Al garete

Fernando Morales

Siempre afecto a asociar mis habituales columnas a algún hecho relacionado con el mundo naval, qué mejor prólogo para introducir la correspondiente al día de hoy, que definir brevemente el título de la misma. “Se dice que una nave está al garete cuando sin contar con propulsión propia y sin posibilidad de utilizar sus anclas, navega sin rumbo fijo merced a los vientos y a las corrientes marinas”.

Una vez más la voz procedente del otro lado del teléfono me expresaba su inquietud por lo “osado” de mis comentarios en este portal. “No podés decir que la Comandante en Jefe de las FFAA usa carteras importadas”. Un dejo de estupor y algo más de tristeza cruzó mi confundida mente; en medio del presente desastre, tal vez el menos importante de los muchos cargos de la Jefa de Estado sea precisamente el de ser la mandamás de las inexistentes fuerzas armadas nacionales y populares; por otra parte, si el origen de la manufactura de su marroquinería es secreto militar, debo informar que lamentablemente aún las más humildes militantes adherentes al modelo ya se avivaron de que los bovinos con cuyo cuero se fabrican, mugen en italiano o francés.

Habiendo compartido con usted, amigo lector, mi pequeña catarsis matutina, resultará inevitable esta vez unir los grandes trazos de la agenda nacional, con el insignificante ajetreo de mi micro-mundo compuesto por muelles, buques, uniformes y desfiles.

La columna anterior intentó narrar lo difícil que puede resultar a un argentino “comisionado al exterior” explicar a un camarada o colega foráneo, una semana de vida en Argentina, a la luz de las noticias que emanan de esas “usinas del desánimo” que son todos y cada uno de los medios no manejados por el oficialismo.  En aquella oportunidad recuerdo haber descripto ni absoluto fracaso al respecto.

Hoy, como dirían en el campo, “se ha dado vuelta la taba” y la cosa pasa por intentar entender desde aquí dentro, los hechos protagonizados por nuestra “arquitecta egipcia” y su excesivamente numeroso séquito, en su particular periplo por el mundo; éste en el que llegamos con un nuevo catesismo al Vaticano y en el que también aportamos nuestra experiencia en manejo y  resolución de crisis internacional al Consejo de Seguridad de la ONU,

Sin lugar a dudas, la gira arrancó “pum para arriba” desde el primer momento; ver al Sumo Pontífice  recibiendo un impresentable retrato de sí mismo, más un cuadro de Evita, más una camiseta de la Cámpora, más el abrazo fraterno de los jóvenes militantes que hace apenas dos años repudiaron la llegada al trono de Pedro de un cardenal casi casi represor según ellos, ameritaba  que las fotos publicadas hubieran sido acompañadas de la tradicional leyenda en situaciones muy fuertes: “Las imágenes pueden herir su sensibilidad”.

Pero bueno, de últimas su Santidad Francisco, es en el fondo el cura Bergoglio del barrio de Flores y seguramente una vez terminado el evento, acomodó su impecable sotana blanca, guardó los presentes nacionales y populares en el desván de Santa Marta, rezó un padrenuestro por la y los visitantes y prosiguió con su agenda pastoral ante la confusión general de las autoridades vaticanas que aún no nos conocen del todo bien.

Naciones Unidas es otra cosa; si bien es sabido que en el fondo nunca ha sido este organismo capaz de solucionar alguno de los grandes problemas de la humanidad, no se puede negar que es algo así como la “Meca de los políticos”. Hablar desde el podio ante los máximos líderes del mundo debe ser difícil. Hablar desde el mismo sitial a un salón vacío, en el que ni siquiera estaban los propios acompañantes oficiales, que andaban por las calles de Nueva York viendo en qué ocupar su tiempo mientras se aseaban las habitaciones de los lujosos hoteles que los hospedaban, debe ser sin lugar a dudas muchísimo más difícil. Sobre todo si a quien le toca esa tarea comprendiese que el mundo ha decidido desde hace algún tiempo lisa y llanamente ignorarla.

La sucesión de falacias, contradicciones, retórica vacía de contenido y comentarios desubicados o fuera de lugar, pronunciados en ese salón, fueron sólo superados por el incalificable discurso ante el Consejo de Seguridad.  No le voy a contar aquí algo que Ud. ya escuchó de sobra en los últimos días. “Pobre Osama”; “quisiera saber “qué onda”; “con el montaje éste de las decapitaciones de ISIS”; “cuánta mediocridad”; “los buitres que nos quieren cobrar son peores que los terroristas que están masacrando pueblos enteros”; y otras frases célebres que hicieron que el líder de la mayor potencia mundial se quitara los audífonos, me eximen de mayores comentarios.

¿Recuerda lo del principio, lo del garete y lo de vagar sin rumbo según como sople el viento? Imagine por un momento, amigo lector, que en algún encuentro posterior a esta desopilante alocución presidencial, algunos líderes europeos, asiáticos y americanos se cruzan tomando un café en el bar de la ONU. Hablando de bueyes perdidos intentan ubicar ideológicamente a nuestro país, a partir de las brillantes exposiciones de su máxima líder; ¿como sería ese hipotético encasillamiento? ¿Una superpotencia emergente con el poder suficiente para venir a arengar al mundo a partir de su rotundo éxito? ¿Unos deudores contumaces que repudian su deuda y la mezclan con los grandes problemas por los que transita la humanidad? ¿Una líder que sufre persecución del terrorismo islámico por ser “cumpa” del Papa? ¿O una aliada incondicional de Irán, país con el cual firmamos un acuerdo y al cual uno de los referentes del modelo defiende capa y espada?  ¿Socios de China?, ¿de Rusia?, ¿izquierdistas sin saco Mao pero con Rólex y Vuitton, o poderosos empresarios cuentapropistas poseedores de cuantiosos bienes pasibles de ser embargados para pagar las cuentas pendientes?

Le dije antes que uniría este gran papelón internacional a mi humilde micro universo naval: casi al mismo tiempo que fuimos capaces de gritarle en la cara al mundo en el máximo foro internacional que somos los dueños de la verdad revelada, aquí, en el lejano sur, se está desarrollando un modesto y humilde foro relacionado con las cosas del mar. Distintos referentes del sector abordan los problemas del momento, reclaman alguna solución y aportan su opinión. No ha sido posible hasta el presente lograr que algún funcionario del Poder Ejecutivo de primera, segunda o tercera línea se anime a ocupar un asiento para escuchar las inquietudes que se plantean. A pesar del cepo al dólar, todos parecen tener sus agendas repletas de viajes que se inician casualmente el día que son invitados a participar. No es la ONU claro está; y no se espera a la Presidente, más claro está. La mística de la gestión indica que siempre hay que aprovechar la oportunidad para arengar, pero jamás escuchar. Nada deben aprender nuestros dirigentes pues todo lo saben, y si no lo saben es porque no existe. Y así seguimos gareteando sin destino y  a minutos  de olvidar nuestro propio punto de partida lo que nos viene a ubicar en el mismísimo limbo de la Historia. Extraña calificación universal reservada por ahora sólo para unos pocos elegidos de lengua filosa, oído flojo y mente  estrecha.