¿Quién quiere ser ciudadano ilustre?

¿Qué es un “ciudadano ilustre”? La historia nos traza un camino que comienza como personas que dieron su vida por salvar al prójimo como Roque Pérez, Manuel Argerich y Francisco Muñiz en la lucha contra el cólera entre 1867 y 1868 para terminar en la Tota Santillan, legendario presentador televisivo de la movida tropical.

Lo cierto es que la normativa relacionada con las distinciones públicas es caótica y pone en evidencia el manoseo que ha experimentado la institución. En abril del 2001 se sancionó la ley 578 que establecía las condiciones de existencia de la distinción. Tres meses después, el entonces legislador porteño Santiago de Estrada presentaba un proyecto para además de solicitar que se estipule un número máximo y un procedimiento que limite la proliferación. Decía en los fundamentos del proyecto presentado:

“La tarea legislativa se ve muy trabada por la necesidad de tratar un número muy grande de iniciativas de esta naturaleza, que absorben un tiempo considerable en las sesiones plenarias.

En una ciudad de más de tres millones de habitantes, es obvio que la posibilidad de declarar Ciudadano Ilustre a un ciudadano es prácticamente ilimitada. Actualmente, entre los proyectos de ley que aguardan para su sanción hay varios que propician estas distinciones, y puede presumirse que si no establece un límite el número seguirá aumentando.

La Tota Santillán, personalidad destacada

La única forma de limitar esta proliferación de distinciones consiste en establecer un número máximo cada año, de modo que pueda practicarse una verdadera selección entre las candidaturas propuestas y otorgar después las distinciones en un acto público que implique un reconocimiento a personalidades de trayectoria muy destacada.”

Dos años después, la ley 1173 del 2003 establecía una mayoría especial de dos tercios de votos y un máximo de diez personas para ser declaradas ciudadanos ilustres y creaba la figura de personalidad destacada declarada por mayoría simple de votos y con un límite numérico: “Sólo podrán ser otorgadas un máximo de veinte (20) distinciones anuales”.

Pero como los límites en Argentina sólo son para los giles, decidieron eliminar la restricción de veinte personalidades destacadas llevando la cantidad de distinciones “al infinito y más allá” liderados por el entonces Jefe de Gobierno Aníbal Ibarra, mediante la ley 1895 del 2005. Esto provocó que se eliminen todos los incentivos para presentar oposiciones a las postulaciones y se potencian los incentivos para adoptar un espíritu de cuerpo en donde se van aprobando recíprocamente los proyectos sin mayor oposición. Como era de esperar la tendencia fue en aumento desde entonces.

Si bien reconozco que hay muchísimas personas con trayectorias destacables, entiendo que es preferible que las personas resuelvan esto de la manera más democráticamente posible, esto es, consumiendo sus productos y divulgando su opinión en las redes sociales.

Hoy por hoy, la declaración de Ciudadanos Ilustres corresponde a una visión de Estado que pronto se volverá obsoleta en donde un grupo de “notables” se reunía a honrar a quien merecía algún tipo de distinción. Creo que este paradigma está llegando a su fin. Inspirándonos en la plataforma del Partido de la Red (DOS) o en la plataforma Legislemos.org tranquílamente podríamos desplazar este tipo de declaraciones a plataforma interactivas donde los usuarios voten a quienes merezcan ser destacados quitándole la dura responsabilidad a los Legisladores.

Pero más allá de cómo se resuelva el procedimiento sobre cómo debe crearse la terna de personas a destacar, estoy totalmente convencido que una limitación del número máximo permitirá un debate más amplio, profundo y un mejor resguardo de los intereses de los ciudadanos.

¿La nueva política? Partido de la Red vs. Partido Liberal Libertario

¿Que traen de nuevo? Son dos partidos que plantean redefinir las reglas de juego de la política convencional. Sin importar lo que vayas a votar este 27 de octubre para senadores y para diputados, estas dos alternativas merecen una especial consideración para Legisladores de la CABA. Veremos también si sus propuestas son contradictorias o complementarias.

Por un lado el Partido Liberal Libertario (o PL), que nos invita a dudar del Estado como algo virtuoso en sí. Esto lleva a reflexionar sobre los efectos de las políticas públicas y cuestiona la utilidad y la moralidad de las decisiones que impliquen conceder privilegios, desde el Estado, a cualquier sector. Liberalismo desde una perspectiva jamás abordada en el país.

Por otro lado tenemos al Partido de la Red (o PdR), que inaugura un nuevo formato de partido político cuyo eje está en el método en vez de estar en las ideologías o en la búsqueda de poder como un fin en sí mismo. Es un partido sin respuestas a priori.

Su novedad radica en ofrecer una plataforma (Democracia OS) que nos permita participar en la toma de decisiones gubernamentales. El proyecto propone ubicar un legislador que estará obligado a votar lo que decida “la red” (cualquier ciudadano podrá votar allí tras un simple trámite). Es esencialmente un proyecto centrado en la lógica mayoritaria.

El PL es una fuerza contramayoritaria que busca actuar como límite del accionar del Estado y las mayorías sobre los individuos defendiendo aquellas cosas que por lo general ninguno se ocuparía de reclamar dado que le resultaría muy caro adoptar tal posición.

