Scioli se sincera y Macri piensa en noviembre

A 50 días de las elecciones generales del 25 de octubre, Scioli salió a jugar fuerte, no sólo desmarcándose ya del cepo kirchnerista sino desafiando a su principal rival, Mauricio Macri, a informar quiénes lo acompañarán en un eventual gabinete nacional.

Mientras muchos vaticinaban dos meses atrás que Carlos Zannini iba a ser un “cepo” para Scioli, que Cristina Fernández iba a mover los hilos de un eventual gobierno desde El Calafate y que La Cámpora se transformaría en una suerte de policía para hacer cumplir el “proyecto”, el candidato del Frente para la Victoria hizo lo que su chip le indica, lo que es su esencia: desmarcarse.

Zannini pasó a ser un islote dentro del archipiélago de nombres que está armando Scioli para su eventual gobierno y en el que la pura cepa kirchnerista está ausente.  “Está en otro poder, el Poder Legislativo”, ironizó un dirigente sciolista sobre el posible futuro del actual compañero de fórmula de Scioli. La excepción K serán Gabriel Mariotto y Jorge Taiana que también tendrían su despacho en el Poder Ejecutivo, aunque de seguro a nivel de Secretaría de Estado.

El círculo netamente sciolista ocuparía lugares claves para una eventual administración de Scioli. Alberto Pérez (Jefe de Gabinete), José “Pepe” Scioli (Inteligencia, la AFI), Oscar Cuartango (Trabajo), Alejandro Collia (Salud), Ricardo Casal (Justicia), Gustavo Marangoni o Martín Ferré (Anses), Carlos Gianella (AFSCA), Jorge Telerman (Cultura) y Gustavo Ferrari (Secretaría de Legal y Técnica).

En materia económica, el equipo estará compuesto por Miguel Bein (Finanzas), Mario Blejer (en otra área económica desde dónde se sentará con los organismos financieros internacionales), Silvia Batakis (Hacienda) y Miguel Peirano (Producción industrial).

Dirigentes que vienen de ser intendentes bonaerenses, también tendrán su lugar en un eventual elenco ministerial como Alejandro Granados (Defensa) y Fernando Espinoza (Territorios y Ciudades). En tanto dos ex funcionarios de segunda línea del gobierno de Cristina Fernández que continuarán serían Sergio Berni (Seguridad), Lino Barañao (Ciencia y Tecnología) y Diego Bossio, en un cargo aún a definir.

Los gobernadores que desembarcarían en la Casa Rosada son José Urribarri (Entre Ríos), Maurice Closs (Misiones) y Jorge Sapag (Neuquén), de quien siempre Scioli destacó su conocimiento en materia energética. En tanto el santafesino Omar Perotti suena para el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, así como Daniel Filmus en Educación.

¿Le ofrecería Scioli la Cancillería al cordobés José Manuel de la Sota? Nadie en el círculo sciolista se anima a negar esa posibilidad pero tampoco quieren alimentarla, en medio de la competencia electoral y cuando “el Gallego” está jugando con Macri y Sergio Massa. Raúl Follonier hoy cumple la función de lobbista, mas que de canciller en las sombras.

Macri establece un juego distinto, apuntando directamente a un armado para un ballottage. El frente Cambiemos no cree que Scioli salga del amesetamiento en el que se encuentra e incluso se entusiasma con encuestas que otorgan una leve ventaja de María Eugenia Vidal sobre el candidato del FPV, Aníbal Fernández.

No fue casual en los últimos días las intensas reuniones de Aníbal con los intendentes bonaerenses, así como el encuentro del PJ bonaerense en Mar del Plata: Scioli sabe que necesita que los jefes comunales se metan más en la campaña para llegar a 45 puntos en territorio bonaerense. Y los intendentes consideran que los votos de Aníbal Fernández dependen exclusivamente de los votos que tenga Scioli.

Difícilmente Macri de a conocer los nombres de quiénes lo acompañarán en un eventual gabinete nacional. Porque no será estrictamente PRO sino que debería abrir la mano a sus socios del radicalismo y de la Coalición Cívica y, tal vez, hasta el Frente Renovador de Sergio Massa y al delasotismo.

