La decadencia política del progresismo

Claudio Chaves

¿Entonces, el proyecto de reforma del Código Penal es garantista o no? ¿Disminuye las penas de los delitos, las mantiene o las aumenta? Ante el lío que se ha armado, los autores del proyecto niegan la reducción de las penas y acusan a Massa de demagogo, apresurado y oportunista. Lo cierto es que la sociedad desconfía del gobierno nacional y sus amigos progresistas, incluido Pinedo, y el líder dell Frente Renovador, quien sabe esto se montó sobre esa desconfianza. Cría fama y échate a la cama, así dice el refrán y el gobierno nacional ya no puede zafar del estereotipo.

¿Qué hay de cierto?

Zaffaroni se enoja con Massa porque este afirma que se bajarán las penas, y eso lo considera una falta de respeto; sin embargo tres días después en la Biblioteca Nacional y ante unos cartelones que maldecían el “punitismo neoliberal” navegó por las aguas del garantismo, coronando su exposición con una frase elocuente: “¿queremos una sociedad excluyente o incluyente?”.

Donde la idea de exclusión o inclusión que siempre creí orientada a la marginalidad no delictiva, es decir a los sectores sociales que quieren progresar sin violar la ley, en la nueva ideología progre se orienta hacia los delincuentes. Zaffaroni afirma que lo que han recibido es un ataque ideológico y que responderán en el terreno ideológico. ¡Ya lo han hecho! Desde el gobierno y sus intelectuales garantistas, la respuesta que se escucha es que los estragos de la pobreza, la desigualdad, la injusticia social, los trabajos mal pagos, la desaparición de la cultura del trabajo, son los responsables de las conductas delictivas. No el individuo, sino la sociedad.

Zaffaroni ha dicho: “Frente a la inseguridad creada en el mundo por el retroceso del Estado de bienestar ,¿cómo se compensa esta sensación? Mostrando que la principal amenaza que hay es el delito común”. De esta forma justifica el crimen y el robo, pues la principal amenaza social no es el delito sino el retroceso del Estado de Bienestar. Como si los seres humanos respondiéramos, ante la injusticia del capitalismo, delinquiendo. En consecuencia es la sociedad la responsable. El criminal un poquito. ¿Habrá que esperar la construcción del paraíso en la tierra, para arrancar recién ahí la lucha contra los facinerosos. Finalmente Zaffaroni afirmó: “Uno no va a excarcelar a un violador múltiple, a un homicida. Se excarcela a un chorrito. ¿Qué ganás con tenerlo adentro?” (La Nación, 18/2/09). Esta es la respuesta progre: justificar al criminal por la culpa de todos. De manera que es imposible hallar un responsable. Alguien que se haga cargo de sus actos. La sociedad y la historia son los culpables. En definitiva: nadie.

Técnicos o multitudes

Como Massa los madrugó y propuso una consulta popular, la progresía advierte que el debate del Código debe darse entre técnicos, en el Parlamento, y no con las multitudes. Lo cual hace sospechar que entre los “representantes” y el pueblo hay una brecha insalvable, al menos en estos temas que son los que más afligen a la ciudadanía. Si esto es así, y todo indica que lo es, esta democracia está renga.

Finalmente, otro de los participantes de la reforma, el doctor Arslanián, afirmó que la función evitadora del Código Penal es casi nula, esto es, que no evita que quien delinque lo haga. Por lo tanto si las leyes, las normas, las reglas y los códigos de convivencia no evitan las faltas, eliminémoslo y tengamos reglamentos a la carta. Lo cual chocaría de frente con el pensamiento del creador del peronismo que afirmaba que “el hombre es bueno pero si se lo vigila es mejor” y para esto se hace indispensable la ley y la justicia categórica.