Honrar las deudas u honrar los fallos

El discurso de la Presidente de la Nación contó con dos decisiones importantes que tienen algo en común: la primera es que Argentina va a seguir pagando su deuda reestructurada en los canjes del 2005 y 2010. La segunda, su calificación de extorsivo sobre un fallo de la Corte norteamericana. ¿Qué tienen en común? Que lo importante es la opinión de la Presidente acerca de lo que está bien -o lo que está mal- para saber qué camino tomará la Argentina y no lo que debe hacer en función de reglas nacionales o internacionales.

Pregúntese lector, si va a jugar al fútbol ¿contra quién prefiere jugar? ¿Contra alguien que hace fouls, se tira disimulando un penal, toca la pelota con la mano cuando no lo ven, pero cuando el árbitro lo sanciona cumple las reglas? ¿O prefiere jugar contra alguien que cuando el árbitro falla una falta se niega a cumplirla y lo ignora? ¿O si dice que está adelantado, no le importa y continúa la jugada? ¿O si le anula el gol no hace caso y lo celebra? ¿Cómo se juega en el segundo ejemplo?

Las deudas muchas veces no se honran. Hay miles de situaciones donde no se puede cumplir con los compromisos financieros asumidos. Tan es así, que existen leyes que dicen qué hacer en esos casos. Existen siempre posibilidades de no honrar las deudas. Hay muchos casos de default de deuda pública y ni hablar de deudas privadas. Para esto se inventaron las reestructuraciones, las renegociaciones, y los procesos tendientes a buscar acuerdos financieros.

Los fallos

Hay una particularidad en la Presidente, y es que sólo se somete a las reglas que ella considera válidas y no acata aquellas con las que no está de acuerdo. Esto lo hace tanto dentro como fuera del país.  Sin embargo, en el mundo, las reglas y las leyes están para cumplirlas independientemente sobre qué opinemos de ellas.

Sinceramente, no es relevante la opinión de la Presidente -ni de nadie- acerca del grado de justicia o injustica que tenga el fallo de Estados Unidos, o si es fruto de una conspiración internacional. Lo importante es considerar que las decisiones de política nacional no son una cuestión de opinión personal sino de estrategia de desarrollo para todo un país.

No acatar un fallo de una Justicia a la que voluntariamente se decidió aceptar como jurisdicción y en la que se lleva años de juicios no puede ser el resultado de una opinión. Tampoco es serio que se hable de extorsión. Puede parecerle injusto, como me parece a mí (y a tantos). Puede parecerle inmoral, como también me parece a mí (y a tantos). Pero son opiniones. Un país cumple reglas cuando le suman y cuando le restan: es la condición de vivir en una comunidad internacional. Como las personas, cumplimos las leyes y normas cuando nos benefician, pero también cuando nos perjudican. De eso se trata la vida en sociedad.

Imagínese si una empresa extranjera llama a un fallo de la Justicia argentina extorsivo y lo desobedece. ¿Cómo reaccionaríamos nosotros? ¿Qué antecedente quedaría de esa empresa en este país y en los países vecinos?
Hay que honrar las reglas de juego si uno quiere seguir jugando en el mundo.

El mundo al revés

Así están las cosas: el gobierno y muchos terminan celebrando que la Argentina honra una deuda (la que puede renegociar) y no honra una norma (la que debe cumplir). Es rara la prioridad, pero peor todavía, si como en este caso, es contradictoria.

Pagar una deuda se hace con un principal objetivo: volver a tomar créditos. Pero la primera condición para volver a tomar créditos, no es que pagues deudas que podés refinanciar, sino que si vas a juicio y fallan en tu contra, lo vas a acatar. Esa es la mejor garantía para seguir consiguiendo créditos. Así que, ante la opción, sería preferible honrar fallos a honrar deudas.

