Francisco conduce a La Doctora

Farsátira. Desde el rencor al afecto y la dependencia.

escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial

Francisco, Ex Cardenal, facilita el acercamiento de La Doctora con Vladimir Putin, El Zar.
Es la faceta pintoresca de la farsátira. Un sub género teatral que combina la Farsa con la Sátira (el gran exponente fue Agustín Cuzzani, ingenio olvidado).

Hoy Argentina cae bien parada en Rusia y en China. Pero no es sólo a través de Venezuela e Irán. Quien conduce a La Doctora es Francisco.

El Cardenal Bergoglio, en su momento, supo pulverizar el proyecto de Santacrucificación Nacional. La reelección indefinida que estimulaba Néstor Kirchner, El Furia, cuando era el presidente. Y cuando gracias al Trípode de Poder mantenía el país a sus pies. Con el apoyo sustancial de Hugo Moyano, El Charol, Encanto de la Negritud, que representaba el trabajo, y con Héctor Magnetto, El Beto, potencia de la comunicación.
Desde el centro del trípode, con los resortes del Estado, El Furia había conquistado la hegemonía total.

En Misiones, 2006, fue cuando El Furia inventó el globo de ensayo. El plebiscito para proponer la re reelección del gobernador Carlos Rovira, El Judas de Puerta.
Era la antesala para imponer la reelección indefinida, también para el presidente. El Furia no era partidario de ir por su reelección si no tenía asegurada la continuidad.
El Cardenal, como un experto guardián de hierro, captó la profundidad de la maniobra y decidió perforarla. Habilitó entonces al Padre Piña, el obispo ideal para enfrentar al pobre Rovira. Hasta vencerlo, asociado al San Miguel Arcángel. Aquel fracaso del Judas de Puerta signó el destino electoral de El Furia. Para legitimar la consagración de La Doctora, como La Elegida.

País friendly

Pero el Kirchner-cristinismo le puso tensión a la farsátira. Compulsión narrativa. Para vengarse con crueldad del máximo enemigo que pacientemente había construido.
El Cardenal. Que fue religiosamente humillado con la Ley del Matrimonio Igualitario. El casamiento de los homosexuales era para el Cardenal por entonces una afrenta. El Furia disfrutaba cada beso en la boca que se prodigaban los casamenteros. Los Kirchner supieron darle el peor escarmiento al enemigo mientras quedaban, de paso, como la vanguardia del progresismo en el universo. Un país friendly.
En adelante, para evitar el Tedeum, para no toparse con el rostro de constipación del Cardenal, Los Kirchner llevaron el festejo porteño del 25 de Mayo hacia Salta o Tucumán. Mientras tanto elaboraban diversas triquiñuelas para desalojarlo.
Entonces El Cardenal se convirtió, acaso a su pesar, en el referente del antikirchnerismo. Sólo podía ver a La Doctora por televisión, gracias al abuso de la cadena nacional.
En simultáneo, El Furia y La Doctora habilitaban los ataques más descalificadores al Cardenal. En varios tomos.

Revancha

La farsátira, entre los altibajos, reservó una revancha. Otra vuelta de tuerca de Henry James.
Ya sin la presencia de El Furia, nunca podía esperar La Doctora que El Cardenal, un eterno Papable, fuera elegido Papa, en marzo de 2013. Poco después que el Papa Benedicto abdicara, por “cansancio moral”.
A La Doctora desbordada no le quedaba otra alternativa que rendirse ante la más alta autoridad ética de la humanidad. Y la pobre debió capitular nerviosamente a través de la secuencia del regalo filmado, en directo, de un mate. Y con la explicación académica del “modo de empleo” del mate, que iba a festejar el vecino presidente Mujica, Minguito.
Con perversa piedad, El Cardenal, ahora Francisco, se puso a La Doctora en el bolsillo espiritual de la sotana.
Y en adelante caben todas las conjeturas de interpretación. La farsátira contiene un desarrollo abierto. Como el final.

De pronto Francisco, para estupor del antikirchnerismo precario, se consagró como el máximo protector de La Doctora. Y hay osados que confirman que Francisco pasó a ocupar el lugar político de El Furia.
Porque es, verdaderamente, el Conductor de La Doctora. A través de la aplicación de “La estrategia de aproximación indirecta”, filosofía inspirada en el teórico Basil Liddel Hart.
Mientras tanto La Doctora, como clásica Serpiente, se dedicó a encantarlo a Francisco. Hasta instalar una suerte de “modo de empleo”. Como si Francisco fuera la extensión de aquel mate fundacional.
Y El Vaticano, que en un principio emergía con la fuerza de una nueva Puerta de Hierro, pasaba a ser confundido, en pocos meses, para La Doctora, con una versión mística y europea de El Calafate.
En cuanto puede, La Doctora se manda a Puerta de Hierro para consultarlo o recibir instrucciones. En búsqueda del consuelo espiritual, de contención moral para un alma atormentada.

La Doctora pasa de repente, gracias a Francisco, y a los pensamientos de Liddel Hart, a cambiar la receta del modelo ejemplar.
Del modelo Michelle Bachelet, que le reserva el inmediato lugar de jefa de la oposición, para volver en el ilusorio 2019, La Doctora pasa a preferir el modelo de Vladimir Putin. Cuestión de extender el oficialismo hasta lo que dé.
De la resignación silenciosa de irse para volver (Modelo Bachelet), se salta a la ambición de quedarse para siempre (Modelo Putin). Sólo le falta encontrar un adecuado Medveyev.
¿Es Daniel Scioli -el líder de la Línea Aire y Sol y buen amigo de Francisco- el mejor boceto del Medveyev sudamericano?
¿O le conviene acaso a La Doctora buscar otro rostro en el catálogo para ocupar aquel rol de Medveyev?
Como Randazzo, El Loco, o Rossi, El Soldadito de Milani.

La toalla del progresismo

La farsátira comienza y termina con Putin. Con la Iglesia Ortodoxa, que es el Partido Comunista que hoy sostiene al Zar Vladimir.
A través de La Doctora, Francisco le envía a su buen amigo Putin una invalorable carta personal.
Fue entregada por La Doctora a Putin, en la reunión del G-20, en San Petersburgo. Y luego caminaron un trecho, juntos, por la Avenida Alejandro Nevsky.
Y hoy, ya con un final feliz, La Doctora y El Zar, con la conducción de Francisco, consolidan la base espiritual de la nueva relación geopolítica.
La comprensión entre la máxima progresista que inspira el matrimonio igualitario, con el represor implacable que destrata a los homosexuales rusos, como si estuvieran en el Estado Islámico.

