La esperanza amarilla

Mauricio Macri se ha convertido en la sorpresa política de las últimas horas al pasar, por primera vez desde el inicio temprano de la campaña pre-electoral, al primer lugar de preferencias de los votantes de acuerdo a dos sondeos de las encuestadoras mas serias que quedan en el mercado.

Tanto las consultoras Managment & Fit como Poliarquía han coincidido, con diferencias en los guarismos, en que Macri se ha posicionado respecto de los otros dos dirigentes peronistas en el primer lugar de las preferencia de los votantes, llevando alarma a los bunkers de Scioli y de Massa. Mientras M & F otorga un rango de Macri 28, Scioli 24 y Massa 19, Poliarquía acorta las ventajas entre uno y otro pero mantiene el mismo orden.

El caso Nisman, tanto la denuncia del fiscal contra la presidenta Cristina Fernández como su muerte, claramente fue capitalizado por el líder del PRO ante el oficialismo y ante Massa, su inmediato contrincante.

¿Qué significa esto? En primer lugar, las distancias entre los candidatos siguen siendo mínimas y pueden revertirse de aquí a las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) que se celebrarán en agosto. Pero el efecto de la “pole position” de Macri por primera vez puede aumentar los márgenes.

El ecuatoriano asesor del PRO, Jaime Durán Barba, parece no haberse equivocado cuando le recomendó al jefe de Gobierno porteño que focalizara su discurso en una alternativa, no solo al gobierno de los Kirchner sino al peronismo. Por eso, Macri se cansó de denunciar que el peronismo ya tuvo muchas décadas en el poder e hizo las cosas mal, que es necesario un cambio de rostros, darle la oportunidad a otros.

¿Estará dispuesto a votar el electorado nacional por un cambio?¿O se impondrá finalmente el voto conservador argentino, de cambiar pero no mucho?¿Qué pasará con el voto peronista, hoy dividido entre oficialistas y opositores?

Los distintos sondeos podrían terminan polarizando las elecciones entre Macri y Scioli. Ocurre que Massa, competidor directo del referente del PRO por el liderazgo opositor, tiene la desventaja del armado territorial que no le permite consolidar su imagen en algunos distritos claves y, en esa disputa, Macri mantiene una leve ventaja.

Los sondeos de opinión no llegaron a contemplar el efecto que puede causar, sobre todo en la provincia de Santa Fe, uno de los cuatro principales distritos electorales del país, la flamante incorporación al proyecto “Macri 2015” de Carlos “el Lole” Reutemann.

Reutemann aún tiene ascendente en tierra santafesina y en el electorado peronista y agropecuario. Su respaldo a Macri no sólo implica casi un cheque en blanco para que Miguel del Sel sea el próximo gobernador de Santa Fe de la mano del PRO y secundado por un dirigente radical; también aportará votos a nivel nacional ya que seguro formará parte de la boleta “Macri Presidente, Reutemann senador nacional”. El “Lole” era un dirigente que Massa quería, incluso, como su compañero de fórmula.

Pero el efecto Macri podría ser similar al de una bola de nieve. En Mendoza irá en alianza con el radical Alfredo Cornejo, en un acuerdo que selló el actual titular de la UCR Nacional, Ernesto Sanz. En Córdoba establecerá una alianza con Luis Juez y un sector del radicalismo encabezado por Oscar Aguad para que, junto al macrista Héctor Baldassi, intente arrebatarle la gobernación al candidato de José Manuel de la Sota o generar una ola macrista en esa provincia.

En Capital Federal, el triunfo del PRO es prácticamente inobjetable, aunque la duda es si el sucesor será del riñón del macrismo, con Horacio Rodríguez Larreta o si finalmente Gabriela Michetti impondrá la fuerza de los votos. Mientras que en la provincia de Buenos Aires, la principal deficiencia del macrismo, la idea sería mantener a María Eugenia Vidal pero sustentada en la imagen que Macri tiene en territorio bonaerense.

