Candidatos del pragmatismo

El proceso electoral argentino 2015 presenta sus extrañezas. La más notoria tiene que ver con la desideologización de sus principales protagonistas. No es casual que tanto Daniel Scioli como Mauricio Macri y Sergio Massa no hayan nacido a estas candidaturas como cuadros políticos. En el caso de Macri, construyó su andamiaje político basado en figuras conocidas públicamente, algunas con notoriedad. Inicialmente la condición para adherir a esta estructura fue ser apolítico. Algunos confundían esto con ser antipolítico. Se buscó jóvenes con buena presencia, casi un spot publicitario. Pasaron los años y hoy no es fácil desde lo ideológico definir al partido de los globos. Por algunas políticas aplicadas en la ciudad de Buenos Aires podría encuadrárselo dentro de la centroderecha y por otras dentro de la centroizquierda. Podríamos decir que el PRO es Macri y su actitud refractaria a uno u otro polo ideológico.

Scioli y Massa vienen de distintas historias. Scioli inicialmente, Massa al poco tiempo de andar la política, adhirieron al peor de los peronismos: el del oportunismo. Tal vez por aquello de que todos somos peronistas, Scioli fue funcionario y adhirió cálidamente al Gobierno del presidente Carlos Menem, al del presidente Eduardo Duhalde, al del presidente Néstor Kirchner y al de la presidente Cristina de Kirchner. En el caso de Massa, luego de adherir en su juventud al ala derecha de la Unión del Centro Democrático, conoció a Menem por intermedio del sindicalista Luis Barrionuevo y desde allí también pasó por los Gobiernos de Menem, Duhalde y los del matrimonio Kirchner. La diferencia entre ambos tiene que ver con que Scioli decidió desde su primera inserción política transitar el camino que los distintos peronismos en el poder transiten. Aun a costas de cualquier destrato. Por sus características personales, tuvo la oportunidad de irse de las filas del kirchnerismo y junto a Sergio Massa proponerle a la sociedad una alternativa al actual Gobierno. Decidió quedarse sabiendo que partía con el piso histórico del kirchnerismo y encomendarse a Dios y a los errores de sus adversarios, para además atraer votos independientes. Continuar leyendo

De la democracia delegativa a la recesión democrática

Las democracias latinoamericanas en las últimas décadas atravesaron distintos procesos. Las sucesivas dictaduras fueron el caldo de cultivo de distintos movimientos armados y también para aquellos que pacíficamente buscaron el regreso y el retorno a la democracia. Chile, Brasil, Perú, Nicaragua, Venezuela, Argentina, Uruguay. Con sus tiempos y a sus modos retomaron la vida democrática. Fue una etapa de protagonismo de los derechos humanos. Y de Gobiernos comprometidos con ello.

Las dictaduras no solo devastaron a sus mejores cuadros políticos, sino que además lo hicieron a nivel económico. Las salidas de estas dictaduras llegaron de la mano de Gobiernos progresistas. La deuda interna no guardaba comparación con su correlato económico externo. Fueron etapas de ebullición en la actividad partidaria. No en todos los casos ocurrió lo mismo, pero, en muchos países aún no fortalecidas las instituciones democráticas, la motivación de perdurar a través de las reformas constitucionales o “acuerdos supra” hicieron el resto. Países, cuyo caso más emblemático quizás sea Brasil, en donde un obrero metalúrgico logra llegar a su máxima conducción para restañar viejas y enormes injusticias, rescata a 50 millones de pobres y termina envuelto junto a la presidente Dilma, su sucesora, en uno de los mayores casos de corrupción política.

Otro ejemplo no menor es Nicaragua, donde el Frente Sandinista, que combatió con armas la dictadura de Anastasio Somoza, llega al poder a través de los votos ciudadanos para resquebrajarse luego y convertirse en un Gobierno que, abrazando la inmoralidad, aumentó el patrimonio personal de Ortega y otros dirigentes hasta superar el presupuesto del país. Continuar leyendo

De política ni hablar

Faltan tan solo nueve semanas para la definición electoral presidencial argentina. Increíblemente la doctrina Asís tiende a ratificarse: “Ganará el que se equivoque menos”. Es lamentable que este sea el camino hacia el sillón presidencial. Y mucho más si recordamos que este suelo acunó a cinco premios nobeles, y a tantos otros que aun inmerecidamente no lo alcanzaron, como Jorge Luis Borges, René Favaloro, Laureano Maradona. La degradación política es la caladura visible de la degradación social.

El análisis de los motivos por los cuales la sociedad argentina permite y naturaliza lo incorrecto es tema de otro análisis y otros especialistas. Hoy la política tiende a naturalizar, aprovechando esta “distracción social”, falsas verdades. Luego de la elección del domingo en Tucumán, se escucha decir con carácter inobjetable: “A los oficialismos no se les puede ganar”. No se les puede ganar si la gestión fue buena, o si echan mano a prácticas corruptas y mafiosas.

La semana se inauguró con un Lunes Negro mundial por la caída de las grandes bolsas. Argentina tuvo otro lunes negro por la debilidad institucional que a diario produce víctimas. Tucumán puso sobre la mesa, al igual que la muerte de Ariel Velázquez en Jujuy, que la violencia está instalada y la política la justifica. Tanto en Tucumán como en Rosario quedó también evidenciado que la libertad de expresión comienza a trastabillar. En Tucumán un camarógrafo fue brutalmente agredido. En Rosario periodistas y camarógrafos de los canales 3 y 5 fueron agredidos e intimados a retirarse con ostentación de armas en un barrio a los gritos de: “Aquí no se trabaja, ni se filma”. Los dueños de lo ilícito marcan territorio, la política no mira o llega tarde. Continuar leyendo