Ocurre que Macri habla con Massa y con De la Sota. Quiere establecer un pacto en silencio de apoyo, entre las fuerzas opositoras, al candidato que llegue al ballottage contra Scioli. Hacer campaña juntos, llamar al voto por el aspirante opositor, establecer líneas generales de gobierno.

Para ello, el jefe de Fobierno porteño pretende que Scioli apenas lo aventaje por 4 o 5 puntos el 25 de octubre, e ir por todo en la segunda vuelta de Noviembre.

Por lo pronto, mañana la oposición volverá a mostrarse “unida” para pedir por mayor transparencia en los comicios del 25 de octubre. Los operadores políticos antikirchneristas saben que no hay tiempo, aunque el Gobierno quisiera, para resolver ese problema de fondo y hasta ahora es el mejor argumento que ha encontrado para cuestionar al oficialismo y hacerse eco en la sociedad.

Por eso resulta difícil que Macri salga a pelear con Scioli en el terreno que propone el dirigente peronista, el de los nombres que lo acompañarán en un eventual gobierno.

Ahora es el turno de Scioli vs. Macri

El triunfo del candidato porteño de Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta, no sólo le permitió al PRO retener la hegemonía en la Ciudad para empezar a transitar la “Década Macrista” sino también sirvió como puntapie inicial de la campaña que ahora cobra protagonismo y que parecía lejana: la pelea por la Presidencia de la Nación.

El triunfo en los comicios porteños tuvo un sabor amargo y quedó reflejado en el clima tenso durante el escrutinio en el bunker del PRO en Costa Salguero, debido a la estrecha diferencia entre Rodríguez Larreta y Martín Lousteau que finalmente se cristalizó en unos 54 mil votos.

El macrismo seguirá sin mayoría propia en la Legislatura porteña pero su gestión podría tener una ventaja respecto a la de su antecesor. No es lo mismo para el PRO negociar los votos legislativos con el kirchnerismo, en mucho temas -como el de los “trapitos”- que con ECO, la fuerza de Lousteau con la que hay mas afinidades que discrepancias.

Por eso, los porteños quizás puedan esperar que una serie de problemas sin resolver por falta de consenso en esta nueva etapa se resuelvan en base a una negociación entre PRO y ECO, que deberá revalidar en el 2016 que es la segunda fuerza porteña.

Lousteau, en tanto, se convirtió en la estrella política que estuvo apunto de arrebatarle la Ciudad al PRO, con apenas dos años de estadía política en la Capital Federal, primero como parte de UNEN y al poco tiempo como jefe de una nueva fuerza política.

El joven economista intentará ser prescindente de la campaña presidencial, al menos hasta que el horizonte aclare y haya certeza entre ganadores y perdedores de este 2015 electoral. En su estrategia anida, seguro, el interrogante de si su figura cruzará la General Paz para inmiscuirse en algún entramado nacional o sólo se limitará a cumplir con su rol de diputado nacional con el objetivo de sentar las bases de una alternativa política en la Ciudad.

En cuánto a “las grandes ligas”, la campaña presidencial se relanza hoy. El propio Daniel Scioli intentó minimizar el triunfo del PRO en la Ciudad y, rápido de reflejos, llamó a Lousteau para felicitarlo y volvió a manifestarse por la plena autonomía de la Ciudad. Música para los oídos de los habitantes de la Ciudad, aunque el electorado en la Capital Federal no se caracteriza por besar la mano de quien los acaricia.

Scioli es conciente que necesita remontar la imagen del kirchnerismo e imprimirle su sello distintivo en distritos como la Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza. De otro manera, no le alcanzará con una ventaja clara en la provincia de Buenos Aires para contrarrestar el crecimiento de la oposición en los principales centro urbanos del interior del país, y en la Capital Federal.

Macri no llega a hoy con todos los triunfos que su equipo fantaseó –Santa Fe, Córdoba- pero sí lo hace con el envión de un posicionamiento de su figura en las provincias claves.

No en vano Macri intentó anoche nacionalizar el triunfo porteño y marcó claramente sus discrepancias y no tuvo empacho en marcar los logros kirchneristas como la asignación universal por hijo o la estatización de Aerolíneas Argentinas, YPF y los fondos de la Anses. Para diferenciarse, dijo que los administraría mejor, que erradicará la pobreza y que pretende una Justicia independiente y que no se persiga a quien piense distinto.