A la luz de los últimos movimientos, el crecimiento de Macri podría llegar a forzar dos situaciones: a) que el radicalismo finalmente se incline por una alianza con el PRO, al igual que ya lo selló Elisa Carrió o bien que otorgue libertad de acción y, quizás, pueda conformar una fórmula presidencial con algún dirigente de peso del partido centenario como Ernesto Sanz; b) Que Scioli comience a diseñar una estrategia para, en caso de ir a un balotaje con Macri, captar el voto peronista, desmarcándose, una vez que gane las internas del Frente para la Victoria, del kirchnerismo de paladar negro.

Scioli tiene todavía una carta importante, que es el peronismo y su estructura nacional, siempre y cuando logre hilvanar el ala kirchnerista con el peronismo ortodoxo, en gran parte antikirchnerista, pero que, pragmático, irá detrás de quien tenga chances de llegar al poder y mantener su status quo.

De consolidarse la tendencia marcada por las últimas encuestas, será necesario seguir de cerca los pasos tanto de Massa como del resto del Frente Amplio Unen (Pino Solanas, Hermes Binner, Margarita Stolbizer) porque en sus movimientos podrían residir el  crecimiento o no del jefe de gobierno porteño como “el candidato opositor” en las instancias decisivas de las elecciones.

¿La esperanza amarilla o la ola naranja? Hacia ese callejón parece encaminarse, sólo por ahora, la alternativa electoral.

El dedo de CFK

El adelanto de la campaña electoral, prevista formalmente para mediados de 2015 pero que durante todo el 2014 fue presentando a los principales candidatos, se convirtió en un dolor de cabeza para la presidente Cristina Fernández.

Si bien luego de la derrota en las elecciones legislativas del 2013, que enterraron cualquier posibilidad de re-reelección de Cristina Fernández, muchos sectores de la oposición pensaron que el oficialismo o el peronismo oficialista estaba terminado, la realidad viene demostrando que no es así.

Si bien este año comenzó con un Daniel Scioli como el principal competidor oficialista en tercer o cuarto lugar en la mayoría de las encuestas, sobre el fin del año el gobernador bonaerense culmina peleando cabeza a cabeza con Mauricio Macri o, en el peor de los casos, con Macri y con Sergio Massa.

¿Cómo puede hacer Cristina Fernández para no respaldar la candidatura de Scioli?

Si la Presidente optara, como aspiran muchos precandidatos del Frente para la victoria como Florencio Randazzo, Sergio Urribarri, Julián Domínguez o Agustín Rossi, por elegir un candidato “mas kirchnerista”, que no sea el bonaerense, estaría dejando de lado al candidato que mas mide en cualquier encuesta. ¿Cristina puede darse el lujo de apostar a perdedor? A esta altura, no.

Pero además, un gesto de Cristina contra el mandatario bonaerense, a quien sus pares de otras provincias aceptan como el principal aspirante del oficialismo a la Casa Rosada, hoy sería boicotear la principal carta que tiene el peronismo para continuar siendo gobierno mas allá del 2015. Difícilmente los gobernadores peronistas que planean retener sus provincias, así como los intendentes de todo el país, aceptarían una jugada, por más que venga de la jefa de Estado, que haga correr riesgo su permanencia en el poder.

Tal vez la decisión mas acertada que debería tomar la primera mandataria sea la de levantarle la mano al vencedor de las internas del Frente para la Victoria, sin tallar a favor de uno u otro postulante.

¿Es posible para la Presidente y para el kirchnerismo encorsetar a Scioli?

La fantasía política sostiene que Cristina podría designarle a Scioli su compañero de fórmula, alguien de paladar negro, así como nombrarle la totalidad de la lista de legisladores nacionales. No obstante, es sabido, el rol del vicepresidente en la Argentina es meramente decorativo y protocolar. En lo que hace al ejercicio del poder, un vicepresidente puede estar o no, da lo mismo. Si no, habría que preguntarle a Amado Boudou, sin quien la Presidente puede gobernar el país, tranquilamente.

Ya hubo un intento de Cristina Fernández de nombrarle a Scioli un comisario político en la provincia, tal como ocurrió con Gabriel Mariotto, a quien designó candidato a vicegobernador de prepo, sin consultar a Scioli. ¿Qué pasó? Mariotto hoy es uno de las principales espadas sciolistas en la provincia.

