Un largo relato del Relato

No se olvidó del que le gritó. Lo buscó con la mirada y le dirigió, durante los próximos diez minutos, como mínimo cuatro acidas admoniciones. Alguien le había dicho que no olvidara mencionar algo referido a los programas de salud. Era una intervención en favor de ella, o del “modelo”, si les gusta más.

Pero no se lo perdonó. La Sra. de Kirchner no soporta que le roben el espacio de sus palabras, que alguien ingrese en el círculo sagrado de sus sentencias… ¡Cómo se atreve!

Primero preguntó qué había dicho. Después le echó en cara que no le había dado tiempo para llegar a eso. Más tarde le dijo “antes me corrías con lo de las cardiopatías, ahora yo te corro con esto: el Estado se hace cargo de las operaciones por labio leporino”. Y mucho después se la siguió recordándole que la había interrumpido.

La Presidente no puede vivir sin armar rencillas. Hasta en este ejemplo estúpido, de un más papista que el Papa que había gritado algo para congraciarse con la jefa, se nota su  incansable vocación por la confrontación y la pelea.

Aunque dedicó un largo párrafo cerca del inicio a que en la Argentina “no hay odio” sino “diferencias”, extensos pasajes de su discurso estuvieron cargados de esa cizaña ácida que azuza la división y la riega permanentemente con una ponzoña innecesaria.

Habló de “los que nos llenan la cabeza”, de médicos que leen La Nación en lugar de Página/12, de aquellos a los que les encantan las estadísticas “de afuera”, aun cuando ella misma se cansó de echar mano a referencias de organismos internacionales que le perecían favorables a su gestión; de los que integran el “Partido Judicial” (jugando con el sarcasmo de decir “Poder Judicial”, corregirse a sí misma y decir “casi digo Partido Judicial”), de que el país tenía que formar ingenieros “pero de los buenos”, en una obvia alusión indirecta -su arma cizañera preferida- a Macri. Pero no es ella la que incita a la división y al odio. ¡No, qué va! ¡Los que hacen eso son los otros, a los que mandó quedarse con el “silencio”!

El último discurso de la presidente ante la Asamblea Legislativa fue un largo (muy largo) relato del relato. Al término de esa larga exposición uno se preguntaba a qué país pertenecen los cientos y cientos de villas miseria que han proliferado en estos últimos 12 años, villas miseria que antes no existían.

Un simple viaje en micro a la costa Atlántica que tiene la perspectiva de la altura -de la cual carecen los automóviles- permite ver el espectáculo que se extiende prácticamente desde la costa del río hasta la periferia de Quilmes: un gigantesco villorio en donde las condiciones de vida dan lástima.

O la vergüenza que sigue expandiéndose en plena Capital, en medio de las drogas y las condiciones deprimentes de vida de las villas 31, 1-11-14 y todas las que nacieron como hongos al calor de la década ganada.

El largo párrafo dedicado a Aerolíneas Argentinas fue casi una tomadura de pelo: una compañía indefendible que se ha convertido en una receptora de mano de obra militante, que aumentó 21% su plantilla de empleados, lo que la coloca en el peor lugar del ránking en la proporción de empleados por pasajeros transportados (algunos ejemplos sueltos: Air Europa 2747 pasajeros volados por empleado, Delta 2000, Alitalia 1731, Aeromexico 1077, Aerolíneas, 631)

Dentro de esa extensa parrafada, se permitió decir que la compañía beneficiaba “a nosotros, los del interior, que no tenemos otra manera de trasladarnos si no es por Aerolíneas”, como dando a entender que ella es una más del “pueblo” que tiene que aguantar esas incomodidades, cuando, al revés, hace fletar aviones a costo del Estado para que simplemente le lleven los diarios a “su lugar en el mundo”, El Calafate.

Esas menciones innecesarias ponen  en cuestión todo el contenido de un discurso floreado por la demagogia.

El capítulo dedicado a la deuda resulta particularmente llamativo. Hoy el endeudamiento del país supera los 300 mil millones de dólares, más del 58% del PBI. La tan publicitada “política de desendeudamiento” sólo se cumplió en el período inicial de 2003 a 2008, cuando la Argentina acumuló un superávit fiscal financiero de US$ 12.600 millones. Luego, de 2009 a 2013, el Gobierno acumuló un déficit de 63.000 millones de dólares. Es decir, esto implica un déficit total de US$ 52.000 millones acumulado hasta 2013, período en el cual la deuda pública creció en US$ 51.000 millones. Luego, en 2014 y lo que va de 2015, el déficit fiscal se agravó de manera significativa, sumando aproximadamente US$ 66.100 millones, dejando un saldo negativo de los tres períodos de la administración Kirchner de 118.000 millones de dólares, básicamente surgido del enorme crecimiento del gasto público en comparación a la recaudación. Fueron el BCRA y los jubilados los que financiaron esta fiesta.

