Década sin herederos pero con secuelas

El problema es la hipocresía, hija pródiga de la cobardía y el cálculo.

“Muy bien, señores. El que esté con esos intereses se saca la camiseta peronista y se va”, dijo Juan Domingo Perón a los diputados de la Juventud Peronista en 1974.

Treinta años después esa juventud creyó que llegaba su oportunidad de ejercer el poder. Pero accedió al Gobierno traccionada por un peronismo ocasional. Porque el modelo kirchnerista de poder, a falta de sustancia propia, se inoculó las consignas del “entrismo” y las usó para justificar ideológicamente su proyecto familiar de matriz económica.

Terminada la gestión kirchnerista, aquella vieja juventud que pretendió corregir los éxitos de Perón se va del poder sin herencia ni transferencia de autoridad, subsumida en un peronismo que la eyecta nuevamente. Una década de pura espuma.

El kirchnerismo usó sin convicción las banderas de una corriente política que hace 40 años quiso usar al peronismo sin compartir su doctrina. Era la fórmula perfecta de la nada y fue un éxito. Continuar leyendo

“Matar” a Perón

Hace cuarenta y tantos años, después de sobrevivir a Ezeiza, después de Rucci y un rato antes de morir, Perón sugirió públicamente que aquel que no estuviera de acuerdo con la doctrina peronista, se quitara la camiseta y a otra cosa.  Muchos jóvenes quedaron en cuero.

Pasados esos cuarenta años, una especie de “hijos viudos” de aquellos jóvenes que Perón convidó a tomar aire, otra vez se dicen peronistas pero se prueban la camiseta de Cámpora y así, a los empujones, cuelan en la interna peronista un debate doctrinario perdido de entrada.

¿Qué significa este capricho adolescente en señorones de treinta y pico? ¿A qué viene este berrinche doctrinario que hace puchero por un reto que ya gasta medio siglo? ¿Revancha sobre un Perón muerto? ¿Litigio de una herencia?

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