El servicio de mensajería WhatsApp (y con ello el negocio de las comunicaciones móviles) vivió las 96 horas más agitadas de su corta pero exitosa historia: el miércoles se anunció su compra por parte de Facebook en 19 mil millones de dólares, luego sufrió un inédito y extenso corte de su servicio, lo que provocó que muchos de sus usuarios se volcaran a su competencia, como Telegram, que por los millones de pedidos en sólo cuestión de horas… también colapsó.
Pero detengamos por un instante esta montaña rusa enloquecida. El servicio de mensajería fue desarrollado por dos ex ingenieros de Yahoo! en 2009 y desde entonces no para de crecer, llegando hoy a los 450 millones de usuarios que, a partir del segundo año de uso, pagan 99 centavos de dólar anuales. Si se cumplen las expectativas del nuevo dueño, Mark Zuckerberg, tras la adquisición por parte de Facebook, el servicio llegaría a los 1000 millones de usuarios, con lo que generaría otros tantos millones de dólares al año. Lo que pagó Facebook sería, entonces, 19 veces más. Esta es la relación por la cual algunos analistas de mercado consideran excesivo el precio pagado.
Pero esa cifra no es desproporcionada si se analiza que Facebook está pagando unos 42 dólares por cliente de WhatsApp. En 2006 Google pagó por YouTube 1.650 millones de dólares y muchos pensaron que era una locura, sin embargo hoy nadie dudaría que fue una inversión de oro. La clave está en la ejecución: si hacen las cosas bien, lo que hoy puede parecer caro terminará siendo una oferta.
Se trata, entonces, de una estrategia acertada por parte de la red social: La gente está en los dispositivos móviles y WhatsApp es una aplicación que nació móvil y muy apreciada por los jóvenes, franja que Facebook está perdiendo. Para recuperarla, la red de Zuckerberg coqueteó con Snapchat, sin éxito (intentó comprarla por 3 mil millones de dólares), aunque pudo quedarse con Instagram en 2012 y ahora con WhatsApp. Además compró Paper con lo cual sumó casi todos los puntos de contacto con el cliente o los potenciales.
Con WhatsApp, y antes con Instagram, Facebook compra algo más que usuarios: compra usuarios jóvenes, que es su gran área de oportunidad. Y además se hace aún más fuerte en movilidad, donde venía haciendo las cosas bien ya que en el último trimestre de 2013, por primera vez la publicidad en dispositivos móviles aportó la mayor parte de los ingresos de la red social en ese aspecto (el 53%, unos 1.250 millones de dólares), según consta en sus últimos números públicos.
Con esta serie de adquisiciones, Facebook busca crear una comunidad que responda a todas las necesidades de comunicación de la gente y con soluciones para cada tipo de franjas de edad. Aunque Facebook afirmó que no va a poner publicidad en WhatsApp, por ahora, es probable que realice una convergencia entre sus plataformas, las que le proveerán una enorme cantidad de datos para analizar, predecir y llegar más efectivamente al consumidor. Estamos, en definitiva, frente a una empresa que está sumando herramientas a su ecosistema para capturar un volumen de información cada vez mayor por parte de cada usuario: qué hace, qué le gusta, de qué habla, con quién…
Con la compra de Instagram, en principio, la gente reaccionó bien. Con WhatsApp parece que no tanto, con sentimientos que van de la cautela a la desazón. Más allá del apagón del sistema, a pocas horas de la compra, los millones de usuarios que intentaron subirse a su competencia Telegram (cuatro millones en sólo 18 horas, superando los 100 usuarios nuevos por segundo que el sistema soporte) están diciendo algo. Teléfono para Zuckerberg.
En definitiva, lo cierto es que esta compra inauguró una nueva era de mega-adquisiciones. El año pasado hablábamos de compras por 2 o 3 mil millones y ahora comenzamos el año con 19 mil. Un salto importante para una movida que va a continuar.