La misma fantasía habla de hacer ingresar al Congreso Nacional a dirigentes que respondan a Cristina Fernández cuando haya dejado el poder, de manera tal de mantener latente al kirchnerismo.  ¿Es necesario explicar que los diputados responden al partido y ese partido en la mayoría de las veces responde al Presidente?¿Acaso no ha pasado ya, en la reciente historia argentina, que la lapicera del Presidente es mas fuerte que cualquier liderazgo ideológico?

La suerte de Scioli podría estar en manos del radicalismo. El frente UNEN está prácticamente destinado al fracaso como tal si participa con la integración de fuerzas que hoy presenta. Su principal candidato, que según la encuesta varía entre Julio Cobos y Hermes Binner, no supera el 7 u 8 por ciento de los votos.

Tal como lo plantean algunos dirigentes, la única manera que UNEN pueda aspirar a la Presidencia sería estableciendo alguna alianza con otros referentes opositores como Macri y/o Massa. Si la UCR decidiera, unilateralmente, establecer un frente con el PRO o el Frente Renovador, automáticamente ese espacio pasaría a pelear el primer lugar con el gobernador bonaerense.

¿Está el radicalismo en condiciones de romper con UNEN? En marzo próximo, inevitablemente la UCR se reunirá para analizar el escenario electoral. Las opciones, proyectadas en el tiempo, serían permanecer en UNEN pero sin ninguna posibilidad de llegar a la Casa Rosada mas que ganar algunas provincias o bien establecer algún frente con otras fuerzas.

Obviamente, la segunda decisión haría volar por los aires al frente de centro-izquierda, ya que tanto los socialistas de Binner, como Proyecto Sur de Pino Solanas dejarían el espacio. Aunque Elisa Carrió podría mantener sus pies adentro, si la sociedad se establecer con el PRO de Macri.

Lo único claro a esta altura es que tres candidatos por la oposición –Macri, Massa y Cobos o Binner- es demasiada ventaja para el Frente para la Victoria, Peronismo oficialista o como se llame, que viene ratificando en cada encuesta que se hace, que contiene alrededor de un 30 por ciento de adhesiones y que, de ninguna manera, eso se traduce en que el principal referente opositor recaudaría automáticamente el 70 por ciento restante. Sencillamente porque Scioli, para mucha gente, no es considerado un kirchnerista, sino como él mismo se definió recientemente: peronista, cuyo partido es el núcleo del Frente para la Victoria.

UNEN, con destino de ruptura

Hace quince años que la UCR está inmersa en una crisis de liderazgo, tras el repliegue y fallecimiento de su último caudillo, Raúl Alfonsin. La última “jugada” política del ex presidente fue, vaya paradoja, promover una alianza del partido con una fuerza peronista de centroizquierda como el Frepaso de Carlos “Chacho” Alvarez que llegó al gobierno en 1999.

De allí en más, el radicalismo no paró de establecer alianzas erróneas que lo llevaron a éxitos efímeros pero que luego devinieron en rotundos fracasos y un nuevo cisma en el centenario partido. La Alianza UCR-Frepaso, el acuerdo para llevar a Roberto Lavagna como presidente en 2007, la coalición entre Ricardo Alfonsin y Francisco de Narváez en 2011 y, la más reciente, que puede romperse aún antes de haber competido de una elección nacional, el Frente Amplio Unen (FAU) en una comunión con socialistas, la Coalición Cívica de Elisa Carrió, Proyecto Sur de “Pino” Solanas y otros sectores.

Sin un líder natural, el radicalismo es sinónimo de crisis, enfrentamientos y divergencias. Un partido que, a diferencia del peronismo, no acepta una conducción colegiada y tampoco genera liderazgos, sino que mas bien los rechaza, en un falso concepto de la práctica “democrática”, detrás de un estado de asamblea permanente que establece acuerdos frágiles.

El frente UNEN está destinado al fracaso, al menos a nivel nacional. Cualquier “consenso” que alcance hoy la UCR, solo será un paliativo para ponerle fecha de defunción al tan mentado espacio de centroizquierda.

Si los radicales aceptan –algo casi imposible- un acuerdo con Mauricio Macri, el ala de centroizquierda conformada por Hermes Binner, “Pino” Solanas y el Movimiento Libres del Sur romperá. Si en cambio el acuerdo es sólo con Sergio Massa –también improbable- a Binner y Solanas se sumará el sector de Ernesto Sanz, Elisa Carrió, Luis Juez y Oscar Aguad, que seguirían otro camino.

