En 1893 cuando los franceses sitiaban Antananarivo (Madagascar), los sacerdotes del lugar, acorde a su religión, jugaban una partida de un juego parecido al ajedrez para recrear lo que sucedía en el campo de batalla. Decían que de esta manera se favorecía la victoria. Los habitantes del lugar seguían con suma atención el juego de ajedrez más que los esfuerzos de sus tropas.
El debate público desde 2008 ha tomado giros hacia lo intuitivo ante la dificultad por encontrar estadísticas serias que permitan realizar diagnósticos acertados. Uno de los ejes que afecta principalmente, como todo lo que se hace mal, es el diagnóstico sobre la transformación o no que han vivido los sectores más desfavorables de nuestro país.
Hoy la política oficial sobre la pobreza es un combo entre Asignación Universal por Hijo que de universal tiene poco, que fue hecha por decreto e impide a los trabajadores estar en blanco y continuar percibiéndola; Fútbol para todos, que no merece ningún agregado; y el reciente plan Pro.Cre.Ar para suplir un mercado de créditos hipotecarios totalmente devastado producto de la inflación, la informalidad laboral y falta de previsión del crecimiento. También existe un esquema de subsidios al transporte y a la energía que logró que incluso la clase media haya perdido la brújula del valor real de las cosas, y perder el valor real de las cosas impide pensar sobre el valor real de lo que se necesita para vivir dependiendo de uno mismo y no de la mano del Estado cuando no debería ser necesaria.