El BCRA tiene patrimonio neto negativo, está técnicamente quebrado. La deuda por LEBACS (los instrumentos que se emiten para aspirar los pesos que se emiten sin respaldo alguno) es astronómica y ha crecido geométricamente. Si no se emitieran, por otro lado, la brecha entre el dólar oficial y el libre superaría el 100%.

En muchos pasajes, como es habitual, confundió al Estado con el Gobierno, cuando no directamente con ella misma. Hasta en el insignificante ejemplo del plan “Ahora 12″ cuando les recordó a los que compran en los “shoppings paquetes” (otra innecesaria chicana clasista) que es el gobierno el que financia esas cuotas: “se lo pagamos nosotros”, dijo. No, señora: eso es un gasto del Estado, es decir de nuestros propios bolsillos; no de los suyos.

Más adelante dijo: “No se puede ser tan estúpido, tan colonizado, tan subordinado intelectualmente, tan chiquito de neuronas. Por favor, cómo no van a venir los chinos, ¿qué miedo le tienen?” Me pregunto qué habría dicho ella, los militantes de La Campora o Carta Abierta si un tratado, no similar, igual, hubiera sido firmado por otro gobierno con cualquier administración norteamericana.

La Presidente cambió radicalmente su cara y su tono cuando se refirió particularmente a la Justicia y cuando advirtió la presencia de carteles que proponían una apertura de los archivos clasificados de la causa AMIA: “A los que ponen cartelitos para que hable de la AMIA. De la AMIA hablo desde el año 94. Seguiré hablando en la ONU reclamando justicia”. Volvió a la carga con su acidez preferida: la del partido destituyente, a quien acusó de independizarse de la Constitución.

La Sra. de Kirchner se preguntó “¿con cuál Nisman me quedo?”, “¿con el que me imputó o con el que me llamaba para felicitarme?”. Pregunta: ¿no sería Nisman -si estuviera vivo- el que debería preguntar “¿con qué presidente me quedo, con la que acusaba a Irán desde la ONU o con la que firmó un acuerdo de entendimiento con los acusados?”

La Presidente deja el lugar de la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso con un perfume desagradable. En la organización pululaban personajes con distintivos color punzó que identificaban a los hombres del Ejército, encargados de la organización y de los permisos. Un perfume venezolano.

¿Alguien imagina los exabruptos del kirchnerismo si semejante ocurrencia la hubiera ideado otro gobierno? Hasta me parece escuchar a los intelectuales de Carta Abierta poniendo el grito en el cielo y pidiendo explicaciones por la militarización del edificio símbolo de la democracia.

Quizás sea una metáfora terminal de un sincericidio simbólico. ¿Qué perspectiva de diálogo, de consenso, de intercambio de ideas, de horizontalidad, puede entregarle a la sociedad un movimiento político que se niega esas muestras de civilización para sí mismo? ¿qQé democracia puede promover una facción que reivindica para sí misma la verticalidad y la obediencia de una barraca militar? ¿Qué ámbito de diálogo y de consenso -en donde se reconozcan justamente las diferencias- puede promover un partido en donde todo confluye en la decisión, en el poder y en  el dedo de una persona a la que se le reconoce la única capacidad de conducción y a quien se tiene como la única fuente de razón?

Ni aquellos que quieren gritar una apostilla de apoyo son perdonados. La furia de la mirada se clavará en los ojos del irreverente. ¿Qué democracia puede florecer en un país gobernado por una creencia que impone una voz única, un mando único, un criterio militar de la existencia? La última aparición institucional de la Presidente en el Congreso estuvo adornada por todo ese cotillón. Un cotillón de voces únicas, de dueños únicos y de criterios únicos. Tal como les gusta a los militares que la cuidaron y a los militantes que la vivaron

Un fallo acelerado que deja muchos interrogantes

Cuando me llamaron para avisarme que el juez Rafecas había desestimado la denuncia de Nisman/Pollicita lo primero que pensé fue: “¿Ya…? ¿Tan rápido..?”

Y no caben dudas de que de los muchos interrogantes que el fallo deja la celeridad con que fue dictado es la primera.

Una denuncia tan pesada, a la que se adjuntaba un resumen de 900 horas de grabaciones (el total de las escuchas alcanzaba a las casi 5000 horas) invitaba a presumir que el juez iba a invertir más tiempo en estudiarla. ¿Escuchó Rafecas cada uno de aquellos diálogos?, ¿se formó de ellos una idea de primera mano? No lo sabemos.