Si finalmente, deciden continuar con Unen, sin acuerdos de otra índole, el fracaso tendrá como fecha limite marzo, cuando los precandidatos presidenciales se den cuenta que ninguno de ellos tiene posibilidades de acceder siquiera a un balotaje en las elecciones de 2015.

La muy promovida idea de todos los candidatos de la oposición a una sola interna, para dirimir en las PASO del año que viene quién es el líder opositor que deberá enfrentar al kirchnerismo, es peligrosa y, en principio, inviable.

Peligrosa porque un sector, que puede ser muy importante, de la sociedad, le suele escapar al “rejunte”. La experiencia de la Alianza UCR-Frepaso, de reunir al agua con el aceite sigue latente. De hecho, Unen representó y confirmó en la práctica, la heterogeneidad de sus integrantes. ¿Podrá el electorado antikirchnerista aceptar que Macri, Massa, Carrio o Cobos, cualquiera de ellos, puedan ser sus candidatos? Mas aún, ¿quién asegura que ante ese escenario, la masa de votantes que concurra a la interna opositora será la misma que votará al ganador en la elección presidencial? ¿Una polarización candidato kirchnerista vs candidato opositor, no podría favorecer al aspirante oficialista, sobre todo si se trata de algun dirigente no puramente K como Daniel Scioli?

Lo que nace con demasiados interrogantes, difícilmente logre encontrar certezas, sobre la marcha.

La idea del Frente Anti K también en inviable porque difícilmente Macri acepte competir con Sergio Massa, a quien, al igual que Scioli, ha fijado como sus límites. Nada de alianzas de cúpula con candidatos peronistas. Tampoco aceptaría el socialismo un convite de esas características.

Dirigentes como Binner y Cobos observan que se ha puesto en regla el “vale todo”, por lo que no sería extraño que ambos terminen como candidatos a gobernador en sus respectivas provincias, Santa Fe y Mendoza.

Para Binner sería una buena excusa para apuntalar una elección que viene mal para el frente compuesto por socialistas y radicales santafecinos. Los socialistas admiten, puertas adentro, que el macrista Miguel del Sel hoy está liderando las encuestas. Y necesitan de sus mejores hombres para retener la gobernación, cascoteada por el narcotráfico y la inseguridad y con un peronismo dividido.

Lo de Cobos es distinto, pero el mendocino sabe que si su apellido encabeza la lista en Mendoza, el triunfo está asegurado.

La teoría de los tres tercios se va consolidando paulatinamente. Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa se perfilan como las tres mejores alternativas de gobierno para el próximo año. Quien corre con una leve ventaja es el gobernador bonaerense. Si Macri y Massa llevan la disputa por el liderazgo opositor hasta el final, el beneficiado podría ser el principal candidato del kirchnerismo. La lógica del ajedrez político es que los jugadores sean solo dos: un oficialista y un opositor.

En ese esquema, el radicalismo se transformó en la porción de torta que Macri y Massa quieren cooptar porque, de esa manera, podrían obtener el desequilibrio necesario para alzarse con el trofeo de “la alternativa antikirchnerista”.

Mas allá de la decisión de la cumbre radical, el nuevo cisma de Unen está a la vuelta de la esquina. Podrán extender su agonía e, incluso, hacerla llegar hasta las PASO de agosto de 2015. Pero nada más.

El kirchnerismo se dispone a dar pelea

Un planteo es creer que la sociedad argentina quiere un cambio total de las políticas de gobierno que en los últimos 11 años llevaron adelante Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Otro muy distinto es interpretar que el kirchnerismo en materia de gestión cuenta con el aval, directo o indirecto, de más de la mitad de los argentinos y que se necesita cambiar algunas decisiones y el estilo para que un candidato tenga posibilidades de triunfar en 2015, en nombre del Frente para la Victoria.

Al menos así se desprende de los resultados de la encuestadora Poliarquía, publicadas en el diario La Nación durante el fin de semana. En medio del descrédito de los consultores que vendieron su alma al diablo –desde los 90 hasta hoy en día- publicando encuestas intencionales e irreales para inclinar la balanza hacia algún candidato, vale aclarar que Poliarquía es una de las pocas empresas serias que quedan.

