El Gobierno anunció un nuevo plan de blanqueo de capitales. Uno de los objetivos de este plan es financiar la reforma y el aumento de las jubilaciones prometidas por Mauricio Macri. Se pueden ver dos motivaciones en este aspecto. En primer lugar, varios de los 47 países que firmaron el acuerdo intercambio de información financiero-fiscal están tomando medidas similares. En segundo lugar, Cambiemos ha decidido reducir el déficit fiscal de manera gradual. Dado el alto nivel de presión tributaria, aumentar los impuestos de manera significativa no es viable. El blanqueo busca proveer fondos al fisco.
El Gobierno descuenta que el blanqueo será exitoso, ya que con el acuerdo de intercambio financiero no será tan fácil esconder fondos en el exterior. En segundo lugar, teniendo en cuenta el contexto internacional de bajas tasas de interés, invertir en bonos del Tesoro argentino será más rentable que dejar dichos fondos en el exterior.
El término ‘blanqueo’ dista de ser el más apropiado. Esta palabra suele hacer referencia a las operaciones que buscan maquillar un origen legítimo a fondos obtenidos de manera ilegítima. Por ejemplo, cuando en un hotel o un casino se reporta que se han tenido más clientes que los reales y estos han pagado en efectivo. Sin embargo, en este caso la propuesta está destinada (en principio) a fondos obtenidos de manera legal, pero que no han sido declarados. Por ello, hablar de “amnistía fiscal” o de “declaración de activos ocultos” es más preciso y neutral. Continuar leyendo