El escenario para la oposición

Voy a tratar de realizar algunos comentarios sobre el escenario político para la oposición, en especial para el líder del PRO, Mauricio Macri. Para eso, creo que conviene realizar primero algunos comentarios sobre el oficialismo. Veamos.

En la Argentina, durante tres cuartas partes del actual período democrático iniciado en 1983, han ejercido la Presidencia dirigentes que provienen del peronismo. El peronismo, sin embargo, puede perder elecciones; no es un partido hegemónico. Ocurrió en 1983 y en 1999, cuando comenzaron sus mandatos -que luego no terminaron- referentes de la UCR.

El actual oficialismo tiene, por estos antecedentes, una notoria ventaja, una carta más en el mazo. Como parte de ese escenario, el peronismo gobierna más provincias y municipios que la oposición y ha controlado el Senado desde que se recuperó la democracia, sin interrupciones. La mayoría de los sindicatos se alinean también con el peronismo.

El líder del PRO, Mauricio Macri, asegura que esa ventaja no prevalecerá, que ahora es él quien más posibilidades tiene de llegar a la Presidencia, porque “el 60 % de la gente quiere un cambio”. Continuar leyendo

Carrió, Carrió, gran conductor(a)

El gran ganador de las primarias porteñas del domingo pasado fue, sin dudas, el líder del PRO, Mauricio Macri. Su protegido, Horacio Rodríguez Larreta, se impuso como candidato y, al mismo tiempo, su fuerza política conservó el caudal de votos que había conseguido de su mano cuatro años antes.

Sin embargo, la gran conductora política en términos electorales en la Ciudad de Buenos Aires no fue otra que la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió. Si bien la diputada no apoyó al precandidato que obtuvo más votos -se inclinó formalmente por Martín Lousteau, aunque también realizó múltiples guiños a la derrotada en el PRO, Gabriela Michetti-, Carrió, como solía decir Juan Domingo Perón, “clavó una pica en Flandes” al promover con fuerza una oferta electoral que permitiera relegar a un tercer puesto a nivel local al Frente para la Victoria. Continuar leyendo

Acuerdos con China (en tiempos de campaña)

En un año electoral (casi) todos los temas serán buenos para hacer campaña o generar polémicas públicas. El vaticinio no debería sorprender además cuando el país se encamina a un recambio político en el que el próximo presidente -que no tendrá el apellido Kirchner- deberá delinear cuánto de cambio y cuánto de continuidad plantea a la ciudadanía en una serie de políticas públicas.

La aprobación en el Senado el 29 de diciembre pasado del Convenio Marco de Cooperación en Materia Económica y de Inversiones con el Gobierno de la República Popular China no parece haber sido la excepción.

Lo que sería interesante diferenciar es cuánto del debate público sobre el tema forma parte de chicanas electorales de vuelo corto y cuánto, más tarde o más temprano, terminará impactando en determinadas políticas públicas concretas.

En las últimas horas, la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, advirtió que “hoy en la Argentina, salvo el acuerdo con China, todo es reparable”. Habría que escuchar los argumentos de la fuerza política que encabeza la diputada nacional para plantear esta posición tan fuerte. De hecho, los podría haber expresado la senadora rionegrina por ese partido, María Magdalena Odarda, quien votó en contra de la aprobación del convenio pero que, según consta en la versión taquigráfica de la sesión especial, no hizo uso de la palabra.

El senador radical y presidente del Comité Nacional de la UCR, Ernesto Sanz, afirmó en este medio que el convenio es “una garantía de subdesarrollo”. No pudo, de todas formas pronunciarse formalmente con su voto negativo ya que estuvo ausente en la sesión en la que la Cámara alta trató la iniciativa. Lo mismo ocurrió con el presidente de la bancada radical, Gerardo Morales.Y también con su par Laura Montero, alineada con el otro precandidato presidencial radical, el diputado Julio Cobos.

En tanto, el senador del bloque Proyecto Sur-Unen, Fernando “Pino” Solanas, expresó a su vez en declaraciones periodísticas: “Repudiamos los acuerdos con China. En su retirada, el kirchnerismo está entregando tierras y recursos estratégicos de forma irresponsable e inconsulta, como ya hizo con Chevron”. Sin embargo, el cineasta también estuvo ausente el día del tratamiento y la votación en la Cámara alta, por lo que no aportò a los trece votos negativos a la iniciativa.

