La Organización de los Estados Americanos (OEA) necesita iniciar en el 2016 un urgente proceso de renovación que le permita asumir el papel central como órgano que reúne a todos los países del hemisferio. Derivada de la Unión Panamericana y esta de la Unión Internacional de Repúblicas Americanas, enfrenta el reto de reivindicar la misión original establecida en la Carta y, entre otros, establecer un marco eficaz de distribución de responsabilidades con otros organismos relevantes, como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) y la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur).
El debilitamiento de la OEA de los últimos cinco años conspira con el propósito de contar con un órgano capaz de responder a los variados problemas del hemisferio. Ningún otro organismo regional tiene el cuerpo jurídico, la estructura y los programas de cooperación y asistencia de la OEA. La Carta Democrática Interamericana, el sistema interamericano de los derechos humanos, integrado por la Comisión (CIDH) y la Corte de San José, son de vital importancia para América Latina. Las misiones de observación electoral son otro de los pilares con mayor reconocimiento internacional. Esos mecanismos, entre otros, han contribuido a través de décadas al prestigio de la institución. Continuar leyendo