Racismo, injusticia y olvido

Si todo sigue su acostumbrado cauce, el próximo viernes 8 de abril se cumplirá un mes sin justicia desde la muerte del activista senegalés Massar Ba, quien fuera encontrado muy malherido en una esquina del barrio porteño de San Cristóbal la madrugada del lunes 7 de marzo y derivado al hospital Ramos Mejía, en el cual, a causa de las heridas y los traumatismos infringidos, falleció horas más tarde, con muy escasa repercusión mediática en las horas inmediatas, más allá de los anuncios en redes sociales de agrupaciones de activistas, militantes y de los pocos a quienes el caso conmoviera.

Massar Ba tuvo una carrera en el activismo desde temprano, a su ingreso al país, en 1995, como uno de los tantos inmigrantes subsaharianos llegados desde comienzos de los noventa al país, donde también formó una familia y tuvo varios empleos para sobrevivir. Convertido en un referente de los suyos, fue invitado a la televisión como representante de los manteros (principalmente de sus compatriotas) para denunciar los abusos que vivieron de parte de las fuerzas policiales, las que en varias ocasiones les quitaron sus productos y los arrestaron violentamente. Eso motivó, en agosto de 2015, una concurrida manifestación de los vendedores ambulantes frente al Congreso, representados por Ba. Se especula con que el grado de compromiso asumido por el senegalés pudo haber sido la causa de su muerte. Los allegados a él afirmaron que en los días previos a su muerte mantuvo una actitud huidiza, como consciente del peligro que lo acechaba. Continuar leyendo

El Mediterráneo, la fosa común más grande

“Una Europa cerrada a los emigrantes sería una Europa más vieja, más pobre, más reducida y más débil. Una Europa abierta será más justa, más rica, más fuerte, más joven, con tal de que sean capaces de gestionar bien la inmigración”, sentenció el entonces secretario general de Naciones Unidas en 2004, el ghanés Kofi Annan, en ocasión de aceptar y entregársele el premio Sajarov a los Derechos Humanos 2003, en el Parlamento Europeo, una distinción que premia la libertad de conciencia.

Es precisamente la conciencia el problema de las autoridades europeas frente a la peor crisis humanitaria que se vive a sus pies y ante una marcada indiferencia.

Según cálculos de Naciones Unidas, más de 264.000 personas han arribado a Europa, desde el Mediterráneo, procedentes de países en conflicto y guerra, como Siria, y otros signados por pobreza, desempleo y/o inestabilidad política, sobre todo varios del África occidental subsahariana. A su vez, más de 2.300 entre estas personas han perecido al intentar embarcarse a la aventura de conseguir una mejor vida en Europa. A esta altura del año pasado la cifra era bastante menor, no superaba 1.650. Continuar leyendo

Mare Nostrum, pero no de ellos

Ahora que se apaga un poco el brillo de las noticias trágicas sobre el Mediterráneo -hasta nuevo aviso, otra descomunal tragedia mediante- es momento de pasar en limpio lo sucedido.

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) pronosticó que si la situación continúa descontrolada en el Mediterráneo, que el año pasado fue tumba de no menos de 3.400 inmigrantes según datos de ACNUR, este año podría serlo de 30.000. En efecto, cierto grado de conmoción internacional se vivió en los últimos días a causa de la sumatoria de naufragios. Hay 30 veces más muertos en lo que va del año que a igual período de 2014, superando en el presente 1.750 víctimas (frente a 56 hace un año), en su mayoría el producto de los dos naufragios referidos en el párrafo siguiente. Continuar leyendo