El diputado por el Frente Renovador, José Ignacio De Mendiguren, opinó de manera pública sobre el tema: “el convenio entre nuestro país y China aprobado por el Senado de la Nación hace peligrar las chances de desarrollo para la Argentina y es ampliamente desfavorable para los intereses del desarrollo nacional”. Más allá de que el joven partido bonaerense que encabeza Sergio Massa no tiene representación formal en la Cámara alta, el legislador sanjuanino del bloque denominado “Producción y Trabajo”, Roberto Basualdo, expresó en su momento su adhesión pública a la fuerza del tigrense. Según consta en el acta de votación de la Cámara alta, fue uno de los senadores que se pronunció por la negativa. Sin embargo, no hizo uso de la palabra durante la sesión para plantear fundamentos. A su vez, estuvo ausente un reciente aliado de Massa, el salteño Juan Carlos Romero.

Hubo otras bancadas más activas en llevar la voz cantante. Sin embargo, al fundamentar la negativa al proyecto dejaron aclarado que esperan impulsar un importante nivel de relaciones comerciales con China.

Por ejemplo, por el radicalismo, el senador pampeano Juan Carlos Marino rechazó de plano la iniciativa, aunque destacó que su partido no es refractario a acuerdos con el país asiático: “No nos ensañamos con la economía china ni tenemos pruritos; nada que ver; al contrario; la Argentina tiene que aprovechar el momento que vive el mundo, en el que la economía china, la economía asiática están consumiendo los productos que nosotros producimos, como la soja, por ejemplo”.

El PRO, en tanto, a través de sus tres senadores, votó en contra. Diego Santilli explicó una serie de motivos, aunque también resaltó: “la verdad es que cómo no vamos a estar de acuerdo con que la Argentina tenga relaciones con China, con Rusia, es decir, con los BRICS, relaciones maduras, ciertas, que nos potencien, que nos den inversiones, que nos den exportaciones, que nos den capacidad de trabajo y de desarrollo”. También consideró que el artículo 22 del convenio “le da la capacidad al Ejecutivo de celebrar acuerdos específicos sobre minería, agricultura y un montón de temas que son importantísimos, por cierto” y se preguntó “¿Y por qué no tenerlos con los chinos?” aunque consideró que son facultades que no deberían dársele al Ejecutivo sin tenerlas “estudiadas, aclaradas y con el convenio pertinente”.

No serán estos los últimos chispazos políticos por los acuerdos con China, ni por muchos otros temas en los que la Argentina se juega definiciones clave para sus polìticas públicas. Menos aún en un año electoral.

Del otro lado del espejo, el FPV

La crisis, el neviosismo, los movimientos intensos y apresurados, las declaraciones estridentes que por estos días saturan a las fuerzas de la oposición difícilmente ocurrirían si, del otro lado, el Frente para la Victoria no hubiera logrado cierta estabilidad política.

En un año difícil económicamente, que comenzó en enero con una devaluación del peso, el Gobierno nacional llega a fin de 2014 con una situación cambiaria -variable que suele ser un termómetro de tensiones políticas- relativamente estabilizada. Queda por ver todavía cómo se desarrolla el siempre intenso diciembre, pero las perspectivas para la gestión de la presidenta Cristina Kirchner no son lo preocupantes que algunos sectores opositores auguraban algunos meses atrás.

A pesar de los fuertes debates internos por definir la sucesión de Cristina Kirchner, el Frente para la Victoria logró una serie de puntos de acuerdo. Los “garrochazos” que distintos analistas pronosticaban luego de la derrota oficialista en la provincia de Buenos Aires en 2013 no se concretaron. Todos los precandidatos del Frente para la Victoria parten de la base de ratificar las políticas del Gobierno nacional y sumarle a eso su propio estilo.

No es que no haya debates: por ejemplo, el referente del Movimiento Evita Fernando “Chino” Navarro advirtió que “ni (Daniel) Scioli ni nadie es invencible en las PASO y criticó a sectores que se apuran a “sacarse una foto” con el gobernador bonaerense.

“El determinismo de seguir a Scioli nos hace pensar que es el candidato natural y eso no es así”, subrayó Navarro

A su vez, Scioli aprovechó para mostrarse con gobernadores afines, pero otros precandidatos también buscaron mostrar sus ambiciones. El ministro del Interior, Florencio Randazzo, participó de un acto con dirigentes de La Cámpora en Río Gallegos. Allí reclamó una discusión al frente del oficialismo. Y pidió definir “si somos representantes genuinos de este modelo de desarrollo social, independiente y autónomo, o si somos empleados del poder corporativo y mediático, que tanto daño le ha hecho a la Argentina”, en lo que pareció una nueva crítica al gobernador bonaerense.

