Diálogo con las FARC: una luz en medio del show

Fernanda Kobelinsky

Colombia acepta la participación política de la guerrilla cuando se firme la paz. Las FARC aceptan entregar las armas para hacer política. El acuerdo en este terreno es quizás lo más cerca que estuvo Colombia de firmar la paz. No conocemos aún los detalles, los negociadores prometieron difundirlos en los próximos días. Pero lo que sí sabemos es que en medio de la fiebre mediática que los guerrilleros experimentan en la más que receptiva Cuba, cuando se habla a puertas cerradas, se negocia.

Las FARC entregarán las amas y Colombia promete ampliar su democracia. El acuerdo en este punto, el segundo de la agenda, es el que podría destrabar los demás: el fin del conflicto (dejar las armas), el narcotráfico y víctimas y verdad (comisión de la verdad).

“Nada está pactado hasta que se pacte la paz”, acordaron en Oslo el 18 de octubre de 2012 cuando públicamente decidieron sentarse a negociar. Esta última coincidencia, que detractores califican como un insulto a la democracia e independientes y oficialistas catalogan como histórica, llega en el momento más crítico de las negociaciones de cara a la opinión pública.

Es que como las charlas son secretas, cuando se prolongan y no hay novedades, el show de las FARC en La Habana copa la escena. No es el yate, ni los paseos por los agradables jardines del complejo El Laguito lo que debería preocupar al presidente Juan Manuel Santos. Al fin y al cabo son sólo lujos pasajeros de la negociación. Sin embargo, la disponibilidad mediática es la gran cuestión a contrarrestar para el gobierno colombiano. El grupo de negociadores de la FARC tiene a su disposición todos los micrófonos internacionales para opinar del proceso en discusión como de cualquier punto de la vida política de los colombianos.

A un año de su inicio, la prolongación de las conversaciones impacienta. Aun así, las encuestas marcan que Colombia está a favor de seguir dialogando, aunque no confía en la guerrilla. Sus razones tiene, con un conflicto que lleva más de 50 años, 5 millones de víctimas entre muertos, desaparecidos, desplazados y secuestrados.

Vale decir que no hay cese de fuego: el gobierno sigue buscando guerrilleros y las FARC siguen atacando violentamente. Sólo entre octubre y estos días de noviembre podemos contabilizar una decena de episodios (ataques, emboscadas, voladura de oleoductos, paros armados, etcétera).

Mientras los ciclos de negociación (el próximo comienza el 18 de noviembre) sean más herméticos y sin pausas, más posibilidades tendrá Santos de que la sed mediática de las FARC no se fagocite el proceso.

Para sumarle tensión a las ya complicadas negociaciones, 2014 es año electoral. Santos seguramente irá por la reelección y deberá mostrar avances si quiere mantener el puesto. Sus contrincantes, especialmente Álvaro Uribe y su delfín electoral, lo fustigarán por sentarse a negociar con la guerrilla.

Si quiere crecer y recuperar la imagen perdida, deberá contener las declaraciones mediáticas de los guerrilleros. Es que las FARC le tomaron el gustito a los micrófonos. Mientras el gobierno quiere mantenerse en la agenda acordada sin revelar detalles, los jefes guerrilleros dan conferencias de prensa prácticamente todos los días. Hablan de todo, opinan de todo… están cómodos. “Negociar” el proceso de paz les sienta mejor que la paz misma.