Sigue luego el razonamiento central del fallo: no hubo delito porque este no llegó a consumarse, dado que el Memorándum de Entendimiento no se convirtió nunca en operativo. Se trata de una conclusión ambigua. En primer lugar, los delitos tienen -y el juez Rafecas claramente lo sabe- una instancia de tentativa cuando, en efecto, no llegan a consumarse, aun cuando se hubieran puesto en movimiento todos los pasos necesarios para que así ocurriera. Si el asesinato de un francotirador no se consuma porque inesperadamente la víctima se agacha para atarse los cordones de los zapatos, no puede exculparse a quien jaló el gatillo: no será culpable de asesinato, pero sí de asesinato en grado de tentativa.

El encubrimiento es un delito susceptible de ser cometido en grado de tentativa. Así, si una persona dispone de todos los medios para esconder al autor de un crimen pero luego por razones ajenas al encubridor la maniobra falla, de todos modos el delito debe perseguirse en grado de tentativa.

Aquí son muchos los que coinciden en que el Memorándum no operó -y por lo tanto el encubrimiento no prosperó- porque el régimen iraní no ratificó el acuerdo. Pero para ese momento el Gobierno argentino ya había hecho todo lo necesario para que la cobertura fuera efectiva. Si luego no se consumó porque Irán no le dio rúbrica legislativa al tratado eso es algo ajeno a la responsabilidad del que había hecho todo por intentarlo.

La especulación política también se ha metido en el análisis de las últimas horas dada la proximidad del discurso de la Presidente para inaugurar las sesiones ordinarias del Congreso. Muchos están convencidos de que si ese momento llegaba sin que la denuncia de Pollicita estuviera desestimada, la Sra. de Kirchner estaba dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de embarrar de tal modo la situación que todo se transformara en un gigantesco aquelarre.

Hay quienes dicen que, ante esa posibilidad, el juez Rafecas decidió acelerar los tiempos y rechazar la posibilidad de investigar. De nuevo, nunca lo sabremos.

Pollicita a su vez va a apelar la decisión y la cuestión será derivada a la Camara para que esta se expida. El fallo también incluye una derivación de las escuchas para que se investigue en especial el papel del agente Bogado, que ya formaba parte de la denuncia original del Dr. Nisman.

Un punto oscuro del fallo en su parte resolutiva llamó la atención. En el punto 3, el juez Rafecas dispone, de ser necesario, la habilitación de la “feria judicial” para la notificación del fallo. ¿Feria judicial? ¿En febrero? El juez, en una llamativa entrevista que le concedió a C5N, atribuye la cuestión a un “error material” por un típico copy/paste preestablecido en la computadora del Juzgado. Pero muchos se preguntaron si el fallo no fue redactado ni bien murió Nisman, en pleno mes de enero.

Frente a una apelación del fiscal actuante, la Cámara tendrá un par de opciones. Podrá devolver el expediente a Rafecas para que, al menos, ejecute algunas de las 60 medidas de prueba pedidas por Pollicita antes de volver a desestimar el asunto, o considerar que el juez ya emitió su opinión sobre el fondo de la cuestión, por lo cual podría derivar la investigación a otro magistrado que designe. La Cámara tiene dos salas. Cuando Pollicita apele, sabremos cuál entenderá en el asunto.

Ahora resta saber qué impacto tendrá la decisión en el ánimo presidencial de hoy. El jueves, en el acto de jura de los nuevos ministros, la Casa de Gobierno tenía un ambiente festivo. Todo el mundo se reía como si realmente hubiera algo para festejar. El propio Capitanich, que dejaba su cargo en medio de un resonante fracaso, rayano casi en el ridículo y en el hazmereír de muchos, se reía a carcajadas. Hasta Boudou y Aníbal Fernández de reían desembozadamente. Más circunspecto aparecía Wado de Pedro, el convencido de que el Gobierno debe instaurar el perfil de país que tenían en mente los Montoneros y que ahora será el nuevo secretario general de la Presidencia.

No hay demasiados motivos para sospechar que el fallo actuará como un bálsamo para la Presidente y que ahora, liberada de aquella carga, estará dispuesta a transitar ocho meses de concordia antes del traspaso del mando. Nada. Ni un paso atrás. Será mejor dinamitar todo antes de ofrecer una mano de diálogo. Enfrente no están otros argentinos tan temporales como ella esperando para continuar la rutinaria tarea de administrar el Estado. No. Ni la presidente se considera una mera administradora temporal del Estado, ni los que están enfrente son otros argentinos tan bien intencionados como ella. La Sra. de Kirchner se considera a sí misma la protagonista de una epopeya; de una epopeya enfrente de la cual no hay otros argentinos, sino enemigos acérrimos.