El trabajo arroja tres grupos muy interesantes: A)  El 12% se siente “muy identificado con la gestión K” y pide que “deberían continuar las políticas”; B) El 33 % de los consultados sostiene que “el kirchnerismo hizo en general una buena gestión pero cometió algunos errores”; C) Y el 21 % sostuvo que “le kirchnerismo hizo en general una mala gestión aunque consiguió algunos logros”.

De esos datos se proyecta una aceptación del kirchnerismo tal como está de solo un 12% pero si se corrigen algunos errores, ese número aumenta a un 45 por ciento. Incluso no se descarta que dentro del 21% que caracteriza de “mala” la gestión pero admiten “algunos logros”, alguien de esa franja no acompañaría a un candidato del Frente para la Victoria.

Mas aún, el 49% señaló que espera del próximo gobierno que cambie “algunas políticas”, mientras que el 18% consideró que debe mantenerse todo igual. No obstante, nuevamente, un 67 % está aceptando que se mantengan algunas políticas y otras no.

Esos guarismos, mas allá del margen de error, reflejan una situación inesperada para la opinión pública: el kirchnerismo no esta muerto sino que se dispone a dar pelea, seriamente.

Sin embargo, paradójicamente, el drama K no pasa por la opinión del electorado sino por una cuestión medular: no tiene ningún candidato puro, cien por ciento kirchnerista.

El dirigente mejor posicionado del oficialismo, Daniel Scioli, ante todo es peronista. El gobernador bonaerense ha sido leal al kirchnerismo como lo ha sido en otras instancias a Eduardo Duhalde y a Carlos Menem. Pero no es “ultrakirchnerista” como Sergio Urribarri o Agustín Rossi. Por eso no tuvo ningún empacho en asistir la semana pasada a la inauguración del Coloquio de empresarios organizado por IDEA en Mar del Plata, donde dijo valorar el rol de los hombres de negocio y de paso dejó en claro que es necesario “cuidar lo que hay que cuidar y corregir lo que hay que corregir”.

No es casual que el slogan de Scioli sea “Continuidad con cambios”, lo mismo que reclaman la mayoría en la encuesta de Poliarquía.

Esa foto de una película que recién culminará dentro de un año, refleja el voto conservador de los argentinos, siempre y cuando el final del mandato de Cristina Fernández no derive en una crisis realmente considerable.

Dentro de ese esquema, Mauricio Macri (PRO) es quien predica un cambio radical de paradigma, mas allá de sus dichos en torno a mantener medidas del gobierno kirchnerista como la asignación universal por hijo, la condición estatal de YPF o la ANSES. En ninguno de los sondeos, la expresión mayoritaria fue la de cambiar todo lo hecho hasta aquí. Ese podría ser un problema para el PRO.

Mas en sintonía está Sergio Massa (Frente Renovador), el otro candidato presidencial del terceto mejor posicionado. No obstante, Massa se superpone en el rol opositor con Macri –por eso ambos se disputan el respaldo de la UCR- y a su vez también se superpone con Scioli, ya que el ex intendente de Tigre fue funcionario del gobierno de Cristina Fernández y lleva la impronta del peronismo.

En esta primera etapa, la anticipada campaña electoral muestra a un Scioli hiperkirchnerista. ¿Será igual después de las PASO, en caso que gane las internas del Frente para la Victoria? ¿O allí la sociedad conocerá al Scioli que convoca a los peronistas disidentes a sumarse a su eventual gobierno; que se saque fotos con sus ex jefes políticos como Menem, Duhalde o Adolfo Rodríguez Saa; que se muestre con funcionarios del gobierno de EEUU y de Europa o con representantes de los organismos de crédito internacional; y que pose junto a los empresarios de la UIA, los banqueros y la Sociedad Rural?

