Un mundo globalizado plagado de guerras y muertes

¿Cómo iban a imaginar aquellas 298 almas inocentes mientras esperaban en el aeropuerto de Ámsterdam, despidiéndose de familiares y amigos, que embarcarían el vuelo MH17 con destino a  la muerte? A tan sólo meses de la trágica y misteriosa desaparición de otro vuelo de Malaysian Airlines en el Océano Índico, la ley de probabilidades indicaba que era casi imposible que otro avión perteneciente a esa misma línea aérea sufriera una nueva tragedia . Tripulantes y pasajeros  de once nacionalidades diferentes, ninguno ruso ni ucraniano, y hasta quizás con poco o nulo conocimiento acerca del conflicto que acechaba la zona que sobrevolaba , pasaron desde hace unos días a engrosar las listas de muertos en una de las tantas guerras que parece no tener fin.

Ya no importa si el misil que derribó al avión  fue lanzado por ucranianos o rebeldes pro rusos de Donetsk o Lugansk. O la delirante teoría de que el misil iba dirigido al avión en que se trasladaba de regreso de su viaje por Latinoamérica el presidente ruso, Vladimir Putin. Con seguridad ese avión no arriesgaría sobrevolar por semejante zona, sería suicida. Como si fuera  tan fácil derribar aviones presidenciales que extreman su seguridad. La única verdad es que nada ni nadie le devolverá la vida a estas personas , y sus familias nunca olvidarán, la herida sangrará por siempre.  Lo que cabe preguntarse es cuántos más tendrán que morir.

En un año donde se cumple el centenario de la Primera Guerra Mundial, una buena parte de la civilización coquetea con un peligroso grado de violencia.  Primero llegó la gran crisis económica del 2008/2009, con epicentro en los Estados Unidos, pero que rápidamente y cual efecto domino se propagó por todo el mundo. A pesar de haber salido lentamente de ella de manera dispar, la violencia empezó a aflorar en distintas partes del mundo como hacia tiempo no sucedía.

En febrero comenzaron las protestas en Venezuela contra el gobierno de Maduro con miles de muertos y presos políticos. Hoy persisten, y esa nación continúa atrapada en su propio laberinto, creado por el chavismo, y sus dirigentes parecieran no poder encontrar salida. Mientras tanto, su economía sigue barranca abajo y desmoronándose a pesar del alto precio del petróleo, algo incomprensible para cualquier buen entendedor ya que son uno de los grandes productores y exportadores del oro negro. Del otro lado del mundo, allá por febrero también, las calles de Kiev, en Ucrania, se transformaron en ríos de sangre. Protestas callejeras violentas y revolucionarias, luego de sangrientos enfrentamientos con las fuerzas policiales y militares que respondían al gobierno, derrocaron finalmente al presidente Yanukovich, quien contaba con el apoyo de Rusia. Inmediatamente después comenzaron los disturbios en Crimea, península  perteneciente a Ucrania, que finalmente fue anexada a Rusia, referéndum mediante.  Pero todo no termina aquí, sino por el contrario, esto ha dado comienzo a más batallas al este de Ucrania, en Donetsk y Lugansk, con gran número de población rusa comenzando su propia lucha y confiar sus destinos a Moscú. Lógicamente, Putin respalda todos estos movimientos para cumplir su sueño de reconstruir la desmembrada Unión Soviética, y recuperar el poder y protagonismo perdido por Rusia.

En Medio Oriente cesan abruptamente las negociaciones de paz entre Israel y Palestina para ser reemplazadas una vez más por tanques y misiles en una guerra que se llevara la vida de algunos israelíes y muchos palestinos. En Siria continúa la guerra civil que no da tregua y ya lleva tres años y más de 170 mil muertos. Los refugiados que perdieron todo se cuentan por los millones. Irak, cuya incipiente democracia pende de un hilo, comenzó su propia guerra. Extremistas Islámicos sunitas del EIIS , Estado Islámico de Irak y Siria, quieren reformular los mapas y crear un gran Califato Islámico. Ya han avanzado sobre varias ciudades y puntos estratégicos iraquíes como Mosul, donde se han saqueado grandes sumas de dinero y armamentos que los vuelve aún más temerarios. Maliki, el primer ministro iraquí chiíta, esta haciendo poco para lograr una tregua y negociar.  Irán, por su parte, logró extender por más meses el plazo de negociación ganando tiempo para seguir enriqueciendo uranio con fines nucleares.

Asia no parece tampoco estar trabajando por la paz. Corea del Norte amenaza a su vecino del sur con reiniciar la guerra y, en un acto de provocación, realiza ejercicios militares con misiles de corto mediano y largo alcance en sus fronteras  y espionaje con drones. China avanza sobre islas en sus mares por cuestiones estratégicas enfrentándose diplomáticamente a Vietnam, Malasia y Japón. Por su lado, Japón frente a la amenaza de China y Rusia, quiere reformular su Constitución para así poder tener mayor influencia militar en la zona asiática lo que traería aún más tensión.

En África tampoco las cosas están mejor. Sudán del Sur disputa su propia guerra. Somalia acecha con sus actos de piratería. Nigeria y el secuestro de las más de 200 niñas por Boko Haram, grupo extremista que ayer ha izado nuevamente su bandera blanca y negra al noreste de la capital nigeriana perpetrando un feroz ataque causando 100 muertes.

Un mundo plagado de violencia que parece estar fuera de control y donde cada uno esta concentrado en ganar poder o territorios.