En virtud del pragmatismo a la bartola, La Doctora ya nada tiene en común con aquella Doctora altiva que maltrató al negrito Obiang, presidente de Guinea Ecuatorial. Para espanto de De Vido, El Ex Superministro, que lo traía a Obiang para hacer un indispensable negocio petrolero, aunque sorprendieron al visitante con una prescindible lección de moral cívica. La “lección del dedito” acusador. Y todo porque Obiang no respetaba los derechos humanos como La Doctora creía entonces que debían ser respetados.
Pero tampoco los respetan en China, en Rusia, en Irán, y mucho menos en la fraternal Venezuela Bolivariana, donde encierran a los opositores que carecen del menor derecho a la solidaridad. Pero por suerte a La Doctora eso ya no le importa, total la toalla del progresismo está arrojada, y la farsátira, acaso transitoriamente, debe terminar.

Irán entre Lausanne y Saná

Enemigo de Arabia Saudita. Aliado estratégico de Venezuela y (por carácter transitivo) de Argentina.

escribe Osiris Alonso D’Amomio
Geopolítica, especial

Entre las negociaciones en Lausanne y las violencias en Saná y Aden, en Yemen, se debate la actualidad de Irán. Un país cotidianamente incorporado a la agenda política nacional.
Trátase del regalito envenenado que nos deja Venezuela. El aliado estratégico principal de Argentina, en el subcontinente y en el mundo.
Pero Venezuela es aliado estratégico -sobre todo- de Irán. Por carácter transitivo, Irán es también nuestro aliado. Como Rusia y China. Potencias sobredimensionadas que ocupan un rol sustancial en el bartolero cambio geopolítico que se impulsa desde aquí. Y que ni el canciller Timerman, ni La Doctora, aún pueden explicar.

Un dato fuerte indica que Argentina -por intermedio siempre de Venezuela- transfirió tecnología nuclear hacia Irán. Por suerte es falso.
No pasó, según nuestras fuentes, del terreno del amague. De tener algún viso superior de realidad, semejante transferencia debería ser tratada en Lausanne. Es el paradisiaco paraje suizo donde Los Cinco Grandes más Uno negocian, hasta hoy, el acuerdo nuclear con la diplomacia persa. Algo mucho más significativo que el mamarracho del Memorandum de Entendimiento que Argentina intentó firmar con Irán, con el pretexto de esclarecer los atentados de 1992 y 1994. Un disparate que motivó, por sus altibajos y derivaciones, el crimen del fiscal Alberto Nisman. Una muerte inútil que naufraga entre querellas de peritos, de competencias judiciales, y que garantizan el ingreso -siempre imponente- en la impunidad. El desorden, como la desprolijidad, fue un objetivo de inteligencia. Tarea cumplida.

El cuento nuclear

Pocos días después del asesinato de Nisman, el portal investigó aquel cuentito de la transferencia de energía nuclear. Pronto se evaluó que se trataba de información poco confiable. Alcanzaba, apenas, para un twit. Como para constar en actas.
De todos modos, el semanario Veja, de Brasil, le brindó confiabilidad y multiplicó el acontecimiento de la transferencia de energía nuclear hacia Irán. Incluso, aquí llegó a ser tratado en las columnas principales del periodismo nada artesanal. Hasta que surgieron los detalles de las cuentas controladas por la señora embajadora Nilda Garré, Seducida y Abandonada. Para algarabía del anticristinismo bobo, en la abundancia de pescado podrido, aparecía Máximo, En el Nombre del Hijo, como titular de una cuenta compartida. Del 2005 y 40 millones de dólares.
Con migajas de criterio elemental, era perceptible la falsedad. Jamás Néstor Kirchner hubiera admitido en 2005 la apertura de una cuenta para Máximo. Implica apenas desconocerlo. No entender la metodología del despojo que se impuso en el país. En 2005 el chico se encargaba, con suerte, de cobrar los alquileres en Río Gallegos. Junto al Bochi. De quien muy poco, hasta hoy, se sabe.
Menos mal que Veja, hasta aquí, no se detuvo en el detalle placentero de la compra del yate. Para regocijo estético de la embajadora. Nunca ampliaremos.

Los Cinco Grandes y Los Huties

Los Cinco Grandes más Uno son los cinco países del Consejo de Seguridad más Alemania (que agiganta la ausencia de Brasil).
En Lausanne, tratan la incorporación de Irán al selectivo club de los tenedores de energía nuclear. El ateneo de los enriquecedores de uranio. Pero la única bolilla negra que surge en el paisaje blanco deriva de la desconfianza de los Cinco a que Irán pueda producir la bomba. Lo cual, según nuestras fuentes, es por lo menos hipócrita. Porque Irán ya está en condiciones de producirla, y por eso los Cinco se sientan. O lo eliminan para siempre o negocian, que es, en definitiva, lo más aconsejable.
Pero de ningún modo Irán se encuentra en condiciones de disponer la bomba (con la que cuenta) por la ayuda oculta y providencial de la tecnología Argentina. Por nuestra capacidad proverbial para enriquecer el uranio y convertir todo en moco. Quien está seguro de la existencia de una verdad semejante, según nuestras fuentes, es Netanyahu, el Primer Ministro de Israel.
Sin embargo, las amables conversaciones de Lausanne se encuentran tácitamente condicionadas por otros bombazos que la liga de los países árabes (que encabeza Arabia Saudita) lanza sobre Saná, la capital del miserable Yemen. Y sobre Aden. Al cierre del despacho, ni el canciller Timerman ni el vice Suain parecen haberse preocupado aún por el destino de los huties invasores. Los que son apoyados por Irán.
Como La Doctora sabe, los huties son los chiitas de la tribu zaidí.
Los huties desalojaron del poder al oculto presidente Abdurrabuh Mansur Hadi. Conquistó Hadi la presidencia de Yemen gracias a los saludables desórdenes colectivos provocados durante la denominada “primavera árabe”. Así la bautizó el canal Al Jazzera, cadena de Qatar. Y que desembocó en el “infierno salafista”, según Marine Le Pen. En visiones fanáticas que como exclusiva Constitución y dogma de vida enarbolan una arbitraria interpretación de la literatura de El Corán. Fueron interpretaciones emotivas de la historia que terminaron con Ben Alí en Túnez, donde hoy explotan las bombas hasta en los museos como El Bardo. O con Mubarak, en Egipto, para beneficio electoral de los Hermanos Musulmanes que facilitaron, con sus estupideces, el regreso de los militares. Pobre Egipto.
O lo destriparon a Kadafi en Libia y transformaron lo que fue un mal estado en un conjunto de fragmentaciones entre tribus que se masacran.
O como en Irak, aquí como consecuencia de la desastrosa intromisión americana e inglesa, con coro español.
El caos -en el que indirectamente Argentina se introduce- llegó a su punto culminante con la creación de Daesh. Es el Estado Islámico de los sunnitas radicalizados. Desde territorios artificiales que pertenecieron a la devastada Siria e Irak, Daesh se planta con estridencia en el vacío, pero como el tercer gran jugador de la región. Como si fuera un par de Arabia Saudita (sunnitas rigoristas). O con la magnitud de los persas chiitas de Irán.

