al candidato del Frente para la Victoria, no para pedirles que cambien de parecer, sino para decirles que no se preocupen, que cuentan con nosotros y lo harán también a partir del 10 de diciembre.
Sé que todos emitieron su sufragio ilusionados en que el país mejore, en que no se abandonen a los que menos tienen, en que la salud sea pública, pero ahora de calidad, que la educación sea gratuita, pero que sin importar la escuela a la que manden a sus hijos tengan la tranquilidad de estar dándoles todas las herramientas para que forjen su futuro, que cada uno pueda tener su casa propia, y, por supuesto, acabar con la pobreza.
Todos compartimos los mismos deseos, no estamos tan lejos, todos buscamos una Argentina próspera. ¿Pero por qué hacerlo en aquellos que demostraron no lograrla?
En la ciudad de Buenos Aires se efectivizó un modelo de gestión y de eficiencia, todo ello plasmado en la mejor educación y salud pública del país, en una ciudad limpia y muchísimo más segura, con colectivos que llegan a horario, un tránsito más fluido, con nuevas empresas radicadas que generan empleo genuino en el distrito. Además, con numerosos nuevos servicios que han mejorado la calidad de vida de los porteños, quienes por su experiencia han querido potenciar este modelo al respaldar la candidatura presidencial de Mauricio Macri con más del 50% de sus votos.
Ese fenómeno explica también lo que ha ocurrido en la provincia de Buenos Aires, gobernada hasta ahora por Daniel Scioli, donde los bonaerenses decidieron seguir el ejemplo de sus vecinos de la ciudad y escogieron como gobernadora a María Eugenia Vidal para trasladar allí una administración preocupada simplemente por solucionarle los problemas a la gente. Para terminar con más 50 años de gobiernos del mismo símbolo político y dar así un giro hacia algo nuevo, hacia una esperanza de algo mejor.
A lo largo de la campaña, se ha hablado constantemente sobre qué candidato le dará sus votos a uno u otro presidenciable, como si ellos dispusieran de estos a gusto y piacere, cuando ha quedado demostrado por los últimos acontecimientos que los votos le pertenecen a la gente, sin importar lo que ordenen los arcaicos políticos que dicen representarlos. Sobre todo en la provincia de Córdoba y en la de Buenos Aires quedó claro que la decisión es del pueblo, de cada ciudadano, y con su voto pueden generar una verdadera revolución.