Una alegría empañada por el uso político

Lucio Ferreira

El reencuentro de Estela Carlotto y su nieto es un triunfo del ser humano. Para muchos, sin embargo, la emoción queda interferida por el uso político de los derechos humanos, banderas que el Gobierno se adueñó, como si estuvieran en alquiler, convirtiéndola en una causa cómoda para que el discurso progresista pueda subirse a un proyecto peronista.

La primera reacción fue la emoción, cómo no iba a ser así, quién no va a celebrar que se reencuentre un vínculo tan afectivo como el de una abuela y un nieto, sobre todo una abuela tan simbólica, un ejemplo de lucha para muchos; claro, y un chico con una historia muy dura y muy tierna: músico y sensible, un chico común. La historia del nieto de Estela toca fibras tan sensibles e íntimas que es imposible estar ajeno a la reacción que provoca, es imposible no sentir algo de eso que sintieron varios.

Tener que aclarar que uno está en contra de los golpes de Estado, de la desaparición física de cualquier persona, de la violencia sistemática y de los crímenes atroces parece un acto de demagogia, pero siento que tengo que hacerlo, porque emitir una opinión un poco distinta a la común, hace que a uno lo tilden de cosas que no es, por eso la aclaración. Pero el tratamiento que hicieron desde el gobierno y sus simpatizantes sobre un tema tan delicado como fue la dictadura a mi me generó cierto rechazo: los lugares comunes, cierta línea discursiva muy artificial que busca simplificar una historia demasiado compleja en un cuento donde había pocos factores y muy claros que solo el peso de la maldad podría explicar.

El show mediático, el despliegue de emociones estruendosas en la aparición del nieto de Estela, a mí me hizo tomar distancia, pero no porque la historia no me emociona ni me parece justa, repito, estoy contento por el final de esa historia, cómo no estarlo, es un triunfo del ser humano, pero yo no me olvido del tratamiento electoral que le dio al tema de la desaparición de personas un Gobierno que se compró la causa de los derechos humanos para generar legitimidad. Ahora el camino para la valentía está más llano, pero decisión y valentía se necesitó en la década del 80, ahí se tuvo que tomar decisiones sin dudar, esta era la década para encontrarle una vuelta, para evolucionar el tema de la dictadura, que fue un ejemplo claro y temible de lo que puede pasar en este país cuando la mesa chica nacional se vuelve notablemente ilógica; y era la oportunidad, fue la oportunidad, de hacer la catarsis y la superación del tema a la alemana, es decir, una visión superadora del conflicto, una visión que genere cohesión, llamando a todas las partes posibles involucradas en el dolor, una mirada sin partido, una causa nacional. Pero nunca fue así, nunca el gobierno nacional lo quiso así; quiso adueñarse de esas banderas, como si estuvieran en alquiler. Generaron movimientos ridículos, denunciaron a Ernestina Herrera de Noble de ser apropiadora de sus hijos, la acusaron antes de que se probara cualquier cosa, lo dijeron convencidos y luego cuando se equivocaron no dijeron nada, pero nada. En la ESMA armaron un Nestordromo que no le interesa a nadie que no esté embebido en la estructura del gobierno nacional, y lograron, acertadamente, que se dejase de hablar del tema. Banalizaron la dictadura, como si se tratase de una causa cómoda para que el discurso progresista, eternamente lejos del poder pueda subirse a un proyecto peronista.

Y ahora que hay una buena noticia para contar, ahora que hay una cosa que podría comunicarse maduramente, para que reflexionemos y hagamos una síntesis más amorosa de ese pasado ridículo, nefasto y oscuro, lleno de matices bien argentinos e inexplicables, ahora que tenemos esa oportunidad, a mí y a varios que no somos oficialistas nos pesan las maniobras cínicas y corruptas que se hicieron sobre esto, y me quita la mitad de lo que me puede emocionar una causa naturalmente justa como es la recuperación de la identidad, y eso me pasa porque yo no me puedo olvidar del uso siniestro y electoral de algo que duele y supura como si hubiese lastimado ayer.