La indigencia de Yemen

El caos se traslada, ahora, hacia Yemen. Es el país indigente que tuvo hasta su propia unificación, en 1990. Fue bastante menos promocionada que la unificación de las Alemanias. Cuando la renacida Alemania Federal se anexó a la República Democrática Alemana. Tan pobre como vetusta, sin fe y destruida por la cultura bolchevique. Leer “Toda una historia”, de Gunter Grass.
La cuestión que Irán, nuestro aliado estratégico por carácter transitivo, acumula conflictos en la zona de influencia, donde es indudable potencia regional.
Compite, aparte, con Turquía, con su diplomacia tan flexible que merece un próximo despacho. Turquía tiene la exclusiva prioridad de evitar, en el desbarajuste, la creación del Estado Kurdo.
Sin embargo la rivalidad geopolítica principal de Irán la representa Arabia Saudita, que supo ser el principal aliado de Estados Unidos. Y que produjo ya dos guerras. Irak-Irán, con Sadam Hussein como preservativo. Y luego Irak-Kuwait, con Sadam demonizado.
Pero Arabia Saudita sigue las negociaciones de Lausanne con más desconfianza preventiva que Israel. Por la legitimación nuclear de Irán. Se explica que la mejor alternativa para boicotearlas, para el poderoso saudita, consiste en bombardear a los huties que apoya Irán en el miserable Yemen. El país -Yemen- bicontinental más pobre de la región. Yemen amontona las complejidades que caracterizan al Oriente Medio. Alberga hasta la franquicia de Al Qaeda de la península arábiga, y representa el nuevo escenario de confrontación entre Arabia Saudita e Irán, el estado persa que ya forma parte de la agenda cotidiana nacional.

Argentina en el dilema geopolítico

El enemigo del enemigo no es necesariamente un amigo.
escribe Osiris Alonso D’Amomio

“La batalla entre Irán y el Estado Islámico no convierte a Irán en amigo de Estados Unidos”.
Lo dijo Biniamín Netanyahu, primer ministro de Israel, en Washington, en el Congreso de Estados Unidos. Insolente provocación hacia Obama, que avanza en el acuerdo nuclear con Irán.
“Por daños colaterales” -confirma La Doctora- Argentina importa el dilema geopolítico. Derivaciones de los atentados de 1992 y 1994. Contra la embajada de Israel y contra la Mutual Amia. Agravadas, en la actualidad, por la “muerte dudosa”, o el asesinato del fiscal Alberto Nisman.
En el plano local, se registran también los cambios posicionales que La Doctora encara sin explicar con convicción.
Se reproduce, en versión doméstica, el desplazamiento y el giro que ensaya también Estados Unidos. A propósito de Irán.
Sin embargo no existe el menor punto de comparación entre el acuerdo nuclear, que Obama y Kerry discuten con Rohanni y Kamenei, y el desastroso Memorando de Entendimiento. Es la carta de intención que La Doctora y Timerman esbozaron con Mahmud Ahmadinejad, el debilitado antecesor de Rohanni. Con la conformación dilatoria de una Comisión de la Verdad. Una torpeza diplomática que debe tratarse, en adelante, entre las fojas de los expedientes de Comodoro Py.

Daesh

En el juego grande, hoy confrontan los dos máximos enemigos de Israel.
Daesh (por sus iniciales el Estado Islámico). Concentra a los sunnitas radicalizados. Vienen humillados como consecuencia de la desastrosa intervención occidental en Irak, y por la represión de cinco décadas en Siria. Combinan el califato medieval con las sofisticaciones en materia de marketing y comunicación.
Estos asesinos racionales le despojaron la centralidad a la suma de franquicias de Al Qaeda.
El otro jugador es Irán, con su autocracia chiita. Es el principal aliado de Siria. Una dupla, el alawita sirio y el chiita persa. Sólo por la versatilidad en materia de desconocimientos aún se habla en Argentina de “pista siria” o “pista iraní”.
Pero detrás de Irán-Siria está Rusia, con su fundamental base militar de Tartuz (y con la complacencia tácita de China).
En el entrevero, Estados Unidos busca el acercamiento con Irán. Hoy es el aliado contra el enemigo prioritario. El Estado Islámico. El alucinante califato de Al Baghdadi, que conmueve a la civilización occidental, con sus ejecuciones mediáticas y las barbaridades meticulosamente programadas.
Inicialmente, cuando estos sunnitas radicalizados combatían a la Siria represiva de Bashar Al Assad, fueron financiados por Arabia Saudita y por Qatar. Otros dos aliados petroleros de Estados Unidos, que contaban también con la funcionalidad de Turquía.
Es el país (Turquía) que fue cabeza de imperio. Aún abre sus fronteras para que los asesinos vocacionales, que escupen países de occidente, se anexen a la aventura de la jihad. A Daesh. Hoy contra Siria e Irán pero también contra Estados Unidos.
Pero aquellos combatientes tomaron distancia de los primeros financistas. De pronto, el Estado Islámico se convierte en un problema también para Arabia Saudita.
Recordar que el Irán persa, en su cruzada, pretende llegar hasta La Meca. Es el corazón espiritual de Arabia Saudita, tan aliado de Estados Unidos como Israel. Se sienten igualmente molestos por el acuerdo nuclear que Estados Unidos impulsa con Irán.

Ocurre que la jihad se territorializó. Hoy Daesh controla diez millones de habitantes y genera sus propios dividendos por el petróleo. Se triangula desde Turquía y es consumido por los mismos occidentales que lo combaten. Sobre todo Daesh explota los yacimientos de Mosul, la capital de Ninive. Es precisamente la región que Irán quiere conquistar a través de su Guardia Revolucionaria, GRI.