En el debate también se metió el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich. Sostuvo que el dirigente que “pretenda” suceder a Cristina Kirchner dentro del Frente para la Victoria y llevar sus “banderas a la victoria electoral en el 2015″ deberá “interpretar su proyecto político” y “garantizar su continuidad”. “De la base territorial existente, su consolidación, y una excelente interpretación de este proyecto político, junto a su continuidad en los próximos años, naturalmente surgirá quien efectivamente lleve estas banderas a la victoria electoral en el 2015″, afirmó el jefe de ministros

Como se ve, hay disputas e indefiniciones también en el partido de gobierno. Pero a diferencia de las que por el momento muestra la oposición -el show de Elisa Carrió fue apenas un capítulo más- se dan en un marco limitado. Parece ya un lugar común decir que los peronistas cuando se pelean se están reproduciendo. En pocos meses veremos si la máxima se ratifica.

Cristina, todavía

La misma semana en la que comienza la cuenta regresiva de un año para las elecciones nacionales de 2015 podríamos sacar una “foto política” del momento. Y comprobaríamos entonces que la presidenta Cristina Kirchner ya ha roto los pronósticos que la mayoría de los medios y periodistas opositores así como de los consultores de opinión contratados por los candidatos que quieren sucederla trazaron para este 2014. Sobre todo después de los cimbronazos que significaron las revueltas policiales y los cortes de luz de diciembre, así como la devaluación de enero. Pronósticos que hablaban de un “pato rengo”, un “fin de ciclo”, una invalidez política y dirigentes peronistas huyendo en masa hacia otras opciones electorales.

Así, a fines de octubre de 2014 Cristina se muestra sólida políticamente. Y no lo digo yo.

El analista político opositor Rosendo Fraga afirmó hace algunos días en una entrevista que en contra de varios pronósticos, queda claro ahora que “el Gobierno ha acumulado poder en lugar de perderlo”. Además, razonó que para ser una jefa de Estado que no tiene la posibilidad de un nuevo mandato y cuando, según evaluó, “no ganaría una elección” nacional, “el ejercicio del poder que estamos viendo” de parte de la primera mandataria es “muy fuerte”. Fraga recordó la relativa facilidad con la que el oficialismo promueve y aprueba proyectos de ley en el Congreso. Habría que recordar que logra imponer su visión entre los legisladores nacionales con una facilidad que, por ejemplo, Carlos Menem no tuvo en casi todo su mandato y menos hacia el final de su período de gobierno.

“El kirchnerismo va en una dirección clara y enfrente me parece que no hay la misma estrategia común”, destacó Fraga en diálogo con el periodista Oscar González Oro, por radio La Red.

También se da cuenta de la fortaleza política que aún muestra Cristina es Elisa Carrió. En la entrevista que concedió hace algunos días a Jorge Lanata y en la que repartió críticas a sus colegas opositores razonó que el actual momento le hace acordar al período que el oficialismo atravesó luego de las elecciones legislativas de 2009.

“En el 2009 ¿se acuerdan que ganamos la elección? (…) Después en ese intermedio de seis meses, porque a ella (por Cristina Kirchner) el año que viene se le desarma todo, hicieron la Ley de Medios, (la estatización de) Aerolíneas ¿Se acuerdan? Bueno, estamos en el mismo período”, alertó Carrió a Lanata y sus oyentes.

La líder de la Coalición Cívica le reprochó a los principales dirigentes de la oposición que “todo el mundo está pensando desde hace seis meses en las elecciones del año que viene y no están pensando en que las elecciones son el año que viene y que estos (por el oficialismo) se llevan el mantel puesto ahora”.

Cristina conserva protagonismo y fuerza. Así parecen percibirlo buena parte de los precandidatos presidenciales del Frente para la Victoria, incluidos Daniel Scioli, Sergio Urribarri, Florencio Randazzo y Agustín Rossi, que se mostraron juntos en un acto pocos días atrás. Además, la Presidenta logra objetivos concretos, como un proyecto de nueva ley de hidrocarburos negociado con los gobernadores de las provincias petroleras.

Al mismo tiempo, la oposición debe dejar de lado su agenda propia para pasar a discutir los temas que propone el Gobierno nacional. Temas con los que -además-, como en la iniciativa a la que la Cámara de Diputados dio media sanción esta semana para hacer obligatoria la educación a partir de los 4 años o ciertos aspectos del nuevo Código Procesal Penal -proyecto que la mandataria divulgó por cadena nacional en horario central- cuenten con el aval explícito de referentes de la oposición.