La foto a la que aspira el PRO el 9 de agosto a la noche en la provincia de Buenos Aires, contados los votos de las PASO, es que María Eugenia Vidal aparezca como la postulante más votada en la provincia, más allá de que a nivel fuerzas, la sumatoria de la fórmula Aníbal Fernández-Martín Sabbattella con la de Julián Domínguez-Fernando Espinoza supere a nivel fuerzas al frente Cambiemos.

“Con el posicionamiento en el interior del país y un 30% en la provincia de Buenos Aires, no hay manera de que Scioli nos saque una ventaja de diez puntos, es más, no sea cosa que ocurra al revés”, señaló un operador macrista.

En el comando sciolista la preocupación no es menor. Más allá de la burbuja del “Scioli ya ganó” que se instaló semanas atrás en la opinión pública, lo cierto es que las encuestas serias otorgan una suerte de “empate técnico” entre Scioli y Macri, con una diferencia de 2 o 3 puntos.

El dilema de Scioli es revertir lo que en el PRO consideran, “un techo” a su crecimiento, a partir del acompañamiento de Carlos Zannini en la fórmula. ¿Efectivamente Zannini limita a Scioli? ¿O Scioli logrará despegarse del cepo kirchnerista para atraer a los indecisos?

De uno u otro lado de la General Paz coinciden en que los números del electorado entre kirchneristas y antikirchneristas, oficialistas y opositores, es muy similar, por lo que ambos bandos miran a los “ni”, al electorado independiente.

Macri comenzará desde hoy una etapa de campaña “de cercanía con la gente”, “muchas redes sociales” y “bastante Conurbano”. Scioli comenzará un raíd por las provincias donde al kirchnerismo le fue mal en las elecciones provinciales. Macri en la Provincia, Scioli en Ciudad y el Interior. Ambos apuntando a lo mismo.

Está claro que el 9 de agosto será una suerte de “gran encuesta real”, en la que ambos medirán fuerzas pero también sabrán cuántos votos tendrá Sergio Massa, sector al que sciolistas y macristas consideran también clave porque si se polariza las PASO entre Scioli y Macri, el voto del Frente Renovador se dividirá, vaya uno a saber en qué proporción, entre uno y otro candidato presidencial.

Scioli y Macri van por los “ni”

A sólo cuatro meses de las elecciones presidenciales de octubre, que marcarán el principio del fin de la era Kirchner para dar lugar a otro apellido como ilustre habitante de la Casa Rosada, el escenario electoral se encuentra claramente polarizado entre Daniel Scioli y Mauricio Macri.

Si se toma al total de los votantes a nivel nacional como si fuera un torta, en términos de elección presidencial la percepción sería la de “tres tercios”: un tercio kirchnerista, un tercio antikirchnerista y un tercer tercio “ni”.

En ese tercio están centradas las expectativas electorales tanto de Scioli como de Macri, o sea del Frente para la Victoria y del frente Cambiemos.

La decisión de la presidenta Cristina Fernández de competir en las elecciones generales con la fórmula Scioli-Carlos Zannini obligó al PRO a jugarse por una fórmula pura, como la compuesta por Macri-Gabriela Michetti.

Mientras que para el peronismo, la decisión de Cristina es acertada y lo que hace es, por primera vez en mucho tiempo, mostrar “unidad” entre el PJ y el kirchnerismo, para el PRO esa movida los beneficia. Ambos sectores piensan lo mismo: planteado con esos nombres y de esa manera, queda mas que claro quién es la “continuidad” y quién es el “cambio”. Lo que no queda para nada claro es qué quiere la sociedad.

¿Es real que ese tercio “ni” quiere realmente un cambio?¿O en verdad quiere continuar con las mismas políticas, pero con algunos cambios de estilo? Hay dudas. La mayoría de las encuestas describen a ese segmento “ni” como quienes consideran que el Gobierno hizo muchas cosas bien pero cometió errores; que hizo mal las cosas aunque tuvo algunos aciertos; que prefiere cierta continuidad con algunas correcciones; que opta por cambios aunque manteniendo algunas políticas.

Lo concreto es que, faltando apenas 40 días para las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), los dos principales candidatos ya fueron elegidos de antemano y sólo se expondrán a una suerte de “gran encuesta vinculante” en la que sabrán, Scioli y Macri, con cuantos votos cuenta cada uno.