Intocables

La Presidente, el canciller y otros miembros oficiosos del Gobierno (Luis D’Elía fue, sin embargo, un funcionario formal de los Kirchner durante el gobierno de Néstor) han sido imputados por el fiscal Gerardo Pollicita por el delito de encubrir a los sospechosos de haber volado la AMIA. Se trata de la implementación en los hechos de la denuncia que había presentado el Dr. Nisman cinco días antes de morir.

Ya desde la mañana del viernes tanto Aníbal Fernández como Jorge Capitanich se habían adelantado a estos hechos, calificando a la mera posibilidad de que el fiscal hiciera efectivamente eso como un hecho de “activo golpismo judicial violatorio de la democracia”.

La regla vuelve a cumplirse: cada vez que el poder de control esencial que la Constitución ha organizado para vigilar al Poder Ejecutivo -esto es, el Poder Judicial- amaga con poner en funcionamiento los mecanismos normales de su funcionamiento, la Presidente y sus funcionarios salen a blandir el argumento del golpe.

Es, a todas luces, una apelación vieja, gastada y reveladora del perfil de país que el kirchnerismo tiene en la cabeza. Ese perfil consiste en una organización vertical en cuyo vértice intocable se haya la Presidente en particular y los funcionarios en general, y según la cual la ley común no les es aplicable a ellos, porque todo intento de aplicarles a ellos la ley común es reputado como automáticamente antidemocrático, destituyente y golpista.

Se trata de un “yeite” maravilloso: “Todos son iguales ante la ley, menos nosotros, a quienes la ley no se nos aplica.” Si hay algún motivo por el cual la Constitución fue sancionada, fue, precisamente para terminar con un tipo de organización nacional basada, justamente, en esquemas similares a ese.

El oficialismo tácitamente confiesa, de este modo, la sociedad que busca delinear: una gran masa de zombies a los que tiene controlados y a los que les aplica el rigor de la ley que el mismo gobierno sanciona y una casta de privilegiados que vive de chuparle a la sangre a esos esclavos y que se haya absuelta de dar explicaciones ante la Justicia por sus conductas y completamente liberada de las molestias de los controles externos a su gestión.

Resulta particularmente llamativo cómo siquiera pueda haber una parte de la sociedad que preste su acuerdo a un esquema social como éste. Los militantes dicen que “voluntariamente” se someten a la conducción verticalizada de la líder porque es ella la que “conduce”. El problema es que, lo que ellos aceptan voluntariamente para sí mismos, se lo quieren imponer por la fuerza al resto de la sociedad, que no acepta de ninguna manera vivir bajo ese perfil.

La presidente Dilma Rousseff está luchando para tratar de demostrar que no ha tenido nada que ver con el escándalo Patrobras. Más de una vez en los últimos meses en Brasil se ha pronunciado la temible palabra “impeachment”. Sin embargo, a Dilma no se le ha pasado ni de cerca por la cabeza la idea de acusar a quienes investigan de golpistas destituyentes. El Estado de derecho no es sólo el Poder Ejecutivo. De modo que si para no tocar a éste se impidiera el normal funcionamiento de los mecanismos constitucionales, eso sí sería golpismo, porque se estaría echando mano a recursos de facto para impedir que la Constitución funcione.

En otra salida francamente desopilante del día viernes, la fiscal Alejandra Gils Carbo (que según la Presidente es un órgano extrapoder y una funcionaria independiente) anunció que emitirá una resolución del Ministerio Público avalando las actuaciones de la mandataria en sus negociaciones con Irán, como si la Procuradora General fuera una especie de abogado defensor personal de la Sra. de Kirchner. El Ministerio Público existe para defender a la sociedad. ¿Para defenderla de quién? Justamente del Estado. No está allí para validar la teoría de que el Estado se encarna en la persona de la Presidente  y, como tal,  esta es intocable. No. La Procuradora  -como señala la teoría presidencial aunque no, claramente, su práctica- es una funcionaria independiente del Poder Ejecutivo que no puede ni debe salir en su defensa. ¿Cómo creer, luego de semejante declaración confesional, que la Sra. Carbó manejará las escuchas telefónicas con imparcialidad, de acuerdo a la nueva Ley de Inteligencia?

La Constitución argentina fue sancionada en previsión de todo esto. Más allá del dramatismo de éstos días estamos ante una oportunidad histórica de demostrarnos a nosotros mismos que esos mecanismos sabiamente creados hace más de 160 años pueden funcionar entre nosotros y que es de lo más saludable que funcionen. Solo los que defienden la incivilización política sugieren volver a lo que ocurría en la Argentina colonial y en la de la Guerra Civil del siglo XIX. Quienes queremos vivir en una república moderna en donde nadie esté por encima de la ley, creemos que el tiempo histórico nos ha colocado ante una enorme oportunidad: la de saber que aquí gobierna la ley y no la voluntad de un líder.

