Lo que no se discute del anuncio de Capitanich y Kicillof

Nicolás Cachanosky

Los últimos días han mostrado una gran intensidad por parte del gobierno. Desde un intento de aumento de impuestos a los bienes personales que duró menos de 24 horas, pasando por la contramarcha en la importación de tomates hasta el anuncio de la flexibilización del cepo para el atesoramiento de dólares a las pocas horas de comunicar que sólo se podían realizar hasta dos compras online en el exterior para cuidar las reservas. Que el cepo vaya a ser flexibilizado aún está por verse. Si hay algo que la experiencia del kirchnerismo muestra es que lo único que se hizo fue dar la libertad de ser rechazado por la AFIP, que no es lo mismo que liberar el cepo. Si bien el problema del tipo de cambio y reservas apremian, y los anuncios y contra-anuncios se han vuelto casi moneda corriente, una expresión particular del anuncio que hizo Capitanich con Kicillof es muestra clara de la falta de republicanismo en la que ha caído el país.

Según Capitanich y Kicillof el viernes pasado, el gobierno ha decidido “autorizar” la compra de dólares para atesoramiento. Este acto fallido denota un serio problema. ¿Desde cuándo en una república es el gobierno de turno quién decide qué es lo que el pueblo (el soberano) puede y no puede comprar? El kirchnerismo está profundamente confundido si cree que las libertades individuales son concesiones del Estado. Hace tiempo que esta concepción medieval fue dejada de lado. Las restricciones a las importaciones y la compra de dólares son sólo dos de las manifestaciones de esta confusión conceptual. Por eso algunos tanto insistimos con la importancia de las instituciones. Hoy esta confusión institucional se traduce en cierre de importaciones y cepo a la compra de dólares, mañana puede ser cualquier otra cosa. Límites a los bienes personales que se puede tener, limite a la tenencia de propiedades, etcétera. Basta darse una vuelta por los países populistas para ver que la falta de republicanismo puede manifestarse de varias maneras distintas. Creer que las libertades son una concesión del Estado, y no un derecho de las personas que impone límites al Estado es, en el fondo, más grave que cualquier cepo.

Pero esta confusión institucional no podría tener lugar sin otros dos factores. Una cultura que lo permita y un poder judicial incapaz o falto de voluntad de poner los límites que le corresponde institucionalmente. Que los dichos de Capitanich hayan pasado inadvertidos y hasta aceptados hablan de la educación cívica en parte importante de la sociedad. Sería interesante ver un estudio que busque el origen de este deterioro institucional-cívico. Sólo a modo de ejemplo, una pregunta para la que no tengo respuesta, ¿qué rol juegan en esta devaluación republicana programas como el de “Sociedad y Estado” en el CBC? ¿Cuántas personas han pasado por este curso desde que se hizo la reforma educativa? ¿Es posible que el contenido de esta materia contribuya a creer que las libertades son concesiones del Estado y no potestades autónomas de las personas? A todo esto, ¿Qué hace el Ministerio de Educación que permite tremenda devaluación conceptual en los votantes? Los ministros de Educación deben recordar que de acuerdo a la Constitución Nacional, Argentina es una república y que su trabajo consiste en velar por la protección de ese marco institucional. Mientras los argentinos sigamos creyendo (quizás por temor a ser genuinamente libres) que nuestras libertades y derechos son potestades del Estado lo único que conseguiremos es cambiar el color de los gobiernos populistas, pero no sus políticas de fondo.

Uno de los roles fundamentales del Poder Judicial es proteger a las minorías de las mayorías. El motivo es claro, vivir en democracia no es lo mismo que vivir en libertad. La mayoría no puede utilizar el método del voto para oprimir a las minorías. Mal que le pese a los sectores oficialistas, el 54% no es argumento válido para “ir por todo” ni imponer su autoritarismo. Los sectores de la oposición que aceptan esta postura porque “son las reglas del juego” confunden democracia con república y no hacen más que contribuir al daño institucional al validar una actitud anti-republicana por parte del gobierno de turno. Es la democracia la que tiene como límite las libertades individuales, y no las libertades individuales las que son limitadas por la democracia. Si bien no soy abogado y los temas judiciales no son mi especialidad, creo igualmente válido compartir algunas impresiones. ¿En qué tipo de república el Poder Judicial no tiene oportunidad en un período de diez años de poner freno a los avances autoritarios de un gobierno? ¿En ningún momento de la década kirchnerista el Poder Judicial tuvo oportunidad de recordar al Poder Legislativo y al Poder Ejecutivo que la ley debe ser acorde a derecho? Sin que se interprete como una generalización, el siguiente ejemplo puede aclarar el problema que veo de fondo. Ningún argentino tiene el derecho de autorizar o no la compra de bienes (por ejemplo dólares) que quieren realizar otros argentinos. Si este no es un derecho de las personas, entonces no puede ser un derecho delegado al Estado. No está en discusión que el Estado tiene los mecanismos y el poder para imponer un cepo, pero tener el poder y tener el derecho no es lo mismo. La justicia no puede iniciar de oficio una causa contra el Estado, necesita que un ciudadano la presente. Si usted inicia, entonces, una causa judicial contra el Estado por el tema del cepo, ¿tiene la certeza de que el juez fallará a su favor por inconstitucionalidad del cepo? Si usted no tiene esa certeza, entonces el Poder Judicial bien puede ser parte del problema.

Como agudamente decía Frederic Bastiat,cuando el saqueo se vuelve un modo de vida para un grupo de personas en la sociedad, con el paso del tiempo crean para sí mismos un sistema legal que les autoriza el saqueo y un código moral que lo glorifica.”