En la práctica, el PdR ofrece superar la visión estanca de la democracia tradicional en la que uno otorga su voto de confianza a cierta lista de representantes y luego se limita a ver la política por TV. Busca traer una lógica 2.0 al sistema representativo dándonos la posibilidad ser parte de los procesos de toma de decisiones los 365 días del año y restringe fuertemente el efecto mágico de las valijas sobre la corporación política.

Por más que el PL no vaya a lograr en principio las mayorías necesarias para impulsar ciertas reformas está claro que desde una banca promoverán una ampliación del debate y servirán de límite al resto de los políticos obligándolos a mejorar sus argumentos o revisar posiciones. El PL será lo más cercano a tener a un juez dentro de la Legislatura que falle conforme a cierto sistema de principios sobre la validez o no de cada norma.

El PdR plantea una superación del sistema representativo permitiendo una democracia participativa, ampliando los mecanismos de interacción y con una esperable tendencia a una mayor exigencia en relación a la transparencia.

El PL difícilmente cuente con grandes apoyos por parte de la corporación política y los círculos de poder tradicionales por buscar limitar los beneficios que reparte el sistema político.

¿Por qué se paran en veredas opuestas si el PdR plantea una reforma metodológica y el PL busca reflotar la voz liberal en el debate público?

Ambos buscan redefinir la lógica del poder actual: uno plantea aumentar los límites y defender la Constitución desde una perspectiva liberal y el otro busca disminuir la autonomía de la corporación política. Unos ponen barreras de contención, los otros limitan la cantidad de nafta que le dan a los políticos. Naturalmente ambos tienen sus limitaciones y puntos criticables pero confío en que suman algo sumamente valioso al sistema.

Más allá de que ambos apuestan a ocupar una banca, ¿son contradictorios los planteos? Sospecho que los malentendidos parten de que hablan en lenguajes diferentes, que se rigen por lógicas diferentes y apuntan a reformar dos aspectos diferentes del sistema. Es esperable y deseable que pasadas las elecciones haya un acercamiento entre ambas fuerzas.

Este 27 de octubre, si tenés que elegir entre el Partido Liberal Libertario o el Partido de la Red: ¿A cuál elegís? ¿Por qué? “Elegir ser Libre” o que “entremos todos a la Legislatura”, ésa es la elección.

Otro caso de censura en la TV pública

A todo gobierno le molesta en mayor o menor medida la libertad de expresión. No es sólo un problema del kirchnerismo. La pretensión de ocultar los errores y minimizar los costos de las decisiones políticas afecta a todos por igual. Por suerte internet desde hace años viene dándonos la oportunidad de cuidarnos entre nosotros de la censura.

Recuerdo hace unos años haber escuchado la historia de Martha Payne, una nena de 9 años que sacaba fotos de la comida horrible que le daban en el colegio y las subía a su blog con algún comentario. Luego de que el blog adquiriera trascendencia mediática, las autoridades del colegio le avisaron a Martha que no podía seguir con dichos posteos. Tras un escándalo en las redes, del que participó hasta el renombrado chef Jamie Oliver, las autoridades se vieron forzadas a quitarle el castigo.

Es común escuchar a los kirchneristas afirmar que “nunca hubo más libertad de expresión” que en esta última década y otras tantas frases hechas que no se condicen con datos objetivos de la realidad. En este sentido por ejemplo la Fundación LED, liderada por Silvana Giudici, ha emitido múltiples informes acerca de los ataques a la pluralidad de voces que se vienen verificando en estos tiempos. Pero más allá de los datos estadísticos quiero traer a colación una experiencia personal que servirá de ejemplo.

El 6 de agosto pasado, en el marco de la campaña electoral legislativa, en la que oficiaba como candidato a diputado nacional por Compromiso Federal, fui invitado a debatir junto a otros candidatos -Gabriel Solano (Partido Obrero – FIT), Itai Hagman (Marea Popular) y Lucía Rojas (Frente para la Victoria)- en el programa “Una tarde cualquiera”.

Celebré la posibilidad de que, para variar, en la TV Pública estuviesen presentes diversas voces, aunque el resultado fue que el kirchnerismo quedó mal parado por la representación poco feliz de su candidata. Aún así, en el canal de Youtube de la TV Pública subieron la grabación del debate.

El miércoles 18 de septiembre recibí un mensaje en el que me preguntaron por los videos en cuestión. Al buscarlos en Youtube, dichos videos no aparecían. Recordé en ese momento que los había vinculado en mi blog. Para mi sorpresa, al intentar reproducirlos pude ver que sobre los títulos figuraba la leyenda “No Publicables” y que, al tratar de acceder a los videos por medio del link, la página informaba que los videos eran “privados”.

Tras un poco de revuelo en las redes sociales que implicó adhesiones por parte de Gabriel Solano y de Santiago Siri, candidato por el novel Partido de la Red, los videos fueron nuevamente librados al acceso público. ¿Por qué motivo un canal estatal que debe expresar la pluralidad de voces decide ocultar contenidos?

“La única verdad es la realidad” idea de Aristóteles que Perón repetía. Como ya sostuve en la nota sobre el programa 678, todo medio público puesto al servicio de un gobierno tiende a la corrupción. Lamentablemente la TV Pública lo ha demostrado una vez más. Para el kirchnerismo hay ciertas cosas que es mejor que se mantengan ocultas en privado lejos del público.