Un análisis aparte merece el Frente Amplio Unen (FAU), un espacio de centroizquierda que hasta el momento ha perdido la batalla que ningún aspirante a gobernar el país puede darse el lujo de perder: la de la credibilidad. No es creíble que Julio Cobos, Hermes Binner, Elisa Carrió, Pino Solanas y Ernesto Sanz encierren una propuesta común cuando los seis meses de vida del frente estuvieron mas caracterizados por las discrepancias que por las coincidencias. Tampoco es creíble que un frente pueda gobernar un país cuando su núcleo, el radicalismo, cierra acuerdos para la foto no con el PRO o con el Frente Renovador sino directamente con los competidores de Unen, Macri y Massa.

De no variar el rumbo, el electorado afín al frente Unen se dividirá entre Massa, Macri y eventualmente Scioli. ¿Por qué? Ocurre que los tres candidatos, mas allá de su pertenencia y del lugar donde se paran respecto del Kirchnerismo, tienen, ideológica y políticamente, mas coincidencias que diferencias.

¿Quién es el dueño del 30% K?

Mas allá del desprestigio de varios encuestadores que le han vendido su alma al diablo, despilfarrando la credibilidad que ostentaban en los 90 como gurúes de la política, las pocas mediciones serias que quedan coinciden en que el universo de votantes que aprueba la gestión de Cristina Fernández, que son kirchneristas o bien adhieren al modelo K ronda entre el 25 y el 30 por ciento del electorado.

En el mas acotado de los casos, estamos hablando de una cuarta parte de la sociedad, porcentaje que cualquier candidato desearía tener como base.

Ahora bien, aquel precepto utilizado tanto por el emperador romano Julio César como por Napoleón continúa vigente: “Divide y reinarás”.

Si los candidatos antikirchneristas son varios, ese 25 o 30 por ciento se hace fuerte, desequilibrante. Al menos por ahora, el PRO lleva a Mauricio Macri como candidato a presidente; el Frente Renovador a Sergio Massa; y el Frente Amplio Unen (FAU) a Hermes Binner o Julio Cobos. Cuatro partidos en pugna por el sillón de Rivadavia.

Volviendo al kirchnerismo, ¿quién será el dueño de esos votos?

En principio quien arranca en punta es Daniel Scioli, gobernador de Buenos Aires. En un escenario oficialista en el que la presidente Cristina Fernández no designó a nadie “su” candidato todavía, Scioli aparece a la cabeza de cualquier sondeo entre los postulantes del Frente para la Victoria. Es decir, supera por lejos a Florencio Randazzo, Agustín Rossi, Sergio Urribarri, Anibal Fernández, Julián Domínguez o Jorge Taiana.

El sciolismo parte de esta cuenta. Si Scioli gana la interna del Frente para la Victoria, entonces ese 25 o 30 por ciento de votantes lo acompañará en las elecciones generales. Pero a ese porcentaje, Scioli, por su perfil mas amplio y con llegada a sectores que no son tradicionalmente kirchneristas, sumaría otros 5 o 6 puntos mas. Ergo, rondaría los 35 puntos que, por lo menos, lo ubicarían en un eventual ballottage.

Pero esa lectura es lineal. Varios dirigentes-candidatos del oficialismo, como Randazzo, Urribarri o Domínguez, consideran que la Presidente finalmente se inclinará por uno de ellos. De ser así, ¿Scioli seguirá siendo el mejor posicionado para las PASO del FPV o correría el riesgo de ser derrotado por el candidato de Cristina? En ese caso, ¿iría por afuera? Todo es posible, hoy.

Lo paradójico es que cualquiera de los otros candidatos presidenciales del oficialismo que no sea Scioli perdería con Macri, Massa, Binner o Cobos en un ballottage.

Es allí cuando se dispara la idea de que Cristina Fernández apostaría a perdedor y preferiría que gane un opositor para conservar el poder desde el peronismo y, quién sabe, volver en un próximo mandato como candidata o ser la madrina de ese “retorno” del kirchnerismo al poder.

El otro punto que concluyen las encuestadoras mas serias es que mas de la mitad del electorado no pretende un cambio radical en el país después del 2015 sino conservar lo que está bien y corregir lo malo. De esa manera, parece reflejarse una vez más el “voto conservador” que históricamente han tenido los argentinos siempre que una gestión no derive en una crisis.