Objetivo militar de Daesh: no son sólo dos los jugadores fuertes de la región. Son tres. Irán, Arabia Saudita, y el propio Estado Islámico. Con quien necesitan acabar los dos primeros. Junto a las potencias occidentales encuadradas en una fuerza internacional que prefiere la destrucción sólo a través del combate aéreo. Sin intromisiones territoriales. Sin el cuerpo a cuerpo, contra los degolladores televisivos. Al que capturan lo aguarda un batón naranja, una filmación. Y una daga.
En la jerarquía valorativa de Daesh no cuentan para nada los pequeños y riquísimos emiratos petroleros. Ni siquiera el Qatar que se proyecta, con inversiones y el efectivo canal Al Jazzera.
Mientras tanto, prosigue inalterable la diplomacia extraña de Turquía. Le envía señales fraternales a occidente y prosigue, en simultáneo, con la generosidad de los pasos fronterizos. Ajustados, apenas, a la prioridad estratégica: la de evitar, como sea, en el desbarajuste, la formación de un estado kurdo.
Ocurre que en la región litigiosa estallaron las fronteras artificiales, diseñadas arbitrariamente durante el final de la primera guerra. Cuando Francia e Inglaterra se distribuían las fichas de influencia. Los saldos valiosos de ocasión del desmoronado Imperio Otomano.
El acercamiento entre Estados Unidos e Irán se consolida a partir de la existencia del mismo enemigo. El Estado Islámico. Estrategia que Israel, a través de Netanyahu, por la atendible prioridad de su subsistencia, se dispone ostensiblemente a perforar.

Maná de Buenos Aires

Y es precisamente aquí donde a Netanyahu, como maná del cielo, le cae el desborde bartolero de la presidente argentina.
La Doctora se lanza a despotricar contra la Suprema Corte, por no haber esclarecido el atentado contra la embajada de Israel en Buenos Aires, en 1992. Y sin saber que lo ayuda, lo provoca a Netanyahu.
“¿Por qué a Israel le interesa tanto la Amia y no la embajada?”.
Netanyahu supo aprovechar el reproche de La Doctora. Para transmitirle al congreso americano que Irán destruyo la embajada en Argentina, y la mutual Amia.
La Doctora se la dejó servida al pretender zafar de las derivaciones incómodas del asesinato del fiscal Nisman. Un crimen que instala, en el primer plano, la precariedad del repentino cambio geopolítico. Ella lo explica con vaguedades panorámicas que sólo atiende, desde la política, la señora Elisa Carrió. Impugna con valentía y claridad “la salida de Occidente”. Aunque cabe admitir que Carrió se extravía en los desvíos autorreferenciales, que hostigan su propia argumentación.

El cambio geopolítico local tiene que ver, también, con Irán. A partir de la hundida Venezuela (que magnifica la ausencia hegemónica de Brasil). Viene enlazado a Siria, a Rusia, con la aquiescencia de China. Sin compartir la misma línea de entendimiento con los Estados Unidos, que se inclina por acordar con Irán, aunque para controlarlo. Sobre todo en el ámbito nuclear. Lo que irrita al astuto Netanyahu que utiliza el caparazón del congreso americano para cerrar su campaña electoral en Israel, donde juega su destino personal. Se apoya en La Doctora para fulminar a Irán.
En campaña, Netanyahu juega su continuidad gracias a los republicanos de Estados Unidos que también desaprueban el acuerdo con Irán. Es John Boehner, el portavoz de los republicanos, quien le facilita el pleno del Congreso a Netanyahu, para que lo fustigue insólitamente a Obama.
Mientras el secretario de estado John Kerry, en nombre del presidente Obama, discutía el acuerdo en Montreux, Suiza, con su par iraní, el Bibi Netanyahu los pulverizaba a ambos en Washington, con los datos que le obsequiaban desde el maná de Buenos Aires.

Los paraguas del hartazgo

Vaya un reconocimiento hacia los fiscales. Cumplieron con el tributo ético a Alberto Nisman, el colega muerto. Y soportaron los agravios desesperados como las tergiversaciones más insólitas. Con una entereza para rescatar.
Vaya también un reconocimiento para Julio Piumato. Por la eficiente capacidad de organización de los empleados judiciales. Facilitó el despliegue de la sociedad conmovida.

Los fiscales llegaron “hasta aquí”. El éxito de la convocatoria les marca, asimismo, la línea de llegada. Para volver empapados hacia sus despachos con la satisfacción del deber cumplido. Con la certeza de haber brindado un ejemplo. Permitieron la emoción saludable de la sociedad blanca y sensible que paga por sus impuestos y espera, surcada por el hartazgo. Un agotamiento que no encuentra, aún, la respectiva canalización política. Un ítem que, en todo caso, excede a los fiscales.

La Marcha del Silencio se agota en la impresionante realización. Con una intensidad que, por una razón física –como sostenía Edgar Poe, es necesariamente breve.

En adelante, es el turno de los políticos. Los que se lucieron, paradójicamente, con el recogimiento aconsejable del perfil bajo. Con el mérito de pasar inadvertidos entre la gente que homenajeaba a Nisman, mientras reclamaba contra la impunidad.

Desde Massa a Macri. O desde Cobos o Binner a la señora Carrió. Son los exclusivos responsables de trasladar, hacia la esfera electoral, el hastío de la sociedad que oposita, y que clama por encontrar al opositor que la represente.
Son conscientes que deben recibir, como herencia, los riesgos de una sociedad hastiada. Pero con sus simultáneos beneficios. Se trata de una sociedad necesitada de creer en alguien. En algo. Para ser, de una vez por todas, gobernada. Pero no conducida. No es ningún rebaño.

Es una sociedad de decepción rápida se encuentra siempre capacitada para tolerar otra frustración.

La Doctora pierde la iniciativa

Después de la catarsis, todo va a seguir ilusoriamente igual. Con el país estructuralmente dividido e irreconciliable. Con el cristinismo que resiste los embates de la realidad, apostado entre los medios de comunicación. Y con la estoica mayoría que se radicaliza en el Legislativo. Que ayuda para proporcionarle fachada legal a cualquier verdura. Como a la nueva ley de inteligencia.
Son los diputados los que ayudan a La Doctora a recuperar la iniciativa. Es el sentido de impactar, mientras aún no se cerraron los paraguas, con la convocatoria al Fiscal Pollicita. Para que presente los osados fundamentos de la imputación a La Doctora. Ante los diputados del Frente para la Victoria. Lo aguardan a Pollicita, en apariencia, sin los “tapones de punta”. Ocurre que La Doctora perdió el control de la calle. Pero perdió también la iniciativa, como la credibilidad. Entre las vacilaciones que se instalan en los altibajos de su agenda. Desde la muerte de Nisman circula detrás de los acontecimientos. Se va con la misma incertidumbre con que vuelve. Sea a El Calafate -Ciudad Kohinoor-, o a Chapadmalal.
La insoportable perentoriedad de la Marcha del Silencio la desequilibró hasta caer el exceso de reinaugurar lo doblemente inaugurado. La planta de Atucha sirve para tratar el cambio geopolítico que impulsa, en el ocaso del ciclo paranoico.
La Doctora se atreve a homenajear con sus palabras a aquel que descalifica con sus acciones. El marido extinto, El Furia.