Octubre de 2014 y todavía, en contra de varios pronósticos -aunque no de todos- Cristina sigue en el centro de la escena política.

“¡Tontos…tontos…tontos!”

La líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, es una dirigente a la que la mayoría de los argentinos no le confiaría un cargo ejecutivo pero que tiene suficiente apoyo -sobre todo en centros urbanos- y envergadura para sostenerse como dirigente nacional. Su rol es el de convertirse en una especie de “conciencia” opositora o, si se quiere, del “no peronismo” en el país.

Volvió a demostrarlo hace algunos días cuando señaló, a través de una red social, para referirse a sus compañeros de ruta opositores: “¡Tontos…tontos…tontos! Los domina el kirchnerismo y les impone la agenda”. Luego aclaró -en otra red social- que “lo de ‘tontos…tontos…tontos’ fue una broma! Ja, ja, ja”, pero el planteo ya había quedado claro.

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Que las hay, las hay

Dirigentes tan disímiles como la presidente Cristina Kirchner, la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, y el jefe del partido MILES, Luis D’Elía, hablaron en los últimos días de sectores que buscarían un final anticipado del actual gobierno.

Lo hicieron a partir de las declaraciones en las que Mauricio Macri aludió a la existencia de un “círculo rojo” en el país, que integran personas “del hacer” y “del pensar” entre las que no descartó que estén incluidos los dueños del Grupo Clarín.

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El estalinismo más blandito del mundo

El Frente para la Victoria hizo una mala elección en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). Más allá de la polémica de si el resultado debe ser leído en términos nacionales o provinciales o si sacó algún voto más o menos que en 2009, los comicios fueron equiparables a aquellos, duros para el kirchnerismo.

El hecho revela una vez más la complejidad -¿o la fragmentación?-, la vitalidad, el empuje de una sociedad como la Argentina, que bien puede encumbrar a los oficialismos en un turno electoral o dar llamados de atención al oficialismo -a los oficialismos, porque hubo merma de votos en provincias y distritos de todos los colores, ¿o no?-.

¿Dónde quedó entonces la idea de la “legitimidad segmentada” con la que amonestó Elisa Carrió el triunfo de Cristina Kirchner en 2007? ¿Qué pasó con los todopoderosos “aparatos”? ¿Qué pasó con el opresor “clientelismo”? ¿Qué ocurrió con la necesidad de “liberar a nuestros hermanos pobres del clientelismo”, como también señaló en reiteradas oportunidades la ahora líder de UNEN? ¿Y con el peligro del “fraude”? ¿Qué pasó con el gobierno fascista, stalinista, opresor? ¿Qué ocurrió con la ‘República en peligro’?

Pasó que nada de eso existe en la sociedad argentina. Ni puede existir. Se trata de una sociedad que luego de la mayor presencia del Estado en los últimos diez años es más y no menos vital, activa y demandante, vote a quien vote. Ahora a unos o luego a otros.

Como lo indica la politóloga María Esperanza Casullo en un artículo reciente (“Liberal, clientelar o populista y clientelar: tres visiones entre sociedad civil y Estado en Latinoamérica”), “las relaciones entre sociedad civil y Estado no son necesariamente de suma cero; ciertamente, los grupos populares no entienden el juego de esta manera”.

En gran medida, las demandas de los sectores populares se centran alrededor de la consecución de ‘más Estado’, es decir, más bienes públicos en sus comunidades, más políticas públicas dirigidas a ellos, mayores regulaciones hacia el mercado. El Estado no sólo ‘avanza’ hacia la sociedad por pura voluntad de dominio, sino que el establecimiento de las fronteras entre el uno y la otra es un proceso de marchas y contramarchas donde ambos actores manifiestan autonomía relativa”.

Así, más presencia del Estado de cara a la sociedad -que puede significar nuevas escuelas, ampliación de beneficios previsionales, la Asignación Universal por Hijo (AUH) o el nuevo régimen laboral que ampara al empleo doméstico- , bien puede significar más y no menos vitalidad y fortaleza de esa sociedad civil. El problema para entender esto lo tienen quienes ven cualquier situación de mayor presencia del sector público como pura cooptación, sujeción, debilitamiento de la sociedad civil.

O expresado de otro modo, como lo dijo el mes pasado la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff: “el pueblo cuanto más tiene más quiere”.

Larga vida a la vital sociedad civil argentina. Y ahora sí, a la disputa por las bancas, que faltan dos meses.