Más allá de toda reconciliación

La Presidente ha cortado ayer toda posibilidad de vivir, al menos hasta que termine su mandato, en una sociedad reconciliada. Y la Argentina debería rezar para que las semillas del rencor plantadas durante todo este tiempo no sigan produciendo brotes más allá del 10 de diciembre.

Resultó francamente chocante ver a Cristina Kirchner, detrás de una semisonrisa ácida, decir “quedémonos nosotros con los cantos y con la alegría y dejémosle a ellos el silencio”, en una clara referencia a la marcha que con ese nombre fuera convocada por los compañeros de trabajo del fiscal Alberto Nisman para recordar su memoria a un mes de su trágica muerte. ¿Con los cantos y con la alegría en el medio de la muerte?, ¿cuál es el límite para la urbanidad presidencial?

En esa frase la Presidente envió una confirmación final hacia los que aun albergaban alguna esperanza, de que no está interesada en pacificar los ánimos o en tender una mano de misericordia y respeto a los que no piensan como ella. Para la Sra de Kirchner la democracia debe subsumirse en ella. Como ella ganó las elecciones de 2011, solo ella (y los que piensan como ella) pueden hablar, porque la democracia, según su particular criterio, consiste, justamente, en eso: en que el único con derecho a hablar es el que gana. Los que pierden son la antidemocracia y deben someterse y callar. Continuar leyendo

Densidad y peso específico

Volver a escribir estas columnas en las actuales circunstancias de la Argentina tiene un significado especial. La verdad, no creí que alguna vez debería volver a escribir sobre la muerte relacionada con la política; sobre la violencia mortal originada en el mundo del poder.

Pero aquí estamos de nuevo frente a ella con un fiscal muerto en la víspera de aparecer públicamente ante los diputados de la comisión de Legislación Penal del Congreso. Ya han pasado 15 días desde que Alberto Nisman apareció con un tiro en la cabeza dentro del baño de su departamento de Puerto Madero y más allá de que no sabemos nada, hemos escuchado versiones de todo orden sobre lo que pudo haber acontecido en ese piso 13 de las Torres Le Parc.

La Presidente, que aun no envió sus condolencias a la familia, ha ido de un lado a otro de las hipótesis, rayando, en algunos casos, la interferencia del Poder Ejecutivo en el Judicial y en otros directamente en el mal gusto o la bajeza. Continuar leyendo

Las paradojas del final de un ciclo

Si las paradojas pudieran jugar esas malas pasadas que uno siempre quisiera evitar,  no hay dudas de que el final de 2014 ha traído un embalaje completo de ellas a la Sra. de Kirchner. Terminar su mandato con la sospecha de ser la cabeza de un gobierno policíaco, que vigila a los ciudadanos, que ejerce la censura y que deposita en un general, cuyo pasado se hunde en las oscuridades de la dictadura, la confianza del aparato de inteligencia interior, es francamente estremecedor.

El contraste de esa realidad con las palabras huecas que pretendían presentar al gobierno como la antítesis de los generales de los 70, casi como la verdadera restauración democrática -en un ensayo no por ridículo menos intentado, de hacer como que entre el General Bignone y Néstor Kirchner no había ocurrido nada en la Argentina- resulta sinceramente patético.

Un gobierno acallando a periodistas, contraviniendo las leyes que él mismo hizo dictar contra viento y marea -como la de medios- para consolidar el más grande aparato de propaganda que la Argentina haya conocido jamás; un gobierno desconociendo las leyes de seguridad interior y de inteligencia, que manda a realizar tareas de vigilancia sobre los opositores y los jueces; un gobierno desbocado en cuanta referencia se haga al respeto por la institucionalidad… Es una enorme paradoja, una gran cabriola del destino que vuelve a probar que no es conquistable ni por palabras ni por relatos.

El gobierno de los Kirchner ha reivindicado más de una vez a los grupos revolucionarios de los 70. Lo ha hecho de palabra y lo ha hecho con dinero. Ha empleado a muchos de sus integrantes, ha utilizado fondos públicos para indemnizar a sus familias, aunque no ha indemnizado a las familias de los caídos en el otro bando. Aquellos grupos perseguían la utopía socialista; buscaban la instauración de una dictadura del proletariado: si de una dictadura. Que conste que ese término no lo usamos ni lo inventamos nosotros; forma parte de las originalidades del Manifiesto Comunista.

Toda dictadura supone un régimen militarizado de gobierno, la supresión de derechos (o mejor dicho: la supresión de los derechos de aquellos a los que la dictadura considera sus enemigos y el otorgamiento de todos los derechos a los protagonistas de la dictadura y a los que la cortejan).

