Si tenemos en cuenta la inflación verdadera y las retenciones a la exportación agraria, el tipo de cambio real resulta más “atrasado” en términos competitivos que el 1 a 1 de la convertibilidad de los ’90, quitándole actualmente todo fundamento y sentido al motor del modelo exportador iniciado en el 2002.
Las bases del modelo económico instaurado a partir de la salida de la convertibilidad o “1 a 1″ fueron el quiebre de esa paridad nominal cambiaria peso-dólar y su efecto esperado de competitividad a partir de una devaluación, primero libre y después administrada, del peso. El incremento de las exportaciones, principalmente agropecuarias, fortalecieron las reservas en dólares a partir del superávit comercial.