De blanco, “almidonada y compuesta”, muestra el libro publicitario. Con una página dedicada al general Perón (a quien recurre en los momentos de retroceso) y luego con otra página. De Kirchner. Él. Lo llena de adjetivos mientras, sin piedad, lo masacra con acciones.

Para entender el fenómeno de la descalificación sirve como marco el crimen de Nisman.

Una de dos, La Doctora nos miente ahora, o El Furia nos mentía hace ocho años. Cuando Kirchner utilizaba sus minutos sustanciales en el plenario de las Naciones Unidas, para degradar a Irán. A los efectos de seducir a los Estados Unidos que necesitaban aquel discurso. El pobre suponía que, con semejante petulancia, podía aferrarse al Occidente que razonablemente le desconfiaba.

O aquel Kirchner era un nabo que nos convertía en meros instrumentos satelitales de Estados Unidos e Israel -inspirado en las fundamentaciones que le acercaba la dupla Nisman-Stiusso-, o La Doctora es una irresponsable que, en el final del mandato, en la etapa lazarista, decide atarse al carromato persa de la utopía antioccidental. A través de un entendimiento bastante insuficiente con Rusia o con China (potencias que tienen un discurso más racional y claro) y con la obstinada alianza con Venezuela. Una patología que la ata, estratégicamente, a Irán. Enfrascada en una tesitura que de ningún modo se simula con las palabras enaltecedoras hacia su marido muerto. Uno de los dos está históricamente equivocado. Y deja al país en off side. Fuera de juego.

Juntos, El Furia y La Doctora plantaron a la Argentina en el desconcierto. En una contradicción que pasa, en el fondo, con soda y sin inconvenientes. Porque, salvo Carrió, en el plano local ninguno de los presidenciables parece brindarle la menor magnitud a la circunstancia internacional. Pese a disponer de preparados asesores en la materia.

La Banca

Aunque parezca mentira, el portal admira, en el cristinismo, la audacia.
Sin la menor credibilidad externa. Defaulteados y desacatados. Sin contemplar la menor estrategia de acuerdo o conciliación. Y mientras se devora las reservas del Banco Central raquitizado, La Doctora –máxima representación institucional de la Argentina- provoca. Grita que “con esta presidenta el país nunca más va a ser punto”.
En adelante, con La Doctora en su ocaso, la Argentina está para ser “banca”.
Y es aplaudida y celebrada por los violadores de sexo fláccido. Por los internados en terapia intensiva que se sienten en condiciones de desafíar al Pentágono entero.
¿Cómo no admirar semejante caradurismo?

La Doctora se distancia de Estados Unidos justamente a través de la delicada cuestión de la energía nuclear. El as de denuncia que Nisman mantenía oculto, acaso, en la manga. Ampliaremos.
Lástima que la toma de distancia con los Estados Unidos sea apenas preventiva. Resulta de utilidad para justificar previamente el escandaloso fracaso de la delirante conducción.
La Doctora mantiene el estilo envolvente para envolver, incluso, el propio fracaso de la (falta de) gestión que sólo se sostiene con el fantasma de las conspiraciones.
Con los desestabilizadores feroces que no vacilan en abrir los paraguas del hastío, y marchar en silencio.
Con el cambio geopolítico, La Doctora descalifica al marido mientras lo homenajea.
Cambia también el enfoque, y cambian las hipótesis para tratar el atentado a la Amia que nos acompaña hasta la posteridad. Cambios que se registraron a través de la diplomacia amateur (Timerman). Y la diplomacia marginal, compuesta por los personajes entrañables escapados de una novela de Roberto Arlt.
Son los ítems que el infortunado fiscal Nisman les lega al fiscal Pollicita. Para que los trate el juez Rafecas. Entre los aprietes memorables del cristinismo envolvente, que banca su descalabro y se desestabiliza en soledad..

El periodismo sustituye a la política

La Justicia y Clarín, focos de conflicto convergentes.

escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial

El Caso Nisman reinstala al gobierno, de frente, con los principales focos de conflicto convergentes. Clarín y La Justicia (segundos, en adelante, afuera).

Se advirtió del hallazgo usual de escoger como enemigo, en el sistema democrático, al hegemónico medio de comunicación. A la prensa, presentada como “libre”.
Al vencerla, en general es bastante más fácil doblegar, después, a la Justicia.

El ejemplo más flagrante procede de la Rusia “democrática”. Supo protagonizarlo Vladimir Putin.
Aunque Putin tuvo discípulos meritorios entre las “democracias descompensadas” de América Latina.
Desde el extinto Chávez, con el pintoresquismo estrafalario que ocultaba la astucia en materia geopolítica, hasta el rudimentario -pero eficaz- Evo Morales.
Ambos -Chávez y Morales- supieron atenuar ostensiblemente el poder que suele atribuirse a la prensa. Y luego cargaron, en simultáneo, sin inconvenientes, contra la Justicia. Hasta controlarla.
Sin embargo el estadista de consagración brutal, al respecto, es Rafael Correa. Es el falsario inteligente que logró domesticar a la prensa mejor que nadie. Para algarabía de los empresarios ecuatorianos que se enriquecen, se muestran felices y aprueban las restricciones, aunque aceptarlo no sea socialmente elegante.
En Argentina, en cambio, Néstor Kirchner, El Furia, pasó de la armónica colaboración con “la prensa concentrada”, a la confrontación despiadada.
De la más amable convivencia con el Grupo Clarín a la más desaforada persecución.

Volteretas

Pero los extremos, los giros posicionales en el aire, fueron bastante reiterados en la década.
De hostigar, por ejemplo, a la “monetista” doctora Gils Carbó, por ponerle obstáculos a la megafusión de Cablevisión (la joya que nutre de fibra espiritual al Grupo Clarín), se pasó a transformarla en la idónea cancerbera del despojo de hoy. De perseguida del gobierno de El Furia, pasó milagrosamente Gils Carbó a perseguir en nombre del gobierno de La Doctora.
Una voltereta similar transcurrió con Irán. Fue mucho más grave. En principio, Irán fue el instrumento exclusivo que Kirchner utilizó para tratar inútilmente de acercarse a los Estados Unidos. Consta que Argentina desperdició los minutos sustanciales en la plenaria de Naciones Unidas para demonizar, en el máximo nivel, a Irán. Fue un enorme favor que los norteamericanos necesitaban pero ni siquiera le pedían. Argentina se lo hacía gratis. Cuando no se logró la contraprestación que infantilmente se aguardaba, el cristinismo -inspirado por Chávez- pasó a dulcificar la relación con Irán. Y sin saber, por ineptitud, explicarlo. Hasta alcanzar el mamarracho del memorando de entendimiento, instrumentado por una banda extraordinariamente marginal, compuesta por personajes de Roberto Arlt.

