Los últimos días han mostrado una gran intensidad por parte del gobierno. Desde un intento de aumento de impuestos a los bienes personales que duró menos de 24 horas, pasando por la contramarcha en la importación de tomates hasta el anuncio de la flexibilización del cepo para el atesoramiento de dólares a las pocas horas de comunicar que sólo se podían realizar hasta dos compras online en el exterior para cuidar las reservas. Que el cepo vaya a ser flexibilizado aún está por verse. Si hay algo que la experiencia del kirchnerismo muestra es que lo único que se hizo fue dar la libertad de ser rechazado por la AFIP, que no es lo mismo que liberar el cepo. Si bien el problema del tipo de cambio y reservas apremian, y los anuncios y contra-anuncios se han vuelto casi moneda corriente, una expresión particular del anuncio que hizo Capitanich con Kicillof es muestra clara de la falta de republicanismo en la que ha caído el país.
Según Capitanich y Kicillof el viernes pasado, el gobierno ha decidido “autorizar” la compra de dólares para atesoramiento. Este acto fallido denota un serio problema. ¿Desde cuándo en una república es el gobierno de turno quién decide qué es lo que el pueblo (el soberano) puede y no puede comprar? El kirchnerismo está profundamente confundido si cree que las libertades individuales son concesiones del Estado. Hace tiempo que esta concepción medieval fue dejada de lado. Las restricciones a las importaciones y la compra de dólares son sólo dos de las manifestaciones de esta confusión conceptual. Por eso algunos tanto insistimos con la importancia de las instituciones. Hoy esta confusión institucional se traduce en cierre de importaciones y cepo a la compra de dólares, mañana puede ser cualquier otra cosa. Límites a los bienes personales que se puede tener, limite a la tenencia de propiedades, etcétera. Basta darse una vuelta por los países populistas para ver que la falta de republicanismo puede manifestarse de varias maneras distintas. Creer que las libertades son una concesión del Estado, y no un derecho de las personas que impone límites al Estado es, en el fondo, más grave que cualquier cepo.