Resulta increíble que el gobierno de la Sra. de Kirchner termine pareciéndose a ese modelo que buscaban aquellos movimientos revolucionarios. En lugar de parecerse a una república constitucional, la Argentina, en el año final de la presidente, se inclina hacia ese modelo autoritario, de base policíaca, vigilador, silenciador de la opinión contraria, operador de inteligencia interna en manos militares, protector de personas a quienes algunos legisladores llaman lisa y llanamente “genocida”.

¿Qué pensará la Presidente a todo esto? ¿Soñaba terminar de esta manera? Pablo Giussani escribió a comienzos de los 80 “Montoneros, la soberbia armada” una crónica sobre la organización guerrillera y sobre el paralelo que él encontraba entre ellos y el fascismo italiano en cuanto a su culto a la muerte.

Giussani imaginaba, hace más de un cuarto de siglo, que los Montoneros terminarían siendo olvidados y que nadie en el futuro se atrevería a reivindicarlos. En esto se equivocó. Pero en lo que estuvo acertado fue en la selección de la palabra “soberbia” para definir aquel proceder desfachatado, negador de todo lo que no fuera ellos mismos, altanero, provocador, terminante.

¿Pensará la Sra de Kirchner en lo que se ha convertido su gobierno? Un reducto de soberbios, que han copado los centros neurálgicos de la administración, de los medios, de las empresas públicas, de los organismos de control… Que aspira a hacer lo mismo con la Justicia, e incluso con algunas empresas privadas.

¿Qué es esto sino algo muy parecido a lo que perseguían aquellos jóvenes armados que sentían por la muerte una rara veneración, como describió Giussani? El ideólogo marxista italiano Antonio Gramsci acusó de “bestias” a los revolucionarios comunistas que querían implantar la dictadura del proletariado por la fuerza de las armas. “Nuestra táctica debe ser otra”, advirtió, “debemos cambiar el sentido común promedio de la sociedad… Por intermedio de cientos de intelectuales orgánicos que copen las artes, la cultura, los medios, el cine, el periodismo, debemos convertir a los burgueses a nuestro pensamiento… Cuando ese proceso haya terminado, todos serán marxistas, sin disparar un solo tiro” (Cuadernos de la Cárcel y  L’Ordine Nuovo) ¿No hemos asistido en estos años a esta formidable reconversión?

Nunca antes la palabra democracia había sido tan tergiversada como ahora. Hoy se nos quiere hacer creer que los empellones de los votos no son empellones. Nadie en el gobierno repara en las garantías constitucionales que limitan el poder de esos votos en resguardo de las minorías, tal como ellos hubieran querido que los empellones del autoritarismo militar hubiera tenido un límite que impidiera la muerte de tantos.

Hoy, muy probablemente, incluso, ese esquema de “mayorías” y “minorías” haya cambiado sustancialmente.  Pero el gobierno sigue sosteniendo que lo único que vale es su opinión porque ellos son “el pueblo”: la soberbia relatada.

¿Era éste el horizonte que la Presidente soñaba para su gobierno? Una realidad autoritaria, sorda, que embiste y atropella, que manda a callar, que hace inteligencia interna con militares, que suprime instituciones, que divide, insulta, ironiza y agravia… ¿Era este el modelo de democracia avanzada que la Sra. de Kirchner tenía en mente? ¿Lo quiso siempre y lo disimuló o cayó en esto por impericia?

Si las paradojas pudieran jugar esas malas pasadas, se las han jugado este año a la presidente Kirchner. Nada de lo que se anunciaba cuando asumió la presidencia por primera vez -el emprolijamiento institucional del arrebatado período de su esposo- se ha cumplido. Al contrario: ocho años después termina con una república disminuida, con vicios propios de regímenes uniformados, a los que, paradójicamente, tanto vilipendió.

Navidades sin paz en la década ganada

La llegada de la Navidad produce un choque de imágenes con la Argentina de la década ganada. En primer lugar resalta la ausencia de un clima de paz en el país. Guerras sordas de poder que amenazan con enfrentar a la presidente con los jueces, en una escalada que, más que amenaza, es ya una realidad.

La increíble parábola del destino que viene a reunir, en el fin del ciclo kirchnerista, a un militar sospechado por su oscuro pasado en la dictadura y al sistema de inteligencia interna del país con el corazón de un gobierno que hizo del aparente enfrentamiento con esas estructuras un ariete de su poder.