Errores escalonados

Sin embargo Kirchner (hoy homenajeado pero superado) conocía lo suficiente el poder como para no ir nunca, a una reelección, sin garantía de continuidad. La muerte (irresponsable) permitió justificar la validez de su teoría.
La Doctora, en 2011, fue por el segundo mandato (sin garantía de continuidad) y transcurrió el desastre.
Los escandalosos errores escalonados arrancaron con la designación de Amado Boudou, El Descuidista, como compañero de fórmula.
Con la desafectación de Moyano, El Charol, como aliado primordial.
Con la chiquilinada de “ir por todo” con los entrañables buscapinas de Unidos y Organizados y La (Agencia de Colocaciones) Cámpora.
Con la catastrófica expropiación de YPF. Y con la impericia congénita que arrastró a la Argentina hacia el cadalso del default. A la humillación del desacato. Y con la falta de estrategia con los holdouts que amenaza, en “los idus” del cercano marzo, con ser letal.
En semejante marco es que irrumpe la tragedia de Nisman. En medio del cambio geopolítico a la más estricta bartola, que tampoco se explica. Y entre una guerrita de empleados públicos que dependen del Poder Ejecutivo y se dedican a la tarea dignamente literaria del espionaje. La guerrita carga, a esta altura, con dos muertos.

Para Consultora Oximoron, el crimen de Nisman llegó para quedarse.
Es el espejo que devuelve la imagen de la improvisación, asociada a la mediocridad. Nos exhibe el previsible desconcierto del gobierno que se desmorona, mientras se presenta, sin la menor credibilidad, como víctima. Por inoperancia, los funcionarios desconocen la manera más conveniente de pararse frente al derrumbe. Frente a la gravedad de la bola del escándalo. Se agiganta y se les viene encima.
Si vivo y denunciante Nisman representaba apenas una amenaza, muerto se les transforma en el peligro letal que se los lleva puestos.
Así incluso Nisman, con todo su derecho, se haya suicidado, como enérgicamente los cancerberos del oficialismo se obstinan en demostrar, deben cargar para siempre con el muerto.
Corona Nisman esta desgraciada etapa de la historia.

Hojitas ofensivas

Chambonadas memorables. Chiquilinadas de red social en el más alto nivel. Intromisiones. Intromisiones y contradicciones que se percibieron desde el primer momento.
Cuesta encontrar el límite impreciso de la truchedad moral con la berretada institucional.
La insigne torpeza de Capitanich consistió en romper simbólicamente (como si se inspirara en el ecuatoriano Correa) dos hojitas ofensivas de papel.
Pero volvió a poner a Clarín en el primer plano de la confrontación. A consagrarlo, en exclusiva, como el gran player de la oposición, el jugador principal. En desmedro de los opositores reales que pasaron, a pesar de ellos, al plano secundario.
En este film de aventuras los opositores figuran, apenas, como extras.
Pero el periodismo no puede -ni debe- sustituir a la política.
Y el periodista no debiera concentrar más legitimidad que el político. Ni competir en influencia. Y menos aún: desplazarlo.

El Caso Nisman -para Consultora Oximoron- ya rebanó 14 puntos de prestigio a La Doctora.
Y Scioli -hoy más un Milagro que Líder de la Línea Aire y Sol-, ya dejó 6 puntos en el tendal de Nisman. Pese al mar de sombrillas naranjas que satura la costa.
Son puntos que fueron a parar, en este orden, a la paciente modernidad de Macri, a la saludable indefinición de Massa, y en menor medida a De la Sota y Cobos o Binner.
Aunque ninguno de los cinco haya sabido, hasta el cierre del despacho, ocupar el gigantesco vacío.
Ni señalar, siquiera, un horizonte creíble. O al menos un camino para la sociedad desconcertada.
Otra vez fueron superados -y sea dicho con cierto dolor- por los periodistas.

Cambio geopolítico y crimen

Se teme un “tiempo de desprecio”. Tiempo de sicarios. De facturas.

escribe Bernardo Maldonado-Kohen

1.- La plasticidad admirable del suicida

Hay que destacar, ante todo, la plasticidad admirable del suicida. La originalidad que debiera destacarse.
Porque la bala del final entró hacia abajo. A tres centímetros detrás de la oreja.
Si se agrega que en la autopsia no se nota el apoyo del arma en la cabeza, debiera rescatarse también, en el fiscal Alberto Nisman, el (presunto) suicida, la matemática habilidad de contorsionista para efectuar el disparo.
Tal vez, una segunda autopsia hubiera proporcionado aún mayor rigor analítico, como para tratar semejante destreza mortuoria.
En un principio, reclamaba la nueva autopsia la doctora Arroyo Salgado, ex de Nisman. Pero no insistió. Trasciende que un inapelable médico legista la convenció que no era necesaria.
“Lo que se perdió en la primera autopsia ya no podía recuperarse”, confirma la Garganta.

2.- Mensaje de la comunidad

De todos modos, el mensaje de la comunidad es claro: al fiscal Alberto Nisman se lo sepultó en La Tablada como si fuera otra víctima del atentado a Amia. La número 86.
No se lo apartó, como corresponde hacerlo, en su religión, con los suicidas.
Cambio geopolítico y crimen“Quien quiera oír que oiga”. Quien quiera saberlo que lo sepa. Para Israel no existió ningún suicidio. Ni con la pedantería teórica de la inducción.
Al fiscal, simplemente, lo “pusieron”. Lo asesinaron.
¿Más claro?