Scioli no presentará rivales, será candidato único, por lo cual los votos que tendrá serán los del FPV; en tanto Macri disputará una interna con Ernesto Sanz (UCR) y con Elisa Carrió (Coalición Cívica) por lo que los votos que obtenga serán menos que los que obtendrá el frente Cambiemos. Por eso, en caso que Scioli obtenga mas votos que Macri, la diferencia podría ser mucho mayor, teniendo en cuenta que el postulante del PRO divide votos. Pero si quien saca mas votos es Macri que Scioli, el jefe de Gobierno porteño tendrá mas para crecer habida cuenta que habría que añadirle los votos conseguidos por Sanz y Carrió. En uno u otro escenario, para el debate posterior quedarán las especulaciones en el sentido de si los votos radicales y de la Coalición se encolumnarán detrás de Macri o no, dada la volatilidad del sufragio.

En la pelea por el tercer lugar han quedado los precandidatos de Una Nueva Alternativa (UNA) José Manuel de la Sota y Sergio Massa, así como la candidata de Progresistas, Margarita Stolbizer. La perspectiva de esos dos sectores podría llegar a ser “testimonial” si Scioli y Macri confirman una polarización contundente en las PASO. Ahora bien, si uno de ellos se impone por mas de cinco o seis puntos sobre el otro, esos dos sectores mas los votos de otros postulantes como Adolfo Rodríguez Saá, pasarán a convertirse en la presa a cazar por el kirchnerismo y el macrismo para triunfar en primera vuelta en octubre.

Las próximas elecciones en la Ciudad de Buenos Aires y en Córdoba son importantes para los habitantes de ambos distritos. Pueden incluso llevar cierto optimismo a los competidores nacionales pero en nada influirán a la hora de las internas presidenciales de Agosto.

Allí el votante dejará de lado el “chip provincial” utilizado en los comicios locales de Mendoza, Santa Fe, Córdoba y Capital Federal (aproximadamente el 23 por ciento del padrón nacional) para colocarse el “chip nacional” y echar mano a otra u otras variables para elegir al próximo presidente.

La guerra de los vice

El cierre para la presentación de las listas de las fórmulas presidenciales y precandidatos a diputados y senadores nacionales, gobernadores en 11 provincias y al Parlasur, dejó expuesta la realidad de cada una de las fuerzas políticas por la manera en que designaron a los aspirantes a la Vicepresidencia de la Nación.

En primer lugar, el máximo exponente de ese cargo, el actual vicepresidente Amado Boudou, a partir del 11 de diciembre será un ciudadano mas, sin fueros que le sirvan de paraguas ante el granizo de imputaciones judiciales –la mayoría de ellas vinculadas a casos de corrupción- que caerán sobre sus espaldas.

Boudou tiene doble procesamiento –causa Ciccone y por los papeles irregulares de un auto Honda- pero está en lenta marcha la denuncia en su contra por enriquecimiento ilícito, la acusación mas evidente y que será todo un desafío para el vicepresidente, ya que los bienes a su nombre y a nombre de sociedades atadas a él, de ninguna manera –según la denuncia- podrían haber sido adquiridas con los sueldos percibidos como titular de Anses, ministro de Economía y finalmente vicepresidente.

Quienes aspiran a sucederlo, fueron designados en distintas circunstancias, lo que de alguna manera refleja el rol que cada uno de ellos tendrá en las PASO de agosto, en las elecciones de octubre y, uno de ellos, a partir del 10 de diciembre, ocupando el segundo cargo mas relevante de la Nación.

En el caso del oficialismo, el Frente para la Victoria, el candidato presidencial Daniel Scioli no eligió a su compañero de fórmula sino que, diplomáticamente, Cristina Fernández se lo impuso, como era de esperar y en ejercicio de su poder. Mas allá que desde el sciolismo insistieron en que fue Scioli quien eligió a Carlos Zannini, está claro que la decisión sobre la designación del “Chino” surgió de la jefa de Estado.