La Presidente tiene un carácter furioso, cargado de sarcasmos e indirectas; acideces que suben y bajan en una alquimia de tirrias que muchas veces no se explican y que otras muchas terminan por llevar al terreno público lo que son sus pasiones personales. La Sra de Kirchner ha embarcado al país en rumbos determinados, en la mayoría de las ocasiones, no por las conveniencias de los argentinos, sino por sus arrebatos y venganzas, que encuentran en el poderío del Estado las armas que no tendría si fuera una ciudadana común y corriente. La Presidente ha colonizado al Estado y a las instituciones con su carácter para usar su fuerza como herramienta de sus pasiones. Continuar leyendo

La reafirmación de una aspiración totalitaria

La presidente presentó el lunes una idea vieja como si fuera novedosa. En efecto, con aire festivo la Sra. de Kirchner dijo que a partir de ese momento se inauguraba una nueva modalidad de cadenas nacionales, siempre en horario central, más seguidas y frecuentes y más cortas en su duración. Dijo que había tomado esa decisión porque de lo contrario los anuncios que ella hace no salen en ninguna parte.

Esta síntesis de los expresado por la Presidente sugiere varias conclusiones. En primer lugar, la reafirmación de una aspiración totalitaria sobre la información que elimine a los medios y ponga a la Sra. de Kirchner en el rol de ser la única fuente de información nacional. Para su conocimiento, más allá de la pretensión de novedad con que la iniciativa haya sido presentada, habría que decirle a la Presidente que se trata de una práctica ya intentada en el mundo en varios de cuyos países han funcionado ministerios de propaganda con suerte diversa hasta que las fuerzas de la libertad terminaron con ellos.

En segundo lugar, la decisión presidencial lleva a una pregunta trascendente sobre la enorme corporación de medios oficiales controlados directa o indirectamente por el Gobierno. Parecería que ese conglomerado está haciendo muy mal su trabajo de momento que la mandataria textualmente dice, quejándose, que lo que ella dice “no sale en ninguna parte”. Evidentemente el concepto que la Presidente tiene de su propia corporación de medios es bastante pobre.

Hoy el Estado -es decir la Sra. de Kirchner- controla más del 70% de los medios del país entre diarios, radios y emisoras de tv abierta y por cable. Pero, aun así, dice que se ve obligada a salir ella en persona por cadenas nacionales cada vez más cotidianas, a dar las noticias que importan porque de lo contrario, los medios no lo destacan. ¿Y sus propios medios, señora? ¿Tampoco lo destacan? ¿O será que la repercusión que tienen esos medios es tan escasa que ni aun teniendo el 70% de la propiedad no alcanzan a tener una porción razonable del share de audiencia?

En otro orden de cosas, no puede ocultarse el tipo de “escuela” a la que pertenece esta práctica. Se trata de una variante más del fascismo en el que ha caído la Argentina: la presencia omnímoda del Estado que aspira a ocupar hasta el último rincón de la vida del país, con su única voz, con su única presencia.

Durante la conexión en duplex de hace algunas semanas con el Sr Putin, la Presidente deslizó la idea de ir hacia un sistema en donde los medios no existan y en donde los líderes mantengan con el pueblo una comunicación directa, sin intermediarios. Se trata de otra aspiración totalitaria en donde la opinión y el análisis libre quedaría prohibido y pasaría a ser reemplazado por un sistema de “bandos” oficiales que se convertirían en el único elemento informativo existente.

También ésta se trata de una aspiración antigua. Muchos regímenes que la humanidad recuerda con vergüenza intentaron la misma empresa con el fracaso como resultado

La estatización completa de la vida no ha funcionado en el mundo. Los iluminados que la intentaron fueron señalados como tiranos por la historia y terminaron sus días envueltos en la locura de creer que era posible gobernar a un pueblo desde un solo puño, sin opiniones disidentes, sin matices, sin colores, con su único vozarrón sobresaliendo e imponiéndose a todo lo demás

La Presidente inauguró este nuevo método para decir que habría camiones odontológicos dando vueltas por todo el país, arreglándole las caries a los argentinos, que el país fue destacado por la ONU y la OCDE por su inversión en educación y para felicitar a su hijo por el campeonato de Racing, admitiendo que había sido advertida por él para que usara la cadena nacional para cursar ese saludo “porque si no la ‘mataba’”.

Más allá de esta nueva señal que confirma que la Sra. de Kirchner y su familia creen que el Estado les pertenece, fijémonos que ocurrió con los otros dos anuncios. El primero fue opacado (como si se tratara de una enorme ironía mediática) por la propia mandataria al internarse en la explicación de la nueva modalidad comunicacional y respecto del segundo, la Presidente olvidó referirse a la calidad educativa que, obviamente, debe juzgarse por los resultados. Esa calidad no ha pasado ninguna de las pruebas a la que ha sido sometida. Los chicos reprueban los exámenes regionales e internacionales de los que participan. Solo la mitad de los que entran al sistema educativo lo termina y los valores trasmitidos en las escuelas hacen dudar de si es conveniente que esas ideas estén bien o mal financiadas, siguiendo el famoso principio de que no hay peor mal que una mala idea con plata.