3.- Los hechos y la interpretación

Como si se tratara de una dilatada conferencia de prensa en un estudio de abogado, en la plenitud del desorden se discute la interpretación de los hechos. Sin tener los hechos, aún, bien claros.
Significa confirmar que importa más la interpretación política. Pese a los esfuerzos de la presionada fiscal Fein, que está en vísperas de jubilarse y se preparaba para dedicarle tiempo a sus nietos. Y de la jueza Parmaghini, que amontona correos electrónicos, en los que amenazaban a Nisman con suicidarlo. Cumplieron.
Entonces la política, desde su magnitud berreta, banaliza la discusión. Sostener que fue un suicidio implica pronunciarse a favor del gobierno. Sugerir la certeza del asesinato es una postura para ser inmediatamente calificado de oponente conspirador.
Cambio geopolítico y crimenEsta manera berreta de entender el instrumento transformador (la política) empantanó la investigación compleja del atentado a la Amia. Derivó en una causa casi inadmisible, que sirve, de todos modos, para historiar los últimos veinte años.
Sin embargo se tomó una orientación, sin estar en el fondo demasiado seguros. Entre tantas fojas signadas por las operaciones. La inculpación definitiva alude a los altos funcionarios de Irán. Donde, según nuestras fuentes, estaban más preocupados por las trabas de Interpol que por la clarificación del atentado.
Hasta que se produjo, entre los altibajos, el cambio geopolítico acordado con el extinto Chávez, al que era muy difícil decirle en algo que no. Va a ser aún más difícil si se derrite Maduro aún más, y alguien se dispone a investigar números alarmantes y valijas innumerables.
Aquel cambio fue complementado, en pavorosa simultaneidad, por la guerra de espías más insólita. Ya produjo dos muertes. Se habla sólo de la segunda y apenas se alude a la primera. Mejor omitirla.
Entre tanto anecdotario que desborda, y que improvisa una sucesión de especialistas televisivos, no se trata de saber si se habilitó o no, de verdad, una diplomacia paralela. Un tema político que excede a la fiscal Fein, y menos para plantearlo en el borde del fin de semana. Cuando los nietos esperan.

4.- Instancia de boletas

Cambio geopolítico y crimenUn conflicto de poder entre empleados del estado que se desenvuelven como espías. Profesionales de inteligencia. Es la Servilleta’s War, cliquear.
La resultante del cambio geopolítico que los presidenciables no se atreven a tratar. Y eso que cuentan con auténticos expertos en política exterior. Como Andrés Cisneros, en la Franja de Massa. O Diego Guelar, en el macricaputismo de Macri.
Del viraje geopolítico y de la guerrita de espiones emerge el crimen expresivo de Alberto Nisman. Sometido hoy a las multiplicadas interpretaciones que se independizan de los hechos que la produjeron.
El riesgo es evaluar que, después de veinte años, no se aprendió absolutamente nada. Que todo sigue inalterablemente igual, apenas algo más trucho.
Sólo se repite, se reitera. En versión más trágica que grotesca. Incertidumbre que logra que en la Argentina, el Neuropsiquiátrico de hoy, impere el estado de sospecha.
A la desconfianza se le agrega, en adelante, un miedo que puede transformarse, por su propia dinámica, en pánico.
Se teme, en definitiva, que se renueve la instancia de las boletas. Un tiempo de desprecio, como lo definía Sábato, convertido hoy en un tiempo de sicarios.

Cambio geopolítico y crimenSe oscurece el límite impreciso entre la información y la operación. Cualquier comunicador, en su afán investigativo, puede ser parte, sin saberlo, de alguna operación. Ante la divulgación de teorías temerarias, que se comparten por lo bajo, corresponde dudar. ¿Publicamos o no? Ampliaremos.
Abundan, para pasar, talonarios de facturas.

Bernardo Maldonado-Kohen

Maleficios de la etapa lazarista

A La Doctora ya se le atreven empresarios, obispos, jueces

 

Escribe Oberdán Rocamora, Redactor Estrella, especial  para JorgeAsísDigital

 

Etapa lazarista del cristinismo. Se la denomina así por las derivaciones de Lázaro Báez, El Resucitado, a quien los lectores del Portal conocen desde 2005. Conste que aún no se indagó, ni siquiera en la superficie, en la línea Sanfelice, El Bochi. Conduce directamente a Máximo, En el Nombre del Hijo, y hacia Bariloche. Del mismo modo en que Lázaro hoy lleva hacia las estancias que lo unifican con La Doctora. Ampliaremos.

En un primer tramo, La Doctora supo manejar con habilidad la herencia política de Néstor Kirchner, El Furia. Alcanzó la altura del 54 por ciento. Octubre de 2011.

En un segundo tramo, en abril de 2012 comenzó el camino de la lona. A través de su entrega hacia los buscapinas de Unidos y Organizados. Y de la petulancia hueca del “ir por todo”.

Pero La Doctora nunca acertó en el manejo de la herencia económica. En la clarificación u ocultamiento de la torta de euros. Es la torta que signa el maleficio de la etapa lazarista. Con la exhibición de los personajes secundarios que fueron transitoriamente fundamentales. Manejaron irresponsables millonadas. Impregnan de ridículo el mensaje de alta ejemplaridad, que La Doctora intenta en sus deteriorados soliloquios.

Para colmo, se obstina en ofender la inteligencia del argentino medio. Al disponerse a santificar, en cierto modo, al Nestornauta. A quien la introdujo en el laberinto que signa el ocaso. (Y por favor no vengan con la baratura de decir que aquí se critica a quien no puede defenderse. Lo decimos desde 2005 y está documentado en “La marroquinería política” y “El Descascaramiento”, de Editorial Planeta, hoy en Ediciones B).

Pese a las pastillitas indicadas por el doctor Manes, La Doctora atraviesa, según nuestras fuentes, por un periodo de irritabilidad. Está mal, desencajada, sin frenos inhibitorios. Convive con los “pensamientos tóxicos”. Como si no hubiera registrado las enseñanzas medulares del otro Facundo. El doctor Manes que compone también, según nuestras fuentes, con lícito derecho, la fantasía de sucederla.

 

Hipersensibilidad

La Doctora se transformó en una dama hipersensible de desequilibrio fácil. La sacó de quicio hasta la eficiente colega Natasha, con una pregunta de lo más simple.

Pero la desbordada hizo papelones justamente en presencia de otra presidenta, que la supera, para colmo, en templanza. Y a la que quisiera imitar, en la epopeya del regreso (ver “El mito bacheletiano”).

Como buena serpiente, lo planifica antes de irse. Por lo tanto necesita infinidad de diputados fieles. Y de jueces que le respondan, de manera complaciente. En la etapa lazarista que se viene con sus maléficas verdades.

Sin embargo a La Doctora hoy le temen, apenas, sus ministros. Los secretarios de Estado que dependen de sus arrebatos. Los que están dispuestos a aplaudir hasta más allá del final.

En la práctica, ya se le atreven hasta los empresarios. Lo cual es, casi, un exceso. ¡Si hasta producen deseos de defenderla!

En vida de Kirchner, cuando El Furia gobernaba con Hugo Moyano, El Charol, y el encanto caro de la negritud, y con Héctor Magnetto, El Beto, con sus aportes de silencios, en las kermesses anuales de IDEA ni siquiera se permitía el tratamiento de los temas que rozaran el menor sesgo crítico.

Hoy desde cualquier cámara la gastan. Ya ni resultan eficaces los recursos de la dupla Echegaray-Michel. Ampliaremos.

