Nuevos vientos en la Cumbre de las Américas

Evo Morales arribó a Panamá al día siguiente de imponer como Generala del Ejército de Bolivia a la hija de Luis Terán, el comandante que capturó al Che, luego asesinado por la CIA. Este Presidente es claramente guevarista pero sin los grilletes de “El Relato” que anula la mejor política aprisionándola a la historia.

Los Presidentes de Brasil, Estados Unidos, México y Panamá participaron del Foro Empresarial de las Américas “Diálogo de Jefes de Estado”. Obama y Dilma saludaron las reformas económicas mexicanas y la Presidenta del Brasil presentó la suya como en defensa de una inclusión irreversible de gran parte de su población a la clase media. “Para que no vuelvan a ser pobres”, imaginando un Brasil de una gran clase media y los gobiernos, especialistas e inversores asistentes en el evento, como en las vísperas de un gran salto adelante luego de las Olimpíadas de Río del 2016. En este ambiente, el Presidente colombiano augura un crecimiento adicional de su país, si se firmara el acuerdo de Paz con las FARC y el invitado especial, Mark Zuckerberg, el despistado fundador de Facebook, comete un blooper al entrar accidentalmente a una reunión bilateral entre los presidentes de Panamá y República Dominicana. Es que la tecnología e internet fueron claves en la reflexión de esos presidentes.

Todo en el contexto de buscar alternativas a la atenuación de las tasas de crecimiento de la economía regional afectada por la atonía europea y, sobre todo, la fatiga de China, incapaz ya de mantener la desenfrenada compra de materias primas. Y ni qué decir del impacto de la caída de los precios del petróleo en los países productores, atenuada por los mexicanos con sus reformas económicas.

Pero este gran encuentro y su poderosa agenda son fagocitados por la reunión de Obama y Raúl Castro. Es que cierra un ciclo con dos facetas. El fin de la guerra fría en la que resistieron heroicamente los cubanos. En la segunda, nosotros tuvimos que ver. Se trata del retorno pleno de Cuba a la comunidad hemisférica en un proceso de 30 años que iniciara el Presidente argentino Raúl Alfonsín con la promoción del ingreso cubano a la ALADI (Asociación Latinoamericana de Integración). Estuvimos en el paso inicial, en marzo de 1984, que concluyó en el primer acuerdo comercial bilateral cubano con un país de América Latina. Se trató de uno de Alcance Parcial en el marco del Tratado de Montevideo de 1980. Desde allí iniciamos el reencuentro de nuestra región con Cuba que estaba entonces en el CAME. Este fue el esquema económico común de los comunistas europeos con eje en la Unión Soviética y en el que “La mayor de las Antillas” tenía un estatus especial junto a Mongolia. Evitando el veto de Chile gobernada por Pinochet, logramos en 1985 su inclusión como País Observador y que concluyó como Miembro pleno.

Seguramente en ese País habrá una mejor performance de los derechos civiles y políticos a la par de las garantías que habrán recibido de Estados Unidos para el levantamiento del bloqueo comercial y económico y el respeto a la autodeterminación cubana.

Por muchos motivos esta Cumbre es histórica. Y por lo dicho más arriba en el recuerdo radical, los argentinos estamos presentes de otro modo que con el que estamos asistiendo. Mucho mejor al que la realidad nos evidencia como paranoicos, a la vez que el resto de los gobiernos nos advierte melancólicos, quejosos y perseguidos como el tango. En otro lugar hablaremos de las pérdidas de oportunidad de Argentina en estos tiempos.

Esta Cumbre está bajo la convicción de que el progreso económico y social es imposible “sin un orden judicial justo y sin mecanismos de control de los gastos gubernamentales”. Y otros están evidenciando que es posible progresar sin abandonar la memoria pero sin ser prisioneros de ella y de ningún relato. O para Argentina, lo que es lo mismo, que hace falta una estructura republicana y progresista. Entonces para nosotros estas Cumbres también serán fructíferas.

