No hay soluciones mágicas

La Argentina viene sufriendo en los últimos años los efectos adversos de un viejo problema que el mundo solucionó con éxito. Digo viejo problema porque durante los años ochenta la economía argentina sufrió una fuerte exposición a la hiperinflación que terminó en la salida del entonces presidente, Raúl Alfonsín. Con la sucesión de Gobiernos, el problema se mantuvo en niveles bajos y pasó a ser un mal menor de la economía nacional. El problema al que me refiero es la inflación.

Semanas atrás, cuando el objetivo era la salida del cepo cambiario, todo el mundo me consultaba acerca de cuál era el tipo de cambio de equilibrio y cómo se iba a lograr la tan ansiada salida. Ante la consulta, la respuesta fue siempre la misma: “No miren el tipo de cambio, miren la inflación”. Porque si yo mañana llevo el dólar a 20 y la inflación galopa al mismo tiempo y con la misma velocidad, en un corto tiempo estamos hablando de un nuevo tipo de cambio de referencia y volvemos a discutir otra corrección.

Entonces, ¿qué se puede esperar de la inflación para los próximos años? Como el título de la nota lo indica, no hay soluciones mágicas para controlar la inflación. Esto no se va a solucionar de la noche a la mañana y va a llevar un tiempo normalizar esta situación. Continuar leyendo

¿Hay plan económico para cortar el ciclo vicioso?

Desde que tengo memoria, observo que en la economía argentina, hay un ciclo vicioso que se da sin que se le encuentre una solución práctica. La Argentina financia y financió su déficit fiscal con emisión monetaria, generando atrasos cambiarios periódicos y como solución a este problema se devalúa el tipo de cambio con la finalidad de restablecer los equilibrios macroeconómicos.

Este proceso perverso de la economía argentina es un ciclo que no logra ser aprendido por los diferentes dirigentes políticos que han pasado por el Poder Ejecutivo que, continuamente, lo repiten sin dar cuenta del costo que esto significa para el país. Continuar leyendo

Complicaciones económicas, un déficit fiscal sin techo

 (Nota escrita en colaboración con Eliana Scialabba)

Hacia fines de 2013 se aceleró el deterioro macroeconómico. Signo de esto fueron la fuerte caída de las reservas internacionales que llegaron a un mínimo de 28.000 millones de dólares; la “explosión” en la emisión monetaria para financiar al Tesoro y la – consecuente – suba de la tasa de inflación, la cual profundizó la brecha entre la inflación oficial (Indec) y la “real”.

En este escenario, y con el objetivo de tranquilizar a los agentes económicos, en el mes de enero el Banco Central devaluó el tipo de cambio, el cual pasó de $6,52 a $ 8,01, y se profundizaron las trabas a las importaciones con la finalidad de evitar que sigan saliendo dólares del país, medida que también terminó mal con la reciente multa de la OMC por las trabas impuestas al comercio y al incumplimiento de los contratos comerciales firmados.

Si bien se habla mucho de las variables mencionadas, la principal causa del deterioro macroeconómico es el enorme déficit fiscal, cuya solución no se encuentra en la agenda de corto plazo de la gestión de esta administración: para el equipo económico, el gasto público debe compensar la caída de los restantes componentes de la demanda (consumo, inversión y exportaciones) a “cualquier precio”.

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