Por si no bastara, hoy cualquier dirigente empresario se le pronuncia. Le arroja, en el rostro, la maldita palabra inflación.

Trátase de la palabra que el genio de Axel Kicillof, El Gótico, aconseja negarle entidad. Lo conveniente es declararla inexistente, por absurda.

Ya que la inflación es un mito. Cualquier chartalista lo sabe. Como también pertenece al reino de la fantasía el déficit fiscal. O la necesidad reaccionaria de ajustarse.

La relación de Kicillof, el genio de cabecera, con Juan Carlos Fábrega, El Bancario Sensato y Elemental, ya no puede sostenerse. Cuesta disimular la persistencia del litigio. Y a esta altura sería excesivo sustituir a Fábrega con algún buscapina de La Cámpora.

Para hacer moco el Banco Central del mismo modo que se destruye, paulatinamente, el Banco Nación, que les dieron a los chicos para que se entretengan y ocupen los lugares claves.  A los efectos de hacer del Estado entero, con las recetas del MMT (´Teoría Monetaria Moderna”) una gigante Aerolíneas Argentinas. Total, el déficit no existe. ¿A quién le importa?. Si se cuenta con la generosidad inagotable de la maquinita de Boudou.

Si las tasas bajan el dólar se les escapa. Mientras tanto la recesión acecha. Como los licenciamientos de personal.

La Doctora está hipersensible porque se les desmoronan los pilares de flan del relato.

Y asoman, por todas partes, los impresentables pobres.

 

La justicia le pica el boleto

La Doctora siente que la justicia le tomó el tiempo. Que le picó sin piedad el boleto.

Le mantiene vivo el espectro de la equivocación fundacional y prioritaria. La culpa que, en exclusiva, le pertenece. Amado Boudou, El Descuidista.

Por suerte abundan los lineales opositores que le reclaman la renuncia. Sería la mejor manera de liberarla. Ni se dan cuenta (los lineales) que el precio más caro que La Doctora paga consiste en mantenerlo.

A su lado. Cerca en algunos actos, con la sonrisa fingida y los saludos hacia nadie.

“Es mucho peor tenerlo al lado que dejarlo caer” confirma la Garganta.

La justicia le voltea hasta el acuerdo demencial con Irán. Le brinda otra salida digna del embrollo en que se introdujo, según nuestras fuentes, por pedido de Hugo Chávez, a quien no podía decirle que no. Se le debe demasiado. Y no son precisamente favores ideológicos.

Aunque envíe a dos ministros agotados a reclamar, La Doctora debiera aceptar que la justicia en el fondo la salva. Aunque la vacune.

Cumplía con Chávez, en exceso. Y hasta cumplía con la memoria, a través del disparate de apoyar al inepto de Nicolás Maduro. Es quien se puso Venezuela de sombrero. Del mismo modo que puede ponérselo ella. En cualquier momento. Si sigue en la creencia del genio. En la inexistencia de la inflación o del mito del déficit.

Y hasta los curas de la Conferencia Episcopal ya no vacilan en vacunarla contra la enfermedad de la violencia.

Para replicar, La Doctora recurre a los textos del protector que ella y Verbitsky merecen. El Papa Francisco.

Es la última reserva moral que le queda. Es Francisco quien transmite, desde la nueva Puerta de Hierro, El Vaticano, la instrucción precisa de cuidarla.

Sobre todo, Eminencia, hay que cuidar a La Doctora. Tiene razón, pero hay que cuidarla de ella misma. Para que llegue, con algo de aire, hasta el final.

Pero quien reconforta es Julio De Vido, El Ex Superministro, en su audacia infinita. Cuando dice, en público, sin ningún prestigio que resguardar, sin nada para perder, sin ponerse colorado, que “no hay ningún final de ciclo”. Que el kirchnerismo, con su sexo breve y flojo, llegó para quedarse y ultrajarnos para siempre.

 

Oberdán Rocamora

Egipto: la democracia imposible

Golpe técnico militar o islamismo de estado.

escribe Osiris Alonso D’Amomio

La pomposa “primavera árabe”, a través de sus manifestaciones románticamente sociales, sirvió en Egipto para derrocar el autoritarismo sombrío de Hosni Moubarak. Pero produjo, en simultáneo, una aceptable acotación a la democracia. Al proporcionarle -a la democracia- un riesgoso certificado de inutilidad práctica. El carnet triste del fracaso.
El retroceso golpista deja a su sociedad en una encerrona filosóficamente trágica.

Continuar leyendo

Tigre, Tierra Santa

Por la mini-gobernación. Y por Villa La Ñata.

escribe Oberdán Rocamora.

Aire y Sol I, Daniel Scioli, y Aire y Sol II, Sergio Massa.
Por prepotencia de encuestas, por persistencia y suerte de los protagonistas, Tigre pasa a ser, en adelante, la transitoria Tierra Santa.
Como lo fue Anillaco, en La Rioja. O Río Gallegos, en Santa Cruz.
Mientras tanto, la civilización kirchner-cristinista paulatinamente se extingue. Se asiste al cambio abrupto de santidad geográfica.
Consecuencia lógica de la fatídica caravana de errores. Y de los “escándalos y soledades” (novela homónima de Beatriz Guido).

Continuar leyendo

La desgracia de Egipto

La convivencia imposible del islamismo y la democracia. Satisfacción en Siria y Arabia Saudita. Preocupación en Túnez.

escribe Osiris Alonso D’Amomio

El diario Al Watan anticipó el expresivo diálogo del final.
Fue entre Mohamed Morsi, el presidente de Egipto a derrocarse -de la Hermandad Musulmana-, con el general Abdel Fattah Al Sissi, el derrocador. Ministro de Defensa y jefe del poderoso ejército. La única institución que mantiene, en el desbande de la fragmentación, su integridad.
“Parte, Morsi, con dignidad” -le dijo Al Sissi.
“Pero éste es un golpe de estado militar, los americanos nunca te lo van a permitir”, dijo Morsi, después de todo un cándido que trataba de salvarse.
Cuesta creer que Al Sissi se haya atrevido a desalojarlo del poder a Morsi sin la luz verde “de los americanos” (surten al ejército de mil millones de dólares por año, en “concepto de ayuda”).
“Nos interesa la opinión del pueblo egipcio, no del americano”, dijo Al Sissi.
“Pero yo soy quien te designó y puedo desplazarte”, replicó enojado el presidente. Lo rodeaba su guardia defensiva.
“Olvídate, ya no tienes ninguna legitimidad”.
Entonces Morsi fue detenido por quienes estaban, en el lugar, para defenderlo.

Continuar leyendo