El reencuentro de Estela Carlotto y su nieto es un triunfo del ser humano. Para muchos, sin embargo, la emoción queda interferida por el uso político de los derechos humanos, banderas que el Gobierno se adueñó, como si estuvieran en alquiler, convirtiéndola en una causa cómoda para que el discurso progresista pueda subirse a un proyecto peronista.
La primera reacción fue la emoción, cómo no iba a ser así, quién no va a celebrar que se reencuentre un vínculo tan afectivo como el de una abuela y un nieto, sobre todo una abuela tan simbólica, un ejemplo de lucha para muchos; claro, y un chico con una historia muy dura y muy tierna: músico y sensible, un chico común. La historia del nieto de Estela toca fibras tan sensibles e íntimas que es imposible estar ajeno a la reacción que provoca, es imposible no sentir algo de eso que sintieron varios.