Es que vientos nuevos soplan en América. Y son positivos para hacer flamear nuestras históricas banderas.

A 30 años de la Ley 23.101: La ficción del modelo industrial exportador

La Ley 23.101 de 1984 aún perdura como todas las decisiones estratégicas basadas en la calidad democrática, en el pleno funcionamiento de la división de poderes y en la participación ciudadana. Su fuerza estriba en que lo que no se cumple de ella es asumido como asignaturas pendientes que en muchos casos se asemejan a lo grotesco.

Instituyó a los productos de las economías regionales y a los servicios como nuevos espacios a promover en el mundo, unificó las normas hasta entonces vigentes y creó otras  nuevas acordes a las modificaciones del cambio técnico. “La reglamentación de los distintos aspectos de la Ley ha sido llevada en gran parte hasta fines de 1987. Sin embargo, muchos de estos mecanismos no alcanzan un funcionamiento adecuado por distintas razones burocráticas, fiscales….” (Del Capítulo “El interregno radical de los 80″ del Plan Fénix. Jornadas de Economía Regional). Continuar leyendo

Una decisión estratégica que aún perdura

La Ley de Promoción de Exportaciones cumple 30 años y como todas las decisiones estratégicas basadas en la calidad democrática, en el pleno funcionamiento de la división de poderes y en la participación ciudadana, aún perdura. Instituyó a los productos de las economías regionales y a los servicios como nuevos espacios a promover en el mundo, unificó las normas hasta entonces vigentes y creó otras nuevas acordes a las modificaciones del cambio técnico.

Fue enviada por el Poder Ejecutivo al Congreso  a pocos días de asumir el Gobierno de Alfonsín (el 16 de diciembre), sancionada el 28 de setiembre de 1984 y promulgada el 18 de Octubre. En los 10 meses de estado parlamentario, el proyecto originario fue enriquecido por los integrantes de ambas Cámaras en consulta con las Provincias y el sector privado.

Impulsada por la Unión Cívica Radical, que contaba con mayoría en Diputados y una situación positiva en Senadores, se atendió a las minorías y al disenso. Un dato elocuente es que las Comisiones de Comercio estaban presididas por un justicialista en Diputado (Julio Migliozzi) y por un radical que no integraba el ala alfonsinista de la UCR (Luis León). También que Raúl Alfonsín, que no se encontraba en el país y decidiera que se promulgue inmediatamente,  lo que hace Victor Martínez. En la república, las cosas que se deben hacer no son conquistas de caza sino del estado de la calidad democrática.

El bloque radical de Diputados fundamentó, el año pasado, un proyecto de Ley de Promoción (Dip. Ricardo Alfonsín y Maria Luisa Storani) en este antecedente, entre otros, procurando eliminar barreras e imaginando nuevos mecanismos de promoción desde la preservación de las exportaciones industriales y de las economías regionales a las que se identifica (lo que era una asignatura pendiente), además de auspiciar las exportaciones de los bienes culturales, científicos y tecnológicos para lo que el País tiene capacidades significativas.

El estado de la calidad democrática es otro. La desconsideración del proyecto es lo usual a los no originados en el Poder Ejecutivo y un gran dato mientras caen las exportaciones con valor agregado en el marco de un proceso de concentración en productos, mercados y empresas. En los considerandos del Proyecto se informa de una primarización creciente de la estructura con una caída de los productos de alta y mediana tecnología. Vaya actualidad del tema. Si a alguien se le ocurriera comprar un satélite argentino como el exitoso Arsat 1, su exportación debería tributar un derecho de exportación (vulgarmente denominado retención) del 5%.

Hace 30 años advertíamos de las capacidades nacionales en estos segmentos para competir con éxito en el mercado internacional. La persistencia de estos gravámenes dan cuenta de obligaciones pendientes del parlamento argentino y de uno de los motivos de la ficción del modelo industrial exportador.