En algún lapso la Presidente pareció incluso pretender plantear un antagonismo entre el “Estado” y los “privados” como si el “Estado” fuera posible sin los “privados” o como si el “Estado” fuera una entidad moralmente superior a los privados o, incluso, más eficiente que ellos. La Presidente, a esta altura, debería saber que el Estado no tiene una existencia corpórea propia (a menos que la Sra. de Kirchner crea que el Estado es ella misma) sino que es una mera simulación jurídica inventada por los particulares para su propia conveniencia y para administrar de modo común las finanzas públicas pero que no tiene, al menos según la Constitución argentina, una preeminencia sobre los ciudadanos particulares; al contrario, son éstos los que la tienen sobre el Estado que debe estar a su servicio.

Tampoco desde el punto de vista de la eficiencia productiva el Estado ha demostrado ser superior a lo que la mandataria llama “los privados”. Hasta la última prenda que la presidente usa en su propia humanidad fue inventada, ideada, desarrollada y producida por “los privados”. Son “los privados” los que inventan los medicamentos, las fórmulas para que la gente viva más, los que producen nuevos elementos de confort, los que desarrollan nuevas tecnologías y nuevas aplicaciones para hacer la vida más fácil. El Estado no sirve básicamente más que para cobrar impuestos y -si cumpliera su rol como corresponde- para dar un orden jurídico razonable que facilite el trabajo, el desarrollo y la inversión. Puesto en ese rol, puede ser una ayuda o un estorbo, pero nunca será el protagonista del progreso humano.

La Presidente aspira a que el Estado sea todo en la Argentina: “Todo dentro del Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado”, diría Mussolini. Ella, que se asume como “el Estado”, aspira a ser dentista, maestra, locutora de noticias, editora de diarios, productora de petróleo, generadora de electricidad, confeccionista de ropa, jueza de conductas, fiscal de investigaciones, legisladora general, constructora de viviendas. La Argentina es ella y ella es la Argentina. Lo demás no existe.

La presentación del lunes de la Presidente no puede ser interpretada sino como una reafirmación de la pretensión totalizadora que ha caracterizado a todo su Gobierno, una pretensión que aspira a que solo se escuche una voz en la Argentina y que la fuerza del Estado sea utilizada para acallar toda opinión que no sea del agrado presidencial. Ahora lo hará por la fuerza. En medio de los clásicos horarios de las noticias en la Argentina, irrumpirá ella con su voz, callando a las de los otros. Es una pintura de esta época. Es una pintura de la no-democracia.

Siete años de Cristina Kirchner y la instalación de una extraña contracultura

El pasado miércoles 10 se cumplieron siete años desde que la Sra de Kirchner asumió por primera vez la presidencia. Si uno tuviera que hacer un raconto de cómo está el país después de esta experiencia, los resultados no podrían ser peores. No hay prácticamente terreno en el que la Argentina no haya retrocedido y donde la vida no se haya deteriorado en este lapso.

Las relaciones internacionales, la economía, la seguridad ciudadana, la educación, la cultura cívica, el respeto público, el clima de convivencia, la paz cotidiana, la tolerancia, la violencia verbal y física, las amenazas, el nivel de libertad individual, la independencia de la justicia, el desenvolvimiento de la prensa, en fin, todo lo que conforma la realidad diaria de un país ha sufrido un retroceso notable en estos años llenos de furia y de pretensión hegemónica del ejercicio del poder.

Los aliados más importantes de la Argentina de hoy son Venezuela, Irán, China y Rusia, cuatro regímenes que, por decir lo menos, ejercen el poder sin libertad, de modo autoritario y sin que rijan las garantías constitucionales mínimas de una democracia republicana. Cuando uno contrasta esa realidad con la afirmación de la presidente electa -y aun no asumida- de que su gobierno tendría como reflejo orientador el ejemplo de Alemania, no puede menos que agarrarse la cabeza. Continuar leyendo

Caló y su tardía referencia a la inflación

La semana pasada un referente sindical cercano al gobierno, nada menos que el secretario general de la CGT oficial, Antonio Caló, se quejó de la inflación y dijo que “nos está llevando puestos a todos”-

Se trata de una toma de conciencia tardía. La inflación hace rato que nos viene llevando puestos. Todo el período de gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, desde 2007 hasta aquí, se caracterizó por una irresponsabilidad económica de una magnitud pocas veces vista en materia de pérdida de poder adquisitivo de la moneda nacional, sólo superada por los períodos hiperinflacionarios de Alfonsín y del Menem anterior a la Convertibilidad.

Ni el derrumbe de esta última destruyó los salarios como los destruyó el cúmulo de distorsiones económicas que generó el desmanejo económico de la Presidente. Continuar leyendo