Frente a todo este escenario, Naciones Unidas hace poco. Estados Unidos y Europa siguen sancionando a Rusia con muy pocos resultados. Mientras tanto, Vladimir Putin y su par chino, Xi Jinping, se dedican a buscar materias primas y aliados en América Latina, no por afinidad sino por mera conveniencia. Pareciera estamos atravesando un período de caos que, si no lo frenamos a tiempo, puede terminar en algo peor. Las alarmas están encendidas, habrá que ver quien las escucha.

Estados Unidos, Japón y Vietnam: viejos enemigos unidos frente a la amenaza China

En agosto de 1945 Estados Unidos lanza dos bombas atómicas en territorio japonés destruyendo las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, dejando un saldo de 230 mil muertos e imágenes imborrables y devastadoras en la memoria del pueblo japonés. Sin embargo llegaría el día en que Japón cerraría sus heridas y se transformaría en amigo y aliado de su mayor destructor. ¿Qué decir de la cruenta y larga guerra de Vietnam (1959- 1975) donde Estados Unidos fue vencido ? ¿Quién iba a pensar que llegaría el día en que su vencedor le pediría auxilio contra un antiguo aliado?

China y Rusia renuevan su vieja alianza

Esta semana se produjo el esperado encuentro entre el presidente ruso Vladimir Putin y su par chino, Xi Jinping en Beijing. Su visita de dos días resulto más que fructífera para el presidente ruso quien partió del gigante asiático con las manos llenas y nuevos aires de victoria. Si bien históricamente han sido aliados en el pasado, tuvieron un período de distanciamiento donde China, más temerosa de Rusia en ese entonces devenida en la poderosa Unión Soviética, decide reanudar relaciones con los Estados Unidos, durante la era de Nixon, como forma de contrarrestar poder y disuadir cualquier intención rusa de invadir sus territorios. Durante esta breve estadía en territorio chino, Putin logró finalmente, luego de diez años, un acuerdo económico para la venta de gas por millones de dólares, una cumbre de seguridad regional que incluye ejercicios militares conjuntos en la costa china, y el veto acompañando a Rusia, de una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas con respecto al conflicto en Siria. A tan sólo días de los conflictivos comicios a realizarse en Ucrania, Putin deja sentado a Occidente, que no está solo, sino por el contrario, muy bien acompañado.

En la noche del miércoles, luego de una extensa y difícil ronda de negociaciones, China y Rusia firmaron un acuerdo de compra venta de gas cercana a la cifra de 400 mil millones de dólares. En el acuerdo la compañía estatal rusa Gazprom se compromete a proveer a la Corporación Nacional de Petróleo de China también controlada por el Estado, 38 mil millones de metros cúbicos de gas por año, entre los años 2018 y 2048. Para Putin, no sólo representa el mayor acuerdo económico de gas logrado en la historia de Rusia, sino una victoria geopolítica. Este acuerdo ayudará al Kremlin a reducir su dependencia económica de Europa a quien exporta una importante cantidad de gas y quien a partir de los eventos en Ucrania, se ha transformado en un archienemigo.

Los lazos comerciales entre ambos países vienen en aumento. Rusia es el mayor socio comercial de China con flujos bilaterales por 90 mil millones de dólares en el 2013. Por otro lado, si los bancos occidentales se negaran a dar préstamos a Rusia, como represalia por Crimea y su accionar en el este de Ucrania, China podría salir a rescatarla suplantándolos. China por su parte necesita de los recursos estratégicos naturales que posee Rusia en abundancia. El acuerdo de gas le permitirá reducir el uso de carbón como fuente de energía, y así poder reducir el alto nivel de contaminación de muchas de sus ciudades.

En el día de ayer China sorprendió vetando junto con Rusia una resolución propuesta por Francia dentro del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas desafiando no sólo a la mayoría, sino a grupos defensores de derechos humanos y a los Estados Unidos. La resolución proponía llevar al régimen sirio a la Corte Penal Internacional para que investigara los crímenes de guerra. El conflicto en Siria lleva más de tres años y ya ha costado unas 150.000 vidas. De los 15 miembros permanentes del Consejo de Seguridad, 13 votaron a favor. Es la cuarta vez que ambos países utilizan en forma conjunta el poder de veto que tienen por ser miembros permanentes del Consejo de Seguridad, para bloquear una acción coercitiva por parte del organismo internacional para sancionar al régimen de Bashar Al Assad. Ambos justifican el veto diciendo que cualquier acción en contra del régimen sirio haría caer las negociaciones de paz iniciadas en Ginebra I y II , no pudiendo llegar a una tercera ronda. Pero China también se abstuvo de votar en marzo cuando el Consejo rechazó el referéndum propuesto por Rusia en Crimea previo a anexarla. Ambos países han tomado una postura similar a la tomada con Siria en lo referente  a Irán y su tan cuestionado programa nuclear. Se han comportado más como aliados con Irán confrontando con el resto de los países, Rusia aún más abiertamente.

Rusia y China sienten un enorme orgullo y un gran nacionalismo. Se reconocen como potencias históricas. Hoy comparten su antagonismo con los Estados Unidos con quien compiten por el primer puesto del mundo. Tienen gobiernos dictatoriales pero han sabido reconocer que la economía de mercado es el camino al crecimiento. Ambos están en una etapa expansionista donde quieren recuperar territorios perdidos y zonas estratégicas. Rusia con la anexión de Crimea recientemente, y el intento en el este de Ucrania. China en el mar del este y del sur. Con sus ojos en Taiwán, inversiones en recursos estratégicos en África y América Latina.

Pero este idilio puede quebrarse fácilmente ya que ambos son vecinos, históricamente han desconfiado y temido el uno del otro. Recordemos que los misiles nucleares rusos apuntan todos al territorio chino.