James Foley, periodista fotográfico de tan sólo 40 años fue ejecutado esta semana, de la manera más cruel, en tierras sirias, a manos de unos salvajes, como los denominara el New York Post en su portada, ya que no cabe otro adjetivo. Yihadistas islámicos pertenecientesal EIIS ( Ejército Islámico de Irak y Siria) lo decapitaron. Pero no les fue suficiente con semejante acto vandálico. Lo filmaron y subieron el cruento video del asesinato a la red titulándolo “Mensaje a América”, difundiendo así su cobarde hazaña con el fin de dominar por el terror.
Los pecados de Foley: ser cristiano católico y norteamericano. De rodillas, vestido con una túnica naranja y esposado con sus manos en la espalda, murió como un grande, un héroe, un mártir, mostrando dignidad y coraje hasta el final. Le mostró al mundo entero, tanto con su vida como con su muerte, las atrocidades que están llevándose a cabo en una de las partes más violentas del mundo donde reinan la intolerancia, la barbarie y la tiranía.