La “estigmatización” del impuesto a las ganancias

Carlos Arbia

La polémica desatada por la aplicación del mínimo no imponible a la cuarta categoría del impuesto a las ganancias que pagan los trabajadores muestra una situación complicada tanto para este gobierno como para el que lo suceda, en caso de no arribar a algún acuerdo con el sindicalismo antes del 10 de diciembre.  La razón es que, luego de las distorsiones generadas desde el 2000 con la aplicación de la “tablita de Machinea”, este impuesto se ha trasformado en una base importante de la recaudación y a eso hay que sumarle que es un impuesto de fácil cobro y que no puede ser evadido. Para un gobierno no hay nada mejor que un impuesto fácil de cobrar y difícil de evadir. Pero la distorsión se ha producido desde el primer gobierno de Cristina Fernández de Kirchner por la fuerte suba de la inflación que generó grandes aumentos salariales. Desde el 2007 hasta el 2014 el monto del impuesto a las ganancias aportado por los trabajadores subió más de un 100 % en tanto que el pagado por las empresas aumentó un 25 %. En ese periodo la inflación medida por consultoras privadas subió más de un 200 por ciento. 

La solución del tema no es difícil pero depende de una decisión. Hay que señalar que la “tablita de Machinea”, cuya versión original data del gobierno de Fernando de la Rúa en marzo de 2000, fue modificada por última vez en 2013 fijando el mínimo no imponible en 15.000 pesos. Esto implica que aquel trabajador cuyo sueldo bruto supere esa cifra comienza a pagar el impuesto a las ganancias. Los trabajadores que superan el mínimo no imponible y a los que, por lo tanto, les corresponde pagar Ganancias cuentan con una serie de ítems o gastos que son deducibles de sus ingresos a la hora de calcular cuánto deben tributar, como el tener pareja o hijos a cargo o pagar un servicio de salud. Lo que hace la tablita es reducir la proporción deducible de esos ítems en la medida que aumenten los ingresos totales y afectos a todos los trabajadores que cobran más de $ 15.000

El cuestionamiento más fuerte que se debe hacer a este sistema es que en los límites entre una categoría y otra, terminan teniendo un mayor ingreso de bolsillo los que están por debajo de la línea que los que la superan. Es decir que, en determinados puntos, es conveniente un salario menor para poder incluir mayores deducciones en el cálculo de Ganancias y terminar cobrando más dinero en mano. Esto se debe a que no se han modificado las escalas que los trabajadores deben pagar que en el 2000 iban del 9 al 35 % de acuerdo a las deducciones. En cambio en el presente la mayoría de los trabajadores paga el 35 %; una distorsión muy fuerte en cuanto a lo que se le saca al trabajador frente a lo que paga una empresa. En la medida que le aumenta el sueldo al trabajador proporcionalmente paga más al Estado que lo que le queda en su bolsillo.

La afirmación del ministro Axel Kicillof -”el mínimo no imponible de Ganancias está muy bien en el nivel en el que está, se pueden discutir sus alícuotas pero esta muy bien en el nivel en el que está porque se ajustó muy fuerte hace dos años”- demuestra el poco interés del gobierno por solucionar un problema que no es de difícil resolución ni de implementación. Algunos datos sirven para buscar una solución al problema: 1) antes de aplicarse la tablita de Machinea el salario promedio bruto de la los trabajadores en la industria era de unos 1000 pesos y quienes pagaban el mínimo no imponible eran aquellos que ganaban mas de 2000 pesos. Esto implicaba que había que tener un salario del doble del promedio para pagar ganancias. En cambio ahora el sueldo bruto promedio es de unos 12.000 y se paga ganancias desde los 15001 pesos en adelante. Quiere decir que cada trabajador que supera en un 25 % el salario promedio debe pagar ganancias lo que constituye una fuerte distorsión y transforma a éste en un impuesto muy regresivo. Si se manejaran los valores anteriores a la aplicación de la “tablita” el mínimo no imponible actual debería fijarse en unos 24.000 pesos y de allí para arriba descontar ganancias a los trabajadores en relación de dependencia, autónomos, monotributistas y hasta jubilados que deben pagar ganancias. A partir de esa actualización el gobierno debería aplicar una corrección semestral utilizando, por ejemplo, el sistema que utiliza la ANSES para actualizar las jubilaciones en marzo y setiembre de cada año. En un reportaje reciente en Infobae TV el ex ministro de Economía Roberto Lavagna manifestó que ese valor debería estar cerca de los 26.000 pesos.

En el análisis debemos considerar que antes de la aplicación de la tablita de Machinea unos 300.000 trabajadores pagaban ganancias en cambio ahora esa cifra llega casi a unos 2.000.000. Por mas que el gobierno mencione solo 850.000 trabajadores que representan un 10 % de los trabajadores, esa  aseveración no es correcta porque casi un 20 % de los trabajadores en Argentina paga el impuesto a las ganancias si consideramos a los en relación de dependencia, autónomos, monotributistas y hasta jubilados. Cuando el gobierno habla del 10% se refiere solo a los trabajadores en relación de dependencia alcanzados por el impuesto pero deja afuera al resto que con la nueva modalidad de aplicación son alcanzados por un impuesto cada vez más injusto, distorsivo y regresivo.