Tasas cuidadas

Con el objetivo de avanzar en regular más la economía, el Banco Central (BCRA) estableció límites a la tasa de interés. Es que se debe terminar con el abuso de los bancos que lucran indiscriminadamente con la gente.

De hecho, lo mejor que podría pasar es que los bancos no ganen plata y sean instituciones sin fines de lucro. De esa manera habría más crédito para todos.

Por supuesto que socialmente no hay nada más políticamente incorrecto que tratar de defender un banco o un banquero. No hay forma de sumar ningún adepto. No hay otra posibilidad. Ser un banquero -y sobre todo en situaciones económicas complicadas- es definitivamente un caso perdido de mala prensa.

Pero si son tan malos habría que preguntarse para qué existen. Probablemente se trate de una creación diabólica…  ¿o será que cumplen algún rol en la economía?

El rol del banco

El banco nace y se desarrolla como el lugar donde nosotros depositamos nuestros ahorros. Así nació, como el sitio al cual quienes contaban con ahorros podían depositarlos para que se los custodiara.

El sistema financiero es muy regulado y tiene muy precisas restricciones y evaluaciones de riesgo, porque justamente administra la plata de terceros. De hecho, si manejara solo su plata, tendría menores regulaciones.

Es decir, la solidez de un banco se evalúa en su capacidad de defender el ahorro de los habitantes de un país. Cuando nos preguntamos si un banco es seguro, estamos preguntando si ese banco está en condiciones de otorgar créditos o bien de devolver nuestros depósitos.

Para que un sistema financiero crezca, entonces, debe recibir más depósitos. Y para que ello suceda los bancos deben dar confianza con el manejo de nuestro dinero. Esa será la plata utilizada para otorgar créditos. Sin depósitos, no hay créditos.

Si un Banco Central pone regulaciones que limitan las tasas de interés y si esas limitaciones debilitan la solvencia de los bancos porque asumen más riesgos sin la remuneración correspondiente, conseguirá que más gente tome créditos en el corto plazo y que menos gente deposite sus ahorros en el mediano plazo. En consecuencia, los créditos en el mediano plazo volverán a caer.

¿Préstamos para todos y todas?

El principal problema del sistema financiero argentino no es el valor de sus tasas de interés, sino su tamaño. Acorde a la nueva estimación del PBI, el total de créditos del sistema financiero argentino alcanza alrededor del 13% del producto bruto, el más bajo de América Latina. El país que le sigue tiene el 20%. Chile tiene más del 70’%, mientras que Brasil ostenta más del 50%.

Por lo tanto, sobre lo que hay que trabajar es por tener más bancos que presten más plata, pero para ello necesitamos más bancos que logren canalizar más ahorros de los argentinos.

Y lo cierto es que mientras más se interviene el sistema, más dudas tienen los ahorristas y menos plata depositan.

En resumen, las tasas de interés más bajas tendrán algunos pocos beneficiarios que son aquellos que pueden tomar créditos en los próximos meses. Como las condiciones para tomar créditos siguen siendo las mismas, las tasas cuidadas serán para pocos y por poco tiempo.

Una cosa sí está clara: se continúa dando señales de que ahorrar e invertir en la Argentina es cada vez más riesgoso.

Argentina tiene Papa, pero no tiene cura

El nombramiento de Jorge Bergoglio como papa Francisco ha sido la mayor noticia de impacto internacional que ha tenido a un argentino como protagonista. Argentina, aunque sea superficialmente, fue radiografiada como el lugar donde nació el Papa. Incluyó también algunos errores, como un mapa de una cadena de TV norteamericana nos ubicó en pleno centro de Colombia.

Pero no cabe la menor duda que muchas personas que nunca mostraron interés por Argentina lo harán ahora. Se trata de conocer la cuna del primer Papa latinoamericano.

Claramente una oportunidad para abrirnos al mundo, mostrar las bellezas y oportunidades que este país ofrece y utilizar esa vidriera que la iglesia del mundo nos brindó.

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