24 de marzo de 1976: relato contra historia

A cuarenta años del golpe de Estado de 1976, la Argentina conmemora este nuevo aniversario emancipada de un relato que durante doce años hizo de una versión parcial y distorsionada de la memoria el instrumento de una estrategia de acumulación de poder político y económico, puesta al servicio de un modelo de dominación basado en la articulación entre el partido del Estado y el capitalismo de amigos. El kirchnerismo usó la bandera de los derechos humanos como pretexto para legitimar sus políticas, demonizar a sus adversarios y profundizar la división de la sociedad argentina.

Afortunadamente liberados de la presión ejercida por un Gobierno que utilizó sistemáticamente la dictadura militar como justificación política, esgrimida sin pudor por quienes no hicieron absolutamente nada por combatirla, los argentinos estamos ahora en mejores condiciones para focalizar la mirada en aquella época trágica, sin prejuicios ideológicos, con la única pretensión de buscar la verdad histórica para aprender de nuestros propios errores, enterrar para siempre el pasado y forjar la unidad nacional, con la vista puesta en el porvenir.

El centro de la cuestión es que, al contrario de lo que afirmaron los militares en su momento, y también muchos de sus detractores tardíos, el golpe del 24 de marzo de 1976 no tuvo como objetivo estratégico la derrota de las organizaciones guerrilleras, sino el derrocamiento del Gobierno constitucional de Isabel Perón, empantanado en medio del vacío de poder que había dejado la muerte de Domingo Perón en 1974. Continuar leyendo

2016: año nuevo para el peronismo

Con las obvias e importantes diferencias entre las respectivas épocas históricas, la situación de confusión ideológica y horizontalización política que atraviesa hoy el peronismo tiene algunos puntos de contacto con el momento posterior a la derrota electoral de 1983, que dio origen a la etapa de la renovación.

Este escenario abre una oportunidad para impulsar una nueva actualización doctrinaria y programática, a fin de colocar al peronismo en sintonía con esta época histórica. Esto implica elaborar una visión estratégica y un mensaje orientados al futuro, capaces de enterrar al kirchnerismo y restablecer los puentes entre el peronismo y vastos sectores de la sociedad argentina.

En los primeros años de Raúl Alfonsín, el peronismo no sólo supo desentrañar las causas de su derrota de 1983 y separar a los “mariscales de la derrota”, sino también, y fundamentalmente, captar el espíritu de la época. Esto le permitió asimilar las novedades propias de esa nueva era para incorporarlas en un proyecto superador al planteado por el alfonsinismo.

Desde el apoyo al “sí” en la consulta popular sobre el laudo papal en el conflicto del Beagle (contra la actitud negativa de la conducción partidaria) hasta el respaldo al Gobierno en las jornadas de la Semana Santa de 1987, la renovación mostró las existencia de un peronismo respetable para el conjunto de la sociedad y respetado particularmente por los no peronistas, tal como señaló Domingo Perón en 1972. Continuar leyendo