La estrategia de designarle un compañero de fórmula a Scioli y presentarlo como que quien la eligió es el actual gobernador no es nueva, ocurrió dos veces antes del nombramiento de Zannini. En el 2007, cuando Kirchner eligió a Scioli para la gobernación bonaerense, le ofreció la candidatura a vice a Alberto Balestrini, para que luego Scioli relatara un supuesto ofrecimiento. Mas evidente aún fue el caso de Gabriel Mariotto, a quien Cristina nombró en el 2011 y se lo notificó a Scioli, que estuvo un día entero sin confirmarlo, como una manera de manifestar su desagrado por el compañero de fórmula. En el caso de Zannini, idem.

Pero lo que muestra la designación de Zannini es el interés del kirchnerismo y de Cristina Fernández por “asegurar” que el proyecto K no se desvíe si Scioli llega a la Casa Rosada. Con la presencia del vice y con el Congreso nacional y algunos funcionarios de segunda y tercera línea en el Estado copados por La Cámpora, el kirchnerismo pretende establecer un “cepo” alrededor de Scioli.

La designación de Gabriela Michetti como vice de Mauricio Macri, quien si bien irá a internas contra Ernesto Sanz (UCR) y Elisa Carrió (Coalición Cívica) la ventaja a su favor es contundente, se dio en otro contexto. Si bien el secretario de Gobierno porteño Marcos Peña cumplía con los requisitos de un dirigente del PRO puro, leal y muy cercano en la confianza de Macri, la designación de Zannini junto a Scioli obligó a los hombres de Bolivar 1 a elegir a alguien que, además, pudiera sumar votos propios.

Michetti no llegaba con los antecedentes de “lealtad” a Macri, ya que había rechazado dos ofrecimientos de su jefe político: como candidata a diputada nacional por la provincia de Buenos Aires en 2013 y como postulante a vice a principio de año, decisión que la llevó a competir en la interna por la jefatura de gobierno porteño y, ante el desaire, Macri apoyó a Horacio Rodríguez Larreta, quien la derrotó.

Sin embargo, Michetti tiene un nivel de conocimiento nacional a diferencia de Peña, lo que ante el complejo escenario “triunfalista” y de fortaleza del kirchnerismo, obligó al PRO a elegirla como acompañante de Macri.

Distinta fue la situación del vice de Sergio Massa. Hasta el año pasado, el ex intendente de Tigre, vencedor de las elecciones legislativas del 2013 podía optar entre los principales dirigentes del país para designar a su compañero de fórmula. Sin embargo, una serie de “errores”, como él mismo definió, tanto en el armado político, como en la lectura del escenario electoral y en la comunicación, lo llevaron a caer en las encuestas a un cómodo tercer lugar.

Ese panorama cambió la visión de muchos dirigentes que se “peleaban” en otro tiempo por ser el vice de Massa. El propio Roberto Lavagna se negó a acompañar el titular del Frente Renovador en las PASO de Agosto.

Massa empezó a tener inconvenientes para encontrar una figura que le aportara votos y tuviera un alto nivel de conocimiento. La imposibilidad de encontrar ambos valores en una misma persona lo llevó a ofrecerle la vice al electo intendente de Salta, Gustavo Saénz.

Saénz, que sólo le aporta a Massa la representación de una parte del Norte argentina pero nada más, sabe que si no llega a la Presidencia igual podrá asumir la conducción de la capital salteña a partir de diciembre.

Algo similar ocurrió con la elección del compañero de fórmula de Margarita Stolbizer en el frente Progresistas. La jefa del partido GEN ofreció la candidatura a vice al saliente gobernador de Santa Fe, el socialista Antonio Bonfatti; al sindicalista de la CTA Autónoma, Pablo Micheli; y al titular de la Coalición Cívica, Pablo Javkin, con igual resultado: todos la rechazaron.

Finalmente, “Margarita” encontró a su compañero de ruta en el sindicalista cordobés Miguel Angel Olaviaga, subsecretario adjunto de la Federación Argentina de empleados de Comercio y Servicios (FAECYS) que a nivel nacional preside Armando Cavalieri.

Si el Frente para la Victoria gana en octubre, el vicepresidente será una cuña del kirchnerismo en un gobierno sciolista; si vence Macri, Michetti será una extensión del poder presidencial del PRO;  si ganara Massa, Saénz sería un apéndice del titular del Ejecutivo; y si triunfara Stolbizer, la dirigente tendría un brazo sindical de origen peronista en la vicepresidencia.