Por eso, para el kirchnerismo la variable negativa es la economía. Con una inflación que no baja del 30 por ciento anual, con la merma del poder adquisitivo que se traduce en reducción del consumo, con situación conflictivas como las suspensiones y la falta de llegada de nuevas inversiones, será imposible para cualquier candidato que enarbole las banderas del kirchnerismo triunfar en las generales del 2015.

Mas aún. De agravarse la situación económica, la propia Cristina Fernández dejará el poder con serios cuestionamientos y una imagen muy deteriorada que la incapacitará, a la vista de la sociedad, para ser jefa de la oposición o pergeñar cualquier estrategia con el objetivo de regresar directa o indirectamente (a través de otro dirigente) al poder.

 

Una alianza nacional entre Macri y la UCR, cada vez más posible

“Por ahora, 2 mas 2 no son 4. Pero si en algún momento dan 4 o más, seguro que nos vamos a sentar a conversar”.

La reflexión matemática, aplicada a la política electoral, corresponde a un dirigente radical con importante ascendente en el centenario partido. ¿A qué se refería? A que por ahora, la cuenta de los votos del PRO con los de la UCR no da una suma lineal sino que algunos votantes de uno u otro partido no los votarían si van juntos.

Ahora bien, esa reflexión fue hecha antes de la elección en la ciudad cordobesa de Marcos Juárez, que sirvió como experimento exitoso de una alianza entre el PRO, el partido de Mauricio Macri, y la UCR de Ernesto Sanz y Julio Cobos.

Lo sucedido ayer no hace mas que comprobar que en diciembre de este año o, a mas tardar en marzo del 2015, el PRO y la UCR se sentarán a definir si van juntos a las elecciones nacionales o no. Es una hipótesis tenida en cuenta por ambos.

Los dos partidos aguardarán a fin de año o principio del 2015 para auscultar quién mide mejor. Si el que mide mejor es Macri, se habrá salido con las suyas en el sentido de intentar liderar la oposición que enfrente al Frente para la Victoria en las urnas. Luego habrá que ver si ese supuesto escenario se plasma en un acuerdo entre partidos, o bien si Macri se transformará en el “buen amigo” de los radicales, para que el público de la UCR tenga vía libre para votarlo.

Si quien mide mas es Cobos, será el PRO el que se acerque a ese partido, con la sola expectativa de formar parte de algo mas grande y no “quedar afuera” de la posibilidad de llegar a la Casa Rosada, al menos como “socio”.

En principio, la experiencia piloto de Marcos Juárez podría amplificarse a toda Córdoba, llevando una fórmula común macristas y radicales, que incluyan a Héctor Baldassi por un lado, y al tándem Oscar Aguad y Ramón Mestre por el otro. La sola posibilidad de derrotar al delasotismo, seduce por demás a la UCR que desde hace años viene batallando por regresar al poder cordobés.

Pero la raíz de ese proceso de posible alianza entre Macri y los radicales está creciendo geométricamente: en otras provincias como Tucumán, Corrientes, Santa Cruz, Formosa, Entre Ríos, Catamarca, Chaco y Mendoza, el germen del PRO-UNEN ya está sembrado.

El desafío para el macrismo es cómo traducir la cantidad de acuerdos provinciales que tiene con la UCR en apoyo a la candidatura presidencial de Macri. Sobre todo en aquéllas provincias -como en Córdoba o Tucumán- donde las elecciones serán desdobladas: primero se votará gobernador y legisladores locales y, mas tarde a Presidente, y legisladores nacionales.

En la intimidad, en el PRO apuestan a que el posicionamiento del Jefe de gobierno porteño como principal opositor llevará a los radicales a repensar esto del Frente Unen junto a los socialistas y poner sobre la balanza: o mantener ese frente con Hermes Binner, Pino Solanas y Elisa Carrió o bien utilizar un acuerdo con el macrismo para ir por el triunfo en unas diez provincias y hacer crecer, nuevamente y después de mucho tiempo, la alicaída estructura radical de gobernadores e intendentes.

Lo cierto es que, también en la intimidad, pero de la UCR, evalúan esa posibilidad e incluso señalan que si el precio a pagar por un alianza con el PRO es que se alejen del frente el espacio de Pino Solanas y del Movimiento Libres del Sur, estarían dispuestos a pagarlo.

Solo es cuestión de tiempo.