¿Trabajadores con plasmas, celulares y viajes al exterior?

El economista Javier González Fraga despertó una fuerte polémica al manifestar que el kirchnerismo creó un populismo donde un empleado medio pensaba que con su salario era posible tener “celulares, autos, motos e irse al exterior”. La frase, de lectura antipática, encendió el debate con defensores y detractores.

De un lado de la grieta, los nostálgicos Nac and Pop argumentaron que la justicia social de la última década lo hizo posible. Del otro, los encolumnados detrás de Mauricio Macri justificaron al economista radical y advirtieron que hoy pagamos los platos rotos de la fiesta populista, sin hacer mucha referencia sobre el tema en cuestión de las posibilidades de un trabajador promedio.

Todos tienen un poquito de razón y a la vez están equivocados. Lo destacado es que ambos modelos son incompatibles con la sustentabilidad y con el bienestar de los trabajadores de recursos moderados.

¿Puede un trabajador promedio tener celulares de última generación, grandes televisores modernos y viajar en avión donde quiera, con su familia, en el marco de una economía sustentable? Sí. Pero no en Argentina. Continuar leyendo

Mi vecino, el militante k

Antes que nada quiero reconocer que valoro la acción de dedicarle tiempo personal a los asuntos políticos. Más allá de las ideas que se defiendan, la preocupación por la cosa pública siempre me pareció respetable.

Durante los últimos años se ha sobredimensionado la participación juvenil en los grupos kirchneristas. Parte del relato indicaba que por primera vez en muchos años grandes masas militantes abrazaban la causa “nacional y popular” oficialista. Si bien la última versión del peronismo ha despertado entre muchos jóvenes más popularidad que los últimos gobiernos, el mito de La Cámpora estuvo siempre más relacionado a miles de contratos estatales que sirvieron como nodo para los coordinadores de grupos juveniles. Sin el uso de los recursos fiscales nada del despliegue al que nos acostumbró el kirchnerismo hubiese sido posible.

Desde el resultado de la primera vuelta algo cambió. Mucha gente, no necesariamente vinculada con los beneficios del Estado, ha decidido hacer todo lo posible para advertir a cuanta gente pueda, de la catástrofe que significaría un eventual gobierno de Mauricio Macri. Si bien son varios los que se suben a los trenes o se encuentran en las esquinas predicando el manual del buen sciolista, que se actualiza a diario entre continuidad y renovación, es evidente que son muchos más los que dejan cartas debajo de las puertas o pegan artículos en los ascensores, como creyentes religiosos que suplican la salvación antes del fin del mundo. Uno de ellos es mi vecino K. Continuar leyendo

Tinelli es más democrático que Feinmann

Sin dudas los cuerpos legislativos deberían dejar de otorgar reconocimientos como el de “Personalidad destacada de la cultura” con el que fueron condecorados Marcelo Tinelli y el filósofo José Pablo Feinmann. Lamentablemente, existe la creencia de que si algo no es avalado por el Estado no es reconocido. Esto es falso. El reconocimiento como personalidades destacadas es acreditado por cada persona que mira Showmatch o que compra un libro de Feinmann, que se enojó por haber sido galardonado con la misma distinción que el popular conductor.

Quisiera dejar en claro, desde mi perspectiva personal, que encuentro más interesante “Filosofía aquí y ahora” que el baile de los famosos. Si bien hace años disfrutaba del enano Gula Gula o de Leo queriendo instalar un surtidor en la vereda, la versión actual del show de Tinelli no llama mi atención. En cambio, a pesar de las diferencias ideológicas, que se traducen en diferentes maneras de analizar la realidad y el mundo, he visto muchas veces el programa de filosofía en el canal estatal. Lo encuentro útil a mi formación y considero interesante la interpretación de las personalidades de la historia por parte de un filósofo que se encuentra en mis antípodas.

Es más, me encantaría que la realidad (formada por las personas y sus valoraciones) fuese otra. Sería feliz si pudiera tener en los medios, en lugar de los programas de chimentos, debates de filosofía donde Feinmann tenga que defender sus posiciones marxistas ante pensadores que lo critiquen desde otras perspectivas. Sin embargo, en su mayoría, la gente no está interesada en eso. Por esta razón Tinelli es amo y señor hace años de la televisión argentina y Feinmann tiene un programa financiado por la coerción de los impuestos de la mano del Ministerio de Eduación y la Presidencia de la Nación.

Si bien el populismo tiene una visión sesgada de la democracia, la realidad es que ser democráticos quiere decir, por sobre todas las cosas, ser respetuoso de la voluntad de la gente. Si las proporciones y diferencias entre la cantidad de lectores de uno y el ráting de otro ofenden al filósofo es otra historia.

Una sociedad democrática acepta los gustos y preferencias de las personas. Cuando esas preferencias no son compartidas, los espacios con tendencias totalitarias se ponen nerviosos. Esto abarca a todo el autoritarismo conservador. Nada más parecido que la izquierda y la derecha en su nerviosismo por las preferencias de los ciudadanos en libertad.

Por más que le pese al filósofo, Tinelli tiene más que ver con la democracia y la libertad de elegir. Su programa es financiado por aportes voluntarios de la sociedad civil. El día que el público lo rechace, tendrá que hacer otra cosa si quiere conservar sus ingresos. Si José Pablo Feinmann busca dar el ejemplo, en lugar de renunciar a reconocimientos, debería abandonar sus ingresos estatales y someterse al arbitrio democrático del público y el control remoto al que se somete Marcelo Tinelli cada vez que hace su programa.